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Mientras tantoDe mi Diario / Semana 53 / 2016

De mi Diario / Semana 53 / 2016


 

Weiß/Colonia, 25.12.

Anoche, con las prisas de subir puntualmente la entrega semanal en mi blog de Fronterad, dejé de consignar aquí alguna que otra cosa. No dejé de hacerlo con Rainal Grebe, a quien escucho con placer esta mañana soleada, pero sí se me olvidó registrar que la KVB, la peor compañía de transportes públicos del mundo, y de Jeré, este año decidió darnos una sorpresa y mantuvo los servicios, con un horario reducido, eso sí, pero puntual. ¡Aleluya! Y también se me olvidó el apunte de que desde que Rebeca estuvo en Huelva, para la boda de José Luis, los primos de acá y de allá han organizado una Comunidad En Guasa [pronunciación andaluza de WhatsApp] y se envían a cada momento fotos y vídeos, de manera que estamos más unidos que nunca. Last but not least, olvidé apuntra una recomendación de Montse, la serie australiana La bofetada, que he de buscar en Saturn la próxima vez que vaya al centro.

 

Rebeca almuerza en casa y Diny le ha cocinado (fue su deseo expreso) un osso buco de esos a los que Anacreonte hubiese dedicado una de sus odas, pero no soy Anacreonte, hélas!

 

Nos visita Víctor para entregarnos un ejemplar de su libro sobre la cocina peruana y pasamos una hora larga de charla que te charla, donde le descubro aspectos de la historia de Huelva de los que no tenía ni idea. Se asombró un poco, él, que es tan buen cocinero, cuando puse en sus manos el denso volumen de Bernardo dedicado a la cocina de los choqueros.

 

Me llama Ibsen desde su exilio en el páramo santafereño, en Rolópolis, como nombro a Bogotá, y hablamos durante casi 21’: para ser exactos, 20’52”. Platicar con Ibsen es un placer, siempre está lleno de anécdotas e ideas, pero lo que más me vale de sus llamadas inesperadas (esta no es la primera, sino la enésima, al correr de los años) es el indudable afecto que siente por mí y se transparenta en su diálogo. Benditos sean los dioses que me deparan tales amigos.

 

Weiß/Colonia, 26.12.

0:30 am : Un documental en ZDF Neo acerca de las monarquías europeas. Dato curioso es que en Alemania, país que se despepita por las monarquías reinantes, el 88% de la población está en contra de la institución monárquica. Pero el dato que me interesa muchísimo más, es el de que, al menos en Inglaterra, la reina (o en su caso el rey) lo es por la gracia de Dios. Expresis verbis. Lo cual me lleva a reflexionar que –si se hicieran valer los fueros de la ley– la Corona debería estar obligada a demostrar la existencia de ese Dios por cuya gracia reina. Y en el caso de no poderlo hacer, abdicar. No obstante, y hasta donde yo sé, a ningún agnóstico británico se le ha ocurrido todavìa plantear esta cuestión. Me da mucho, pero muuuuucho que pensar.

 

En la edición navideña del diario (válida para tres días porque hoy es festivo en Alemania) la habitual entrevista a toda plana es con Leonardo Boff y me ha divertido mucho lo que cuenta de Bergoglio, cuando este andaba preparando su encíclica “Laudato si” y le pidió materiales suyos para fagocitarlos en el texto de la misma. No sin advertirle: «Boff, por favor, no me enviés los textos directamente, porque llegan a las manos de los subsecretarios y no los recibo. Mandalos mejor al embajador argentino, con quien tengo una buena relación, y entonces sí llegarán con toda seguridad a mis manos». Añade Boff que un día antes de la publicación de la encíclica lo llamó para agradecerle la ayuda prestada. Me pregunto si hablarían en portiñol (lo que opino que es màs bien españugués), pero luego recuerdo que Boff habla con soltura el castellano.

