Diario de una guerra en Europa. Ucrania 2022-2025, 2
(7 de marzo, lunes, 12º día de guerra)
En el frente norte no hay avances en dirección a Kiev, que, como todas las ciudades en disputa, sigue siendo bombardeada, no se especifica si por drones, aviación, misiles o, cosa menos probable por estar muy alejada, por artillería autopropulsada. Creo que el arma empleada de manera generalizada para atacar a la capital son los misiles. Según las informaciones, parece que las fuerzas rusas se están agrupando para preparar el ataque a Kiev, el objetivo esencial de la guerra, cuyo destino, resista o caiga, creo que determinará la situación. Los próximos días serán vitales para los dos bandos. El presidente Zelenski permanece en Kiev e informa de ello con los videos que se filma y divulga con su teléfono móvil, Es un método moderno y efectivo para elevar la moral de los ucranianos, que se adivina alta.
En el Este parece que Járkov, ya con ruinas crecientes, sigue resistiendo, al igual que la sitiada Mariúpol en el sur. Las fuerzas rusas se encaminan ahora hacia Zaporiyia. A pesar de la resistencia de las tropas ucranianas, no creo que tarden en caer tanto Kiev como Járkov y Mariúpol. Putin se juega en ello la guerra y yo diría que su liderazgo. Lo contrario sería una sorpresa más que añadir a la idea que teníamos acerca del desarrollo de esta guerra en sus inicios.
No hay novedades destacables respecto de los días anteriores: siguen sorprendiendo la resistencia y la moral ucraniana y la lentitud del avance ruso, si es que se produce. Ya nadie habla del famoso convoy de sesenta kilómetros que se dirigía a tomar Kiev. La resistencia de los ucranianos en campo abierto, donde son más efectivos los carros de combate, la artillería y la aviación con que cuentan los rusos, no deja de sorprender. La guerra se alarga al alejarse la posibilidad de una rápida derrota ucraniana. No sería raro que poco a poco la intensidad de los combates fuera reduciéndose y se estabilizara el frente, creando una frontera de hecho.
Ya hay casi dos millones de refugiados ucranianos en Polonia, pero también en Eslovaquia, Hungría, Rumania y Moldavia. Es el mayor movimiento de población en Europa desde los que tuvieron lugar entre 1944 y 1950, que acabaron con lo que quedaba de la Europa anterior al tratado de Versalles.
Salen de Rusia los corresponsales extranjeros a causa de las medidas adoptadas que prevén años de cárcel para quienes informen de la guerra. Rusia, al blindarse informativamente, decididamente ha perdido la batalla de la información y de la propaganda. Por el contrario, Ucrania, de la mano de Zelenski, está ganando eso que ahora se llama “el relato”.
Podría ser, aunque no lo creo, que en las nuevas rondas de conversaciones reanudadas en Bielorrusia se llegase a un acuerdo. Rusia ofrece un alto y el fuego si Ucrania reconoce que el Donbás y Crimea son rusas. Esto, en lo referido al último caso, es un hecho consumado. Creo que se puede asegurar que Ucrania no volverá a las fronteras anteriores a 2014.
Para aproximar más el panorama actual al pasado de la Guerra Mundial ahora nieva en Ucrania con intensidad.
Se han abierto corredores humanitarios, pero solo conducen a Rusia y Bielorrusia, y además dicen que están minados. El resto de los caminos son inseguros. No es de extrañar este panorama si recordamos que en Siria las coordenadas de los hospitales y campos de refugiados facilitadas por Naciones Unidas fueron aprovechadas por la aviación rusa precisamente para bombardearlos.
La eficacia de las fuerzas ucranianas se está mostrando superior a lo previsto. La DCA parece que es particularmente efectiva al igual que la organización de dispositivo. Las milicias territoriales también están mostrando decisión. No sé si su eficacia, armados con cocteles Molotov, será comparable a los ineficaces contingentes del Volkstrum creados en 1945 por la agonizante y desesperada Alemania nazi. Parece que, dado que son más jóvenes, su capacidad de combate está siendo alta en Mariúpol, Járkov y Kiev.
En Madrid amanece un día lluvioso y frio que recuerda que el invierno sigue. En Ucrania nieva con intensidad.
(8 de marzo, martes, 13º día de guerra)
En Ucrania la lucha se recrudece, pero al día de hoy las fuerzas rusas solo han conseguido tomar una ciudad de importancia, Jersón, en el sur. Tampoco han logrado unir los frentes de ataque, el Norte con Kiev como objetivo, el Este que desde el Donbás tiene como primera meta controlar la región y luego tomar Járkov, y el Sur, que desde Crimea tiene como fin enlazar con las fuerzas del Donbás y tomar el litoral del Mar Negro, con Odesa como objetivo.
A medida que llegan las noticias de Ucrania, todo indica que las operaciones de cerco de Kiev se están intensificando. Las fuerzas rusas parece que van a intentar atacar la capital desde varios sectores que se corresponden con los cuatro puntos cardinales: Irpín, Bila Tserkva, Brovary y Bucha. Como es de esperar, Kiev es el objetivo principal de las fuerzas rusas. Járkov queda en segundo plano. Mientras, en Mikolayiv, en el frente Sur, hay intensos combates. Los rusos intentan tomar la ciudad para atacar Odesa y cerrar el Mar Negro a Ucrania. Hoy más que nunca se tiene la sensación de que los próximos días serán importantes.
Todo muestra que el conflicto dista de disminuir su intensidad, pues las fuerzas rusas se aproximan a las fronteras de la OTAN, con lo que esto supone. Hay que ver qué sucede en Polonia y en los países bálticos. Si se moviliza al ejército en alguno de estos países será un paso en la escalada. La OTAN y Europa debe que tener tanta mano izquierda como decisión, pues cualquier error y precipitación tendría consecuencias, como también las muestras de debilidad. Pero ¿cómo ayudar a Ucrania sin correr el riesgo de extender la guerra?
La población ucraniana sigue con una moral alta, teniendo en cuenta el sufrimiento al que están sometidos con el bombardeo de las ciudades. Esta actitud es uno de los factores del éxito de la resistencia ucraniana.
En Rusia se ha puesto de moda la Z, la letra que llevan pintados los vehículos y blindados rusos para evitar el fuego amigo. Los partidarios de Putin y de la intervención lo han pintado en sus coches y la llevan en la ropa o en carteras para mostrar su apoyo al gobierno. Es también una muestra de cómo una parte de la población, que sospecho grande, está detrás de Putin. La paranoia desatada por el estalinismo no es ajena a esta actitud, a esta inercia que jalea la autocracia.
El presidente Sánchez viaja a Riga para mostrar el alineamiento de España con la OTAN.
La situación económica se complica tanto como el conflicto. La presión de los exiliados en la frontera polaca llega a un millón solo en este país. Otro millón más se reparte por los países fronterizos.
Es excesiva la personalización que se hace de los acontecimientos. Putin hace lo que hace debido al apoyo del que dispone en Rusia. No es una voluntad aislada, sino que responde a los intereses de quienes controlan el poder: el ejército y los servicios de seguridad.
Persisten el frío y las nubes. El ambiente es casi invernal, aunque el sol, cuando sale, advierte de la primavera. Sigo con la desorientación característica de los últimos tiempos.
(9 de marzo, miércoles, 14º día de guerra)
Putin declara que no enviará reclutas a la guerra de Ucrania, únicamente irán voluntarios y profesionales, es decir, mercenarios, parece que de origen sirio. Una medida que da idea de la marcha del conflicto y de las bajas sufridas por Rusia.
