39 años cultivando el intelecto y ahora estaba de abono hasta el cuello: «O sales a buscar trabajo o te vas de casa».
Debía coger el loro por los cuernos.
Nada que no pudiera hacer con un máster en aves garrapiñadas y otro en gestión y desarrollo de mí mismo; un postgrado de locura transitoria y paranoia; una operación de anginas e infinidad de cursos adicionales y tiros libres. Por fin estaba listo para dar el paso y salir al mercado laboral.
Después de pasear mi CV, Canción del Verano, por discográficas y productoras desistí de profundizar en mi carrera musical. Este país no está preparado para el post-krautfolk-ambient lounge polaco. David Lynch ¡cómo te entiendo! Y como sucede en la mayoría de los casos, cuando pensaba que sólo me quedaba opositar, sentí el vibrador del móvil… qué gustillo.
Llamada de recursis humanos.
Parece ser que la verdadera fuga en Japón no es la radiactiva, sino la de sexadores que, como pollo sin cabeza, vienen a España.
Lunes, 10.30 a.m. Mi primera entrevista, donde descubriría que una prueba de estrés no es un trío. El atuendo entre informal y yonki-chic; una sonrisa de oreja a oreja gracias al botox (que a partir de los 20 uno ya es mayor para que le contraten); y el curriculum un poco engordado, pero es lo ‘avitual’ tratándose de pollos. Pasados los nervios iniciales donde repasamos mis méritos como un verano de prácticas en el ‘Sesador Donostiarra’ y los idiomas (escribo y entiendo twitter a la perfección), pasamos a la tan temida prueba práctica: discernimiento de sexos.
Me vendaron los ojos, aunque no habría hecho falta porque soy una persona íntegra: la fibra y las ciruelas a primera hora no me los quita nadie. Pues eso, ojos vendados, manos en el regazo y 30 segundos en los que pasaron diferentes objetos por mis manos y yo tenía que averiguar si eran macho o hembra.
Preparado, listo, ¡ya!
Bolígrafo – Clip – Grapadoro – (algo pringoso) ¡Gelatina! – Vaso – Servilleto – Piedro…, no perdón, esto es una piedra – Llave – Libra …
Creo que fallé la última porque dije lapicera, en vez de portaminas.
Soy una persona que se viste por los pies, noble por los cuatro costados, que habla por los codos, sin embargo en ese momento, con los nervios, no di pie con bola.
Al finalizar, lo mismo de siempre: «Gracias por venir, ya te avisaremos». Pero después de tres meses no han dicho ni pío.