Creo que hacía mucho tiempo que un entrevistado no me sorprendía tanto. Cometí el error de pensar que me encontraría, simplemente, a un magnífico profesional de radio con muchos años de experiencia, pero que cuidaría muy mucho sus palabras ante temas tan delicados como la situación de la radio pública catalana (él trabajó allí 23 años), la crisis del sistema o la excesiva cercanía del periodismo con el poder político. ¡Qué prejuiciosa fui! Lo que me encontré fue a un hombre que sigue amando su oficio, que no tiene reparos en decir lo que piensa y que tuvo la amabilidad de regalarme muchos titulares, todos buenos y muy poco complacientes.
A día de hoy, dirige y presenta El Món a RAC 1 (Grupo Godó), un programa matinal de análisis de la actualidad y líder de audiencia en Catalunya. Y, aunque las cifras están de su lado, es muy consciente de que un día todo podría acabarse. Y el motivo serán esas mismas cifras, no la manera en cómo ha ejercido su profesión. Tiene la conciencia muy tranquila y tiene muy claro que las nuevas generaciones de periodistas deben perseverar y tener paciencia. Vendrán tiempos mejores. Eso dice. Yo tomo nota.
Jordi, ¿ha estado en el paro alguna vez?
No, nunca.
¿Y qué le dice la frase soy periodista y estoy en el paro?
Pfff… ¡El pan nuestro de cada día! Aquello que, aunque por suerte nunca he padecido, creo que no nos vendría mal a unos cuantos vivirlo una temporada.
¿…? ¿Por qué dice eso?
Bueno, porque notaríamos más la realidad que nos rodea. Muchas veces digo que lo que más le falta a nuestra sociedad es la empatía y, en nuestro caso, quedarnos en el paro durante un mes, por ejemplo, nos enseñaría cómo se vive con la angustia de no encontrar trabajo.
Dice que es el pan nuestro de cada día. ¿Ya no hay espacio para la indignación?
A ver, indignación no sería la palabra porque ya hace muchos años que convivimos con periodistas en el paro. En todo caso, un deseo de rebelión entorno a una situación que debería mejorar por parte de los medios de comunicación. Lo que sucede es que, a veces, ellos mismos se sienten agobiados por su cuenta de resultados… Vivimos en una sociedad que está viviendo muchos desequilibrios y hasta que no desaparezcan tendremos problemas.
(silencio)
Me molesta mucho que haya gente el paro, y entiendo que en nuestra profesión siempre haya un cierto porcentaje de desempleo. Pero que eso vaya cada vez a más… ¡me subleva!
De hecho, ¿qué me diría si creo que la crisis lo que ha puesto de manifiesto es la pérdida de credibilidad de nuestro gremio frente a la sociedad?
¡Pero eso siempre ha sido así! Históricamente, los periodistas y los abogados hemos sido los más castigados por la opinión pública. Vayan bien las cosas o no.
Bueno, por algo será…
Sí, no lo niego. Aunque creo que muchas veces hemos sido extraordinariamente estereotipados… Se dice de nosotros que si somos de una determinada manera, que si mentimos… Y no creo que sea así. De todas formas, es normal que tiendan a colocarnos a todos en un mismo saco.
Jordi, tampoco deberíamos caer en el victimismo… ¡Algo habremos hecho mal!
Seguramente, y (…)
(lo interrumpo)
Perdone, pero me acaba de venir a la mente la frase que dijo Jordi Évole el día que le entregaron el Premio Internacional de Periodismo Manuel Vázquez Montalbán: «Nuestro gremio no ha estado muy fino. Yo el primero. Y posiblemente porque hemos estado demasiado cerca del poder«.
Muchas veces he hablado de eso con Jordi. ¿Qué es estar cerca del poder? ¿Entrevistarlos? En mi caso, nunca he trabajado en una Conselleria, ni nada parecido. ¿Comer con ellos es estar cerca del poder? Yo intento no hacerlo nunca.