 

También en el diario leo un artículo sobre Heimito von Doderer, cuya obra se está reeditando y de quien acaba de aparecer una biografía. El articulista menciona algo que yo ignoraba y es que a HvD se le conocía, algo despectivamente, como “el Musil de los de abajo”. Me sorprende, de a deveras, y me muestra la miopía de la crítica que propició semejante disparate. Considerado desde mi punto de vista, más bien habría que hablar, cuando nos referimos a Musil, del “von Doderer de los de arriba”. Esto me recuerda el descabellado juicio de Canetti («Musil aún estará ahí cuando se bostece sobre Thomas Mann»), que me movió a replicarle sin andarme por las ramas: «Sobre Musil se bostezará siempre, y Thomas Mann seguirá ahí».

 

Weiß/Colonia, 27.12.

1:00 am : Pasaron Hatari y estuve viéndola por puro masoquismo, aunque uno bien consciente: esta es una de las pelis más estúpidas que se hayan filmado por los siglos de los siglos. Siempre será un misterio para mí por qué Howard Hawks no la firmó con seudónimo. Con un, según me lo parece, refinamiento malévolo, François Truffaut dijo que esta peli era una metáfora sobre el oficio de hacer pelis, en la que John Wayne era el director que en la reunión matinal de pauta distribuía el trabajo de su gente. Hay quienes lo han interpretado hasta como un elogio, pero no creo yo que a Hawks le agradase la idea de que Wayne era su alter ego, ni que su propio trabajo fuese homologable con el del protagonista de Hatari: aún hay clases.

 

Diny leyó en una revista holandesa que el mejor chocolate de Italia se fabrica en Módica, la ciudad natal de la signora. Así es que recortó esa página para ella y se la llevó hoy, que hemos ido a almorzar allá como todos los martes, pero con nuestras respectivas dueñas y señoras. Y la signora no nos defraudó, ella misma siempre que va a Módica se trae de vuelta algunas tabletas del riquísimo chocolate, de la marca Benajuto, que nos da a probar como postre. A Carlitos, que es un chocolotófago convicto y confeso, creo que no tendríamos que insistirle mucho para viajar un fin de semana a Módica, con cualquier pretexto, por ejemplo el de visitar la casa natal de Salvatore Quasimodo. De Quasimodo hay un poema brevísimo que es un perfecto epitafio«Cada quien está solo sobre el corazón de la tierra / atravesado por un rayo de sol: / y de pronto es noche». Pero también hay un verso suyo quizás compuesto con el regusto de una chocolatina de su Módica natal en el paladar, cuando habla de «la dulzura de sentirme vivo».

 

¿Influye la literatura de una manera directa en nuestro comportamiento? Es una pregunta que no tiene nada que ver con opciones de carácter moral o ético y que me he planteado casi todas las veces que me pongo un pulóver, en ese momento crucial cuando la cabeza desaparece en la masa del tejido mientras los brazos pugnan por abrirse paso hacia la libertad que les prometen las aberturas de los puños, al tiempo que de un modo más o menos controlado los músculos del cuello tratan como de alargarse para que la cabeza emerja lo más pronto posible por el más o menos grande agujero ad hoc que sin duda debe haber sido previsto para ella por los fabricantes de la prenda. En ese momento (ya digo: crucial), la memoria implacable me hace regresar al momento, allá por 1966, en que leí el libro Final del juego, y en él ese cuento espeluznante que es “No se culpe a nadie; y es esa misma memoria la que me conforta recordándome que desde aquel día no he vuelto nunca, nunca, nunca más, a ponerme un pulóver cerca de una ventana abierta, ni siquiera la de un piso parterre o principal, y ni qué decir tiene que mucho menos la de un duodécimo piso. Y me respondo que sí, que la literatura, al menos en mi caso, y en unas circunstancias concretas, sí ha influido de manera directa en mi comportamiento.

