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El laboratorio palestino. Cómo Israel exporta al mundo la tecnología de la ocupación

Prefacio a la edición española

El ataque de Hamás contra Israel el 7 de octubre de 2023 fue impactante por su brutalidad. El nivel de sofisticación, que incapacitó al Ejército israelí y a su extensiva arquitectura de vigilancia alrededor de Gaza, cogió a Israel completamente por sorpresa. Cerca de mil doscientos israelíes fueron asesinados o secuestrados, entre ellos muchos civiles; el ataque dejó al Estado judío en una situación de parálisis, miedo y rabia que no tiene precedentes en el último medio siglo.

Oriente Próximo nunca había sido testigo de nada parecido. Ahí estaba el grupo militante de Gaza, Hamás, sometiendo y momentáneamente cegando a la nación más poderosa de la región, Israel. Era un golpe a la arraigada creencia de que 2,3 millones de palestinos atrapados en Gaza podían ser encajonados para siempre en la cárcel a cielo abierto más grande del mundo sin consecuencias.

Nada de esto justifica las masacres de Hamás. Fueron despiadadas, ilegales y totalmente contraproducentes para la causa palestina.

Inevitablemente, Israel respondió de inmediato con una campaña de una conmoción y un pavor abrumadores, que ha matado a más de veinte mil palestinos en Gaza, muchos de ellos civiles y niños, y ha finiquitado vastas porciones de un territorio asediado, volviéndolas inhabitables. Las imágenes de Gaza eran apocalípticas, recordaban a los bombardeos aliados sobre Dresde al final de la Segunda Guerra Mundial o a la destrucción estadounidense de Mosul, Irak, en 2017, para expulsar al Estado Islámico.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y la mayoría del mundo occidental se alinearon con Israel el 7 de octubre y apenas han flaqueado en el apoyo a sus acciones, a pesar de la carnicería que se ha llevado a cabo en Gaza. Han sido exterminadas familias enteras, han arrasado barrios. Mis amigos palestinos de Gaza, con quienes he pasado tiempo desde mi primer viaje como periodista en 2009, han perdido sus casas y sus medios de vida. Los han convertido en refugiados en su propia tierra.

El apoyo a Israel era casi unívoco. Washington, Alemania, los Países Bajos, Australia y el Reino Unido se apresuraron a enviar armas para ayudar a Israel en el combate. Era evidente que para ellos las vidas palestinas no importaban. La vida de un judío israelí era más valiosa.

Hubo algunas excepciones. El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, condenó los ataques de Hamás, pero dijo que tenía “francas dudas” de que Israel estuviera cumpliendo las leyes internacionales en Gaza.

La crueldad israelí en Gaza, su flagrante desconsideración por el sufrimiento de los palestinos, dio lugar a manifestaciones globales de una magnitud que no se había visto desde las protestas masivas contra la invasión estadounidense de Irak en 2003. Las encuestas de opinión en Estados Unidos, en particular en la franja demográfica de 18 a 35 años, se oponían completamente a la gestión de la guerra de la administración Biden y a la falta de voluntad de la Casa Blanca de frenar las acciones de Israel.

El ambiente político en Israel era de ira, con llamamientos genocidas a aniquilar Gaza, una ocurrencia habitual entre las élites políticas y mediáticas. Un importante medio de comunicación israelí, Kan, difundió un vídeo de un niño israelí cantando “Aniquilaremos a todo el mundo” en Gaza.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que ya se enfrentaba a enormes protestas en su país contra el intento de su Gobierno, de extrema derecha, de neutralizar a un Tribunal Supremo ya débil, hizo gala de su conocida costumbre de no responsabilizarse de los profundos errores militares y de inteligencia que tuvieron lugar el 7 de octubre de 2023. No está claro cuánto tiempo continuará como líder del país.

Aparentemente, el error más grave de Israel el 7 de octubre fue una combinación de arrogancia tecnológica, la creencia de que el aparato de vigilancia de Israel era impenetrable y el hecho de que las agencias de inteligencia de Israel pasaran fatalmente por alto las claras señales de que Hamás estaba preparando un ataque importante.

Mientras escribía este libro, el cerco de Israel a Gaza con un conjunto de vallas, drones y dispositivos de escucha siempre se había explicado con la ilusoria creencia de que los palestinos aceptarían su encarcelamiento.

Ahora sabemos que la inteligencia israelí había sido informada de los planes de Hamás al menos un año antes de los ataques y aun así no creyeron que el grupo militante fuera capaz de –o estuviera interesado en– una escalada mayor del conflicto con Israel. Fue un error de proporciones catastróficas, que recuerda al de Estados Unidos pasando por alto las señales clave antes de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.

Nada de esto ha detenido a Israel en sus pruebas en vivo de nuevas armas durante su campaña de tierra arrasada en Gaza tras el 7 de octubre de 2023. Estas herramientas bélicas fueron orgullosamente exhibidas en redes sociales, con el propósito de llegar, además, a un público nacional e internacional de potenciales compradores globales. Israel está haciendo una campaña bélica basada en inteligencia artificial, y ha atacado objetivos no militares con una ferocidad sin precedentes. Es una “fábrica de asesinatos en masa”, dijo un oficial de inteligencia.

Así es como funciona el laboratorio palestino. Y por ello preveo que la industria armamentística israelí prosperará después del 7 de octubre.

 

*    *    *

He cubierto la región de Israel y Palestina durante más de veinte años, y los sucesos del 7 de octubre y sus repercusiones han sido abrumadores. Cada día veo fotos y vídeos de palestinos muertos en Gaza, sus cuerpos mutilados y sus cerebros aniquilados.

