Weiß/Colonia, 23.2., Domingo de Carnaval
A causa del vendaval (feroz, un Eolo desmadrado) ha habido que cancelar los corsos, y aunque no soy nada carnavalero me dan pena esas pobres gentes cuya ilusión alimentada durante todo un año es la de desfilar por las calles de Colonia, con sus carrozas alegóricas, sus números de danza, sus canciones. En especial hoy, el corso de las escuelas y los barrios, que sigue teniendo el buen sabor de los viejos tiempos y es el único que me gusta ver. En fin, a ver si alcanzo al del 2021.
Tenía en astillero un largo texto de Steiner que apareció en La Jornada a principios de mes, recién ahora pude encontrar el hueco para leerlo con calma. Y descubro este precioso recuerdo: «Borges hizo su mitología: un libro auténtico nunca es impaciente. Puede aguardar siglos para despertar un eco vivificador. Puede estar en venta a la mitad de su precio en una estación de ferrocarril, como estaba el primer Celan que descubrí por azar y abrí. Desde aquel momento fortuito, mi vida se vio transformada y he tratado de aprender “una lengua al norte del futuro”». Y más adelante: «Hay textos inolvidables, que nos transforman y que acabamos odiando: yo no soporto ver el Otelo de Shakespeare en el teatro ni puedo enseñarlo, pero la versión de Verdi me parece, en muchos aspectos, la más coherente, un milagro humano». ¡Grande, Steiner! Y sí, ese Otelo de Verdi, con su inicio in medias res, sin obertura ni preámbulos, la saca del estadio.
José María me escribe desde La Pintada a propósito de la columna de hoy de Héctor en EE: «Me gusta el recorrido de HAF por las pestes de la humanidad. La de estos días, más que el coronavirus, es la peste mediática de los medios de comunicación, sembrando pánico. Le decía en estos días a una conocida que, habiendo 7700 millones de bípedos implumes sobre el planeta, ese virus debería servir para matar siquiera al 10%, y por poco el muerto soy yo». Le respondo: «Ese párrafo va derechito a mi diario. Como las bragas de la protagonista a la Constructa, en una fabulosa imagen de la novela de Hans H. Claer Lass jucken, Kumpel! [¡Deja que te pique, tío!] El 26 de enero del 2004, hablando en mi diario de los prodigios de observación con que uno se topa leyendo novelas, conté el que hallé una vez en una muy famosa en la Alemania de los años sesentas, que transcurría en la zona del Ruhr, durante la posguerra, en un ambiente proletario donde fornicar estaba a la orden del día, y el autor contaba de un solo trazo (con seis palabras nada más) cómo la protagonista se prepara para acudir a un encuentro adúltero en el desván de la casa donde vive: «Las bragas volaron a la Constructa» (Constructa era la máquina lavarropas de moda por aquellos tiempos y en esa zona). Un dechado perfecto de observación, que sólo suele darse cuando se ha vivido la situación in situ, como decimos los clásicos».
Weiß/Colonia, 24.2., Lunes de Rosas
2:25 am : Veo de nuevo Esplendor en la hierba. Está súper bien conceptuada por la crítica, algunos llegan a decir que es la obra maestra de Elia Kazan. Yo prefiero el Elia Kazan de La ley del silencio, de Un tranvía llamado Deseo, de Al este del Edén, de Un rostro en la multitud, de Pánico en las calles, de Río salvaje. Incluso el de América, América. El tema del conflicto de las generaciones está mejor tratado en Rebelde sin causa, que es de seis años antes. Y la frustración por la no consumación física del amor hasta no estar bendecida por la iglesia, se encuentra en muchas de las pelis de la época, castrada por un código que censuraba a veces a ciegas. ¿Cómo fue que se les escapó cortar el primer beso de lengua en la historia del cine? Ese sí es un logro que apunto a favor de Esplendor en la hierba
LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ. El gran titular en primera plana del Kölner Stadt Anseiger no puede ser más gráfico ni más explícito. Docenas de corsos dejaron de salir ayer en Colonia, Düsseldorf y toda la carnavalera región Baja Renania, por donde el Rhin se adentra en los Países Bajos. En Colonia, al menos, y gracias a un truco muy semejante a lo que en Brasil se conoce como “o jeitinho brasileiro”, tres de los grupos que no pudieron desfilar ayer en el corso de las escuelas y los barrios, lo podrán hacer hoy, en el corso de los corsos, aquel en que participa la santísima trinidad laica del Carnaval de esta ciudad: el Príncipe, el Campesino y la Doncella, que siempre es un hombre, camuflado bajo una peluca femenina con trenzas largas como Credos.