 

Muy apenada Diny por la muerte de su mejor amiga de la escuela. Acaba de ver la esquela en el diario de su provincia, que lee todos los días, y el texto de la misma no deja lugar a dudas. Bep, su amiga, habla de haberse encontrado en una encrucijada y no saber si por esperar a más tarde quizás llegase el momento en que no podría elegir por sí misma. De manera que, con pena en el corazón. tomó así la decisión más difícil de su vida: «Pero estuvo bien así, he dejado que se apagase la luz. Fui una mujer rica, con gente muy querida a mi alrededor, les agradecí a todos hasta el último momento el haberme apoyado en llevar a cabo mi última voluntad». Me quedo leyendo estas líneas un largo rato. Sólo me alivia el hecho de que es una amiga de Diny a quien no conocí personalmente, pero así y todo es duro. De pensar, y aún más de interiorizar.

 

Weiß/Colonia, 28.12.

El Día de los Inocentes lo he festejado en Nexos con una colección de quince titulares falsos, aunque quién sabe si no solamente postfácticos. Y en Twitter detecté alguna inocentada que otra, como por ejemplo la de un venezolano asegurando que Chávez vive. Menos inocente me pareció la del anuncio del reparto de pernil y juguetes en el Área Metropolitana de Caracas, que si se pensó como inocentada no pudo ser más cruel ni irrespetuosa con la esperanza de los seres humanos. Pero de un régimen como el de Maduro (¡qué crasa paradoja semejante apellido en ese quídam!) puede esperarse uno cualquier barrabasada. Incluso una tan hijueputa como esta.

 

La semilla sembrada en Nexos germinó en una cuenta T venezolana con alto pedigrí:

 

 

Weiß/Colonia, 29.12.

En la correspondencia de Joseph Roth con Stefan Zweig, el 17.2.1936 hay una carta con un pasaje hermoso acerca del portero nocturno del hotel Foyot, donde se aloja: «Es un hombre cabal, más honesto que diez escritores, y con toda certeza lo prefiero a Kesten [¡Hermann Kesten sería luego el editor de este epistolario!] Esto es sólo justo, no amargo. Mi portero nocturno, en sus 60 años de vida, no ha cometido tantas cochinadas como Marcu [Valeriu Marcu, escritor rumano] en diez. Así pues, el portero Auguste es noble y Marcu no lo es. Independientemente de que Auguste entiende mejor su oficio que diez malos escritores. No puedo renunciar a mi respeto por Auguste ni a su afecto por mí. Vous êtes un bateau surchargé, vous coulez à pic. Mon pauvre vieux, venez chez moi [Usted es un barco sobrecargado, se está yendo a pique. Mi pobre viejo, venga a mi casa. (Las tres notas entre corchetes son mías)], me dijo ayer. Estos son mis Premios Nobel. En toda la literatura alemana no sabría de ningún otro, sino usted, que pudiera entender esto, justamente esto. Tan sólo existe la jerarquía moral, no la espiritual, ¡mucho menos una seudoespiritual!» Y Stefan Zweig le contesta desde Londres«Si pudiera uno aplicar todas sus fuerzas reunidas al trabajo y no desperdiciarla en cientos de estupideces, ¡qué no resultaría de ello! Cada vez creo más que sólo las personas puramente egoistas pueden sacarle partido en toda su medida a su talento».

 

La lectura de las cartas antecedentes me llevó a consultar a Miss Hortensia Google acerca de Valeriu Marcu, de quien sólo sabía que Jünger admiraba su biografía del general Scharnhorst, con seguridad el militar más capaz en toda la historia de Prusia. Y así encontré que también se debe a Marcu una excelente biografía de Maquiavelo, La escuela del poder, de la cual espigo una frase que sé que le va a encantar a mi querido Diego: «Pasear con un libro en la mano por las calles de Florencia garantizaba la misma seguridad que en otra ciudad llevar espada». Es un libro, el de Marcu, del que ipso fuckto me pongo a la caza y captura.

 

Un trino que seleccioné para mi envío semanal de tuits alemanes a los amigos de acá:

[Traduzco : Aunque despacio, los últimos guerreros del EI tendrían que ir teniendo en claro que en el Más Allá no son 72 vírgenes quienes les esperan, sino 72 gays, estrellas del rock].



Weiß/Colonia, 30.12.