Esto se está haciendo en mi nombre, como judío, y la gran mayoría de la comunidad judía organizada del mundo respalda sin reservas al Gobierno israelí. Me aferro a los judíos disidentes de Estados Unidos, el Reino Unido, Europa, España y Australia, gritando “No en nuestro nombre” y protestando tanto por la masacre de Hamás como por la brutal respuesta de Israel.

En las décadas que llevo como periodista, nunca había experimentado tanta atención por mi trabajo, por este libro en particular. Desde el 7 de octubre he recibido literalmente miles de mensajes de cada rincón del planeta; la mayoría de las personas expresaban su apoyo por una perspectiva judía crítica sobre el conflicto. Me han entrevistado incontables medios de comunicación sobre la industria armamentística israelí y los fallos de la tecnología represora del país desplegada contra los palestinos.

Uno de los hechos más conmovedores de este periodo ha sido descubrir al artista bangladesí-estadounidense Debashish Chakrabarty. Creó una serie de imágenes inspiradas en mi libro que destacaban las maneras en que Israel vende la tecnología más represora del mundo a algunos de los peores violadores de derechos humanos. Sus ilustraciones se hicieron virales online.

Pero luego sucedió otra cosa extraordinaria: las imágenes llegaron al mundo real. Empezaron a aparecer pósteres con sus ilustraciones en las manifestaciones propalestinas, desde Bangladés hasta Estados Unidos, que mostraban cómo El laboratorio palestino ha pasado, de ser un libro, a influir en activistas y ciudadanos de todo el mundo.

Hay un movimiento cada vez más grande de gente que está preocupada por lo que cuenta este libro, las armas “probadas en combate” con los palestinos, y que está decidida a usar esta información para presionar a los Gobiernos y a los fabricantes de armas.

Es la clase de impacto en el mundo real con el que la mayoría de los escritores solo podemos soñar.

 

*    *    *

Nada de todo esto quiere decir que acabar con el laboratorio palestino vaya a ser fácil. Los ataques del 7 de octubre y la respuesta israelí están envalentonando a las fuerzas militares y políticas que quieren formalizar una interminable “guerra contra el terrorismo” de la mano de Israel. En términos prácticos, esto significa ascender a Israel como el guerrero definitivo en una batalla mundial contra el terrorismo islámico. Los defensores de Israel han comparado a Hamás con los nazis y retado a cualquiera que cuestionara las tácticas requeridas para vencer al grupo militante. Si eso quiere decir atacar colegios y hospitales palestinos, que así sea.

Es la misma “lógica” que empleó Estados Unidos tras el 11-S, y miremos adónde llevó al mundo: más de dos décadas de guerras ilegales contra naciones musulmanas y un programa de tortura global. Como muestro detalladamente en el libro, Israel lleva mu- cho tiempo argumentando que está luchando una batalla por la civilización contra los terroristas para que Occidente no tenga que hacerlo. Esta retórica no ha hecho más que recrudecerse después del 7 de octubre.

Una lección clave de Israel y Palestina, generalmente ignorada en las capitales occidentales y árabes, es que existe el peligro de no resolver el conflicto, que dura décadas. La beligerancia no hará más que crecer si no se involucran activamente líderes mundiales relevantes.

La tremenda respuesta internacional a este libro revela un hambre global por un periodismo de investigación riguroso sobre Israel y Palestina y pone el foco en las fuerzas malignas desplegadas para que continúe el combate.

El laboratorio palestino no es inevitable.

 

Vender la ocupación israelí al mundo 

 

“Somos dos democracias a orillas del Mediterráneo.

Tenemos Atenas y Jerusalén,

como nunca me canso de decir,

que son las ciudades que pusieron los cimientos

de la civilización occidental moderna, y compartimos las aspiraciones
de estabilidad, prosperidad y seguridad”.

Benjamin Netanyahu,
primer ministro de Israel, febrero de 2021

 

Las fronteras de Israel se han ampliado y desplazado de sus amarres constantemente. Las realidades geográficas no han sido impedimento para las políticas migratorias draconianas que cuentan con el apoyo general israelí y judío.[1] En la última década, decenas de miles de refugiados africanos han pedido asilo a Israel huyendo de la persecución en Eritrea y Sudán, y el régimen de Benjamin Netanyahu ha intentado sobornar, camelar y negociar en secreto con los Estados africanos represores para enviar a la gente de vuelta. Los líderes políticos y de negocios israelíes han presionado a Sudán del Sur, Chad y República Centroafricana para que acepten refugiados africanos, mientras Israel hacía promesas imposibles de cumplir de protegerlos en esas naciones. El Gobierno israelí incluso consideró devolver a la fuerza a los migrantes sudaneses dándoles una pequeña cantidad de dinero y reclutándolos en una milicia de Darfur para luchar contra Sudán, una unidad que inicialmente se formaría en suelo ugandés.[2]

La mayoría de estos planes fracasaron, pero incontables africanos fueron repatriados a África desde Israel, tras recibir una cantidad simbólica de dinero, 3.500 dólares. Llegaron a naciones africanas desconocidas, Uganda y Ruanda, y los obligaron a arreglárselas por su cuenta. Israel cerró acuerdos con estas naciones, ya fuera venderles armas o garantizarles apoyo diplomático en foros internacionales.

Conocí a uno de ellos, el migrante eritreo Robel Tesfahannes, que acabó en Sudán del Sur después de pasar seis años en Tel Aviv. En 2015, pasamos un tiempo juntos en la capital de Sudán del Sur, Yuba. Vivía en Shirikat, una zona pobre y polvorienta, con cobertizos de chapa que hacen las veces de casas y tiendas, y que está cerca del centro de la ciudad y de la carretera principal que lleva a Uganda. Era una existencia lúgubre. Le costaba conseguir trabajo, porque tenía el cuerpo cubierto de tatuajes y tenía poco dinero. Anhelaba la seguridad de Europa, puesto que había huido del servicio militar obligatorio en Eritrea. “No me asusta ahogarme en el Mediterráneo. Dios decide mi destino”, me dijo.

