
Hoy celebramos familiarmente en la Huerta, el 2º aniversario de la publicación de la primera entrada de este blog. La revista digital Fronterad envió unos meses antes a su Armada, para invitar a Faba a formar parte de sus blogueros; y, claro, no pudo oponer resistencia ante un cañonero con tanta fuerza de convicción y entusiasmo.
Gustábale más a Faba -en principio- el término globero, que el de bloguero; se sentía más identificado. Al fin y al cabo, un periodista que cuelga semanalmente su texto en el ciberespacio, es como si elevara globos sondas, para transmitir a sus lectores, lo que sucede en otros mundos inscritos en el nuestro, por muy desconocidos que éstos resulten.
La de bloguero es una profesión poco rentable, la libertad tiene su precio. Hay blogueros francotiradores y blogueros hedonistas; la conciencia social y la conciencia sexual no suelen hacer buenas migas. Y luego están los blogs más tranquilos. Por sus bosquecillos de bambúes puede verse pasar a un cortejo de viejos poetas chinos borrachos, elevando a la luna una estremecedora poesía.
Ser bloguero de Fronterad entretiene y disciplina, a quien adquiere el compromiso de la periodicidad pública en la comparecencia. Pero, a la par, implica echarse encima una pesada cadena: ¿Sobre qué se escribe en un blog, cada semana? Finalmente, cada elección va dibujando un retrato involuntario del autor, que -sin hablar de sí mismo- termina contando quién es, a pesar de que se esconda tras las preposiciones y entre los adverbios.
Uno de los grandes Maestros de Faba, (Pepe Estruch, profesor y hombre de teatro, cojo, sabio, y exiliado), decía con respecto a su tarea pedagógica:
– «Uno no enseña lo que sabe; uno enseña lo que es».
Quizás en todas las actividades realizadas con tanta pasión y entusiasmo, (como lo hacía Pepe Estruch con sus alumnos), termine sucediendo lo mismo. En estos territorios mestizos y vírgenes de la blogosfera, se está inventando otra forma de transmitir ideas o tesis, y no sólo a través de la palabra escrita.
En los blogs, (de los que dicen los expertos, que cuanto más especializados están, mejores son), no sólo se escribe sobre lo que se piensa, ni si quiera sobre lo que se siente; escribimos lo que somos, y ésta parece ser la única vía posible para poder interesar a otros: a través de nuestra propia diferencia.