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Mientras tantoDe mi Diario : Semana 7 / 2023

De mi Diario : Semana 7 / 2023


Rodenkirchen, 12.2.

Viendo anoche otra vez La La Land [La ciudad de las estrellas] me sorprendió de nuevo el diálogo entre Mia (Emma Stone) y Sebastian (Ryan Gosling), ambos maravillosos en sus actuaciones, cuando ella dice «Ereseres un verdadero¿cuál es la palabra que estoy buscando?» y él le responde algo irónico: «¿Un caballero andante?» Como ése me parece un oxímoron arquetípico de nuestro idioma, busqué en las citas de la ficha de la peli en www.mdb.com y encontré que lo que dijo Sebastian en el original es en verdad: «Knight in shining armor? [¿Un caballero de brillante armadura?]» Qué sé yo, el oxímoron me gusta más.

También estuve rastreando en la ficha imdb de Sabrina (1995) si encontraba la frase que Linus le dice a David a propósito de la relación que David quiere entablar con la Sabrina distinta que llegó de París: «David,¿qué crees que quiere Sabrina? Se ha pasado la vida encima de ese garaje con la nariz pegada a los cristales y observando desde ese árbol [lo señala con la mano] nuestras fiestas. Ahora la has invitado a una, y tú, con tu aire de mundo, enfundado en tu informal esmoquin, la citas en el invernadero. Ella sabe que vas a aparecer con una botella de champán [], sabe lo que viene después: el avión a Martha’s Vineyard, la casa llena de comida y flores, entradas imposibles de conseguir para un festival, copas en el Carlyle, ¡un par de días así y se enamoraría hasta de Noriega!» Esta frase no es del guion de Sabrina (1954), la de Billy Wilder: ese año, Noriega todavía estaba estudiando en la Escuela Militar limeña de Chorrillos. En 1995, en cambio, ya había sido condenado cinco años antes a 40 de prisión en Estados Unidos y era una de las vergüenzas nacionales, tanto panameña como gringa. Pero me quedo sin saber cómo suena esa frase en el original. Como compensación, sí encontré la de Mack, la secretaria de Linus, cuando le dice que hizo su maleta para París en su propia habitación de Long Island, llevada por Maude, la madre de Linus: «We were up to our elbows in her underwear drawer. It was like touching the Holy Shroud of Turin. [Estuvimos metidas hasta los codos en la gaveta de su ropa interior. Era como estar tocando la Santa Sábana de Turín]».

Rodenkirchen, 13.2.

Estuve viendo anoche Never Let Me Go [No me abandones], de 1953, más que nada porque actúan juntos Gene Tierney y Clark Gable, qué pareja. Pero la peli está ambientada en la guerra fría y es previsible que el reportero gringo y la prima ballerina rusa al final superarán todos los obstáculos que se oponen a su amor, y serán felices y comerán perdices. Lo que tiene de mejor esta peli es que viene a ser una especie de Dunquerque personal, el reportero se mete con un motovelero y dos amigos en la boca del lobo, la bahía de Tallin, enfrente de Helsinki, para rescatar a su amada y burlan nada menos que a la policía de Stalin. Como la flota de 861 embarcaciones de todo tipo (mercantes, yates, lanchas fueraborda) de los ingleses hizo con la Wehrmacht en 1940 en las playas de Iglesia de las Dunas, que eso quiere significar en neerlandés flamenco el nombre de la ciudad.