A Robel le trataron mal en Israel, era víctima de un racismo constante. “El Gobierno israelí dijo cosas malas sobre los africanos y yo sentía que los israelíes nos miraban con recelo”. A menos del 1 por ciento de los solicitantes africanos se les ha concedido asilo en Israel. Finalmente, decidió aceptar el dinero que le ofrecía Israel y aterrizó en la capital de Ruanda, Kigali, con promesas de trabajo y ayuda que nunca se materializaron. Acabó en Yuba, atraído por las promesas de seguridad y potenciales ganancias de otros eritreos que pasaban un tiempo en Sudán del Sur durante el largo periplo de África a Europa. Al final cruzó el Mediterráneo en una barca, tras atravesar el Sáhara y Libia, y llegó hasta Alemania, donde volví a verlo en 2016, en un centro de detención en Hamburgo. Ahora se ha asentado allí, es uno de los afortunados que han sobrevivido a años de incertidumbre.

La historia de Robel es ilustrativa porque muestra cómo Israel retrajo sus fronteras para acomodar su aversión a los africanos. Sobornando a Estados africanos, se aseguró de que al menos lograban parcialmente los objetivos de sus políticas. Cuando acabaron el muro a lo largo de la frontera con Egipto en 2013, construido principalmente para impedir el paso de migrantes africanos y otras personas que muchos israelíes llamaban “infiltrados”, las llegadas de africanos disminuyeron considerablemente. La ministra de Interior de Israel, de línea dura antiinmigrantes, Ayelet Shaked, dijo en junio de 2021 que ella “trabajaría para repatriar a los infiltrados a sus países y promovería la deportación voluntaria a terceros países seguros”. Los casi 31.000 migrantes africanos que viven en Israel vieron cómo sus vidas quedaban en el limbo.

En Israel es aceptable y está generalizado odiar a los africanos. En marzo de 2018, uno de los dos rabinos más importantes de Israel, Yitzhak Yosef, llamó a las personas negras “monos” y la versión hebrea de la palabra nigger durante su sermón semanal.[3] Jared Kushner e Ivana Trump, asesores ambos del entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, fueron bendecidos por el rabino cuando visitaron Israel en mayo de 2018. El rabino no hubo de pagar ningún precio profesional por su racismo porque era compartido en gran medida con mucha otra gente.

El dron israelí planeaba alto sobre el Mediterráneo. ¿Estaba buscando un barco de migrantes en peligro o a traficantes de drogas? No está claro. El dron prácticamente tenía el cielo para él solo. Tras una prueba en Creta en 2018, desde mayo de 2021 el dron Heron de Israel Aerospace Industries operado por Airbus se convirtió en una herramienta para Frontex, la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas, en su lucha para mantener a los refugiados lejos del continente.

“Es prácticamente imposible cruzar el Mediterráneo [como migrante]”, dijo Felix Weiss, director de operaciones aéreas de la ONG alemana Sea-Watch, un grupo que se dedica a ayudar a rescatar migrantes. “Frontex se ha convertido en un actor militarizado, su equipamiento procede de los campos de batalla”.

Tras años de experiencia sobre Palestina, el dron Heron puede volar, en teoría, hasta cuarenta horas. Aunque Alemania utilizó estos drones en Afganistán en la fallida guerra contra los talibanes y al menos cuatro se estrellaron, todavía están bien considerados por muchas naciones gracias a la cantidad de equipos que transportan y su capacidad de permanecer en el aire unas veinticuatro horas.[4] El equipamiento incluye cámaras térmicas, inteligencia artificial para detectar objetivos en movimiento y un dispositivo para localizar teléfonos móviles.

Y mientras que en su día los patrulleros navales rescataban migrantes en peligro, ahora los drones no tripulados son la nueva forma de vigilancia sin contacto. El investigador en economía Shir Hever ha estudiado la presencia de Israel en la Unión Europea y afirma que el creciente uso de drones, incluyendo los procedentes de Israel, tienen un claro objetivo político. “Los drones no pueden rescatar a nadie, solo pueden hacer fotos. Si se acerca un barco armado o una embarcación sospechosa, el operador del dron alerta a un barco patrulla, que llegará a la escena, pero si parece un barco de refugiados que se está hundiendo, el operador del dron podría tomarse su tiempo y la patrulla llegaría demasiado tarde, cuando no queda nadie a quien salvar. Esta es la diferencia clave y la verdadera razón por la cual los drones son una mejora tecnológica para la guardia costera: les da la opción de permitir que los refugiados se ahoguen”.

Sea-Watch no puede competir con esta capacidad de vigilancia y, por desgracia, le supera por mucho la infraestructura de Frontex. Weiss me contó que los drones Heron envían imágenes de alta definición e información a las oficinas centrales de Frontex en Varsovia, mientras que Sea-Watch solo tenía la opción de utilizar simples mensajes de texto entre sus aviones y las oficinas centrales. Su esperanza es encontrar barcos mercantes dispuestos a recoger refugiados, pero muchos dudan. La ONG se enfrenta a una organización con recursos que tiene uno de los presupuestos más altos de la Unión Europea.

Israel es un actor clave en la lucha de la Unión Europea para militarizar sus fronteras e impedir nuevas llegadas, una política que se ha acelerado de forma importante tras el flujo masivo de migrantes de 2015, principalmente debido a las guerras de Siria, Irak y Afganistán. La Unión Europea se ha asociado con las empresas de defensa israelíes más importantes para utilizar sus drones y, desde luego, los años de experiencia en Palestina son un argumento de venta clave.

