Inocencio Arias (Fotografía: Guillermo Carrión)
Inocencio Arias es el más polifacético y popular embajador que ha dado la carrera diplomática. Historia viva de la política española. En estos momentos se encuentra en plena gira editorial promoviendo la lectura de su último libro, Con pajarita y sin tapujos (Plaza & Janés). A través de su afilada pluma conjetura sobre los últimos cambios políticos dentro y fuera de España: desde los Estados Unidos de Donald Trump, Brexit, la inmigración, la corrupción, la amenaza del terrorismo islámico, el avance de los populismos así como la supuesta superioridad moral de la izquierda unido al debate sobre los nacionalismos destacando el tema del separatismo como «el problema más importante y más grave de España en la actualidad».
El almeriense comenzó la carrera diplomática en 1967 como embajador en Bolivia, Argelia y Portugal y fue en 1981, de la mano de Adolfo Suárez, cuando comenzó a ejercer de director de la Oficina de Información Diplomática; En 1983, ya con el PSOE en el poder, pasó a ser vicepresidente del Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI), cargo que ocupó hasta mediados de 1985, cuando regresó a la dirección de la Oficina de Información Diplomática. En 1988 fue nombrado subsecretario del Ministerio de Asuntos Exteriores y secretario general de Política Exterior formando parte del séquito de los Reyes y del príncipe Felipe en sus desplazamientos por el extranjero. También de esta misma cartera dependía su siguiente puesto, secretario de Estado de Cooperación Internacional y para Iberoamérica, durante el cual, además de impulsar el acercamiento entre ambas tierras, tomó parte en varias cumbres internacionales -Madrid (1991)- e iberoamericanas -México (1991), Madrid (1992) y Salvador de Bahía (1993); además, fue embajador ante la ONU y representante de España en el Consejo de Seguridad. Su única escapada a la empresa privada fue cuando ocupó el puesto de Director General del Real Madrid.
Además del libro que nos trae hoy hasta aquí, ha escrito Confesiones de un Diplomático, Tres Mitos del Real Madrid y, en colaboración con Eva Celada, La Trastienda de la diplomacia. En 2012 publicó Los Presidentes y la diplomacia y Me acosté con Suárez y me desperté con Zapatero. Asimismo, lo hemos podido ver en la pantalla grande en una docena de películas a las órdenes de Luis García Berlanga, Manuel Summers o José Luis Garci en aquella Holmes & Watson. Madrid Days en la que actuaba junto al ministro de Justicia de la época, Alberto Ruiz Gallardón. Ha sido portavoz de exteriores con tres gobiernos diferentes de la democracia española y no ha dado puntada sin hilo jamás a la hora de describirlos. Sin ir más lejos, en Me acosté con Suárez y me levanté con Zapatero decía: «Suárez era muy seductor, muy persuasivo en las distancias cortas. En el cuerpo a cuerpo vencía a cualquiera. Mientras que González en televisión daba mejor. Aznar, en el trato, era más abrupto, si bien en las relaciones internacionales tenía una característica que le hacía muy apreciado. Sus enemigos lo negarán hoy, pero tenía palabra. Cumplía. Los representantes extranjeros me lo decían: Aznar es un hombre de Estado y sabe quiénes son sus amigos».
Arias no se muestra muy optimista actualmente. Mientras desgrana apuntes sobre el Brexit descubrimos alguna de las razones: «Deberíamos aprovechar esta salida británica para estar más cohesionados en Europa pero la salida de Borrell, que empezaba a ser incómodo para los separatistas, no ayuda a nuestra imagen ni a la hora de abordar ni a la hora de actuar liderando ciertos temas. La entrada de Podemos en el Gobierno no entusiasma en Europa».
¿Qué opinión tiene de este nuevo Gobierno de coalición?
A mí no me gusta ningún tipo de Gobierno que para subir al poder se apoye en personas que quieren romper España y que, además, lo proclamen. No puede haber menos escrúpulos, llegar al poder con esos procedimientos, apoyándose incluso en personas que son herederos de los que tienen las manos manchadas de sangre acompañados del otro grupo, nada menos que aquellos que declaran en las Cortes y ante los medios de comunicación que quieren romper España, que dieron un golpe de Estado y que no dudan en reiterar que volverán a intentarlo mañana por la mañana mismo. Esto es algo que otro PSOE no habría hecho jamás.