El diario me espera sobre la mesa con un titular en cabecera donde me entero de que ayer ha muerto Debbie Reynolds. Pienso instantáneamente que en el diario de ayer me enteré de la muerte de su hija, Carrie Fisher, muerte por la que me enteré a su vez de que CF era hija de DR, pues a mí La guerra de las galaxias (yo la llamo La guerra de las falacias) y toda esa bazofia no me ha interesado nunca. La muerte de DB sí me hiere (con cornadas de cuernos de caracol, pero me hiere), Cantando bajo la lluvia es uno de los recuerdos más hermosos de toda mi vida de cinéfilo, y es uno de los DVDs a los que recurro en horas de depresión. Y Debbie Reynolds era –y es– en él la imagen de la frescura en dura competencia con la profesionalidad de sus dos oponentes. ¡La pobre ni siquiera sabía claquear, razón por la cual Gene Kelly no la aceptó en un primer momento! Pero luego, ¡qué gozo para los ojos y la mente verlos bailar juntos! En mi memoria, lo seguirán haciendo mientras viva. Así es que de la mesa del desayuno pasé a esta y quise saludarlos una vez más en la pantalla: Good Morning, Debbie, Gene, Donald!


Henri en casa, porque los padres, tradicionalmente, se reúnen las noches del 30.12. con Chico y sus amigos para festejar a medianoche el cumpleaños de Chico. Antes de irse a acostar estamos una ½ hora viendo fotos viejas, y Henri no reconoce nunca a su mamá cuando era niña. Pienso que probablemente se deba a que no es capaz de mentalizar que su madre alguna vez fue bebé.


Weiß/Colonia, 31.12.

Además del cumpleaños de Chico hoy hace 80 años que murió Unamuno y 70 que nació acá, en Colonia, el verbo “fringsen”, un verbo divino si encubriera más lo humano. En el invierno feroz del 46, los colonieneses no tenían escrúpulos en echar mano al carbón que se caía de los trenes que lo transportaban desde la cuenca del Ruhr. El comandante británico dictó una orden en la que se calificaba tales apropiaciones como robos y amenazaba con duras penas a quienes las practicasen. Estando así las cosas, el cardenal Frings le replicó indirectamente en su homilía de Nochevieja, con unas palabras famosas: «Vivimos unos tiempos en que la miseria hace que el individuo pueda apropiarse de aquello que necesita para su salud y subsistencia, y que no logre obtener de otra manera, ni con dinero ni pordioseando». “Fringsen” fue el verbo que inventó el pueblo de Colonia, para gloria eterna de su cardenal.

 

A mis amigos urbi et interneti les envío como regalo de Nochevieja el poema de Leonard Cohen The music crept by us”, con la traducción de Bernd Dietz Guerrero: “La música se arrastraba a nuestro lado”: «Me gustaría recordarle / a la dirección de la empresa / que las bebidas están aguadas / y que la chica que recoge los sombreros / tiene sífilis / y la orquesta está compuesta / por antiguos monstruos de las SS / Sin embargo puesto que es / Nochevieja / y tengo cáncer de labio / me colocaré mi / sombrero de papel en la / conmoción cerebral y bailaré».

 

Carlos Mayor publicó el 13, en El Trujamán, un delicioso texto acerca de los libros traducidos por él y de los que las editoriales le enviaban ejemplares (a veces sólo uno) y cómo los que aún  no había regalado a los amigos se iban acumulando en los estantes del cuarto de invitados, que es también mi solución para los libros que voy desclasificando. Carlos terminaba su texto con estas palabras: «Por cierto, si a alguien le apetece leer la autobiografía de Lauren Bacall, que silbe». Y yo, cuya vergüenza era verde y se la comió un burro, como diría mi abuela Remedios, la bella y sabia, silbé. Y el cartero acaba de pasar trayéndome ese libro como regalo anticipado de Reyes, de esos Reyes Magos cuyos restos dizque reposan en la catedral de esta ciudad. Le escribo a Carlos para agradecerle y le digo que ya veré cómo revancharme, «verbo más alemán no existe: hasta cuando se emplea de manera positiva parece una declaración de guerra».

 

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