En 2020 la Unión Europea anunció colaboraciones por valor de 91 millones de dólares con Airbus, Israel Aerospace Industries y Elbit para emplear sus servicios para mantener la presencia actual de drones sobre el Mediterráneo. El dron Hermes de Elbit y el dron Heron de IAI se han utilizado en las guerras contra Gaza desde 2008.[5] Hay una creciente competencia en la venta de drones: el B2 de Turquía puede llevar bombas guiadas por láser, se puede colocar en un camión plataforma y cuesta mucho menos que los drones israelíes o estadounidenses, pero los modelos israelíes siguen siendo muy populares.[6] En 2017, los fabricantes de drones israelíes representaban el 60 por ciento del mercado global de drones de las tres décadas anteriores.[7]

El uso de drones israelíes solo es una parte de la infraestructura de Frontex. Weiss me contó que su grupo y unas cuantas ONG más que intentaban monitorizar el Mediterráneo central en busca de refugiados se enfrentaban a una tarea increíblemente difícil porque el objetivo de la Unión Europea no era ayudar a quienes tenían problemas en el mar. Por el contrario, la Unión Europea dejaba que los refugiados se ahogaran o los ponían en manos de la guardia costera de Libia, que luego los llevaba a centros de detención en Libia, a pesar de que es una violación del derecho internacional.

La Unión Europea empezó a trabajar con la Guardia Costera de Libia en 2016. Los guardias en los llamados barcos de rescate libios, que en la mayoría de los casos no tienen chalecos salvavidas o lanchas motoras, se dice que en ocasiones están borrachos o bajo el efecto de anfetaminas. Muchos se ven obligados a ganar dinero con los traficantes de personas. Frontex envía las coordenadas de barcos migrantes a oficiales libios vía WhatsApp y dicen que no se trata de contenido formal, sino de comunicación de emergencia.[8] Frontex también envía grabaciones de vigilancia a la Guardia Costera italiana y al Centro Italiano de Coordinación de Rescate Marítimo, información que ambos comparten con los libios.[9]

Pregunté a Frontex por su relación con las autoridades libias y negaron que existieran siquiera: “Frontex nunca ha establecido ninguna cooperación directa con las autoridades libias y no coopera con la Guardia Costera libia”.

Sea-Watch tiene poca comunicación relevante con el centro de coordinación de rescate de Libia porque raramente responden o hablan inglés. Estas fuerzas libias están entrenadas y equipadas por la Unión Europea. He visto vídeos horribles grabados por Sea-Watch de la Guardia Costera libia obligando a migrantes exhaustos a trepar por una cuerda para subir en su barco a pesar de los peligros que implicaba. A menudo los migrantes se ahogan debido a envenenamientos con monóxido de carbono o a causa de quemaduras químicas (cuando los depósitos de combustible se mezclan con agua, se vuelven peligrosos). Las embarcaciones de goma o de plástico son las más propensas a naufragar. Otro incidente, el 30 de junio de 2021, mostraba a la guardia costera libia disparando a una lancha de goma cercana que se hallaba en la zona de búsqueda y rescate de Malta en el Mediterráneo. En aquella ocasión la embarcación logró finalmente llegar a salvo a la isla de Lampedusa, en el sur de Italia.

Frontex niega sistemáticamente cualquier actividad ilegal, pero los miembros de Sea-Watch son testigos de estas realidades a diario, y utilizan aviones y unas cuantas embarcaciones para documentar las maneras en que mueren los refugiados debido a la ceguera voluntaria de Frontex y sus aliados libios. Sucede a menudo que Sea-Watch, utilizando sus aviones, detecta un dron sobrevolando y poco después llega la guardia costera libia para llevar a los migrantes de vuelta a Libia, donde posiblemente se enfrentarán a torturas, violaciones o incluso la muerte. “Sin la vigilancia aérea de la Unión Europea, la Guardia Costera de Libia sería prácticamente ciega”, señalaba Weiss. Frontex se apoya únicamente en vigilancia aérea y nunca utiliza barcos. Las empresas europeas y británicas, como DEA Aviation, tienen contratos multimillonarios para proveer de aviones de vigilancia.

Técnicamente, los drones podrían lanzar botes salvavidas al agua, me contó Weiss, pero a menos que se emplearan muchos drones, sería imposible ayudar en el rescate de una embarcación de cien personas. Sea-Watch ha valorado lanzar botes salvavidas, pero creía que podrían provocar daños a los migrantes que están en el agua. El viento también lo convierte en un método impreciso. Weiss cree que en el futuro Frontex se apoyará menos en drones y, en cambio, trabajará con satélites para tener mayor precisión.[10] En agosto de 2022 Human Rights Watch condenó a Frontex por colaborar con los oficiales libios y emplear “recursos aéreos”, como drones, operados por compañías privadas.[11]

Los drones Hermes de Israel también han sido usados por la Agencia Europea de Seguridad Marítima, otro organismo cuya función es controlar los mares y las costas. En 2019 Islandia fue la primera nación europea en utilizar el dron Hermes de Elbit para vigilar su territorio. A principios de 2020, un dron Hermes controlado por Elbit y el contratista portugués CEiiA se estrelló en una pista de Creta mientras se disponía a vigilar las fronteras marítimas de Grecia. El Hermes puede llevar hasta cuatro botes salvavidas, pero nunca se ha utilizado con ese fin en el Mediterráneo.

Cuando pregunté por qué habían empezado a usar drones, Frontex me respondió que se utilizaban “para fines de vigilancia aérea. No llevan ningún arma, sino cámaras, y dan apoyo a las operaciones de búsqueda y rescate de personas. Los drones permiten a Frontex llevar a cabo operaciones de vigilancia y apoyo a los rescates durante periodos de tiempo más largos. Los aviones tienen que volver a la base a causa de las limitaciones de combustible o de la tripulación, mientras que los drones pueden operar durante más tiempo”.

