Publicidadspot_img
-Publicidad-spot_img
AcordeónEl activismo político de los guineoecuatorianos en las redes

El activismo político de los guineoecuatorianos en las redes

Después de una reflexión, basada en la experiencia y el análisis de lo que está pasando en el universo político de Guinea Ecuatorial, me he formado la modesta opinión de que el uso abusivo que los guineoecuatorianos hacen del internet para hacer política no sólo no favorece el avance del proceso político sino que incluso lo perjudica.

 

En efecto, en una sociedad como la guineoecuatoriana, donde aún prima la explicación mágico-religiosa de los fenómenos de la vida sobre una explicación racional, experimentada y argumentada sobre la base de investigaciones sobre dichos fenómenos, muchas gentes (tal vez la mayoría) aceptan como real lo que es simple ilusión mágica o percepción brujeril de las cosas. O creen a pie juntillas que dicha ilusión o percepción brujeril de las cosas vaya a surtir efecto en la realidad tangible. En esta línea de creencias, y ante el deslumbramiento de la magia por excelencia en estos tiempos que corren, internet, parecería que muchos guineoecuatorianos (cuya mentalidad parecería estar anclada en la edad de la piedra) actúan como si creyeran que basta con que algo aparezca en internet para que se cumpla o se convierta en una realidad palpable.

 

De esta forma dan tal prioridad a su activismo en internet (resultante de la manipulación de las ondas electromagnéticas facilitada por las propiedades del coltán), de suerte que dicho medio, la famosa nube, se percibe y se utiliza como algo que tiene la capacidad mágica de surtir efectos reales por sí mismo (como perciben o creen que la tiene la brujería). Dicho de otra forma, parecería que la publicación de mensajes, discursos políticos, comunicados en internet es suficiente para que lo que se desea se haga realidad; y se olvidan de que internet debe ser sólo un medio para facilitar la convocatoria de encuentros o actividades presenciales y la transmisión y difusión de los mensajes, de las decisiones tomadas en dichos encuentros presenciales y nunca debe sustituirlos, como parece ser, desgraciadamente, el caso del activismo político guineoecuatoriano en internet.

 

 

Veamos

 

Los investigadores sobre nuestros orígenes nos enseñan que nosotros, el género humano, procedemos de la evolución de unos primates que empezaron a utilizar algunos objetos que encontraban (palos, piedras, por ejemplo), como prolongación de sus extremidades, para ayudarse a solucionar algunos problemas que se le planteaban para la supervivencia. Algunos investigadores llaman homo habilis a este primer estadio de primates evolucionados. Con el paso del tiempo, ésta u otra especie de primates pasaron de utilizar los elementos de la naturaleza tal cual los encontraban a darle determinadas formas, a elaborarlos, para adaptarlos al uso que le querían dar, empleando para ello su inteligencia y su inventiva. Aquí sí que están de acuerdo casi todos los investigadores en llamarle homo sapiens al homínido en este estadio del proceso evolutivo (apareció hace más de 150.000 años), y también están de acuerdo en que la especie humana actual, todas las razas existentes en este nuestro planeta Tierra, somos descendientes directos de este primate sabio.

 

Empezó a utilizar la piedra, a darle forma para los diversos usos que necesitaba. Casualidad o no, es posible que del choque de una piedra contra otra saltaran chispas (también puede que un rayo incendiara algo), y así encontró el fuego. Y quizás en la búsqueda de piedras más duras, o en el trabajo de las mismas sometiéndolas al calor del fuego, vio que conseguía otro material más duro (los metales…). Y así fue elaborando cada vez más herramientas, descubriendo más propiedades de los elementos de la naturaleza, e inventó la rueda, etcétera, a la vez que habría ido emigrando desde su hábitat inicial (a muchos africanos les gusta presumir que fue África) a otras partes del globo terráqueo, y elaborando sistemas de comunicación (lenguaje) hasta llegar e inventar códigos gráficos para representarlos (escritura, hace unos seis siglos). Esta evolución no fue uniforme en todos los grupos que emigraban a todas las partes, sino que algunos avanzaron más rápido que otros, en función de sus necesidades de supervivencia y de adaptación al medio.

