Desde los confines de la tierra vinieron. No se conocían. No sabían qué les iba a deparar la vida. ¿Vida? Salieron con una maleta vacía, pero llena de ilusión y lágrimas por la partida. Uno, amarillo. El otro, negro. Los dos con un mismo destino: la tierra de los blancos, ¿tierra de promisión? Uno, hablaba chino. El otro, no se sabe, nunca se llegó a saber, la lengua de su tribu, quizás. Nadie se lo preguntó. Llegaron a una tierra cuya tribu hablaba catalán.
El otro día, mientras me encontraba en el estudio de pintura, iba girando la barra de tinta china sobre la base de mi tintero cuando, de repente, me vi reflejado en el fondo del tintero, en ese líquido negro y viscoso en el que se había convertido la barra de tinta china mezclada con agua. Me vi negro y me vino a la memoria la muerte de Ibrahim Sissé. Un joven de 21 años nacido en Guinea Conakry.
Al rato, mientras intentaba pintar una orquídea que tenía frente a mí, entre trazo y trazo sobre el papel de arroz observé cómo caían frágiles e inocentes pétalos de sus flores. Otra frágil e inocente muerte, pensé. Como la de Xiao Rong Xhou, chino de 47 años.
En un momento, sin buscarlo, me encontré ante dos víctimas de nuestro mundo blanco: uno negro y otro amarillo.
Ibrahim había sido detenido el 5 de diciembre de 2011 cuando intentaba pasar el muro de Melilla (otro muro como el de Israel con los palestinos, el de los estadounidenses con los mexicanos…) que marca la frontera entre Marruecos y España. Entre África y Europa. Entre el negro y el blanco.
Ibrahim fue trasladado a Barcelona para ser expulsado con todas las de la ley. Lo retuvieron en un Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) en la Zona Franca (¡qué ironía! Franca sinónimo de libre).
Ibrahim se encontró mal mientras unos niños blancos y huérfanos cantaban la ilusión de la Navidad por la radio. Nadie le prestó atención. Cuando llegó la asistencia sanitaria ya había muerto. 21 años de vida.
Xiao Rong Xhou podría ser el nombre de un sabio chino de las dinastías Tien-Hang, el soberano del cielo, o Ti Hwang, el soberano de la tierra. Podría ser un antiguo sabio calígrafo, pero no, o quizás sí sea la reencarnación de alguno de ellos.
Xiao Rong Xhou era simplemente un chino que emigró de su país en busca de una vida mejor para su familia. Como mis padres cuando se fueron a Venezuela en la postguerra. Ahorró lo suficiente como para abrir un restaurante en Esplugues del Llobregat. Pero, los prejuicios, el racismo, la burocracia y el silencio cómplice de los probos ciudadanos anónimos le llevaron al suicidio el mes de abril de 2011. Le mataron entre permisos, pólizas, un supuesto exceso de celo municipal en el cumplimiento de las normativas vigentes y miradas hacia otro lado. 47 años de vida.
A Ibrahim lo llevaron a un CIE, donde, supuestamente los extranjeros solo pueden estar retenidos preventivamente por una falta administrativa, pero no detenidos porque no han cometido ningún delito. Los CIE, también conocidos como Euroguantánamos, deben llevar ese nombre por ser Centros Invisibles Españoles. Invisibles ante la mirada de la sociedad civil, invisibles ante los medios de comunicación y ante las ONGs, invisibles a cualquier tipo de control. Este tipo de centro se está generalizando por toda Europa como una red paralela a los centros penitenciarios. La ONG Migreurop ya lleva tiempo alertando de esta situación y, dado que los ciudadanos europeos tienen derecho a conocer las consecuencias de las políticas implantadas en su nombre, demandan el acceso de periodistas y sociedad civil a los centros de internamiento.
Hoy en día en Europa, según Migreurop, alrededor de 600.000 personas, incluidos niños, son detenidos cada año, la mayor parte de las veces por una simple decisión administrativa. Esta detención, o retención, puede durar hasta 18 meses, a la espera de una expulsión, por el único motivo de haber infringido las leyes sobre la entrada y estancia de extranjeros en los Estados miembros de la UE. Estas personas no sólo se ven privadas de su libertad de movimiento sino también, a menudo, del acceso al asesoramiento jurídico, a la atención médica, al derecho a vivir con su familia…
Esta opacidad es proclive a excesos no deseados por nadie y a múltiples violaciones de derechos humanos, por todo ello Migreurop hace un llamamiento a todos los gobiernos de la UE para que pongan fin a esta violación sistemática de los derechos humanos y a la sociedad civil para que la secunde a través de openaccessnow.
Parece ser que el Gobierno español tiene previsto sacar un nuevo reglamento regulador del funcionamiento de los CIEs que llevaba muchos años pendiente antes de Semana Santa, tal y como ha dicho el Ignacio Ulloa Rubio, secretario de Estado de Interior, ante las cámaras de RTVE en el programa Informe Semanal del 17 de marzo de 2012. En el mismo programa podemos oír en primera persona las experiencias de personas que han sufrido el paso por los CIEs por el único delito de no tener un papel de residencia.
Invisible debía ser también el requisito que exigía el Ayuntamiento de Esplugues del Llobregat a Xiao Rong Xhou. Había hecho una inversión millonaria y tenía que pagar un elevado alquiler mensual. Con el permiso provisional empezó a trabajar, pero fue cerrado en dos ocasiones: la primera en abril y la segunda en diciembre de 2010, cuando ya tenía la licencia municipal en regla. En definitiva, el empresario fue multiplicando sus deudas y el restaurante seguía cerrado. Los honorables vecinos se quejaban de que olía a comida, a pesar de que había reforzado la chimenea de salida de humos y había hecho otras reformas para que el humo se disipara más rápido. Posteriormente, la denuncia fue porque hizo las obras sin consultar a los vecinos (¡en este país que nadie pide permiso para nada!)…, pero para un restaurante chino la normativa era diferente y lo que normalmente es vista gorda para el extranjero de tercera es cumplimiento estricto de la legislación vigente.
Ante el suicidio por desesperación de Xiao, el ayuntamiento explicó en un breve e insultante comunicado que había seguido en todo momento los procedimientos legales y que “lamentaba profundamente los hechos ocurridos”.
Xiao Rong Xhou al igual que Ibrahim están muertos, pero sus almas habitan entre nosotros. Los chinos, al igual que algunas tribus africanas, creen en la inmortalidad del alma, y quizás por ello, las orquídeas han vuelto a florecer, delicadas y elegantes. Y cada vez que estoy frente a ellas pintándolas no puedo evitar recordar a Xiao y a Ibrahim porque se dejaron olvidadas (o quizás fue un regalo) las maletas cargadas de ilusión para que podamos disfrutarlas cada año con la llegada de una nueva primavera.
Descansen en paz entre nosotros, su destino final.
José Luis Regojo es profesor del Instituto Montserrat de Barcelona y activista de derechos humanos