El impacto del uso de drones por parte de Frontex para localizar refugiados ha causado la pérdida de muchas vidas en el mar. Y esa es exactamente la cuestión. En octubre de 2021 la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, dijo que la Unión Europea no financiaría “el alambre de espino y los muros” para impedir la entrada de migrantes, a pesar de que eso es exactamente lo que ha hecho en una serie de países, incluyendo Grecia y Libia.[12]

Frontex disiente con este análisis. “En cualquier búsqueda y rescate potencial, la prioridad de Frontex es salvar vidas. En la región del Mediterráneo central esto significa que cada vez que un avión de Frontex divisa una embarcación en dificultades, alerta de inmediato a los centros de coordinación de rescate marítimo de la región: Italia y Malta, así como Libia y Túnez si la embarcación en peligro está en su zona de búsqueda y rescate […]. Desde 2015 Frontex ha ayudado a salvar más de 350.000 vidas en el mar, incluyendo la región del Mediterráneo central. En lo que va de año [2021], Frontex ha prestado asistencia en el rescate de 5.111 personas en apuros en esta área”.

En 2019, en el curso de una investigación para el periódico del Reino Unido The Observer, trabajé con los periodistas Daniel Howden y Apostolis Fotiadis para investigar la creciente confianza de Frontex en drones y aviones en el Mediterráneo. Informamos de que la central de Frontex en Varsovia podía acceder desde estos aviones o drones a las imágenes de vídeo en directo de migrantes flotando, moviéndose o ahogándose en el mar.[13]

Se trataba de una elección deliberada y no del resultado accidental de una política cada vez más dura. Las políticas de Frontex tuvieron especial relevancia en los sucesos ocurridos en las aguas frente a Libia, donde durante un año entero antes de la publicación de nuestro artículo no tuvo lugar ni una sola misión de rescate de la Unión Europea en una de las franjas marítimas más mortíferas del mundo. En este momento, las embarcaciones benéficas de búsqueda y rescate han sido expulsadas del Mediterráneo, ya sea por la Unión Europea o por los Estados miembros que se oponen a los refugiados. Como escribimos en The Observer: “El cambio a los drones es parte de un esfuerzo visible por vigilar el Mediterráneo sin verse envuelto en misiones de rescate que llevan a los migrantes a las costas europeas”.

La región mediterránea es una zona mortal donde, según el proyecto Missing Migrants, de la Organización Internacional para las Migraciones, han muerto al menos 22.748 personas desde 2014 incluyendo como mínimo 848 niños. Pero estas cifras terribles han convencido aún más a la Unión Europea de impedir su entrada y hacer sus viajes más inseguros. Las empresas de armas europeas, como Airbus, BAE Systems y Leonardo, han contribuido a los desplazamientos masivos mediante la venta de armas que han recrudecido los conflictos en Siria, Libia, Yemen y Turquía.[14] Se trataba de un círculo vicioso de retroalimentación en el que la Unión Europea estaba decidida a impedir la llegada de migrantes con tácticas cada vez más brutales, a pesar de que mucha de la gente que intentaba entrar se había visto impactada negativamente por el equipamiento de defensa europeo.[15]

A pesar del atroz historial en materia de derechos humanos de Frontex, hubo disensiones internas. El director, Fabrice Leggeri, y dos de sus colegas dimitieron en 2022 tras ser investigados por una agencia antifraude de la Unión Europea. Leggeri fue acusado de encubrir violaciones de los derechos humanos y había una creciente inquietud en algunas partes de la Unión Europea por la obsesión de Frontex con la devolución ilegal de migrantes.

La Unión Europea ha gastado al menos 3.700 millones de dólares desde 2015 en la investigación de alta tecnología que proporcione formas más efectivas de seguimiento digital y físico de migrantes. La Unión Europea impartió formación en sofisticadas técnicas de vigilancia en África, Oriente Próximo y los Balcanes. Las fuerzas de policía de Argelia y Marruecos fueron entrenadas para distribuir desinformación online y recabar información personal en Facebook.[16] La Unión Europea está invirtiendo miles de millones de dólares en un programa para desarrollar nuevas armas y tecnología tanto para Estados de la Unión Europea como para Estados no miembros con el fin de competir con las potencias de defensa Israel, Estados Unidos y China. El objetivo último era acabar con la dependencia de la Unión Europea de los drones israelíes y estadounidenses y desarrollar una flota de drones local.[17] Creado a finales de 2020, el organismo de nombre orwelliano Fondo Europeo de Apoyo a la Paz se vendió como un impulso a la capacidad europea de defenderse a sí misma ante el declive del poder e interés estadounidenses.[18]

El equipamiento israelí es una parte central, aunque dista de ser la única, de cómo ve Europa el futuro de su defensa y su seguridad. En 2021 se anunció que se permitiría al Estado judío unirse al principal programa de apoyo a la innovación e investigación de la Unión Europea, Horizon Europe, durante siete años y con un presupuesto de 95.500 millones de euros. Israel también había sido fuertemente respaldada en el pasado. Horizon 2020, el programa de innovación e investigación de la Unión Europea entre 2014 y 2020, financió trabajo que incluía los sistemas de alta tecnología de control de fronteras y vigilancia.[19] Este respaldo era una falacia, puesto que la Unión Europea no reconocía oficialmente los asentamientos ilegales de Israel en Cisjordania e Israel no tenía permitido gastar el dinero obtenido en los territorios ocupados. Presumía erróneamente que había una separación política entre Israel y Cisjordania, cuando en realidad Israel los veía como un país indiviso.