A muchos les sorprende este PSOE que ha decidido optar por una radicalización de extrema izquierda con la historia que le avala, uno de los principales partidos en la Transición…
Este PSOE de Sánchez no es el PSOE de siempre. Sabemos que muchos dirigentes no están de acuerdo con lo que está pasando.
Pero no se les escucha…
Permanecen relativamente callados. Hay algunas voces aisladas que se oyen como las de Paco Vázquez, Leguina o Rodríguez Ibarra, pero son una minoría y no vale para mucho. El PSOE actual ha logrado desprestigiar al otro PSOE… ¿La razón? el que puede repartir cargos gana adeptos rápidamente.
Pero Pedro Sánchez se escuda y esgrime ante los medios razones como «no me ha quedado otro remedio» o «el resultado de las urnas me han llevado aquí…»
Pero eso es una falacia total. Eso es un embuste total porque sí se está apoyando en gente que quiere romper España y con total convicción. Está claro que ese poder no se lo van a dar gratis. Pedro Sánchez ha «firmado» varias letras con los separatistas que van a ser muy perjudiciales para España, para su futuro y para la unidad de España. Es impensable llegar a la conclusión de que él se ha apoyado en ERC porque no tenía más remedio y concluir que no nos va a costar nada. Primero: sí tenía más remedio. Debería haber llegado a un pacto con Ciudadanos y PP. Y segundo: pensar que no se lo van a cobrar muy caro, a un precio que va a repercutir muy negativamente en la unidad de España… es obvio. Además, lo dicen todos los días los independentistas, por si no queríamos enterarnos: nuestro apoyo permanecerá en tanto en cuanto Sánchez cumpla lo prometido. ¿Qué es lo prometido? ¿mandarles un pavo por Navidad? Vamos, por el amor de Dios… Lo prometido tiene que ser algo nefasto… La gente no votó esto. Sánchez nunca dijo que se apoyaría ya ni siquiera en Podemos, sino con los independentistas. El problema es que Pedro Sánchez no sabe ya cuando miente…
¿Cree usted como Julián Marías que los nacionalismos son suicidas?
Son suicidas en el sentido de que dividen, destruyen, rompen, a la sociedad. Destrozan a un país y los resultados para ellos mismos tampoco son beneficiosos. Lo que está claro es que el nacionalismo va a quebrantar la unidad de España. Ha implantado la división primero en Cataluña, una división profunda en amigos, familias, en los trabajos, en oficinas… todo sabemos que hay gente que no se habla o que, cuando se reúnen, sólo hablan de fútbol y es evidente esta discusión ya en el resto de España…
¿Por qué este repunte de las identidades nacionales?
Ha sido una mezcla de cosas. Una mezcla de efectos a raíz de la crisis económica y luego, sobre todo y más importante, el control que tienen los partidos independentistas sobre algunas sociedades y me estoy refiriendo al control de la Educación y al control de la televisión. La izquierda, eso es evidente, es más hábil a la hora de hacer llegar su mensaje. Esto hace que aumente de forma espectacular el número de independentistas. Los «gerifaltes» separatistas son maestros de la patraña, de contar mentiras…
Pirandello decía que el hombre moderno está condenado a la soledad y la alineación, ¿lo cree usted así también?
Sí, estamos bastante alineados. De vez en cuando hay uno que se despierta, pero sí existe una profusión a esta tendencia. ¿A qué es debido? No lo sé, no sé si es debido a que la gente no presta atención, a que están en su día a día y no se informa o se informa mal y capta los mensajes más fáciles, más demagógicos. No capta los más racionales.
