Publicidadspot_img
-Publicidad-spot_img
Mientras tantoEl olor en los tiempos del cólera

El olor en los tiempos del cólera

Diario de un disléxico   el blog de Rodrigo Parrado

Olorcete

 

Llega el buen tiempo y no nos acordamos de que hace un frío de narices cuando baja la temperatura, aunque si hace mucho, mucho frío, decimos que hace un frío de pelotas.


   Nariz no hay más que una, incluso cuando hay que echarle un par a la vida, pero hoy prefiero hablar de esos olores evocadores o embaucadores ¿o es que ya nadie recuerda a qué huelen las nubes? O esos pantalones de cintura baja en los que aflora el olor a fri-tanga.


   Pobre Yorick, que al igual que Hamlet, no se olía la tostada a pesar de que algo estaba podrido en el estado de Dinamarca. Todo un clásico que mi madre habría resumido con un lacónico sin grelos «aquí huele a pergañeta».


   Cuántas veces pegando el morro al escaparate de una pastelería he pensado: «Mmmmmm, huele que alimenta». El olfato, en este sentido, nos engaña porque me da en la nariz que, aunque no solo de flan vive el hombre, sin comer no se llega ni a final de mes.


   Tampoco es fácil subir las cuestas que se reparten por el calendario con una gran nariz, porque sus grandes aspiraciones nos endeudan y pueden llevarnos de fosa en fosa, por taponadas que estén.


   Fue así, tras estos quebraderos, cuando descubrí que, después de todo, lo mejor para el olor de cabeza sigue siendo una aspirina.

Más del autor

-publicidad-spot_img