No obstante, según la investigación del think tank del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR, por sus siglas en inglés), desde que la Unión Europea introdujo en 2013 una cláusula para cualquier nuevo contrato con Israel que estipulaba la exclusión de los asentamientos, ni la Unión Europea ni sus Estados miembros apenas han hecho nada para que se ejecute esta restricción. En cambio: “La mayoría de los acuerdos bilaterales europeos con Israel benefician sus asentamientos, sus empresas y sus residentes, incluso en lo que respecta a seguridad social, disposiciones fiscales y la floreciente cooperación en áreas de investigación y desarrollo. De los más de doscientos sesenta contratos revisados por el ECFR, solo unos cuantos incluyen la definición del ámbito territorial. Y esos pocos a menudo tienen cláusulas vagas o ambiguas, que incluyen definiciones del territorio israelí de acuerdo con “las leyes del Estado de Israel” o “el territorio donde recauda impuestos”, descripciones que podrían justificar la inclusión de los asentamientos israelíes”.[20]

Un antiguo miembro del consejo asesor de Horizon, el filósofo y científico político Peter Burgess, explicó en 2015 que el complejo industrial de la frontera tiene una influencia excesiva en el proyecto. “Los refugiados son vistos como objetivos o metas que registrar”.[21] Una serie de críticos han dicho que el hecho de que Horizon contrate asesores éticos independientes para evaluar los proyectos dista poco de validar automáticamente ideas guiadas por intereses corporativos que no se deberían haber considerado siquiera.

Pero había mucho dinero en juego. La Unión Europea es el mayor socio comercial de Israel: en 2020 representó más del 29 por ciento de su comercio de mercancías. Conjuntamente, el presupuesto de Frontex creció de 6 millones de euros en 2006 a 460 millones en 2020, y volvió a aumentar en 2021 alcanzando los 543 millones. La Unión Europea se comprometió a gastar 34.900 millones de euros en la gestión de fronteras y migraciones entre 2021 y 2027. La población global migrante creció más de un 80 por ciento entre 2000 y 2020 y alcanzó la cifra de 281 millones de migrantes internacionales, el 3,5 por ciento de la población mundial.

El complejo industrial de vigilancia de fronteras estaba entusiasmado con el creciente presupuesto de Frontex (y, globalmente, se estima que en 2025 la industria estará valorada en 68.000 millones de dólares).[22] Con la proyección de emplear a diez mil personas en 2027 (en 2005 contaba solo con cuarenta y cinco empleados), las industrias de defensa y vigilancia experimentaron un alineamiento financiero e ideológico con las políticas de la Unión Europea que tenían por finalidad devolver a los migrantes a sus países o simplemente expulsarlos de la Unión Europea sin considerar los peligros potenciales.

Hay innumerables casos de muertes de migrantes en el Mediterráneo. Una de las más espeluznantes sucedió en abril de 2021, cuando las autoridades de la Unión Europea y libias dejaron morir a más de ciento treinta personas en una tormenta delante de las costas de Libia a pesar de que se informó sin descanso a ambos organismos de su presencia. Alarm Phone, un teléfono de emergencia para migrantes en peligro en la Unión Europea, informó que “una vez más los hechos demuestran que la muerte en el mar no es un accidente, sino el resultado de las acciones e inacciones de los actores europeos y libios”.[23]

Associated Press resumió la situación en un artículo de junio de 2021: “En la Europa pospandémica los migrantes se enfrentarán a una fortaleza digital”. El artículo explicaba que la Unión Europea y sus Estados miembros estaban implementando un conjunto de nuevas políticas orientadas a disuadir a los refugiados, entre ellas, barreras digitales, torres de observación, un muro de acero, un “cañón de sonido” para ensordecer a los que llegaban, dispositivos de entrevistas virtuales en el control de fronteras y detectores de mentiras basados en inteligencia artificial.[24] Frontex había “evolucionado” de “mecanismo de coordinación a fuerza de seguridad multinacional de pleno derecho”.[25]

Patrick Breyer, un legislador del Partido Pirata de Alemania, llevó a juicio a la Unión Europea para destapar los secretos de sus sistemas de detección de mentiras basados en IA. “Lo que estamos viendo en las fronteras, y en general en el trato de personas extranjeras, a menudo es un campo de pruebas para tecnologías que más tarde también se usarán con los europeos. Y por eso debería importarle a todo el mundo, por su propio interés”, le dijo a Associated Press.[26] Era un argumento inquietantemente familiar; los palestinos eran los conejillos de Indias para la vigilancia y la tecnología israelíes y la Unión Europea lo veía como un logro que replicar en su propio territorio.

En toda la Unión Europea, la tecnología evasiva israelí está por todas partes, a pesar de que en general pasa inadvertida aun cuando las empresas implicadas tienen un historial problemático. Tanto Hungría como Bulgaria flirtearon con la idea de contratar empresas israelíes para construir muros en sus fronteras en 2015, ya que admiraban la manera en que Israel repelía africanos a lo largo de sus 394 kilómetros de fronteras con Egipto, y aunque al final ambos países optaron por empresas de construcción locales, Israel era el modelo para copiar que se citaba.

La empresa de vigilancia israelí Cellebrite ha vendido sus dispositivos de extracción de datos digitales al menos a ciento cincuenta países, incluyendo dictaduras como Rusia, Emiratos Árabes Unidos y Baréin. Dado que el teléfono móvil es una de las posesiones esenciales de cualquier migrante, Cellebrite es uno de los proveedores de servicios de espionaje sobre los solicitantes de asilo en la Unión Europea. Según un vendedor de Cellebrite en 2019 el 77 por ciento de los refugiados llegaron a la Unión Europea sin papeles, y el 43 por ciento había tenido un móvil durante su viaje. La empresa afirmaba que esto abría una puerta para que se utilizara su tecnología para determinar su viaje y su historial reciente geográfico y de comunicaciones.[27] No obstante, el análisis forense de un teléfono podría violar el derecho internacional debido a la falta de consentimiento del migrante (en la mayoría de los casos, son completamente inconscientes de lo que está sucediendo).