Día de espera. Todo indica que Rusia está preparando el asalto de Kiev, que está prácticamente rodeado. También es posible, en una ofensiva en los tres frentes, que los rusos intenten tomar al mismo tiempo las sitiadas Mariúpol y Járkov, que llevan dos semanas resistiendo. El aspecto de las dos ciudades ya es el de Grozny. Es el sello made in Rusia. Hay ciudades desdichadas, pero pocas como la desafortunada Járkov. Fue un centro de modernidad, de vanguardia arquitectónica, artística y cultural, que se beneficiaba de concentrar la influencia rusa, ucraniana y del sur. Fue una ciudad soviética, convertida durante unos años en capital de Ucrania, en la que se concentró la industria pesada y la universidad, que dio lugar a una urbe moderna y activa. Luego, fue escenario del horror de las purgas, del Holomodor, de las diferentes ocupaciones alemanas y de su variada conversión en escenario de la guerra. Una ciudad que está muy lejos de Occidente y más cerca de Rusia que Kiev, Odesa o Lvov, pero que reúne como ninguna esa doble cualidad de rusa y ucraniana que la enriquece y la convierte en una suerte de crisol.
Ya parece olvidado el famoso convoy ruso que intenta desde hace una semana para alcanzar Kiev. ¿Han sido las fuerzas ucranianas o la mala planificación rusa las responsables de esa detención?
La aviación rusa sigue sin apenas aparecer ni dominar el aire a pesar de su enorme superioridad numérica. Dicen los expertos que la mala coordinación entre fuerzas aéreas y de tierra junto a la eficacia de la defensa antiaérea ucraniana, son los responsables de que apenas se empleen aparatos en las operaciones, especialmente en las tácticas. Parece que solo se utilizan en los bombardeos sobre los núcleos urbanos, y tampoco de manera dominante. Se diría que se reservan porque tienen miedo a sufrir bajas que no pueden reponer.
Se han establecido corredores humanos para la evacuación de civiles en varias ciudades de los tres frentes. La central de Chernóbil se ha quedado sin electricidad, lo que no deja de ser una ironía.
El número de refugiados ucranianos supera los dos millones, unas cifras propias de los días de la guerra mundial, que se creía no volverían. El dramatismo como siempre lo pone la población civil, los niños, ancianos y mujeres huyendo. Lo de siempre en todas las guerras, sobre todo del siglo XX, en el que las columnas de refugiados cruzando Europa en la larga y tremenda década que va de 1936 a 1950, huyendo de los combates, dio lugar a un enorme un movimiento de población que cambió el continente,
Pienso en cómo será el día siguiente al final de la guerra. El primer día de la paz. Dada la agresión rusa, los motivos aducidos por Putin, el comportamiento de las fuerzas de Moscú con la población, el bombardeo de las ciudades ucranianas y la resistencia mostrada, no hay muchos motivos para el optimismo. El intento de ocupación de Ucrania, con su extensión y población, puede dejar pequeño a lo sucedido en Afganistán y Siria. En caso de ocupación, habrá terrorismo y guerrilla tanto urbana como rural, pues entre los ucranianos existe un odio creciente hacia todo lo ruso y una determinación considerable de resistir, fruto del nacionalismo y la agresión.
Los refugiados ucranianos son una realidad cercana. Ya han llegado a España. Una de las hijas de R* ha acogido en Valencia a una mujer, a su madre y a sus dos hijos, procedentes de Kiev. Una muestra de solidaridad que, como la de otros te reconcilian, con el ser humano.
Día desapacible y cubierto, pero sin lluvia. Luz invernal.
(10 de marzo jueves, 15º día de guerra)
Se ha celebrado una reunión en Turquía de los ministros de Asuntos Exteriores de Rusia y Ucrania. Parece que es solo una toma de contacto pues los rusos exigen la rendición de los ucranianos. De todas formas, los contactos existen y pueden permitir una salida a un conflicto que se puede enconar.
Una idea de cómo están las cosas en Rusia y de que la guerra no solo la defiende Vladimir Putin la proporciona el Patriarca ortodoxo de Moscú, quien además de haber bendecido la intervención declara que es una guerra correcta porque se hace contra “el lobby gay”. Toda se mezcla en la Rusia ultranacionalista y postsoviética: religión, nacionalismo, idea de guerra justa y santa, imperialismo, historia, moral…
Parece que el famoso convoy ruso, casi un “convoy fantasma”, que se dirigía a tomar Kiev ha sido destruido por drones ucranianos a unos treinta kilómetros de la capital. Las noticias son confusas. Con seguridad hasta dentro de un tiempo no sabremos exactamente qué ha sucedido, pero todo apunta a un nuevo fracaso ruso.
Hoy siguen sitiadas ciudades como Chernígov, Sumí, Konotop, Járkov y la citada Mariúpol. Otras, como el propio Kiev y quizás Odesa y Zaporiyia, probablemente están a punto de ser asediadas.
Mariúpol resiste y es el único foco bajo control ucraniano que impide el enlace de las fuerzas rusas en el sur. Va a ser el objetivo esencial de los rusos, al igual que Kiev, tanto por razones de prestigio como estratégicas, pues no se puede dejar ese foco de resistencia que separa las dos líneas de ataque de las fuerzas rusas, el que ha partido de Crimea y el que lo ha hecho desde el Donbás, que además impide el control del litoral del Mar de Azov.
Se diría que el avance ruso desde el sur a partir de la conquistada Jersón en dirección a Mikolayiv no va a girar hacia el sur, contra Odesa. Parece que se puede dirigir hacia el norte de manera paralela al Dniéper, teniendo a Kiev como objetivo último. Todo lo que no sea intentar tomar la capital no tiene sentido.
La resistencia ucraniana sigue siendo feroz así que los planes rusos iniciales han debido de abandonarse pues de momento parece que han fracasado. Todo el despliegue de la ofensiva se basaba en la rapidez del avance y en la acogida favorable de las fuerzas de Moscú por la población, que debía recibir con flores y entusiasmo a los libertadores de un gobierno nazi. Parece que el Kremlin se cree su propia propaganda
Probablemente, a partir de este momento la guerra urbana va a ser la tónica del futuro. Es un escenario bélico que favorece a las fuerzas ucranianas, aunque la población civil sufrirá mucho más. En operaciones en campo abierto, propias de la guerra de movimientos, los ucranianos no pueden resistir mucho tiempo, de ahí que las ciudades tengan más protagonismo como núcleos de resistencia. Los enfrentamientos son las propias de la guerra más tradicional.
Ahora, en el lado ruso, las dudas se refieren al empleo de la fuerza y su regulación. Es decir, si la emplea sin limitaciones con lo que esto tendría de escalada y de destrucción del territorio en el que surgió Rusia. Hoy día, las guerras son por naturaleza limitadas así que lo más probable es que se mantenga en un estado propio de una guerra convencional contemporánea, aunque nunca se sabe.
Parece que entre los periodistas españoles Lvov se ha convertido definitivamente en Leópolis. No creo que sea la denominación más reconocible, pero si la más fácil de pronunciar. Allí siguen concentrándose los refugiados que tienen como destino el Oeste, vía Polonia; una corriente que ya supera los dos millones de desplazados.
Hay noticias de la llegada de voluntarios extranjeros, se dice que unos veinte mil, para luchar al lado de los ucranianos. Los medios españoles les llaman brigadas internacionales, un término tan desacertado como erróneo, pues esta denominación se ha quedado históricamente para los voluntarios antifascistas que organizó el Komintern a instancias de la Unión Soviética, para combatir en España, integrados en el Ejército Popular. A estos voluntarios no les ha organizado nadie que se sepa, pero tampoco sabemos cómo han llegado y desde donde, ni si les pagan ni como se han reclutado. Muchas preguntas para no pensar que el número de voluntarios es una exageración.