Después de leer la última entrega de este diario, me escribe Vicente y me dice esto: «Conocí a Juan Benet en el Festival [de cine iberoamericano de Huelva] un año que vino para participar en una Mesa Redonda sobre «Cine y Literatura», que como sabes celebramos más de una vez, y me cayó mal. Con insoportable petulancia expuso unos argumentos sobre el tema absolutamente absurdos y contradictorios. Todos los ponentes, no recuerdo ahora mismo todos sus nombres, se manifestaron en contra. Insoportable. Que se atreviera a decir eso sobre Pérez Galdós, me parece ignorar su propia posición en la literatura española. Dicho así a bote pronto. Estoy contigo». Y es que hay algunos Goliats a los que no pueden hacerles pupa las hondas de los Davides.
En el texto que Ángeles le dedicó hace poco a JRJ, mencionaba cómo Luis Miguel la llevó a releer aquel pasaje donde Platero «trota, entra en el arroyo, pisa la luna y la hace pedazos». Sí que es precioso, pero a mí la imagen que más fuerte se me quedó grabada es aquella de cuando Platero se bebe «dos cubos de agua con estrellas en el pozo del corral». También JRJ la sacó del estadio, como dicen los aficionados al béisbol.
Weiß/Colonia, 25.2., Martes de Violetas
Fuimos a almorzar a La Modicana, pero resulta que se han tomado vacaciones de Carnaval, desde el Jueves de Comadres hasta mañana, así es que volvemos grupas a los caballos de vapor del Peugeot de Carlitos y reincidimos en las Rhein Terrassen. Él encarga lasaña con espinacas (¡qué Popeye se me ha vuelto!) y yo vitello tonnato, del que me como sólo la mitad. Sigo con mi inapetencia, y lo fregado del caso es que no pierdo peso. Debo tener un metabolismo de lo más parecido a un corso a contramano, imagen que ni mandada a hacer de encargo en estos días.
Avanzo con botas de siete leguas en la compaginación de ¡Échate un pulso, Proust! Empecé el domingo y de los 90 artículos que compondrán el libro ya he programado 30. En un principio, este libro que me pidieron de Fronterad, reuniendo mis artículos y crónicas sobre escritores, cine, pintura, música «y esatetera, esatetera, esatetera», como decía no recuerdo quién (¿Pepe Iglesias, El Zorro?), este libro se iba a titular Mis afinidades selectivas, pero como no les gustó, ayer, de repente, se me ocurrió el otro, que es una pegada. Se trata también aquí de un parafraseo, aunque no de Goethe. Allá por los años finales de los 50s un escritor catalán en castellano, Francisco Candel (autor de un libro que causó mucha polémica, Los otros catalanes), sacó una colección de cuentos titulada ¡Échate un pulso, Hemingway! Desde luego, lo mejor de la colección era el título, porque ninguno de sus cuentos daba la talla para echarse un pulso con cualquiera de los de don Ernesto el Barbas. En cambio yo sí creo poder mantener el tipo frente a monsieur Proust en cuestiones de búsqueda del tiempo perdido. No estoy aludiendo a la calidad, poca o nula, de mi prosa, sino a mi capacidad para recordar. Y en eso estoy y acá me ando, que es gerundio.
Weiß/Colonia, 26.2., Miércoles de Ceniza
2:15 am : He vuelto a ver Esplendor en la hierba. Leí de nuevo lo que escribí aquí el lunes, y me dije que no era posible que yo no sintiese el poderío que rezuma esta peli. Ahora la he visto casi como si la viera por primera vez y me ha impactado. Es una obra maestra de a deveras.
Con Dorotea, la pedicura que odia su nombre (Dörte), hablamos de la decisión del Tribunal Supremo Constitucional invalidando el § 217 del Código Penal, que tipificaba como delito el suicidio asistido. Le hago ver que se trata de algo más que eso: el TSC ha llevado a cabo una lectura extensiva de la frase con que se abre la Ley Fundamental [=Constitución] alemana de 1949: «La dignidad del ser humano es intangible», no puede ni debe limitarse, «todos tienen el derecho al libre desarrollo de su personalidad», hasta en el caso de que el ser humano en cuestión decida suicidarse por motivos distintos a una enfermedad incurable. Es decir, el TSC interpreta esas dos frases clave de la vida política alemana, desde la derrota del nazismo y la liberación del país, como un derecho personal inalienable, incluso al suicidio. Viene a ser algo así como el negativo fotográfico del derecho a la felicidad que postula la Constitución gringa. Se trata de una sentencia en verdad revolucionaria y hará que se agiten mucho las buenas almas de los paladines de la Ética. Pero no hasta el punto de suicidarse como protesta. Digo, eso espero.