¿Dejar que revisen las preguntas de la entrevista antes de realizarla?
En mi caso nunca ha pasado. Pero también te digo que ningún político me la ha pedido. Y si lo hiciese, tengo muy clara mi respuesta: NO.
Entonces… ¿Usted tiene la conciencia tranquila?
Sí, claro. Yo duermo poco, pero muy bien. Seguramente me habré equivocado cientos de veces con el tipo de preguntas, con traer a un personaje que no tocaba… Pero, ¿mi conciencia? Está muy tranquila. Otra cosa es si soy esclavo –o no- de mis pensamientos. Es decir, ¿cómo tenemos que ser los periodistas? ¡Esa es la pregunta! ¿Tenemos que ser más objetivos? ¿Más subjetivos? ¿La sociedad pide nuestra opinión? ¿No la pide? Ese es el gran debate. Pero yo soy como soy, y opino como opino. Y eso no significa que me hayan lavado el cerebro. De hecho, creo que ir cambiando de opinión con el paso del tiempo es necesario. Por ejemplo, Ciutadans (C’s) –un partido político que está en las antípodas de mi pensamiento de lo que tiene que ser este país, y con cuyo líder tengo una relación digna- ha tirado adelante una propuesta de ley en contra del burka. ¡Y yo apoyo esa iniciativa! Así como muchas cosas que hace el PSC desde el punto de vista social…
¿Y con el PP?
Hay cosas que no ha hecho mal, pero seguramente los catalanes lo vemos como un partido de estado y no de país. Yo, por ejemplo, estuve muy en contra de las críticas salvajes que recibió Alicia Sánchez Camacho con el tema de la Camarga. Yo creo que se le discutió más como mujer que como política…. ¡Ahora! ¿Eso me hace ser el mejor periodista? ¿El número 1? ¡Para nada! Lo que ocurre también es que, a veces, somos esclavos del grupo en el que trabajamos. Si tal medio de comunicación es de una determinada manera, ¡TODOS! los periodistas también lo somos. Y no estoy de acuerdo.
¡Las etiquetas! Tiene toda la razón en cuanto a que las generalizaciones no nos llevan a nada bueno. Pero es como la mala fama de nuestro gremio: algo de verdad tendrán, ¿no?
De acuerdo. Pero en mi caso ¿qué quieren decir?
No sé… Más de 20 años trabajando en la radio pública y decide irse al Grupo Godó…
Pero yo venía para presentar un programa de deportes, no de política. ¡Poca etiqueta me podían poner!
Pocos años después acabaría presentando y dirigiendo un programa de política…
Sí. En ese momento el director le propuso a otras cuatro personas el puesto y dijeron que no. Entonces me lo pidió a mí: hazlo durante un año. Ahora ya llevo 6, pero creo que por un tema de audiencias. El día que esto no vaya bien, me echarán. O yo me iré. Pero no es porque este va en la línea que nosotros queremos. Más te diré: mi pensamiento disiente bastante de la idea del Grupo.
¿Y eso le ha pasado factura?
No. Cero. Habrá muchas cosas en las que no coincidiré con el Grupo Godó, pero siempre podré sentirme agradecido porque, aunque pueda parecerles un marciano, en el tema político nunca me han marcado ninguna pauta.
¿Y en su época en Catalunya Ràdio?
Tampoco. ¡Estaba haciendo deportes! Si hubiese sido política, a lo mejor, te contestaría algo diferente.
Siempre ha declarado que se fue por desacuerdos con la dirección de Catalunya Ràdio sobre cómo iba a ser la continuación de su programa: reducción de una hora de emisión y cambio de horario. ¿De verdad sólo fue por eso?
Sí. ¡Sólo fue por eso!
(silencio)
Seguramente, mi posición frente a las elecciones catalanas de aquel año no gustaba, pero jamás nadie me lo verbalizó.