Esto no fue impedimento para Frontex, que desarrolló una guía para explicar cómo se podían crackear las aplicaciones de mensajería encriptada y extraer la información de los teléfonos móviles de los refugiados, incluyendo el uso de “medidas especiales”, aunque no queda claro si esto hace referencia a presionar al migrante o a algún otro procedimiento técnico. Por el contrario, las guardias costeras de Grecia y Croacia destruían los teléfonos móviles de los migrantes antes de rechazar sus solicitudes de asilo y expulsarlos violentamente.[28] Todo esto constituye un potencial comportamiento ilegal. El Ministerio del Interior del Reino Unido admitió en 2022 que confiscar los teléfonos de los refugiados era ilegal a pesar de que lo habían hecho en numerosas ocasiones.

Frontex es un organismo hermético que difícilmente tendrá que rendir cuentas. Entre 2017 y 2019, celebró al menos diecisiete reuniones con grupos de presión de ciento ocho fabricantes de defensa, incluyendo la empresa israelí Shilat Optronics (una compañía asociada con las FDI que se dedica a los perímetros de seguridad), así como las empresas israelíes Seraphim Optronics (sistemas de vigilancia autónomos) y Elbit (con quien tuvo al menos dos reuniones en 2018). Se mostraron presentaciones en PowerPoint promocionando las ventajas de los drones de vigilancia.[29]

Los temas de estas conversaciones incluían munición y armas, vigilancia aérea y sistemas de inspección de documentos. El resultado de las reuniones quedó claro: muchas empresas, entre ellas Elbit, Leonardo y Airbus, consiguieron contratos multimillonarios. Frontex ya no necesitaba las contribuciones de los Estados miembros y alquilaba su propio equipamiento, lo cual turboalimentó los intereses de las empresas armamentísticas. Las corporaciones israelíes estaban lejos de ser las únicas interesadas en asociarse con Frontex, pero su influencia era muy significativa.

En 2020, Frontex renovó un contrato con la empresa israelí Windward, que se dedica a las herramientas de análisis marítimo, que la compañía promociona como capaces de capturar a “los malos” en el mar. La empresa ha contado con la inversión del general estadounidense retirado y antiguo director de la CIA David Petraeus, y el exjefe de gabinete israelí Gabi Ashkenazi era uno de los consejeros. Fundada en 2010 por dos exoficiales de inteligencia naval, utilizaba agregación digital, evaluación del seguimiento de embarcaciones y datos de vigilancia marítima para rastrear barcos en el océano.[30]

El exministro de Justicia de Libia Salah Marghani explicó que ese programa dirigido por la Unión Europea, del cual los drones israelíes son un elemento clave, trataba de intentar mantener las manos de los europeos limpias. “Haz que Libia sean los malos. Convierte a Libia en la tapadera para sus políticas [las de la Unión Europea] mientras los humanos buenos de Europa dicen que están poniendo dinero para ayudar a hacer más seguro este sistema infernal”.[31] Las oficinas de Frontex se han instalado en países no miembros de la Unión Europea a medida que las fronteras de la Unión Europea se extienden política aunque no geográficamente. Human Rights Watch condenó a Frontex por su “fallo sistemático en llevar a cabo una investigación verosímil o tomar medidas para mitigar los abusos contra los migrantes en las fronteras exteriores de la Unión Europea”.[32]

La Unión Europea tiene un centro de procesamiento de refugiados en el extremadamente pobre Estado africano de Níger, una nación inestable que ha vivido cuatro golpes de Estado desde su independencia, en 1960. Es un laboratorio de migración donde la Unión Europea financia una instalación para canalizar y a menudo detener la ruta migrante a Europa. La Unión Europea quiere reducir el número de migrantes que se marchan de Níger y llegan a Libia (tras lo cual intentan llegar a Europa). El país se ha convertido en un núcleo de maniobras políticas, diplomáticas y militares occidentales, incluyendo una importante base de Estados Unidos en Agadez, tanto para disuadir a los refugiados como para manejar las insurgencias islamistas regionales.[33]

El compromiso de la Unión Europea con los derechos humanos, un mantra repetido muy a menudo, siempre ha sido altamente selectivo. Después de la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, Bruselas estaba desesperada por dejar de comprar gas ruso porque se oponía a las brutales acciones de Moscú. En junio de 2022, en una reunión en El Cairo de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, con los ministros de Energía de Egipto e Israel, la Unión Europea anunció que era un “momento especial” y el comienzo de una nueva relación. Pronto se empezaría a exportar a Europa una cantidad “significativa” de gas israelí. La Unión Europea dijo que incrementaría su independencia energética mientras ignoraba deliberadamente su dependencia del Egipto autocrático y del Israel ocupacionista. El mensaje está claro: la ocupación rusa de Ucrania está mal, pero la ocupación israelí de Palestina está estupendamente.

 

Estos fragmentos corresponden al libro del mismo título que, con traducción de Gabriela Ellena Castellotti, ha publicado la editorial Capitán Swing.

Notas:

[1] Antony Loewenstein, ‘Australia’s brutal refugee policy is inspiring the far-right in the EU and beyond’, Nation, 29 de junio de 2018.

[2] Gidi Weitze Hilo Glazer, ‘How Israel tried to dump African refugees in blood-drenched dictatorships’, Haaretz, 25 de diciembre de 2020.

[3] David Sheen, ‘Black lives do not matter in Israel’, Al Jazeera English, 29 de marzo de 2018, aljazeera.com.