 

Pero llegado a un estadio de este proceso en el que tenía una mayor conciencia de su propia existencia, el sapiens se encontró con la sensación de estar un poco perdido. Se enfrentaba al problema de la infinitud de haber sido engendrado por su padre y su madre, y estos a su vez por sus padres y sus madres; y estos a su vez por sus padres y sus madres, etcétera, etcétera, y al problema de si el huevo existió antes que la gallina. Es decir, carecía de referencia temporal tanto de su existencia como de la de todos los demás seres vivos (el huevo/gallina, semilla/planta, etcétera). Y según Arturo Pardo (que fue profesor mío de dibujo en una Academia en Madrid), una de las cosas que más inquietan al ser humano es la falta de referencias. Nos decía Arturo que si a uno le colocan en un lugar sin accidentes geográficos, arenoso (pongamos por caso), o con una distribución uniforme de los mismos elementos, con una luz que no deja ver el sol, con un horizonte inabarcable, lo primero que intentará es colocar un objeto en alguna parte, o poner una marca en algún elemento para que sea su referencia en el espacio. Así, ante la inquietante infinitud de padres y madres engendradores y a su vez engendrados por otros padres y madres, de la gallina que pone un huevo del que sale otra gallina que pondrá otro huevo, etcétera, el sapiens encontró en un Dios creador la explicación del origen de las cosas, Dios creador concebido a su imagen y semejanza, un Dios que con su dedo mágico crea el mundo, incluido el hombre.

 

Es lo que llamo explicación mágico-religiosa de la vida y los fenómenos de la naturaleza. Para mí, la brujería se mueve en este ámbito. Y el sapiens tuvo un momento de tranquilidad: ya creía conocer su origen.  Y todos los grupos de los sapiens (culturas) pasaron por esta etapa de referencias vitales.

 

Según la cultura judeocristiana, esto (el mundo) lo creó Dios con su dedo mágico en seis días. No obstante, el sapiens siguió con el proceso de descubrimiento y de la invención de cosas, cada grupo a su escala, algunos más avanzados, y otros, algo más rezagados. E incluso algunos grupos continuaron reflexionando sobre nuestro origen. Al ir inventando artefactos con los que se descubrió la inmensidad del mundo, que el firmamento no era una especie de bóveda sólida, la existencia de planetas (en la creación bíblica no se habla de planetas, pues todos los puntitos luminosos del cielo se consideraban estrellas). Y que las estrellas son otros tantos soles o al revés, que el sol es una estrella como hay infinitas. Así entró en duda, en algunos grupos, la posibilidad de que esta inmensidad fuera creada en sólo seis días. Y estos seis días se convirtieron en una metáfora de períodos más largos de tiempo, y quién sabe si el mismo Dios resultó percibido también como una metáfora de algo. Pero para otros grupos los seis días de la creación siguen siendo los días y noches resultantes de los movimientos de la tierra alrededor de su eje. O sea, siguen anclado en la explicación mágico-religiosa de los fenómenos de la vida. Pues, como dice Anacleto Olo Mibuy, en el artículo ‘Introducción a la Filosofía Bantú’, incluido en el libro Perspectiva Antropológicas de Guinea Ecuatorial, de Juan Aranzadi y Paz Moreno, “la supuesta curiosidad del hombre ante fenómenos naturales no constituye la base de la filosofía bantú”. Y aquí estamos nosotros, los bantú de los que casi todas las etnias de Guinea Ecuatorial son  otras tantas ramificaciones.