Bueno, pero lo intuía…
De intuiciones no hacemos una noticia. Sería muy mal periodista y muy mala persona si lo hiciese.
¿Qué es ser un buen periodista?
Contestarte a eso en un minuto es demasiado difícil.
Vale. Más fácil: tres adjetivos que definan a un buen periodista.
Honesto, talentoso y sincero. Y a partir de aquí, más cosas. Por ejemplo, un periodista no debe llevar nunca reloj –metafóricamente hablando-.
El periodismo no como trabajo, sino como una filosofía de vida…
Yo diría más bien que es un oficio. Una palabra ya en desuso, pero que antiguamente definía a aquel que trataba con cariño aquello en lo que trabajaba. Un trabajo es otra cosa… Hemos de mimar nuestro oficio. Cada mesa un Vietnam… (Alusión al libro Memorias líquidas, de Enric González). Incluso, el periodista, en algunos casos, tiene que tener un punto de canalla. De cabrón.
Y desde el otro punto de vista: ¿hemos luchado suficientemente por nuestros derechos laborales? ¿Qué hacemos para erradicar la precariedad de nuestro oficio? ¿Qué explica que sigamos padeciéndola?
¡Y espera! Ahora con las nuevas tecnologías se necesitan menos personas. Es terrible. ¿Y la desaparición progresiva del papel?…
Bueno, pero yo creo que nos podemos remontar a un tiempo en el que la crisis aún no la conocíamos, y nuestro gremio ya sabía lo que significaba el concepto de precariedad…
¡Pero había mucha gente trabajando, ¿eh?!
Pero, ¿bajo qué condiciones?…
Pero eso ha existido siempre…
¿Por qué? ¿Lo hemos permitido nosotros?
Pero es que yo no lo he permitido… Hablas con la persona inadecuada. Yo me levanto a las 4 de la mañana para hacer periodismo y acabo a las 2 del mediodía. Luego vuelvo a las 6 de la tarde pendiente del móvil porque me dedico a hacer un programa de radio. El día que tenga una empresa me lo podrás preguntar. Por ahora, puedo ponerme en la piel de los que estáis sin trabajo –tengo muchos colegas cercanos que lo están pasando mal- y sublevarme… Pero no tengo respuesta a tu pregunta.
¿De verdad no tiene ninguna hipótesis de por qué hemos llegado a esto?
No. ¿Tú?
Tampoco.
¿Entonces…?
Bueno, sí. Que me he preocupado por ello cuando he empezado a pasarlo mal.
¡Claro! Pero es que en esta vida sólo nos preocupamos de las cosas que nos afectan a nosotros. Ya te lo decía al principio: la empatía.
Posiblemente, la crisis consiga que los niveles de empatía crezcan…
¡Seguro! Mira, recuerdo que un día –antes de la llegada de la crisis- un tertuliano fuera de antena me dijo: veremos a muchos colegas sufrir. En aquel momento no lo entendí, pero ahora pienso que ¡qué razón tenía! ¿Y ahora que hacemos? Pues ponernos en la piel de nuestros compañeros, hablar de ello, reflexionar sobre la funcionalidad de los currículums vitae –¡que no sirven para nada!… Preguntarnos para qué sirven las universidades de periodismo si salen de allí magníiiiiiiiificos empollones y péeeeeesimos periodistas… Pero el que yo haga un programa de radio con muy buena audiencia no significa que pueda tener la solución.
De hecho, desde su programa han tirado adelante la iniciativa de una bolsa de trabajo (la Borsa de Treball d’El món a RAC1). El éxito es rotundo.
Sí, porque pone en contacto directo al que ofrece el puesto de trabajo con el que lo busca. Punto. Si se ponen de acuerdo o no, ya no es asunto nuestro.
En su última edición consiguieron ofrecer ¡500 ofertas de trabajo!