Los medios de comunicación, especialmente la televisión, se empecinan en llamar a las fuerzas regulares ucranianas “la resistencia ucraniana”, como si fueran insurgentes o hubieran sido conquistados. Revela un intenso desconocimiento de los términos y una voluntad sensacionalista. Hay una vocación por la historia a la que no acompañan los conocimientos. También hay quien ha hablado de un Núremberg de los dirigentes rusos. Siguen las comparaciones disparatadas. Las ocurrencias sin sentido más allá de la verborrea. Como hablar de Kyiv, y no de Kiev, con la familiaridad del que frecuenta el Maidan desde hace tiempo, pero que suena a afectación de falso experto.
Hay cosas de la guerra de Ucrania que cada vez recuerdan más a ciertos aspectos de la Guerra Ruso-Finesa de 1939: la disimetría de los contendientes, las expectativas de rápido triunfo de los soviéticos, luego frustradas; el ataque en tres frentes, la inesperada y firme resistencia finlandesa, las limitaciones insospechadas del ejército soviético… Curiosamente, no se ha abundado en este paralelismo, insistiéndose solo en la Blitzkrieg de Polonia de 1939.
Almuerzo con JMB*. Evidentemente preocupado e indignado con la invasión rusa de Ucrania. Con optimismo racional, confía en que Putin suspenda las operaciones en poco tiempo. Veremos, pero no tengo su confianza.
(11 de marzo viernes, 16º día de guerra)
La guerra se ha extendido a Ucrania occidental: las ciudades de Lutsk e Ivano-Frank –la antigua Stanislav de donde procede la familia de Paul Auster y a la que dedicó un estupendo artículo titulado ‘Los lobos de Stanislav’– han sido bombardeadas. Veremos si es un anticipo del avance ruso o son solo ataques estratégicos. También Dnipró, cerca de Zaporiyia y ya con los rusos a las puertas, ha sido blanco de los misiles, lo que es un aviso de que acaba de convertirse en objetivo, al igual que Zhitomir, otra de las ciudades históricas de Ucrania y un nombre que también remite a la Segunda Guerra Mundial. Esta ciudad se acaba de convertir en la vanguardia del frente ucraniano antes de Kiev.
Las tropas rusas continúan su asedio a las ciudades sitiadas en de los tres frentes –norte, centro y su–, pero sin progreso aparente. De todas formas, la guerra se acerca a Ucrania Occidental, a la Galitzia que fue polaca y antes austriaca, lo cual es lo mismo que decir que se acerca a la Unión Europea y a la OTAN. Habrá tensión, pero en puridad no cabe pensar en nada más. Por el contrario, me parece más preocupante la proximidad rusa a Moldavia. Los rumores de que este país, que no está en la OTAN, puede ser un objetivo ruso en caso de llegar a sus fronteras, se incrementan.
Probablemente, Kiev será atacado por los rusos en los próximos días. Es el objetivo esencial de los planes del Kremlin para esta guerra inesperada. Es el centro neurálgico del mando y la capital y donde se encuentra el gobierno presidido por Volodomir Zelenski: ¿Se marchará como Lon Nol de Nom Pen, o morirá frente a los rusos en la ciudad como hizo Hitler en Berlín? ¿Optará por el exilio o por el martirio? Los próximos días serán importantes. Además, parece que entre las tropas que emplearán los rusos para romper el frente están los diez mil voluntarios chechenos del siniestro Ramzán Kadirov, aliado de Putin y asesino interpuesto de la periodista mártir, Anna Politkóvskaya. Por cierto, diez mil es un numero de cierta tradición militar: los diez mil griegos del Anábasis, entre los que iba Jenofonte, eran otros tantos mercenarios al servicio del pretendiente persa Ciro el Joven.
La capital, aunque no está tan destruida como Járkov, empieza a parecerse a la ciudad que visitó Ernst Jünger en el otoño de 1942, camino del Cáucaso, y que tanto le desagradó a pesar de estar hospedado en un destruido Palace Hotel, considerado el mejor de la Rusia ocupada por los alemanes. Sus impresiones, recogidas en el primer volumen de Radiaciones, muestran el desagrado ante una ciudad que había sufrido los efectos del ataque alemán del año anterior. Una muestra de la cualidad de Kiev de ciudad de guerra, de paisaje bélico del siglo, como otras ciudades de Europa.
Hay rumores de que Bielorrusia va a unirse a Rusia y atacará Ucrania, pero también ha declarado Putin que en las negociaciones en Turquía ve algún indicio para el futuro. Para complicar el panorama, han llegado a Ucrania voluntarios sirios del ejército de Bachar al Asad, para combatir junto a las fuerzas rusas. Putin internacionaliza el conflicto con regímenes poco recomendables. Veremos que es cierto entre tanta noticia contradictoria.
Lluvia y frio. Día desapacible. La primavera está aún lejos, tanto de Madrid como de Ucrania.
(12 de marzo sábado, 17º día de guerra)
Ucrania revive su historia. En un siglo, Járkov y Kiev han sido escenario de batallas durante la Primera Guerra Mundial, la Guerra Civil rusa, la Guerra Ruso-Polaca, y la Segunda Guerra Mundial, cambiando de manos una y otra vez, con los que eso supone para sus habitantes en el siglo del fuego. Y es que Ucrania es uno de los escenarios representativos de la que George Steiner, Ernst Nolte o Enzo Traverso llaman guerra civil europea, abierta en 1914. Se diría que en esta geografía todavía no se ha cerrado esa parte de la historia. Y es que quizás en algunos aspectos aún no se han corregido los efectos del Tratado de Versalles, que es lo mismo que decir de la Gran Guerra.
Hay maniobras de tropas rusas en torno a Kiev, el objetivo esencial de las fuerzas rusas, en lo que parece más un reagrupamiento que un avance. En los próximos días, casi tres semanas después de lo previsto, los rusos por fin han alcanzado la capital. Tomarla, será otra cosa. Las fuerzas ucranianas siguen mostrando determinación, eficacia y capacidad de combate, pues están tan bien entrenadas como armadas. Los servicios de información rusos no han acertado en sus previsiones. La noticia de destituciones entre sus mandos lo confirman.
Los bombardeos sobre Kiev y Zhitomir se han incrementado, pero las ciudades convertidas en frente de guerra resisten, incluida la heroica Mariúpol. Es presagio de la resistencia ucraniana que aparecerá en caso de ocupación rusa.
¿En qué estado se encontrará en Kiev la casa museo de Mijaíl Bulgákov, en la Bajada Alexeievski, calle donde nació y donde sitúa la casa de la familia Turpin, protagonista de La guardia blanca? Sería una ironía que después de sobrevivir a la Segunda Guerra Mundial, ahora los rusos acabaran la tarea de los alemanes. En estos momentos, los bombardeos sobre Kiev son continuos e indiscriminados, como suele ser habitual. Los civiles inocentes y la verdad, son las primeras víctimas de la guerra.
Según la prensa, más de doce mil españoles han pedido información para ir a combatir a Ucrania, donde, según parece hay cerca de veinte mil voluntarios extranjeros luchando contra las tropas rusas.
Las sanciones económicas de Occidente están teniendo efecto y se dice que ahogan a Rusia, sí, pero han disparado los precios en toda Europa debido a la subida del gas y del petróleo. La inflación en España está en cifras de hace tres décadas. A China no le conviene un mundo en crisis, en conflicto, sino relajado y consumista. No tardará en sugerir a Rusia que rebaje el tono.
Las distintas cadenas de televisión están entregadas a informar y analizar la guerra, aunque con fortuna diferente. Hay programas presuntamente de análisis del conflicto en los que se dicen cosas que espantan. Espero que no tarden en llamar a expertos en seguridad que nos cuenten lo que sucede con rigor.