 

Los grupos más adelantados en eso de la curiosidad ante los fenómenos de la Naturaleza también llevaron su curiosidad por las cosas invisibles, además de llevarla más allá de lo que podemos percibir en el cielo a simple vista, y evidentemente analizan las interioridades de los animales (incluido el hombre), de las plantas, la composición de las piedras, lo que se puede extraer de ellas, de lo que está compuesto el aire y un largo etcétera. E inventan y fabrican artefactos para diferentes estudios, usos, etcétera. Así llegamos al ácido desoxirribonucleico (el muy mencionado ADN, responsable de la transmisión de la herencia biológica), y al descubrimiento de las ondas electromagnéticas y de su capacidad para transmitir datos, información, a grandes distancias y mediante un adecuado sistema y aparatos de codificación y descodificación, de un lado a otro, incluso desde las sondas que se envían al espacio. Aquí está internet.

 

Conviene señalar que esta evolución tecnológica se va realizando progresivamente, con una aceleración vertiginosa en los últimos años. Así han ido apareciendo avances tecnológicos: la rueda y la escritura, el uso de los metales (varios milenios antes de Cristo); la imprenta (Gutenberg, hacia el año 1.440); la revolución industrial desde mediados de 1700, en la que se perfeccionó de la máquina de vapor (experimentada desde antiguo, pero mejorada por James Watt en torno a 1760); la lámpara eléctrica de Thomas Alva Edison en 1879; la incorporación de la máquina de vapor a los vehículos (1769); la fotografía (Louis Daguerre divulga su daguerrotipo, el antecesor de la fotografía, en 1839); la invención del automóvil propulsado por una máquina de combustión interna (1885); el gramófono (patentado por Emile Berliner en 1887); el avión creado por Clément Ader, que el 9 de octubre de 1890 consigue despegar y volar 50 metros con su Éole, etcétera.

 

Paralelamente se concretan los inventos que permiten la transmisión de datos a distancia: la telegrafía con Morse (en 1838), el descubrimiento de las propiedades de las ondas electromagnéticas por Heinrich Herz (1887); el uso de estas para la transmisión datos auditivos (radiofonía) por Giuliano Marconi (1899), o audiovisuales (la televisión, por John Logie Baird en 1925). A todos estos inventos y descubrimientos hay que sumar el progreso en la construcción de los ordenadores que se van incorporando a casi todas las actividades y tareas humanas.

 

En esta secuencia de progresos tecnológicos antes de llegar a internet se observa que cuando se produce el encuentro más intenso de las dos culturas unos, los llegados a estas tierras que luego han sido (gracias a estos llegados, que todo hay que decirlo) Guinea Ecuatorial, ya estaban haciendo la revolución industrial; mientras que los otros, los que estaban asentados aquí (los ancestros de los guineoecuatorianos, nuestros ancestros) apenas estaban saliendo de la edad de la piedra. Y como sostengo en mi libro, la Democracia en Guinea Ecuatorial, dificultades de un proceso: “En el encuentro de ambos, el llegado (…) utiliza herramientas, utensilios, enseres (botellas de vidrio, cucharas metálicas), que a los ojos del autóctono (…) son sumamente perfectos y acabados en comparación de los suyos, muy rudimentarios. Se produce en el autóctono una especie de deslumbramiento… Al estar tan perfectamente acabados estos utensilios, enseres, herramientas, máquinas, que utilizan los llegados (que por otra parte tiene la piel excesivamente clara, blanca,) no concibe que dichas cosas hayan podido salir de las manos de los hombres; pues tiene más similitud con el fruto de la Naturaleza que con sus rudimentarios utensilios. De esta forma supone que dichos objetos de los blancos existen en un mundo sobrenatural al que éstos, los blancos, tienen acceso y de donde los obtiene sin esfuerzo alguno”.

 

Hay, pues, como una dificultad de aprehensión de que las cosas producidas por los blancos resultan de la investigación e ingenio humanos, sino de la magia, o la brujería de blancos. Y nuestros ancestros (y nosotros lo heredamos) pasan de utilizar herramientas rudimentarias de “hierro” a utilizar las herramientas producidas por la brujería de los blancos, sin solución de continuidad, y sin entender el mecanismo de su generación, porque creen que es una obra de brujería, de la magia. Mi padre, que en sus años mozos fue lo que él mismo llamaba marmitón en la casa del jefe militar blanco, se extrañó de que la señora de éste fuera a admirar la primera avioneta que se posó en Acurenam (quizás fuera en los mediados de los años 40), como iban todos los nativos. Yo le dije que es posible que fuera la primera vez que dicha señora veía una avioneta; pero él (mi padre) no concebía que fuera posible que la blanca no hubiera visto una avioneta en su vida, porque creía (como todos los demás nativos) que todas las cosas que traían los blancos, ya existían en su país, o en todo caso, que producían en virtud de una brujería de los blancos cuyos entresijos conocían los blancos.

