
El mejor remedio para los problemas de espalda es encararlos. Y siempre he creído que mis dolores los provocaba el forzar la postura para intentar encontrarme el culo. Así que, haciendo caso a un anuncio, decidí comprarme unas zapatillas Reebok de las que realzan los glúteos. Después de un mes usándolas casi a diario el trasero está igual que antes, pero los problemas de espalda han aumentado porque me han crecido un par de tetas. Y de las gordas.
Me di un buen busto al verme en el espejo.
Mi primera reacción, bueno, la segunda porque lo primero fue pellizcarme los pezones para comprobar que no estaba soñando, fue ir a la farmacia. Quería comprar una pulsera de esas con hologramas para ver si recuperaba el ‘equilibrio’, pero lejos de solucionarse, el problema se reafirmó en dos tallas. Otra opción era aplicar compresas frías, sin embargo en la farmacia sólo quedaban tampones y los tenían en período de pruebas.
Ahora que lo pienso los efectos secundarios han sido una constante y sonante en mi vida. En el botiquín no falta la mercromina transparente, sin embargo ¿cómo saben las heridas cuándo curarse si la mercromina no se ve? Y tampoco sirven las tiritas, que dan frío. Ni ayuda respirar agua oxigenada.
En el supuesto de acudir al médico, es mejor hacerle caso en todo lo que te recomiende. «Diga 33» es una frase que nunca había entendido hasta que una mañana tuve el arrojo de responder «38». Y me pasé una semana en la cama con fiebre. Lo recuerdo bien porque con tantas vitaminas para la memoria es imposible olvidar nada. Soy un ‘desmemorizado’ sin éxito (y disléxico).
Si los medicamentos no tienen el efecto deseado puedes probar con un psicólogo, aunque hay que tener más cuidado. ¿Qué es eso de meterse en los zapatos del otro? Pruébenlo con una talla 35.
Lo mejor, las chanclas. Lo digo por despecho. Ni realzan ni elevan, son tan planas que hasta mis tetas desaparecieron. Al final, bien mirado, puede que fuera simplemente la reacción a un producto genérico, femenino.
Para los amigos del ‘Freaky Pub’, se lo tomo prestado:
En la consulta del médico.
– Señora, viendo sus últimos resultados le comunico que usted tiene soriasis.
– ¿Está usted seguro? No puede ser, yo no soy de Soria.
– Señora, yo tampoco soy de Burgos y mire qué morcilla tengo.