Las cifras de refugiados ucranianos se acercan a los tres millones. Son mujeres, ancianos, pocos, y niños, muchos. La acogida de Europa está siendo ejemplar. ¿Cuánto durará? Este enorme contingente de población que hay que atender e instalar durante un tiempo impredecible, es una de las bazas de Rusia para presionar a la Unión Europea. Un ataque en forma de civiles a los que acoger y que, a pesar del horror de las circunstancias, no dejan de ser una fuente de inestabilidad. Recuérdense los contingentes de sirios y afganos y sus efectos en la opinión europea. Putin sabe que Europa es tierra de acogida y eso juega a su favor.
En Madrid solo el tiempo está agitado: días de nubes y viento.
(13 de marzo, domingo, 18º día de guerra)
La evolución de las operaciones tras dos semanas de guerra, que se aprecia gráficamente en los mapas elaborados por varios periódicos, confirma la detención del avance de las fuerzas rusas después de la primera semana de operaciones. La explicación que se da en diferentes medios a esta progresión rusa tan limitada, y que parece plausible, es la combinación de dificultades logísticas y de la inesperada y firme resistencia ucraniana. Sus fuerzas armadas están mostrando unas capacidades insospechadas y además se ha unido el país tras su presidente.
Yavoriv, una localidad al oeste de Lvov, a solo veinticinco kilómetros de Polonia y en el camino que hice en mi otoño galitziano, ha sido bombardeada por los rusos. Parece que es una base de entrenamiento en la que se encontraban asesores e instructores extranjeros. Ha sido un ataque intenso con decenas de misiles, que ha causado numerosas bajas entre muertos y heridos. Como proclaman todos los titulares, la guerra se acerca a la frontera de la OTAN. En los días pasados hay quien ha planteado la posibilidad de una guerra nuclear, como el presidente Macron. Aunque sin duda sabe de qué habla, me parece una opinión bastante ligera que en estos momentos intranquiliza.
Según las informaciones más fiables, y que seguimos, las del Institute for the Study of War (ISW), las tropas rusas siguen sin avanzar en ningún frente. En torno a Kiev los combates siguen en Irpín. En el Este, Járkov sigue resistiendo al igual que Mariúpol en el sur, donde parece que los rusos avanzan por los suburbios. No obstante, los bombardeos continúan y parece que los rusos se reagrupan en los tres frentes. Como siempre, los medios aluden a los problemas logísticos y a la resistencia ucraniana para explicar la lentitud del avance de las tropas invasoras.
Los combates en el frente Norte desde hace semanas, que tienen como objetivo a Kiev, han dejado una situación parecida a una bolsa. En el momento en el que se cierre el cerco a la capital por el sur, las fuerzas rusas habrán rodeado el espacio que une Chernígov, en el norte, cerca de la frontera, y que sigue resistiendo. Konotop, Irpín, Kiev y Brovarí son los puntos de un círculo dentro del cual pueden quedar rodeados los ucranianos También en el Donbás es posible que el avance ruso, en caso de continuar, deje embolsado a territorio ucraniano sin controlar, lo que supone la existencia de un riesgo en la retaguardia.
Los bombardeos de las ciudades ucranianas se han incrementado en intensidad y en número. Cada vez son más numerosas las ciudades atacadas de manera indiscriminada por medio de misiles, lo que muestra la determinación rusa de seguir con el conflicto.
Ciertamente se puede considerar que los criterios rectores de las relaciones internacionales en el mundo, y especialmente en Europa, han cambiado. La globalización momentáneamente ha perdido intensidad, lo que no beneficia a una China volcada a las exportaciones, y ha aparecido una polarización entre unos nuevos bloques entre los cuales las relaciones no serán tan fluidas como hasta ahora. Esta vuelta a los métodos del pasado traerá también situaciones del pasado, aunque no sé si es acertado aludir a un nuevo Telón de Acero como hace Andrea Rizzi en un, por otra parte, excelente artículo. En U.S.-China Perception Monitor hay un artículo de Hu Wei que analiza la perspectiva de futuro de la guerra a partir de la que llama la fracasada Blitzkrieg de Putin. Comparte la idea de la aparición de un nuevo Telón de Acero y no descarta el estallido de una guerra nuclear si el conflicto se extiende e internacionaliza, descontrolándose. Sigue pareciendo una opción improbable, pero hay que recordar los días que siguieron al atentado de Sarajevo que estudió Bárbara Tuchman en su conocido libro Los cañones de agosto, y que sin quererlo ninguno de los contendientes, desembocó en el horror de la Gran Guerra. Tampoco se descarta un empeoramiento de la situación en Rusia que desembocase en disturbios y en el derrocamiento de Putin. Incluso, hay quien dice que podría darse un colapso y la desaparición de Rusia, dividida en diferentes estados. Un futuro inquietante, dado la cantidad de armas nucleares existentes. De todas formas, todo esto tiene mucho de prospectiva arriesgada, casi de futurología, lo que es una garantía para equivocarse.
Por su parte, Jean-Pierre Filiu en un artículo en Le Monde, establece un paralelismo acertado entre Putin y Bachar al Asad a partir de su vinculación con los servicios de seguridad de la URSS y Siria, y de la actuación de sus tropas en las guerras que han desencadenado.
Hoy el día es transparente. Aire frío y luz que hace que brillen los colores. Todavía el tono recuerda al invierno.
Madrid en estos días de luz y sol que desafían la estación, y cuando ya han florecido los almendros en la Quinta de los Molinos, hace bueno el poema de Agustín de Foxá. ‘Melancolía de desaparecer’, que es lo más parecido a una elegía personal. Y es que eso de la muerte es una lata para todos. Para vivos y muertos.
(14 de marzo, lunes, 19º día de guerra)
El ataque ruso de ayer contra la base de Yavoriv, junto a la frontera polaca, ha sido un éxito militar indudable. Era un centro neurálgico de reunión de material y de armamento y lugar de instrucción en el que había asesores extranjeros, imagino que americanos y británicos en su mayor parte. En esta ocasión han funcionado bien los servicios de información rusos. Escuchar los datos que proporciona cada uno de los bandos al respecto, confirma que las cifras y la realidad son asuntos que deben de dejarse para después de la guerra pues la exactitud es imposible.
Ayer el ejército ruso parece que ha fijado unas posiciones en los frentes del Donbás y ha progresado al norte de Mariúpol, aunque han sido detenidos en Volnovaja. Aun no se ha producido el enlace de los territorios tomados por los rusos en esta zona del Este, en las provincias de Donetsk y Lugansk. Hoy, misiles ucranianos han caído en la ciudad de Donetsk controlada por los rusos desde 2014, causando víctimas civiles. La guerra indiscriminada, por si alguien tenía dudas, se ha generalizado.
En el frente Sur, la flota rusa del mar Negro ha bloqueado las costas ucranianas aislando a Ucrania por el mar. Desde estos navíos se bombardean también objetivos como Yavoriv. El incremento de los bombardeos de las ciudades y los movimientos de tropas rusas apuntan a un incremento de las operaciones y quizás a un intento de tomar Kiev, el objetivo que sigue siendo esencial. Diría que el objetivo de llegar al Dniéper y controlar la costa del Mar Negro, con la duda de Odesa, que aún no ha sido atacada, está tomando fuerza en la estrategia rusa. Un alto mando ruso en Ucrania ha confirmado que el ritmo de las operaciones no es el esperado. O sea, se reconoce que el plan era una operación relámpago que se basaba en el supuesto de una escasa resistencia ucraniana.
Declaración del presidente Joe Biden en la que asegura que la más mínima violación del territorio de la OTAN supondrá la aplicación inmediata del artículo 5º del tratado fundacional y la intervención con toda la fuerza contra Rusia, con lo que esto supondría. Ciertamente, el umbral del conflicto se eleva de manera inquietante, pues no se acaba de descartar que Rusia lleve la guerra, más allá de Ucrania, a Moldavia o a los países bálticos, aunque creo que es una posibilidad bastante remota, De todas formas, se anuncia una postguerra que devolverá a Europa a la Guerra Fría, a los telones de acero, a las divisiones, a la militarización y a la tensión. El futuro se intuye agitado.