 

Y al creer que es brujería, el imaginario nativo produjo una serie de conceptos y fenómenos. Así encontramos que:

 

—En lugar de los aviones reales se hace con aviones en la vida brujeril, aviones que utilizan como combustible la sangre humana chupada por las moscas de la filaria (osún) debidamente adiestradas; dichos aviones son imperceptibles en la realidad; pero muchos se mueren en la realidad, confesando que los han empujado desde un avión en vuelo, u otros que dicen haber tenido un crash con su avión de la brujería. Uno ha escuchado estas causas (¿virtuales?) de muertes reales una y mil veces.

 

—Muchas personas tienen la creencia de que las máquinas (por ejemplo un tractor) están hechas de la “esencia” (o alma, vaya usted a saber) de personas muertas, que de esta forma (trabajando su esencia para hacer funcionar la máquina) están purgando las penas por los males que hicieron en esta vida.

 

—Que algunas personas pueden convertirse en elefantes. Y un largo etcétera.

 

—Me acuerdo que corrían los años 90 del siglo pasado cuando circulaba la historia de que el inventor del avión supersónico francés Concord era un camerunés. Fueron a buscarle unos americanos que querían hacerse con la fórmula, con la tecnología del Concord, y se encontraron con un señor que se estaba calentando con el fuego de su casa de la palabra en un pueblo no precisamente próspero (el señor se habría negado a proporcionársela). No era difícil encontrar guineanos jurando y perjurando la veracidad de dicha historia.

 

—O lo que me comentó mi amigo Plácido Micó, que en una emisión de radio (creo que de RFI) escuchó a un señor que defendía que el hecho de que Francia ganara la Copa del Mundo en el año 1998 fue gracias a los poderes que un marabú (hechicero, brujo) nigerino habría infundido a los jugadores franceses. Cuando alguien defiende este tipo de argumentos hablando en un perfecto francés hay que concluir que seguimos anclados en este mundo mágico, brujeril.

 

Estas dificultades de aprehensión de cómo funcionan las tecnologías llevan a situaciones como una que se comentaba por Malabo hace unos 15 años. Que un alto dignatario del régimen había pedido que se le enviara, desde Madrid, un jamón, para Navidades. Era cuando había pocos vuelos de Iberia que enlazaban Madrid con Malabo. Pero el que tenía que enviar el jamón llegó tarde para el envío por avión. Y el tal dignatario del régimen le increpó diciendo: “cómo es que por haber perdido el avión no me puedes enviar el jamón, ya no hay faxes allí, para enviármelo por fax”. (La gente casi ya no se acuerda del fax. El desarrollo tecnológico ha sido tan vertiginoso que muchas herramientas han pasado en desuso).

 

Vemos con estos ejemplos que no se tiene una percepción clara de las utilidades de cada elemento de las nuevas tecnologías, y se actúa como si no hubiera una línea que separe lo mágico-virtual y las alucinaciones con la realidad tangible. Todo lo contrario, se cree que todo sirve para todo y se pasa de lo virtual a lo real sin solución de continuidad. Y la mollera captadora y asimiladora de conceptos de los guineoecuatorianos, nuestras molleras, están hechas de estas mimbres, y en consecuencia aquellas dificultades de aprehensión de nuestros ancestros, esa confusión de la realidad con lo mágico-virtual-brujeril, o la creencia en la posibilidad de que la realidad se dé con sólo evocarla desde el ámbito mágico-virtual-brujeril (al modo de “hágase la luz y la luz se hizo”), permanecen en las mentes de muchísimos guineoecuatorianos.