[4] Israel empezó a entrenar a pilotos de drones alemanes en una base aérea cerca de Tel Aviv en 2019. El ejercicio militar Blue Flag, en 2021, fue el ejercicio aéreo más grande jamás realizado en Israel y participaron entre otros Alemania, Jordania, Estados Unidos, Grecia, Francia, la India y el Reino Unido.

[5] Jasper Jolly, ‘Airbus to operate drones searching for migrants crossing the Mediterranean’, The Guardian, 21 de octubre de 2020.

[6] Umar Farooq, ‘The drone problem: How the US has struggled to curb Turkey, a key exporter of armed drones’, Pro Publica, 12 de julio de 2022, propublica.org.

[7] Keren Assaf, ‘The Israeli arms companies  thatwill profit from the latest assault on Gaza’, +972 Magazine, 16 de agosto de 2022.

[8] Sara Creta et al., ‘How Frontex helps haul migrants back to Libyan torture camps’, Spiegel International, 29 de abril de 2021.

[9] Ian Urbina, ‘The secretive prisons that keep migrants out of Europe’, New Yorker, 28 de noviembre de 2021.

[10] La Agencia Europea de Seguridad Marítima empezó a usar en 2021drones que tenían a bordo un equipo de rescate de hasta ocho personas. A Sea-Watch le preocupaba que este equipo pudiera aumentar los peligros para los migrantes en el mar porque Frontex podría utilizar el equipo de rescate como herramienta para remolcar a los migrantes hasta Libia y entregarlos a la Guardia Costera de Libia.

[11] Judith Sunderland y Lorenzo Pezzani, ‘EU’s drone is another threat to migrants and refugees’, Human Rights Watch, 1 de agosto de 2022.

[12] Kaamil Ahmed y Lorenzo Tondo, ‘Fortress Europe: the millions spent on military-grade tech to deter refugees’, The Guardian, 6 de diciembre de 2021.

[13]  Daniel Howden, Apostolis Fotiadis y Antony Loewenstein, ‘Once migrants on the Mediterranean were saved by naval patrols. Now they have to watch as drones fly over’, The Observer, 4 de octubre de 2019.

[14] ‘European arms in the bombing of Yemen’, Forensic Architecture, 22 de junio de 2021.

[15] Apostolis Fotiadis y Niamh Ní Bhriain, Smoking Guns: How European Arms Exports Are Forcing Millions from Their Homes, Ámsterdam: Transnational Institute, 2021.

[16] Bill Goodwin, ‘EU aid funds used to train ‘unaccountable intelligence agencies’ in high-tech surveillance’, Computer Weekly, 11 de noviembre de 2020.

[17] El proyecto Eurodrone, respaldado por la Unión Europea y los contratistas de defensa franceses e italianos, tiene el objetivo de entregar veinte juegos de tres drones a Francia, Alemania, Italia y España en 2028.

[18] Zach Campbell, Caitlin Chandler y Chris Jones, ‘Hard power: Europe’s mili-tary drift causes alarm’, The Guardian, 19 de mayo de 2021.

[19] Zach Campbell, Caitlin Chandler y Chris Jones, ‘Sci-fi surveillance: Europe’s secretive push into biometric technology’, The Guardian, 11 de diciembre de 2020; David Cronin, ‘EU funds Israeli spies’, Electronic Intifada, 26 de junio de 2020, electronicintifada.net.

[20] «Differentiation Tracker’, European Council on Foreign Affairs, ecfr.eu/special/ differentiation-tracker.

[21] Campbell, Chandler y Jones, ‘Sci-fi surveillance’.

[22] Maeve Higgins, ‘How the $68 billion border surveillance industrial complex affects us all’, Vice, 11 de junio de 2021.

[23] ‘Coordinating a maritime disaster: Upto 130 drown off Libya’, Alarm Phone, 22 de abril de 2021.

[24] Apostolis Fotiadis, Ludek Stavinoha, Giacomo Zandonini y Daniel Howden, ‘A data ‘black hole’: Europol ordered to delete vast store of personal data’, The Guardian, 10 de enero de 2022.

[25] Derek Gatopoulos y Costas Kantouris, ‘In post-pandemic Europe, migrants will face digital fortress’, Associated Press, 1 de junio de 2021.

[26]  El político del Partido Pirata de Alemania Patrick Breyer estaba preocupado por el creciente número de proyectos de investigación sobre espionaje, incluyendo vigilancia masiva biométrica, financiados por la Unión Europea. Una idea, llamada iBorderCtrl, tenía el objetivo de leer las “microexpresiones” faciales cuando alguien mentía. Se cuestionaba su precisión a pesar de que había recibido 4,5 millones de euros de ayudas de desarrollo a través de la iniciativa Horizon. En octubre de 2021, el Parlamento Europeo votó para prohibir la vigilancia masiva biométrica, pero quería conservar el reconocimiento facial y las tecnologías relacionadas en uso.

[27] ‘Surveillanc ecompany Cellebrite finds a new exploit: Spying on asylumseekers’, Privacy International, 3 de abril de 2019.

[28] Matthias Monroy, ‘Frontex and Europol: How refugees are  trackeddigitally’, Security Architectures in the EU (blog), 25 de octubre de 2021, digit.site36.net.

[29] Toda la información fue publicada en 2021 por Frontex Files, un colectivo de periodistas europeos: frontexfiles.eu/en.html.

[30] Matthias Monroy, ‘Borderdrones (Part1): Unmanned surveillance of the EU’s external borders by Frontex’, Security Architectures in the EU (blog), 22 de julio de 2021, digit.site36.net.

[31] Urbina, ‘Secretive Prisons’.

[32] ‘Frontex failing to protect people at EU borders’, Human Rights Watch, 23de junio de 2021.

[33] DanielHowdenyGiacomoZandonini,«Niger:Europe’smigrationlaboratory», News Deeply: Refugees Deeply, 22 de mayo de 2018.

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