Ahora parece que los refugiados que han llegado al Oeste se acercan a los tres millones. Es un verdadero éxodo ucraniano. Conmueven las imágenes del sufrimiento de los que se quedan y de los que se huyen, es decir, la despedida.
Estados Unidos avisa a Pekín de que no intente paliar los efectos de las sanciones sobre Rusia. Todos los ojos miran a China y a su posible mediación en el conflicto.
El historiador británico Richard J. Evans señala que la guerra de Ucrania será el fin de Putin. No sé si hay en esta declaración más cálculo o deseo. Por el contrario, creo que las sanciones contra Rusia pueden crear antes que malestar, un cierre de filas con el gobierno. Lo sucedido con dictaduras como las de Franco, Castro o Maduro, sometidas a sanciones internacionales, desembocaron en una intensificación del nacionalismo y del respaldo al gobierno. Es asunto delicado, pero conviene no olvidar que el pueblo ruso, nacionalista y sufrido, no se ha opuesto a ninguna de las guerras de Putin. Luego, no hay que olvidar los recursos naturales y demográficos de Rusia, que le permiten más que a otros países afrontar un periodo de autarquía de manera airosa.
Creía que el día acabaría sin más novedades. Una ilusión, pues Estados Unidos acaba de comunicar que China está dispuesta a prestar ayuda militar a Rusia. Esto rompería la neutralidad de Pekín en el conflicto, aunque hay que ver qué tipo de ayuda está dispuesta a entregar. Si es un envío de material o de armas. Si se cumple, la posibilidad de China como mediador desaparecerá. Y para acabar el apartado de las noticias, la ONU advierte de que una guerra nuclear es posible. A pesar de las referencias cada vez más explicitas a un conflicto atómico, creo que la disuasión nuclear seguirá funcionando.
Mircea Cartarescu, el escritor rumano más conocido, compara a Ucrania con Esparta y a su lucha con el heroísmo de las Termopilas. Naturalmente, Rusia sería el imperio persa. Es una actualización de la idea de Milan Kundera de que Ucrania, como Hungría en 1956, lucha por Europa, por todos nosotros como dice Cartarescu. La opinión de los europeos el Este hacia Rusia suele ser la misma.
Llueve y hace un frío intenso, propio del invierno en el que aún estamos. Se diría que Madrid quisiera hermanarse con Kiev. Reina una atmosfera gris, oscura, no muy diferente de la que describe Mijaíl Bulgákov en Kiev en 1918, cuando los acontecimientos eran semejantes a los que tienen lugar estos días:
“La Ciudad [Kiev] desprendía humo, zumbaba y vivía como una colmena de varios pisos. Estaba hermosa entre el frío y la niebla de las montañas sobre el Dniéper. El humo de un infinito número de chimeneas subía días enteros hacia el cielo en constantes espirales. Las calles desprendían una ligera neblina y crujía la gigantesca capa de nieve aplastada”.
Un día más continúa en Ucrania el horror de la muerte, de la destrucción, la desesperación y el llanto. Rusia repite los viejos métodos de Chechenia, Georgia y Siria, que vienen de Budapest y Berlín.
(15 de marzo, martes, 20º día de guerra)
Ayer las fuerzas rusas fracasaron en sus intentos de avanzar hacia Kiev desde Irpín y Brovarí, donde han sido rechazadas. Un resultado que muestra la limitación de sus efectivos para envolver a Kiev y, aún más, para tomarlo. Los bombardeos sobre Kiev continúan y también de manera aislada sobre algunas ciudades distantes entre sí, en lo que parece un intento de mantener la tensión en la retaguardia ucraniana.
También en el frente sur un avance de tropas rusas desde Jersón hacia Mikolayiv ha sido detenido por las fuerzas ucranianas. En Odesa, bloqueada por la flota rusa del Mar Negro, se viven horas de tensa espera.
Al día de hoy, las únicas ciudades que han tomado los rusos son Jersón, capital de provincia y la más importante, Melitópol y Berdiansk. Una magra conquista para intenta crear, como recogen hoy los periódicos, un gobierno ucraniano títere y prorruso, tras la celebración de un referéndum. A este respecto, cuesta entender que la estrategia siria que parece seguir Rusia en Ucrania, que supone el bombardeo indiscriminado de las ciudades y su destrucción, sea compatible con una postguerra en la que se pretende incorporar al menos a una parte del país a la Federación Rusa. Hay quien como Joshua Landis, director del Centro de Estudios de Oriente Medio de la Universidad de Oklahoma, que el modelo que aplicará Putin en caso de resistencia de Kiev es el utilizado en Alepo en 2015, en apoyo del presidente Bachar al Asad. Es el empleo masivo de la aviación de manera indiscriminada contra objetivos civiles y militares, que destruye la ciudad y causa sobre todo víctimas civiles. Métodos de la Segunda Guerra Mundial, es decir, estrategia del terror. Veremos que sucede si la guerra se alarga. Es indudable que Rusia dispone de un poderío aéreo indiscutible pero también lo es que, tras casi tres semanas de guerra apenas ha sido empleado, ni siquiera de manera táctica. No hay nada que indique que la aviación rusa vaya a tener el protagonismo que todavía no ha tenido.
La alternativa de entrar en las ciudades para tomarlas en estos momentos estaría casi descartada en el mando ruso. Dadas las características del combate urbano, que limita las capacidades del armamento y su eficacia, especialmente de los vehículos blindados y acorazados, y la resistencia mostrada por los ucranianos, intentar tomar Kiev sería muy costoso, aunque su ocupación daría un giro radical a la guerra. Esta realidad lleva a la posibilidad de su asedio y bombardeo hasta lograr su rendición. ¿Qué será de la gente que vive en la ciudad? Es una ironía y una enseñanza de la historia que una ciudad que ha sobrevivido al apocalipsis del siglo XX, vaya a ser destruida en el XXI. Conviene no olvidar Palmira, Damasco o Alepo, milenarias y ahora arrasadas. Pobre Mijaíl Bulgákov, cuya casa de Kiev, ahora un símbolo de la capital, de nuevo está en peligro.
Con alegría veo que El País se refiere a los combates en Ucrania como “Guerra en Europa”. Una denominación que es la que titula este diario y que, además de la europeidad de Ucrania, refleja la idea expresada por Cartarescu y antes por Milan Kundera, que considera a Rusia una amenaza para la forma de vida y de organización de la sociedad que hoy día representa Europa. Una realidad cultural, política y social en la que se incluye a Ucrania, en lo que es una Drang nach Osten de la Unión Europea, que sin duda acabará con la admisión del gobierno de Kiev, o quizás de Lvov.
Parece que continúan las conversaciones entre Rusia y Ucrania en Turquía, con China como mediador. No debe extrañar porque durante la Segunda Guerra Mundial no cesaron de existir los contactos entre Alemania y Estados Unidos e incluso Rusia, en países como Suiza o Suecia. Se confirma la incomodidad de China en este conflicto que tan poco le conviene. Pekín acaba de negar que Rusia haya pedido ayuda militar, pero tampoco confirma si la prestaría o no en caso de solicitarla. De todas formas, es un distanciamiento expreso de que desmiente las informaciones de ayer de apoyo total a Moscú.
Las últimas noticias bélicas hablan de una intensificación de los bombardeos sobre las ciudades de los frentes de guerra, especialmente sobre Mariúpol, Járkov y sobre todo Kiev. No se descarta sean acciones previas a un asalto, a la capital, una posibilidad que me doy cuenta ya he adelantado varias veces con escaso acierto. Y es que seguramente este diario está condenado a equivocarse en todas las previsiones. Lo curioso es que hoy está previsto que lleguen a Kiev en tren y en visita oficial los mandatarios de Polonia, Chequia y Eslovaquia, en lo que supone un gesto de apoyo a Zelenski en un momento clave. Una iniciativa que tiene un significado especial y de riesgo personal por la situación en la que se encuentra la ciudad.
