Hay quien dice que hice mal cuando
dije:
“no es libre el hombre que elije, es
libre el que no lo necesite”.
El libre albedrío no existe si el
libre albedrío te exige
que discrimines entre dos fines,
hurtando al supuesto hombre libre
la opción de vivir aquello que no se
elige.
Luego dime, ¿realmente puedes ser
libre
cuando ya están determinadas todas las
vías posibles?
Lo que se dice, lo que se piensa, lo
que se escribe,
todo se circunscribe al límite de lo
que ya existe…
y es triste para un poeta sentirse
incapaz de salirse de lo meramente
predecible.
El artista no crea, el mejor de los
casos redefine.
Luego si creo que no creo,
si creo que sólo mezclo en distintas
proporciones los mismos elementos,
me planteo: ¿Cómo me atrevo a pensar
que el resto
pueda encontrar en esto que yo les
ofrezco
siquiera un motivo para leerlo?
El artista es un necio
que cuando goza de cierto aprecio cree
merecerlo,
pero ¿yo, aún teniéndolo, lo
merezco?
¿Es más admirable el que escribe el
texto,
bajo el pretexto de tener un supuesto
talento,
que aquel que te presta su tiempo
leyéndolo?
Mi contestación es un rotundo “No”
no hay don que no tenga doble
dirección,
la del comunicador, claro, pero también
la del espectador;
la del oyente, la del escuchador,
porque el mismo poco valor
hay en una ovación sin artista que en
un artista sin ovación.
Conclusión:
la libertad de aquel que osa a
enfrentarse a un papel es poca…
el arte no lo hace el que lo
proporciona, lo hace arte el que lo toma,
porque yo puedo escribir mil cosas en
verso o prosa,
pero sólo tú, leyente de mi obra,
podrás decir si te tocan…
Gracias, como oyente de tu
Gracias, como oyente de tu música, lector de tus escritos y fan, perdón, fan no, amigo; gracias. Se agradece que el artista a quién admiras, también te admire a ti por el hecho de admirarlo tú a él. De nuevo GRACIAS.
ME HAN TOCADO !!!!
ME HAN TOCADO !!!!
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