Y luego viene el tema de la Educación. Las encuestas muestran a los jóvenes como personas desinformadas ya no digo únicamente con asuntos históricos como la Transición y otros, sino con hechos más recientes como el asesinato de Miguel Ángel Blanco, muy cercanos y que, parece, quedan ya en el olvido…
Los jóvenes leen poco y ven/escuchan poco la televisión y la radio. Las formas de ver televisión y de informarse han cambiado. Las inquietudes culturales de la gente joven dejan mucho que desear. Es difícil ver a una persona entre los 18 y 35 años (en general) que asista, por ejemplo, a una conferencia de cualquier tipo, aunque la conferencia sea de un tema bastante asequible. Cuando me muevo en transportes públicos observo la diferencia: sí hay personas «femeninas» que leen, pero la contemplación de los jóvenes «masculinos» es terrible. Suelo comprobar que ellos están más enfrascados en la pantalla del móvil. En las últimas once presentaciones de mi libro, en diversas ciudades, no he visto un joven varón menor de 35 años. Por supuesto, la educación ha bajado en España. Ha aumentado, y eso bueno, la cantidad de gente que tiene acceso a la educación, eso sí ha aumentado espectacularmente en los últimos años. Pasan por las aulas, pero no les cala lo aprendido, esa es la cuestión. Cuando se dice que la generación de ahora es la mejor preparada de la historia eso es una total mentira, una total memez; es decir, es innegable que ahora hay más gente que tiene acceso a la preparación, pero el número de los que están verdaderamente preparados ha bajado espectacularmente con respecto a otros años. Hace cuarenta años la gente que salía de la Universidad tenía una preparación claramente mejor que la actual. Lo que ocurre, y repito es bueno, es que entonces la generación que salía por ejemplo de una promoción mediana como Granada o Murcia oscilaban en 45 y ahora salen 200, eso es cierto. Ahora, los cuarenta y cinco de aquella época estaban bastante mejor preparados que los cuarenta y cinco mejores de ésta.
¿Por qué resalta más lo «malo» en los medios? ¿Por qué cala más la mentira? Para colmo, parece que nunca pasa nada y que todo fraude se olvida…
Afortunadamente no hay que generalizar, hay países en que sí pasa. En Alemania sí pasó, como el propio Sánchez reconoció. En Alemania un ministro dimitió tras conocerse que había plagiado su tesis doctoral. En ciertos países el plagio sí se castiga. Aquí no sólo no se castiga, sino que un político conocido como es el presidente del Gobierno, para desprestigiar a la oposición, habla de que en otros países se dimite cuando se engaña. Paradójicamente, cuando meses más tarde descubren que él mismo ha plagiado bárbaramente se queda tan tranquilo, se queda tan fresco. No entiendo bien a qué es debido, pero aquí la gente está aletargada, cloroformizada, conformista, no sé cómo definirlo.
¿Es buena la salud de nuestra democracia?
Bueno, ahora mismo está sufriendo embates el Poder Judicial, en buena medida a cargo del propio Gobierno, pero observando otras temas como la libertad de prensa (no generaliza) sigue existiendo, lo cual es muy bueno. El Estado de Derecho se sigue manteniendo, en líneas generales. Lo más importante y a lo que hay que prestar más atención es al tema independentista. El separatismo, este es el problema de España, el mayor, con mucha diferencia sobre los demás. Y la sociedad no se percata de ello. El tema del separatismo es mucho más grande que el del paro, que el de la corrupción… sobre todo porque repercute en la estabilidad de España. Los españoles no acaban de verle la gravedad, se banaliza. Hay una ceguera colectiva. Cuando preguntan en una encuesta a los ciudadanos «¿a usted qué asuntos de España le preocupan más?» la cuestión del separatismo aparece en la quinta o sexta posición cuando es la más acuciante por los momentos que vivimos. Los independentistas se han quitado la careta y, por otra parte, el Gobierno actual de Pedro Sánchez tiene una complacencia, una servidumbre, una hipoteca con los nacionalistas que puede ser terrible.
Porque repercute en la economía, en todo…
¡Claro! ¡En el futuro del país! ¡Y en la integridad del país! La única preocupación del Gobierno es mantenerse en el poder y para mantenerse en el poder veremos, dentro de unos meses, qué ciertas concesiones a los independentistas se han hecho.