El presidente Volodomir Zelenski, cuya proyección y prestigio internacional son cada vez mayores, acaba de reconocer que Ucrania no ingresará en la OTAN. Es sin duda antes un guiño para que continúen las negociaciones entre Rusia y Ucrania que la asunción de la finlandización del país con consabida pérdida de soberanía. Si se alcanzase un acuerdo que trajera un alto el fuego, el vencedor sería sin duda el presidente Zelenski. Otro asunto es cuál será el futuro político de Ucrania después de la guerra.
Tras esta guerra de Ucrania –que de momento cada día que se alarga fortalece tanto a una Ucrania que resiste como debilita a una Rusia que no progresa– el futuro de las relaciones internacionales entrará en una nueva fase. Aparecerán bloques y espacios aislados respecto de otros y se contemplará la posibilidad de que cualquier conflicto desemboque en una guerra. También el respeto por la integridad territorial de los países dejará de considerarse como un argumento indiscutible. Es una vuelta a la Europa más triste y más digna de olvido como es la que dio lugar a 1945.
En Rusia ya han detenido a quince mil personas por protestar contra la guerra. Son protestas individuales, aisladas, a modo del martirio del pacifista, y exclusivas de las grandes ciudades. Hay que recordar que la población respalda masivamente al gobierno de Putin y culpa a Estados Unidos y a la OTAN de humillar y provocar Rusia. No parece el clima previo a la aparición de una protesta masiva contra el gobierno de Vladimir Putin.
Día anaranjado, con una luz de tono irreal a la que intensifica la claridad de la mañana. De repente, ha llegado polvo sahariano que ha teñido Madrid con un barniz anaranjado y le ha dado un aire extraño, distópico, de película de ciencia ficción.
A última hora de hoy se ha desatado en Odesa el rumor de una inminente llegada del ejército ruso. No hay datos de ningún avance de tropas hacia la ciudad, salvo que sea por mar y mediante un desembarco, algo improbable.
Las noticias de los últimos días se confirman. En los dos bandos en lucha hay unidades de voluntarios extranjeros que combaten, aunque no parece que sean contingentes importantes, y siempre próximos al mercenariado. Desde hace semanas hay en Ucrania un creciente flujo de personas que quieren combatir contra las fuerzas rusas. Son de todas las nacionalidades imaginables y casi todos cuentan con experiencia militar como los estadounidenses, canadienses y británicos que han estado en Oriente Medio. Las cifras habituales señalan un contingente de dieciséis mil miembros de la que ya se llama Legión Extranjera de Ucrania. .
Entre las fuerzas rusas no solo hay voluntarios chechenos sino también sirios, reclutados entre los integrantes de la conocida 4ª División, una de las unidades de élite del ejército de Al Asad. Se les ofrece tres mil dólares al mes. Todos los analistas coinciden en que serán empleados más como carne de cañón que como unidades de élite porque su efectividad en combate se cree será muy baja. Todo suena a propaganda, pero también a internacionalización de la guerra por uno y otro lado, algo inevitable por otra parte.
Si las negociaciones progresan, no es de descartar que Rusia, redoble sus ataques en los tres frentes para llegar a la mesa en la mejor situación posible y aumentar su control del área de Ucrania oriental, a la que creo que solo puede aspirar.
(16 de marzo, miércoles, 21º día de guerra)
Se confirma que desde hace casi dos semanas las fuerzas rusas no han lanzado ataques simultáneos en los tres frentes, algo que revela sus limitaciones para la ofensiva. El Instituto de Estudios para la Guerra (ISW) señala la incapacidad de Rusia para mantener la presión sobre los tres frentes simultáneamente. Insiste también en las limitaciones de Rusia para cubrir las bajas causadas por la firme resistencia ucraniana, algo que limita su operatividad. Lo que sigue siendo un enigma es el limitado empleo de los medios aéreos que está haciendo Rusia. Las teorías que explican esta situación van desde la voluntad de Putin de limitar los daños a las ciudades, consciente de que Ucrania no es Siria a los ojos internacionales y propios, a problemas operativos y de capacidad de sus pilotos. Esto es poco probable dada la experiencia adquirida en Siria por los rusos en ayuda del presidente Assad contra los insurgentes.
Aunque los bombardeos sobre ciudades como Kiev o Járkov continúan con intensidad diferente, el frente esencial ahora es Mariúpol, cuya resistencia cabe pensar cederá en los próximos días. Los intereses de Rusia para controlar el litoral del mar de Azov, que son esenciales y uno de los objetivos de la guerra, pasan por la toma de Mariúpol, ya convertida en ciudad mártir debido al asedio que sufre.
Ayer el mayor movimiento de tropas tuvo lugar en el frente sur a partir de Jersón y alrededor de Mikolayiv. Se duda si la dirección de la ofensiva rusa, que por ahora no se contempla, se dirigirá hacia Zaporiyia o, lo que es más probable, hacia Odesa. Esta ciudad ya ha sido bombardeada por primera vez y, como era previsible, lo ha sido desde el mar. En los alrededores de Kiev, continúan los combates.
Hoy se ha publicado un artículo con el que ha vuelto Francis Fukuyama a los periódicos casi tres décadas después de su proclamación acerca del fin de la historia. Al contrario de lo que predijo, la historia dista de haberse acabado con el fin del comunismo y de la Guerra Fría, pero esto no le impide a Fukuyama ser un analista discreto, aunque siempre un poco exagerado. Su texto y su optimismo es rotundo: Rusia perderá la guerra y Putin el poder, lo que supondrá una recuperación de la democracia en todo el mundo al haberse revelado el rostro autoritario de los populismos que han crecido al calor del ruso, desde Bolsonaro y Trump, a Orbán, y Salvini, pasando por Maduro, Zemmour y Le Pen. Una previsión más que audaz, como suya. Otra cosa es la evidencia en la que han quedado los que han estado cerca de Moscú, incluidos aquellos que en España miraban con simpatía hacia el Kremlin desde Cataluña o Madrid, que de todo ha habido en los últimos tiempos.
Las conversaciones de paz serán difíciles dadas las pérdidas ucranianas y las aspiraciones rusas. El punto de coincidencia tardará en llegar, aunque las noticias de hoy apuntan al avance en las negociaciones entre ucranianos y rusos en las que Turquía hace de mediador. Parece que no es imposible acordar que el status de Ucrania sea semejante al de Austria y Suecia, quienes no tienen acuerdos militares con Occidente y mantienen una neutralidad que ya es tradicional. Aunque hay indicios, pero diría que el alto el fuego está lejos.
Otro de los artículos interesantes de hoy es el publicado por el general David Petraeus en CNN Opinion. El antiguo jefe de la CIA insiste en la determinación ucraniana y en la falta de profesionalidad de las fuerzas rusas a la hora de efectuar tareas tácticas y combinar fuerzas. Abunda en el gran número de reclutas integrados en el ejército ruso y en su escasa motivación, que además en muchos casos tienen relaciones personales con Ucrania. Por último, señala lo mediocre del equipo ruso, y en la efectividad de la combinación que hacen los ucranianos de los misiles anticarro Javelin y de los drones, verdadera clave de su defensa.
Hoy, los refugiados ucranianos que han llegado al oeste alcanzan los tres millones de personas. Espero que cuando se acuerde el alto el fuego se produzca el itinerario inverso, pues son familias separadas, rotas por la invasión.
