
Allá abajo, muy lejos, hay un punto minúsculo.
Nadie lo ha visto nunca.
Allí todo converge, todo descansa sobre su cabeza.
Héroes y bestias, ángeles y demonios.
Las hemorroides de un científico loco,
los pasos melancólicos de un elefante,
un general muerto de miedo en vísperas de la batalla.
¡Qué terrible responsabilidad para tan poca cosa!
El centro de la tierra sufre migrañas, constipados,
eructos de lava ígnea, flato y dolor de tripa,
una hernia discal.
Siempre que deis un paso sobre la cáscara de la tierra,
acordaos de ese grumo sulfuroso,
esa pobre criatura (deforme, fea, hedionda).
Ella sostiene el peso de este mundo
En mi libro de Ámbito Científico-Tecnológico, de cuarto de diversificación aparecen dos modelos para clasificar la geosfera, el dinámico y el geoquímico. En ninguno de ellos se dice dónde se encuentran las hemorroides del científico loco. Y me parece recordar que según la Geodinámica, la intensidad del campo gravitatorio disminuye según avanzamos hacia el centro de la Tierra y digo yo que se anulará prácticamente en el mismo centro, de manera que no le costará sostener el peso de este mundo
Este poema evoca casi de inmediato aquello que decía, con mayor gravedad desde luego, un personaje de Graham Green en una de sus novelas, a saber, …si llegáramos al fondo de la cuestión, tendríamos compasión hasta de las estrellas.