 

Ya se lo dije a mi amigo Juan Aranzadi. En unos de mis viajes a España quedamos a comer en un restaurante en la zona de Malasaña. Haciendo comentarios sobre la actuación política de un guineano “ilustre y con la cabeza muy bien amueblada”, rara, a los ojos de Juan, le dije: “mira Juan, nosotros no terminamos de dejar de creer en la posibilidad de la brujería para surtir efectos en la realidad política”.

 

Y es que para unas mentes ancladas en la explicación mágica-religiosa-brujeril de los fenómenos de la vida el uso de las tecnologías de la información y la comunicación (las TIC) fascinan sobremanera: el hecho de que escribas una carta y el destinatario la tiene en cuestión de segundos; que te grabes un vídeo y se pueda visualizar (y tú también te puedas visualizar) en los confines del mundo; que tus fotos puedan estar a la vista de tus contactos; que incluso puedas hacer radio, televisión etcétera desde tu ordenador, desde tu casa, etc… Fascina.

 

Pero tiene sus peligros. Como me dijo Juan Aranzadi, los que están muy pegados a las TIC y consumen informaciones fundamentalmente por esos medios parece que se les atrofia la capacidad de realizar análisis de las cosas con la necesaria profundidad (mencionaba investigaciones universitarias), capacidad de análisis que sí tienen los que mantienen el hábito de leer libros. En un sitio como Guinea, donde muy poca gente adquirió el hábito de la lectura, resulta nefasto, y mucho más para los que están en la política, actividad en la que, para acertar, se necesita tener una buena capacidad de análisis y reflexión de la realidad. La falta de altura ya se nota en los comentarios y debates que se leen en los foros, la facilidad con que recurren al insulto, la utilización de un lenguaje soez, ya no digamos lo mal que escriben algunos.

 

A lo que íbamos. Sostengo que la fascinación que produce internet, la confusión entre lo real y lo virtual, la falta de un concepto claro sobre qué sirve para qué, sobre qué se puede publicar en qué medio, hacen que se use de forma abusiva, y en lugar de beneficiar a la actividad política y en consecuencia producir los cambios deseados, resulta perjudicial por cuanto que no contribuye a la concienciación del pueblo para la lucha. Todo lo contrario, desmoviliza.

 

En efecto, cuando uno se asoma a las redes sociales guineanas en las que se habla de política se encuentra con una actividad febril: revistas, radios, televisiones on line; órganos de partidos políticos, de gobiernos, etcétera, on line. Y grupos (de redes sociales) dedicados a política guineana donde se discute sobre temas políticos. Medios en los que se lanzan discursos, consignas, se publican mensajes, comunicados, se mantienen debates. Pero cuando uno vive la realidad política del país en el terreno observa que las gentes comentan con un gran contento las cosas que dicen que han salido en internet (pocos tiene acceso directo a internet, pero reproducen y difunden, convenientemente distorsionadas a su gusto, las cosas que les dicen que han salido por internet), pero no hacen ni se proponen hacer nada más, como si el hecho de que algo haya salido en internet es lo que va a producir resultados en la realidad. Como si el hecho de lanzar un llamamiento a la movilización, dirigido a una población invertebrada, fuera a producir tal movilización. Así, se regocijan de comentar sobre la publicación en internet de las supuestas dificultades judiciales de fulanito, o los avisos de menganito de que se va a producir el cambio. Para muchísimos guineanos, que esperan un salvador y que hacen muy poco caso a los que les dicen que ellos mismos tienen que luchar por sus libertades, estos mensajes que proceden o se difunden por internet, el medio virtual-mágico-brujeril-divino por excelencia (en estos tiempos que corren), les viene muy bien (la tendencia a la comodidad obliga): solo tienen que esperar (aunque la espera ya dure muchísimo y más que va a durar) a que ése ente que difunde los mensajes por internet les libere de la dictadura. Internet les deja anestesiados, regocijándose en su infinita esperanza.