Espectacular intervención en el Congreso de Estados Unidos mediante video conferencia de Volodomir Zelenski. Un verdadero espectáculo, una puesta en escena propia de un actor experimentado y un discurso churchilliano. Todos los congresistas asistieron entregados. Este hombre, en estos momentos, representa verdaderamente la resistencia de Ucrania.
El día acaba con informaciones contradictorias, como corresponde a un conflicto que se precie. Por un lado, se afirma desde Occidente, incluido el presidente de Estados Unidos, que la guerra de Ucrania será larga, mientras que por el contrario se insiste en que las negociaciones entre Ucrania y Rusia avanzan y que hay acuerdos como la renuncia de Kiev a incorporarse a la OTAN o la asunción de su estatus de neutralidad más cercana a Austria y Suecia que a Finlandia, sin contar con un ejército como tal. También se filtran las exigencias rusas de anexionarse Crimea y el Donbás. De las exigencias de Ucrania no se hablan en esos 15 puntos. Una contradicción que se resolverá en los próximos días quizás, aunque no se vislumbran las condiciones para un alto el fuego pues persisten los bombardeos rusos sobre las ciudades civiles. Un escenario incompatible para una negociación que cada vez se ve más imposible de acordar. Lo más probable es que la guerra se enquiste y el asedio y la destrucción de las ciudades continúe de momento, pues Putin no cederá hasta alcanzar su objetivos territoriales y políticos, que es convertir a Ucrania en un Estado títere o en todo caso finlandizado y reducido.
Llama la atención el discretísimo papel que está jugando Turquía, fronteriza con Rusia y casi vecina con Ucrania, en esta guerra. Ahora está de espaldas a Europa, al norte y a Occidente. Solo mira hacia Oriente. Ya ni siquiera atiende al Mediterráneo pues Chipre ya se da por perdida. Y pensar que se llegó a considerar su entrada en la Unión Europea.
El viejo artículo de Milan Kundera de 1986, convertido en opúsculo por Gallimard con el título Un Occident kidnappé,varias veces citado, plantea un viejo problema al que se suele dar una respuesta que cambia con el tiempo. ¿Es Rusia parte de Europa? Si es así, ¿hasta dónde llega Europa? ¿Hasta los Urales o hasta Vladivostok? Y también hay que preguntarse ¿Rusia, qué Europa es? ¿La del mundo eslavo, heredero en cierto sentido de Bizancio, o la que llega a Asia Central y Siberia? En fin, y ese es el dilema, ¿hasta dónde llega la realidad que se identifica Europa? Hubo quien decía que solo hasta donde llegó la romanidad, el limes del Imperio con Trajano, y otros señalan que donde alcanzó la cristiandad como religión y cultura, lo cual amplia el espacio. Voltaire decía, generoso en su mirada, que Europa acababa en el Don, coincidiendo con la geografía clásica. Por su parte, Marx, que miraba con aprensión al mundo eslavo, solo incluía en las fronteras orientales del continente a los polacos y húngaros, para espanto posterior de los bolcheviques. Hace unos años, alguien de la relevancia y del europeísmo de George Steiner no dejó lugar a dudas al decir en su maravilloso librito La idea de Europa que Moscú, donde no encuentran cafés comparables a los de Europa, es ya un suburbio de Asia. Y es que, en algún momento, en ese viaje por Rusia dejan de verse campanarios y ayuntamientos, es decir la ciudad, y la inmensidad de la Naturaleza se impone a la urbe y a la modernidad europea. Rusia es otra cosa. Ni Asia ni Europa, ni siquiera una combinación de ambas. Es una realidad y una referencia en sí misma, que influye en los dos continentes y que ambos continentes la influyen.
Si los años de Guerra Fría, de ocupación de la Europa Central y del Este, mostraron las diferencias entre la entonces URSS y Europa, lo ocurrido tras la caída de la Unión Soviética no ha contribuido a despejar el asunto de las relaciones entre Rusia y el continente. Al contrario, ha complicado las cosas, pues ahora hay que plantearse un dilema que no tuvo que afrontar Milan Kundera: ¿Los nuevos países surgidos tras la desaparición de la URSS como los Bálticos, Ucrania o Bielorrusia, son parte de Europa? Si en el primer caso parece que no hay dudas de su pertenencia a la cultura europea desde hace siglos, Ucrania plantea el dilema. ¿Es parte de Europa? ¿Es una Europa diferente, bizantina, ortodoxa y eslava? Diríamos que la europeidad de Ucrania no es mayor ni menor que la de Bulgaria o incluso que la de Albania, quizás los dos países más ajenos a esa europeidad en el continente, y a los que no se les ha discutido esa condición. Su ingreso en la Unión Europea resolverá la situación, pero no las dudas acerca de si se encuentra más próxima de Europa o del mundo eslavo, ortodoxo y oriental que representa una Rusia que para muchos, como Kundera, es ajena a Europa y sus valores. Algún indicio respecto de la invasión lo proporciona también Czeslaw Milosz en su Otra Europa, cuando dice que Rusia, privada de Ucrania y Bielorrusia, estaría abocada a mirar a Oriente, de ahí que la necesidad de su control sea una razón de Estado, casi de subsistencia.
Sea como sea, Rusia no deja de inquietar pues ahora la historiadora Anna Reid no se ha recatado en declarar en una entrevista que “la gente que llega a los estudios eslavos desde la literatura idealiza a Rusia. En cambio, quien viene desde la Historia, espera lo peor de Rusia”. Este temor lo recogió Denis de Rougemont en un viejo libro de antología de textos titulado Tres milenios de Europa, en el que señala cómo Rusia entiende su papel en el continente como regeneradora, imponiendo sus criterios en el orden moral, social y cultural. La idea de extender la revolución de la Rusia soviética que impulsó Leon Trotsky, el teórico de la revolución permanente, puede entenderse de esta manera. Como una manera, la de la revolución proletaria, de ordenar Europa de acuerdo con los criterios de Rusia. Y es que quizás Rusia odia tanto como envidia el progreso de Europa. En realidad, todo conduce a lo mismo, pues tanto Heinrich Heine, que veía a Rusia como una amenaza, o el marqués de Custine que en 1839 decía que Rusia contemplaba a Europa como una pieza a cobrar y que “el despertar de Rusia pondría fin al reino de la palabra”, no dejaban de mirar con temor al viento que viene del Este. Desde Goethe, Condorcet, Tocqueville o Leopold von Ranke se veía antes a América que a Rusia como el lugar en el que se desarrollarían las libertades y donde debería mirar Europa.
Diferentes son las tesis de Arnold J. Toynbee, hoy casi olvidado, expresada en El mundo y Occidente, publicado en 1953. Según el historiador británico, Rusia no comparte el mismo origen que Occidente, siendo el de este Roma, y el de Rusia, Constantinopla, una tesis que se puede extender al área eslava del sur del continente, como Bulgaria y Serbia. Libro escrito en la Guerra Fría, en el que Toynbee afirma con rotundidad y también algo de pesar, que las relaciones entre Occidente y Rusia a lo largo de la historia han sido desgraciadas. Alude a la presión a la que se ha sometido al borde occidental del territorio ruso por los polacos en el siglo XVII, por los suecos en el siglo XVIII, por Napoleón en el siglo XIX y Alemania por dos veces en el XX, sin olvidar la intervención de Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos y Japón en la guerra civil rusa. Podemos añadir que, en ambos casos, en 1812 y en 1941, la invasión fue una coalición occidental encabezada por Francia y Alemania. De hecho, León Tolstoi alude en Guerra y paz a la invasión de Rusia por “ejércitos de Estados occidentales”, lo que dice mucho acerca de lo que pensaba el escritor de la coalición atacante y de la consideración de Rusia como una realidad al margen de esa referencia geográfica. Esto ayuda a explicar por qué hoy en Rusia se contempla a la OTAN como la heredera de la cruzada antibolchevique impulsada por la Alemania nazi en la Europa del Nuevo Orden, e incluso de la coalición formada por Napoleón con los aliados e integrantes del sistema napoleónico. En ambos casos, reunían frente a Rusia a un gran número de países de Europa.