Precisamente en otro episodio de Con pajarita y sin tapujos dedica un capítulo al asunto de la supuesta superioridad de la izquierda y la corrupción. «La sociedad española actual es mucho más permisiva con los pecadillos de la izquierda, mucho más intransigente con los de la derecha, y más importante aún: es una confirmación de que mucha izquierda está imbuida de la convicción, casi religiosa, de que la base ética de su actuación es normalmente elevada, de que su constante superioridad moral no admite discusión» […] «En España también me deja perplejo escuchar de adultos bien formados que no se puede comparar el caso Gürtel pepero con los ERE sociatas. El primero, te argumentan con seriedad, muestra que la corrupción es algo sistémico, innato en la derecha, mientras que los ERE son cosas aisladas, con cifras que han sido muy exageradas y, ¡acojónate, Pereira!, el dinero de los ERE «se repartía entre mucha gente, no iba a parar al bolsillo de unos cuantos burgueses aprovechados» (sic).
La Gürtel fue un caso de primera división, eso es innegable, pero los ERE pertenecen a categoría Champions. Llevarse dinero de los parados en la comunidad autónoma con más desempleados de España para fines no santos… no tiene nombre. Sonrojantes ambos casos. Punibles. Pero tan difícil no es percatarse de que el caso de los ERE es el más vergonzante de la democracia. La cuestión, y a eso me refiero con la superioridad moral de la izquierda, es que no se escribe la historia igual cuando se habla de ellos que cuando se habla de otros.
¿Ve a la ciudadanía española «preparada» para saber encajar esta nueva etapa de Gobierno que se abre? ¿Vamos un poco a tientas?
El Gobierno ha logrado insensibilizar a la gente ante ciertos temas. Por otra parte, ha sido hábil en su versión maniquea de lo que está ocurriendo, en demonizar a la derecha. ¿Se encaja por los españoles? Claro, es un Gobierno totalmente legítimo, sin duda. Otra cosa es cómo ha llegado, apoyándose en actores no santos como los independentistas y los hijos de los etarras… Por ejemplo, el Gobierno ha sido muy hábil junto a Podemos en demonizar a VOX y en blanquear a Podemos. Y yo no acabo de ver, por mucho que me empeñe, por mucho que le dé vueltas, no acabo de ver por qué VOX es un partido fascista y que huele mal y Podemos es un partido democrático y que huele bien, es que no lo logro ver. Y sin embargo, una parte muy importante de la sociedad española ha entrado en esa convicción, en esa dinámica. Uno puede tener remilgos y desconfianza hacia VOX, por supuesto, pero no tenerla hacia Podemos, desde un prisma totalmente democrático, no se acaba de entender.
Así lo leemos en otro fragmento de Con pajarita y sin tapujos: «Hay un jeroglífico que también tiene miga, y no poseo las luces para desentrañarlo: ¿por qué Vox es un partido fascista y Podemos es plenamente democrático? No logro verlo. El grupo de Abascal quiere meterle mano a las autonomías, localizar miles de emigrantes ilegales y, eventualmente, enviarlos a su país. No he leído, sin embargo, que quiera recurrir a las armas para limar las autonomías ni castrar a los emigrantes varones y levantar la toca de las emigrantes islámicas para pelarlas al cero. El grupo de Podemos llama a la gente a las barricadas al ver que VOX saca pacíficamente 400.000 votos en Andalucía, no acaba de ver clara la separación de poderes y, entre otras cosas, estaba encantado al nacer cuando en la Puerta del Sol se exhibía aquella frase inmortal de que «la soberanía no está en las Cortes sino en esta plaza»
¿Qué motivos ve usted para la esperanza? ¿Qué le resulta esperanzador?
En estos momentos no soy muy optimista porque veo que los problemas de la unidad de España se acrecientan. El independentismo está envalentonado y el Gobierno, aún sin quererlo, es una quinta columna de ese independentismo. No se acaba de entender cómo se nombra ministro de Universidades a una persona que dice que el Estado oprime a Cataluña. ¡Eso lo dice Castells, un ministro del Gobierno de España! Y no se acaba de entender tampoco que lo primero que hace el Gobierno, al empezar a operar, es aceptar la apertura de representaciones de Cataluña en el extranjero, que el propio Borrell había parado. Cuando todos sabemos, el que quiera saberlo y el que quiera abrir los ojos, que las representaciones del Gobierno catalán en el extranjero no están dedicadas totalmente a promover la ‘exportación de’ y difundir la imagen de Cataluña, ese sería su objetivo teórico… El principal objetivo, como sabemos todos los diplomáticos, es tratar de vender la idea de que Cataluña no es España y que Cataluña tiene que ver poco o muy poco con España; que España la oprime; que están asfixiados culturalmente etcétera, etcétera. Esto es lo que hacen las representaciones catalanas en el exterior. Y el Gobierno de Pedro Sánchez no sólo no quiere verlo, sino que permite que se abran otras embajadas catalanas más -primera medida tomada por la nueva ministra de exteriores, González Laya-. Bueno, esto para mí es totalmente descorazonador.