Weiß/Colonia, 27.2.
1:10 am : En la información sobre la Berlinale el entusiasmo despertado por la nueva filmación de Alexanderplatz, la novela de Döblin. Ya la versión rodada en 1931 fue un aporte importante al cine alemán, pero es que además, en 1980, Rainer Werner Fassbender colocó el listón todavía más alto con los 14 capítulos de su adaptación a la tele, con seguridad la mejor serie de toda la TV alemana. Pues parece ser que este nuevo film, de Burhan Qurbani –nacido en Alemania, hijo de unos asilados políticos afganos–, logra subir el listón varios cm más, trasladando la acción al Berlín actual y haciendo de Franz Biberkopf un refugiado africano, Francis, huído a Europa por el Mediterráneo. Gran parte del éxito de la peli se debe al actor Welket Bugué, de Guinea Bissau, residente en Lisboa, y a una Jella Haase en el papel de su vida. Habrá que verla.
En el curso de lit.Cologne2020, uno de los innumerables eventos que han convertido a nuestra ciudad en la capital literaria de Alemania, habrá este año, como en el 2018, una lectura de textos de Bertolt Brecht y de Dieter Bonhoeffer en la catedral. En el Kölner Stadt Anzeiger entrevistan al teólogo Karl–Josef Kuschel, promotor del proyecto, y le preguntan qué diría Brecht si supiera que sus textos se leen en una catedral católica. Y Kuschel responde: «Brecht era un pragmático. Por eso creo que habría dicho: “Si quieren oír mis textos en la iglesia, estoy de acuerdo. Escribo para gente que no está terminada, que quiere cambiar. Y la invitación a la catedral es una señal de la disposición a cambiar”». Más luego recuerda que la primera obra de teatro escrita por Brecht, todavía en la secundaria, se titulaba La Biblia, y que esa fue una lectura suya de toda la vida, hasta el punto de que cuando le hicieron la pregunta del millón acerca de qué libro se llevaría a una isla desierta, contestó diciendo «¡Se van a reír! La Biblia». Confieso que ya no me deja tan extrañado: entretanto creo que la devoción de alemanes y anglosajones por la Biblia tiene que ver con las traducciones, es decir, con el idioma, más que con el texto. Aunque, desde luego, a los gringos se les puede vender cualquier paparrucha si se les asegura que es la palabra de Dios.
A Diny y a mí nos encantan los espárragos, y ahora, gracias al Perú, los tenemos todo el año, no sólo en su temporada europea. Y lo que más me gusta es que cuando cenamos espárragos, como anoche, con jamón dulce, siempre queda un remanente de casi ½ docena que al día siguiente, o sea, hoy, Diny convierte en sopa de crema de espárragos con unas albondiguillas de carne picada y dos huevos cocidos picados como en la sopa de picadillo andaluza. Hmmmmmmmm… Casi me pongo a cantar la copla donde se habla de «las bodas de Camacho y el festín de Baltasar», sólo que en ella Conchita Piquer le canta al salero [=la gracia, el donaire español] y al gazpacho.
Weiß/Colonia, 28.2.
1:25 am : Veo de nuevo True Crime [Ejecución inminente], una de las varias obras maestras de Clint Eastwood como actor y director. En su manejo del suspenso resulta menos sobrio que Fred Zinnemann en High Noon [Solo ante el peligro] pero lo justifica su paisaje, urbano y no rural.
Me está pasando una cosa estúpida y es que al levantarme no recuerdo nada de cómo terminó la noche, a partir de un instante concreto (que en este caso puedo datar de manera exacta, la 1:25 am) la memoria de lo pasado se borra de mi disco duro. Pero como conservo ilesa, intacta, mi casi milagrosa memoria diurna, no me alarmo demasiado. Oremus et toquemus maderamen.