Y el 95% de ellas no eran los típicos puestos de comercial. Eran trabajos para entrar en plantilla –recepcionistas de hotel, por ejemplo-, para trabajar en el extranjero… ¡Vamos! Que hay poco trabajo, pero hay. Lo difícil es encontrarlo porque hay sistemas como el público que se tienen que renovar. ¡Es evidente! Yo no digo que se tiene que recortar -que también, porque lo hemos inflado todo lo que hemos querido-, pero hay que convertirlo en un cómplice de la sociedad. ¡Y un sector como el de la ocupación no puede ser lento! Por eso, nuestro programa lo que ha hecho es recortar burocracia.
Medios públicos catalanes y la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals (CCMA). ¿Qué opina?
Conozco la casa y tengo una opinión muy formada, y siempre digo que llevo la camiseta de Catalunya Ràdio bajo la camisa de Rac1. De hecho, no descarto que algún día pueda volver y no oculto que me gustaría…
¿Por qué?
¡Porque me gusta mucho aquella casa, y tengo grandes amigos –como aquí-! Pero ¿por qué no? Además, los que estamos tan etiquetados es muy difícil que nos podamos mover fuera del ámbito catalán y trabajar en otras radios como la SER. Pero, ¿qué pasa en Catalunya Ràdio? Primero, creo que hay un problema grave típico de las empresas públicas: cambian al director con cada cambio político. ¿Y qué sucede? Pues que los que dirigen pueden ser magníficos gestores pero que, a la hora de la verdad, cuando tienen que gestionar un colectivo lo hacen desde un punto político, y no social o de conocimiento de la propia casa. ¡Un director tiene que conocer la casa! Tiene que saber qué ramas se pueden podar, ¡cuáles son las que obligatoriamente se tienen que podar!…
Algunos dicen: ¡no pueden echar a la gente fuera!… ¡Claro que se puede hacer! Si no, ¿cuándo entraría gente joven? La clave es regenerar, pero también te digo que hay profesionales veinteañeros que son unos inútiles. Lo que intento decir es que tendría que haber un diálogo con el comité de empresa e identificar a aquellos empleados que saben que no trabajan como debieran, y que impiden que otros en el paro puedan entrar. Empleados que tienen que salir fuera porque están pudriendo la empresa –y todos sus compañeros saben quiénes son-. ¡Pero claro! ¡Cambia la legislatura, cambia el director…!
Bueno, el actual director reconoció públicamente ser el menos preparado de la historia de Catalunya Ràdio…
Eso lo dignifica. Pero lo que digo va por Félix Riera y por todos los directores que han pasado por Catalunya Ràdio. Como defensor que soy de la empresa pública, tengo muy claro que estamos en un momento en el que o esto cambia, o se hunde. Por eso, considero que los que estamos fuera nos lo tenemos que mirar de una manera mucho más amplia, y que los están dentro tienen que parar los pies.
Me habla de sentido común. ¿Dónde ha ido parar?
No lo sé, pero los altos cargos dentro de los medios de comunicación públicos tienen que ser personas del gremio.
Y en la radio privada también hay crisis. ¿Siente que alguien como usted se ha tenido que poner las pilas por lo que pudiese pasar?
¡Y tanto! Yo no he ganado tanto dinero como para estarme cinco años sin trabajar. ¡Ni tres! Además, ya empiezo a tener una edad y te planteas muchas cosas.
En una de tus últimas entrevistas decía que los jóvenes que se quieran dedicar al periodismo tienen que ser pacientes. ¿A mí me diría lo mismo? Tengo casi 30 años, 9 años de experiencia, en paro y con un horizonte bastante negro…
¡Sí, claro!
¿Qué es para usted la paciencia? ¿Esperar?
¡No! ¡Muévete! El talento siempre acaba triunfando por encima de la mediocridad.
¿Confianza en mí misma?
¡Y tanto! ¡Eso no lo pierdas nunca! Esta situación de crisis tarde o temprano se acabará, y si eres consciente de tus posibilidades, ¡adelante! Nunca pierdas la paciencia. Nunca.
@DimpelSoto