¿Y la idea de Europa? ¿No ha terminado quedándose devaluada? Europa ha «educado» a los ciudadanos respecto al etiquetado de productos alimenticios o el control de medicamentos, pero ahora parece que va con retraso en según qué cuestiones… Europa está muy dividida sobre el quehacer político por ejemplo sobre inmigración…
Efectivamente, Europa vive en la división más profunda que ha experimentado en los últimos cincuenta años. Si uno examina de cerca cualquier tema, están claramente divididos. No hay un tema importante en que no estén en plena discusión: sobre inmigración están divididos; cómo enfrentar el problema Libio que nos afecta mucho; cómo abordar el tema de Putin, que ha cometido varias tropelías internacionales… Europa está en un cúmulo de divisiones y ha pasado a ser un actor secundario internacionalmente. Así como China, sin embargo, ha subido espectacularmente en los últimos años en la escena internacional. China es una potencia tal que, probablemente, si hiciéramos una encuesta entre analistas internacionales y entre diplomáticos algunos la considerarían segunda potencia del mundo por delante de Rusia. Desde el punto de vista de un analista canadiense, de Singapur, de Marruecos o de Argentina, por ejemplo, la opinión sería que la Unión Europea se ha desdibujado muy considerablemente… no sólo por la salida de Gran Bretaña, sino sobre todo lo que conlleva el tema de las divisiones.
Y esto casi nos lleva a pensar que nos traslade a más desconcierto, más división…
No, no, Europa no va a desintegrarse. El ejemplo de Gran Bretaña no va a ser seguido por otros. Me refiero únicamente a que el peso de Europa en las decisiones internacionales ha caído claramente.
Suele contar que ha trabajado bien con todos los ministros de todos los partidos. De Zapatero explica, además, que no estaba especialmente cómodo con los contactos en el extranjero, no se le daba bien la política exterior…
He trabajado con muchos bien y con algún otro normal. ¿Zapatero? ¡el que no estaba cómodo a la hora de salir al exterior era él! No sólo por no hablar el idioma sino porque no le gustaba, no se sentía seguro. Mira, hay alguna foto patética de Zapatero en alguna reunión internacional en la que están todos charlando en grupitos, algunos están bromeando mientras Zapatero permanece absorto, sentado en una mesa solo, haciendo como que estudia algo cuando en realidad es que no está cómodo… es curioso porque no era una persona antipática, según muchos que se han relacionado con él, pero en las salidas al extranjero… si por él hubiera sido jamás habría viajado al exterior.
En efecto, el epílogo dedicado a Zapatero en Me acosté con Suárez y me levanté con Zapatero, recoge descripciones que son perlas: «Era como un novillero siempre a punto de torear, cuando lo que realmente había en la plaza no eran novillos, sino toros».
La mayoría de los entrevistados suelen destacarme la importancia del trayecto que nos hace comprender la diversidad, en el que aprendemos a conocer a los demás. ¿Qué es lo más importante que ha aprendido usted y qué certezas le han quedado después de toda una vida viajando y trabajando en tantos países y culturas diferentes?
Me han quedado tantas cosas en la memoria… La satisfacción de haber conocido culturas distintas, vivir experiencias interesantes, por supuesto haber defendido una empresa importante como es España. Pero yo, que soy una persona que le concede mucha importancia a la integridad, que le concede mucha importancia al mantenimiento de la palabra, sin embargo la vida me ha enseñado que, a menudo, la integridad o el mantenimiento de la palabra o ir con la verdad por delante no ha sido rentable. He contemplado a gente que ha salido adelante mintiendo, siendo deshonesto… La vida te enseña que las convicciones que tú mantienes, con frecuencia, no siempre son las que triunfan. Suele prevalecer la educación, pero te das cuenta cuando eres mayor que no siempre. Es chocante y doloroso pero, desgraciadamente, te das cuenta que así es la vida…