Vinieron esta mañana dos empleados de una empresa de mensajerías para retirar mi archivador con los materiales que poseía de Felipe, entre otros el mecanuscrito de su traducción congenial del poema “Engführung [Angura]”, de Paul Celan, una joya el poema, otra la traducción y una tercera el soporte papel, que van a enriquecer el Archivo Lafuente en Santander. Felipe envió esta traducción a la Revista de Occidente, tratando de conseguir que se la publicaran a pesar de que sabía que sobre la traducción (mejor dicho, la publicación de traducciones) de la obra de Celan pesa en algunos casos concretos –este poema, por ejemplo– la ominosa carga del monopolio. En nombre de la RdO, y con certeza luego de consultar con los monopolizadores, José Ortega Spottorno le escribió a Felipe que «después de haber considerado el asunto» decidieron no publicarla y, ¡oh santa simplicidad!, amén de ello le explicaban a Felipe los errores e inexactitudes que había cometido. Felipe los puso a parir con un análisis de siete páginas de apretada escritura, al que  nunca tuvieron arrestos (“cojones” habría escrito Hemingway) de responder. Me quedé con fotocopias de esa versión milagrosa y del pliego de cargos de Felipe, que concluye diciendo: «En suma: Veo que el asunto no ha sido considerado» (el “no” subrayado es del propio Felipe). Eso, y además de sus libros el original escrito con rotulador de su poema “Pounds Equation”, y el de su poema “Lluvia” dedicado a Diny, que cuelgan enmarcados en este cuarto, es todo lo visible que me resta de Felipe. Lo invisible es bastante más.

Pasaron alrededor de las 4 pm dos empleados jóvenes del Maternus que venían a controlar los cuatro sistemas de emergencia que hay en esta vivienda, dos cordones en el cuarto de baño, un botón en el de Diny y un cuarto inalámbrico que Diny debería llevar colgado del cuello de manera permanente, pero se niega a ello (pese a las admoniciones de Rebeca y mías) y ahora no sabe dónde lo ha puesto. La joven pareja se va, meneando la cabeza pero sin hacer un drama. Yo me tiendo en la cama porque mi tejido nervioso es ya como un mantón de Manila desflecado. Al rato, Diny me tira sobre el pecho el dichoso botón, lo ha encontrado al fin y logro convencerla de que si no quiere llevarlo colgado del cuello, que al menos lo cuelgue de una de las dos llaves que cierran las puertas del armario verde encristalado, es un sitio bien visible. ¡Job, mi buen Job, mi tan recordado Job, que no invoque yo tu nombre en vano!

Llamó Ulli para contarme que la operación de Carlitos fue un éxito pero que Carlos está exasperado, que ella nunca lo ha visto ni sentido tan reacio a la normativa hospitalaria, y para mí es por completo comprensible; Carlitos sólo ha estado una vez en una clínica: cuando lo parió su madre. Debe sentirse algo así como parachutado en Marte.

Rodenkirchen, 14.2.

Anoche estuve viendo Mamma mia!, pero en un momento determinado me di cuenta de que podía volver a quedarme dormido, como noches atrás, y caerme de nuevo y hacerme daño. Lo dejé para esta noche, no sin cierto resquemor contra mis achaques.

Vino Luciano a buscarme para ir a la oficina de empadronamiento municipal, que antes estaba en el viejo ayuntamiento, es decir, enfrente del Maternus, pero como están renovando el edificio, y eso es obra para algunos años, ahora la oficina se encuentra en el cinturón industrial de Colonia y ya muy cerca de Sürth y la casa de Montse. Cuando llamaron al código TM0825 acudimos al mostrador 9 y me encontré con la sorpresa de que necesitaba un poder de Diny para reportarla conmigo en el 230 del Maternus. Alegué que eso no se especificaba en la página web correspondiente del municipio de Colonia, pero no hubo caso. Menos mal que Luciano, que es un pedazo de pan, se avino a traerme de regreso al Maternus, me dictó el texto del poder, se lo hicimos firmar a Diny y volvimos al empadronamiento en un tiempo récord. Luego todo fue coser y cantar, y ahora, ya, previsiblemente, no tendré nunca más que acudir allá. Invité a Luciano a almorzar y le propuse ir a La Modicana, pero me dijo que sólo se tomaría una copa de vino porque quería regresar a su casa y cocinar algo para Theresia, que anda con una gripe de padre y muy señor mío. Le contesté que bueno, y que yo volvería al Maternus con el bus. Ahí me dijo que imposible, porque la KVB está en huelga y hoy no circulan tranvías ni buses. Así es que terminamos en el chino, y aunque no pensaba comer, le echó un ojo a mi pescado, y porque es tan ictiófago como yo terminó por encargar mi mismo menú.