ETT me pide ayuda para epigrafiar dos capítulos de su trabajo que tienen mucho que ver con el idioma y con el estilo. Le regalo tres aforismos de Karl Kraus («Sólo domino el idioma de los demás. El mío hace conmigo lo que se le antoja»; «El idioma es la madre, no la sirvienta del pensamiento» y «Mi idioma es la puta de todos, a la cual convierto en virgen»), la frase de Buffon asegurando que «El estilo es el hombre», y otra que leí hace años en las memorias de Christian Dior: «El estilo es una forma de decir quién eres sin tener que hablar». Chapeau!
Gracias a las lecturas semanales que selecciona Marcos, en Karakogrado, Venezuelistán, me entero de la existencia de una minoría bosnia que habla ladino, el castellano de los sefardíes. Cuando pienso en la expulsión de los judíos españoles, en 1492, siempre me acuerdo de algo que dijo Einstein: «El ser humano inventó la bomba atómica, pero ningún ratón en todo el mundo construiría una trampa para ratones». España nunca se ha recuperado de una sangría como aquella. Y ahora ya es tarde para hacerlo. Este planeta tiene los días contados.
Weiß/Colonia, 29.2.
Recién pasada la medianoche : Veo por primera vez Children of Men [Hijos de los hombres] y me prometo volverla a ver apenas la pasen de nuevo. Está basada en una novela de P.D. James, la baronesa James of Holland Park, de quien conozco la saga de Adam Dalgliesh, las dos novelas protagonizadas por la detective Cordelia Grey, Sangre inocente, La muerte llega a Permberley y sus memorias. O sea, toda su obra menos esta novela de ciencia–ficción, que es de lo mejorcito, por cierto, a juzgar por su recreación fílmica, la cual, según leo, le pareció muy buena. Será cosa de buscarla. P.D. James me resulta además simpática porque habiendo nacido en Oxford estudió en Cambridge. Y ahora me toca esperar a la 1:00 am, cuando pasen Gritos y susurros.
Gritos y susurros terminó cerca de las 3:00 am, así es que me fui directamente a la cama sin pasar por la compu. Alrededor del mediodía me despiertan la llegada de Chico, que viene a ver qué se puede llevar de las cosas que tiene depositadas en nuestro sótano, y de Frank, para estabilizar el armario de la ropa de Diny, que andaba medio descuajaringado. Frank viene con Henri, que le trae a la abuela un gran ramo de tulipanes para agradecerle que arreglase su cuarto, desbarajuste total. Y no volví a pensar en Gritos y susurros hasta después de desayunar y venir acá, abrir la compu y leer la última anotación escrita anoche. Repaso de memoria el drama de esas cuatro mujeres (los dos hombres son meros comparsas), concentrándome mucho. Y sé de nuevo que volví a ver una obra maestra fuera de serie. La hizo Bergman y rompió el molde.
Vuelve la lluvia. Pero luego, alrededor de las 6 pm, mientras cenamos, el cielo de Poniente es de un azul intenso con ráfagas de azul celeste, mientras a Levante se lo siente rosado como a través de un velo muy fino. La Madre Naturaleza, a veces, regala cielos que parecen de Velázquez.
*****************THE END*****************
Son cielos para los que saben mirar y se paran a hacerlo.
Hans Mayer, en su libro sobre Brecht, en buena medida, coincide con que para Brecht la lectura de la Biblia fue importante porque era la Biblia de Lutero, el alemán moderno. Escribe Mayer: «Algún verso ferviente de Brecht elige la aproximación lingüística a la Biblia de Lutero con la intención de darle profundidad o pureza a un sentimiento.» Y cita un verso del poema «Die Nachtlager»: » No abandones el libro, tú que lo estás leyendo».
La traducción que encuentro en la red de «Die Nachtlager» es ésta:
Me han contado que en Nueva York
en la esquina de la calle 26 con Broadway
se pone cada atardecer un hombre
durante los meses de invierno
y, pidiendo a los que pasan,
consigue un techo para que pase la noche
la gente desamparada que allí se reúne.
Con eso no cambia el mundo
no mejoran con eso las relaciones entre los seres humanos
no es ésa la forma de acortar la era de la explotación.
Pero algunos hombres tienen cama por una noche
se les abriga del viento durante toda una noche
y la nieve a ellos destinada cae en la calle.
No abandones el libro, tú que lo estás leyendo.
Algunos hombres tienen cama por una noche
se les abriga del viento durante toda una noche
y la nieve a ellos destinada cae en la calle.
Pero con eso no cambia el mundo
no mejoran con eso las relaciones entre los seres humanos
no es ésa la forma de acortar la era de la explotación.