 

No sé si es este predicamento que tiene los mensajes difundidos por la red lo lleva a los que se dedican a la actividad política a hacer un uso abusivo del internet. O al revés (lo que es peor), que los que se dedican a la política son los que están tan apegados a internet para verse reproducidos, para pretender ser objeto de admiración, para que se conviertan es ese poseedor de la magia que va a salvar al pueblo (se retroalimentan y la pescadilla se mordió la cola). Tanto apego a internet que nos encontramos con dirigentes que cuando asisten a reuniones de los órganos de las asociaciones de los que son miembros están más pendientes de sus ordenadores y sus celulares (conectados, por supuesto) que de lo que se dice en la reunión; grupos que se contentan con publicar sus comunicados en internet sin procurar que lleguen también a la población que no tiene acceso a la red; partidos políticos de los que se sabe de su existencia sólo en internet; personas que, siendo dirigentes de un partido y viviendo en una misma ciudad, prefieren mantener discusiones políticas en las redes sociales (empleando horas y horas en sus intercambios), pero que son incapaces de organizar una reunión adecuadamente concurrida en la que tomen decisiones y las ejecuten. Y un largo etcétera. Visto así parece que para dichos activistas internet es el destino final, el omega de su activismo. Y confunden el mundo real con el mundo virtual de internet. Y dedican a internet el tiempo y las energías que deberían desplegar para la concepción y realización de actividades tendentes a concienciar al pueblo.

 

Deberían darse cuenta, cosa que no resulta muy difícil, que en un país como Guinea la repercusión de los mensajes que se difunden por internet es muy limitada. De los que participan en los debates en los foros no todos viven en Guinea; además pueden ser menos de los que aparecen al haber la posibilidad de que la misma persona aparezca con varios perfiles diferentes. Y en Guinea Ecuatorial, donde vive casi toda la población destinataria de los mensajes, muy pocos pueden acceder a internet desde sus casas. Los que conocen España (que ya son muchísimos) saben que en dicho país poner servicio de internet en una casa es igual que dotarla de teléfono, de un frigorífico, de una lavadora, es decir, como un servicio banal que debe tener una casa. Pero en Guinea, como digo y no es difícil de comprobar, muy pocos tienen internet en casa. Por poner un ejemplo, del escaso alcance de los servicios de internet, la mayoría de los edificios oficiales no tiene wi-fi para uso de los propios funcionarios. Con este alcance, las noticias, mensajes, comunicados que se difunden por internet sólo puede llegar a la mayoría de la población de forma indirecta. Y en una sociedad como la guineana, en la que a las gentes les gustan hacerse los enterados, en la que hay una gran tendencia a difundir noticias que no se han verificado previamente, dichos mensajes llegados de esta forma indirecta (incluso mediando más de cinco personas desde la que leyó la noticia en internet y que puede perfectamente interpretarla a su manera) llegan muy distorsionados a la mayoría y, en este caso, dudo que puedan surtir muchos efectos positivos, si es que surten alguno.

 

Y si esta reflexión se publica y se comparte en las redes sociales (pongamos Facebook), posiblemente me malinterpreten y me destripen, porque hayan entendido que digo que el uso de internet es perjudicial. Nada más lejos de lo que he intentado decir en las reflexiones que preceden. Estoy simplemente diciendo que internet debe ser sólo un medio virtual que no debe sustituir la realidad: que haya medios de comunicación (revistas, radios, televisiones) on line me parece bien; que haya órganos informativos on line, o grupos de debate (en los foros sociales) de partidos políticos o de asociaciones me parece muy bien. Lo que me parece perjudicial es que todo eso se quede en la nube, en lugar de ser el origen de la generación de una movilización real o de una vertebración de la sociedad, o servir para la difusión y amplificación de las actividades, mensajes y consignas de asociaciones y partidos políticos razonablemente implantados y estructurados y con un funcionamiento adecuado.

 

 

 

Amancio Nsé Angüe es arquitecto guineoecuatoriano. En FronteraD ha publicado Votar y equivocarse. Visión de España desde Guinea EcuatorialLa frustrada observación de la muerte natural de una mosca.

Más del autor