A las 9:30 pm, inquieto por no tener noticias del estado de Carlitos, llamé a Ulli. Bueno, nada había que reportar. Ulli, simplemente, se olvidó de llamarme porque tuvo un día de lo más estresante, pero Carlitos se había calmado (o resignado) y según parece le van a dar de alta el viernes por la mañana. Alabado sea el santísimo sacramento del altar.

Rodenkirchen, 15.2.

Terminé de ver anoche Mamma mia! Y me volvió a gustar. Esa Meryl Streep es otra cosa, como diría Rolando, el mayor elogio que solía hacer. Y sus tres caballeros no le van a la zaga. Con las canciones de ABBA cosiendo los hilos de la trama, el resultado es poco menos que perfecto, una gozada visual y acústica, qué más puede pedírsele a un musical.

Vinieron Chico y Vincent trayendo por fin el armario para el cuarto de Diny, son ocho cubos blancos superpuestos, cuatro a la derecha, cuatro a la izquierda. En los cuatro superiores he colocado de una manera ordenada los 25 tomos del «Espectro de la literatura neerlandesa»; Multatuli junto a Vestdijk en un solo cubo; Hermans, Couperus, Heijermans, Louis Paul Boon, Mulisch, David van Reybrouck, Nooteboom, los diez tomitos de la antología temática de la poesía neerlandesa, y una ½ docena de extranjeros, entre ellos Jorge Amado, Erich Hackl con una novela preciosísima (como suelen serlo las suyas, casi sin excepción); uno de los 1.500 ejemplares de una edición especial y limitada del texto “Una casa en España”, de Coetzee, traducido y publicado por Willy en la editorial que fundó; una antología bilingüe de poesía españolaCreo que salvé lo esencial.

Le escribo a Ágnes: «En estos días me dedico a ver mis pelis favoritas de los años 40 y 50, ya sean film noir, de aventuras, de capa y espada, dramas, comedias, musicals… Uno de mis musicals preferidos es Silk Stockings [Medias de seda], adaptación a la escena de la inmortal Ninotchka, una de las mejores pelis del maestro Ernst Lubitsch. Tan sólo he conseguido la versión en húngaro, te copio el enlace para que te diviertas dos horas con las aventuras de los tres comisarios soviéticos en París. Y ya me contarás cuando la veas. Siempre recuerdo que vi Ninotchka en Budapest («¡La Garbo ríe!» fue el slogan de su presentación en Estados Unidos gracias a esta escena genial cuyo enlace te paso también). Sí, la vi con Lillián y Lizandro en vuestra Cinemateca, y como me la sé de memoria no me importó que estuviera doblada, yo sabía dónde reírme. Pero lo que más me impresionó fueron las reacciones del público, de tus compatriotas: ellos también se reían pero de modo distinto al mío, ellos habían conocido y padecido el sistema soviético, y sus risas eran como suspiros de alivio, como válvulas de escape que se abrían con un efecto liberador». Ah, ya me estaba olvidando: “medias de seda” en húngaro se dice “selyemharisnya”. Casi ná.

Rodenkirchen, 16.2., Jueves de Comadres

Estuve viendo anoche The Nannys Diaries [Diario de una niñera]. con Scarlett Johansson, quien no es precisamente santa de mi devoción. La vi siguiendo el lema de que al menos una de cada doce pelis que veas, sea mala a priori: es la mejor escuela para darte cuenta de que las otras son buenas. Esta es tan trivial y previsible que más que en los descerebrados que la imaginaron y filmaron pienso en los genios que la rodaron sabiendo que lo hacían para un público descerebrado. Amén de que luego de Mary Poppins ¿a quién se le ocurre hacer pelis sobre una niñera? Por cierto que en esta le rinden dos homenajes: un paseo aéreo por Nueva York con la protagonista colgada de un paraguas rojo, y la cita de la palabra más larga del mundo: supercalifragiliespiralidoso.

Recibo calabazas de la actual directora de Kiepenheuer & Witsch: «Llevo tanto tiempo en la editorial que, naturalmente, me suena su nombre. Gracias también por su oferta de publicar sus relatos. He leído con placer el relato adjunto, pero desgraciadamente no veo ninguna oportunidad de publicación en nuestra casa. Los cuentos son un género muy difícil, lamentablemente ya casi no hay lectores para ellos. Por lo tanto, no puedo darle ninguna esperanza, cosa que lamento mucho. De todos modos, le ruego que siga en contacto con nosotros». Le contesto ipso fuckto: «Muchas gracias por su amable email y sus generosas palabras acerca de mi cuento. Le confesaré que se lo envié sin esperanza alguna de que K&W acogiera mi libro, sino sencillamente para poderle decir a mis amigos que lo intenté y no pudo ser. Me dan la lata continuamente con la monserga de que ese libro debe publicarse. Y yo sé de sobra que las editoriales no suelen publicar libros de cuentos, a no ser los de autores consagrados, y aún así van al capítulo de pérdidas. Siempre he sido devoto de K&W y sus ediciones, tenga la seguridad de como lector les seguiré siendo fiel». Más cumplido que un portugués, como diría mi abuela Remedios, que no sé de dónde sacó semejante “más que”.

Rodenkirchen, 17.2., Viernes de Carnaval

Volví a ver anoche Mamma mia!, la primera, y la culpa es de ABBA, esto es, de su música, nunca me canso de oírla. Me pasa igual con Los Beatles, con Jacques Brel, con Georges Brassens, con Edith Piaf, con Chavela Vargas, con Chabuca Granda, con Bola de Nieve, con Óscar Chávez, con Elis Regina, con Chico Buarque de Holanda, con Alberto Cortez, es mi parnaso particular, al que nunca accederán los chabacanos Rolling Stones. ¡Puah! Bada retro!

Acabo de enviarles a Alfonso y Carlos el manuscrito del libro que quiero titular ¡Échate un pulso, Proust!, donde recojo 89 de mis artículos publicados en Colombia, Costa Rica, Dinamarca, España, Estados Unidos, México y el Uruguay, y de los que no tengo ni uno solo en soporte papel. Veremos si la cosa cuaja, y si no cuaja es que no debía cuajar. Son 311 páginas con el Índice y el Prefacio, al cual, siguiendo a Lichtenberg, lo llamo Pararrayos. Allí explico la razón del título, la transcribo al pie de la letra: «Allá por los años finales de los 50 un escritor catalán en castellano, Francisco Candel (autor de un libro que causó mucha polémica, Los otros catalanes), sacó una colección de cuentos titulada ¡Échate un pulso, Hemingway! Desde luego, lo mejor de la coletánea era el título, porque ninguno de sus cuentos daba la talla para echarse un pulso con cualquiera de los de don Ernesto el Barbas. En cambio yo sí creo poder mantener el tipo frente a monsieur Proust en cuestiones de búsqueda del tiempo perdido. No estoy aludiendo a la calidad, poca o nula, de mi prosa, sino a mi capacidad para recordar.  // Debo decir que por ser tan memorioso, en los textos que siguen hablo mucho de mí mismo, pero me acojo a este diálogo en uno de los volúmenes de Ideas, la monumental obra del más grande autor en lengua neerlandesa, Multatuli, seudónimo de Eduard Douwes Dekker: “Hablas mucho de ti mismo. No es de buen tono”. «Lo sé. Pero no va contra el tono de la filosofía. En el Cogito, ergo sum, se usa el «yo» dos veces en tres palabras”».

Le escribo a Carmen: «Carmen querida, me has dado el primer alegrón que tengo desde el fatídico día del incendio: abrí mi buzón en esta Residencia donde vivimos ahora, ¿y qué encuentro allí?, ¡un ejemplar de En la rama del verde limón enviado por ti! ¡¡¡Gracias milyuna!!! No sólo es mi primer alegrón desde el 28.11., sino además el primer libro que me llega al nuevo domicilio y el primero que voy a leer acá. Me siento tremendamente feliz por no haber leído ninguno todavía entre estas cuatro paredes. Está claro como el agua, hay una explicación casi mágica para ello: ¡tenía que ser uno de Juan Ramón! Y te devuelvo tu dedicatoria haciéndola mía: con todo mi cariño y mi gratitud siempre. Un fuerte abrazo». Estoy como un chico con zapatos nuevos. Y a propósito, tengo que comprarme un par de mocasines, el par de zapatos que ahora calzo ya ha cumplido con creces su función. Y dicho y hecho, acabo de encargar los mocasines por teléfono. Gloria in excelsis!

18:32 en el reloj de la compu: regreso a este mi puesto de combate luego de haberme emborrachado de poesía con la lectura del libro de Juan Ramón. Y recuerdo mi poema “Esta tierna trama” y pienso en cuánto me ha influido, vale decir, ¡cuánto le debo!

Rodenkirchen, 18.2., Sábado de Carnaval  

Renové anoche mi relación de amor con Ninotchka, es una de esas pelis que, como los buenos vinos, gana con el tiempo. Los protagonistas no tendrían hoy miedo de Stalin sino de Putin. Y en cuanto a los demás cambios, son pura cosmética, sobre todo las presuntas elecciones democráticas. ¡Qué letanía de ines!: Potemkin, Rasputin, Lenin, Stalin, Jeltzin, PutinComo se dice de las golondrinas: un solo Gorbachov no hizo verano.

Ayer, desde su beatus ille a orillas del Cauca,  mi compadre José María me comentó las dos páginas inolvidables que he publicado en Árbol Invertido: «El poema tiene todo el entramado de un coloquial amor, fulgurante además. El cuento ya es otro cuento. Al principio me identifiqué con el narrador; detesto que me presenten tipos famosos o relevantes de algún modo. El final, totalmente inesperado; te aterriza de barrigazo, pero quedas contento por lo inusitado del resultado. Maravilloso». Le contesté lo que sigue: «El poema, en alemán, es de una belleza y una emotividad enormes. Mi aproximación es exactamente lo que esa misma palabra dice. Y el cuento de Maugham me fascinó desde la primera vez que lo leí, allá por mis 15 años. Recuerdo como si fuera hoy que al terminar de leerlo me dije: «Así me gustaría escribir a mí». Y creo que lo he cumplido. Si lees con atención mis textos, verás cómo casi siempre hay una especie de escenificación, con un final inesperado por muy lógico que parezca a toro pasado».

Vino Rebeca y las invité, a ella y a Diny, a almorzar en el Bistro Verde. Rebeca encargó una sopa de gulasch, Diny una salchicha con berzas, y yo le pedí al camarero una trucha, pero que, por favor, no fuese tan cinemascópica como la de la última vez. Me trajo una casi tan grande, con esta disculpa: «Es la más pequeñita que teníamos en el frigo». La regué con dos copas de Chardonnay, y cuando Diny me pidió que por favor le dejase beber una copa, una sola, no tuve necesidad de intervenir, me hizo Rebeca el quite por chicuelinas de un modo que no admitía réplica: «Mamá, una sola copa ya es demasiado para ti, tu cuerpo no tolera ya el alcohol». Se acabó lo que se daba, como decía mi abuela Remedios, la bella y sabia.

*******************THE END****************

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