El resultado de estas invasiones e intervenciones occidentales ha sido la aparición, según Toynbee, de un “justificado recelo” (sic) de Rusia hacia Occidente. Es más, el historiador británico, sin duda impresionado por el papel de la Unión Soviética en la lucha contra la Alemania nazi, señala a ese acoso occidental secular como la causa de la autocracia y centralización que caracterizan a los regímenes rusos. Unos rasgos adoptados como medida defensiva de Rusia frente a Occidente, con quien mantiene una competencia tecnológica que soluciona periódicamente adoptando principios occidentales como hicieron Pedro el Grande en el siglo XVIII, o los bolcheviques en siglo XX, quienes hicieron propia una idea occidental como es el marxismo para competir con Occidente. En este sentido, tiempo después, Fernand Braudel señala la importancia de Occidente, concretamente de Italia, en la creación del ejército de Iván III, a finales del siglo XV.
Estos criterios de Toynbee parecen inspirar a quienes hoy consideran que la invasión de Ucrania ha sido una reacción provocada por el miedo de Moscú y por la ampliación llevada a cabo por la OTAN desde 1989, que se considera una amenaza. Reacción extrema, ciertamente, pero cuya responsabilidad recaería en última instancia en Europa y sobre todo en Estados Unidos. Es la opinión de quienes no reconocen que el régimen de Putin es una autocracia nacionalista y populista, ni tampoco la soberanía de los países del antiguo bloque del Este. Una opinión característica de los populismos del siglo que en muchos casos se orientan con certezas del pasado.
Continúa el cielo anaranjado y nublado, turbio. La atmósfera es extraña. En estas circunstancias de epidemias, volcanes, incertidumbre económica y guerra, en la Edad Media se hablaría de los signos que anunciaban el fin del mundo. Esperemos que ahora no sea el del mundo de esta Europa.
(17 de marzo, jueves, 22º día de guerra)
Hoy, superadas las tres semanas de guerra, y tras la disminución de enfrentamientos terrestre, se puede concluir que se han estabilizado los frentes. Apenas se han dado combates en los últimos días, y los que hay tienen lugar alrededor de las ciudades que concentran las operaciones en los distintos frentes, Kiev y Chernígov en el norte, Járkov y Sumí en el Este y Mariúpol en el sur. Hay rumores de un posible desembarco ruso en Odesa, que ayer fue bombardeada, pero sin que se registrara ningún progreso de los invasores en el asedio de las ciudades ucranianas citadas, ni tampoco movimientos de tropas en dirección a otros objetivos.
Todo ello confirma que la estrategia de Rusia ha fracasado tanto en su primera versión, que contemplaba la rápida toma de Kiev, Járkov y el Donbás, como en los nuevos planes sobrevenidos inesperadamente debido a la resistencia ucraniana, que tienen como objetivo el asedio de ciudades. Hoy, la posibilidad de que Rusia se haga con el territorio de Ucrania oriental parece lejana.
La eficacia y determinación de las fuerzas armadas y de la sociedad ucraniana, han puesto en evidencia al ejército ruso, el mayor fiasco militar desde el fracaso de Mussolini y el ejército italiano al invadir Albania y Grecia, sin olvidar a la ya citada Guerra Ruso-Finesa, todo en el mismo año. Entre los rusos todo ha sido improvisación y subestimación de las capacidades de Ucrania, que se ha rearmado y reforzado desde que en 2014 empezó realmente esta Guerra de Ucrania. Los planes rusos de repetir lo sucedido en Georgia o sobre todo en Crimea, un espejismo que los ha llevado a esta subestimación del enemigo. La idea del hermano ruso al que los ucranianos reciben con flores como libertadores, no se ha cumplido. Cabe preguntar quién creía realmente en esta posibilidad. Los informes y la planificación han fallado, y además ha surgido el fenómeno Zelenski, quién en los últimos días se ha dirigió a los mandatarios occidentales con una determinación tremenda. Simboliza a Ucrania, y esa concentración es algo funcional para conseguir apoyos. En muchas cosas tiene algo del Churchill de 1940, frente a Hitler.
Las bajas sufridas por los rusos, más numerosas de las previstas, parece que no pueden suplirse rápidamente con nuevos contingentes, lo que hace que las unidades hayan visto disminuir su capacidad operativa, pues tienen sus efectivos y material muy reducidos tras casi un mes de combates. Según The New York Times, las bajas alcanzan los siete mil muertos y los heridos estarían entre los catorce y los veinte y un mil. Cifras altas para tan escasos logros, aunque las cifras disten de ser fiables. Luego estaría la deficiente coordinación y actuación de las tropas, que sorprende todavía más visto lo sucedido.
Las fuerzas ucranianas carecen de reservas para llevar a cabo un contraataque, pero sería el momento de pasar a la ofensiva contra los rusos, desabastecidos, sin moral y sin reponer las bajas y las pérdidas de material sufridas. De todas formas, hay que reconocer que bastante hacen los ucranianos resistiendo los ataques rusos en varios frentes.
La estabilización de las operaciones, con su indeseable reverso de bombardeos indiscriminados de las ciudades asediadas, que no sitiadas, para quebrantar la moral, va a ser la tónica de los próximos días. Mientras, las negociaciones probablemente seguirán su curso y las operaciones militares no es previsible que pasen por grandes iniciativas, aunque un golpe de efecto ruso, tras reagruparse y recibir fuerzas de refresco, no es descartable.
Hay una tensión entre la indudable fortaleza de Rusia, aunque este afectada por las sanciones, y la determinación de resistir de Ucrania. En España la solidaridad con Ucrania y los refugiados es ejemplar y muestra del alineamiento de la mayor parte de la población frente a la invasión rusa. Los hay incluso que reclaman con ligereza una intervención de la OTAN en favor de Kiev, cerrando los ojos ante lo que supondría esa opción. En ese sentido son frecuentes las polémicas como la que mantengo con ASS*, quien insiste en que Ucrania ha sido abandonada tras haberle prometido Occidente su integración en la OTAN. En estos momentos, una intervención de la OTAN en Ucrania, un país que no es miembro de la Alianza Atlántica, elevaría el nivel del conflicto si no desembocaría incluso en un enfrentamiento nuclear en Europa del Este, lo que supone un riesgo añadido de extensión del conflicto. En ese caso, China quedaría como potencia única y sin contrapeso. El futuro está más abierto que hace unos años.
El Mundo Multipolar, con centros diferentes como China, Turquía, India, Brasil o Rusia es el modelo que buscan algunos de estos países frente al liderazgo de Estados Unidos y de Europa. Rusia ha quedado desajustada desde 1989, sin estructurarse, sin integrarse claramente en el sistema internacional, lo que le ha alejado de una Europa tutelada por unos Estados Unidos a los que rechaza reconocer su liderazgo y a los que contemplan como los vencedores de ese extraño conflicto de décadas que fue la Guerra Fría. En esta situación se entiende la política de Moscú de los últimos años, con la intervención en Siria, la ocupación de Crimea en 2014 y la presencia, sin apenas disimulo, en los enfrentamientos en el Donetsk y Lugansk, estimulando y armando a la población frente a Kiev y creando las milicias prorrusas. Rusia esta descontrolada y embarcada en una agresiva política nacionalista de prestigio, sin pertenecer a ninguna alianza de peso.
Sigue el tiempo extraño y oscuro. A ratos llueve. No se ve el sol desde hace días, los mismos en los que escuchamos a Mysliveček y Stamitz. Luce más el sol en Kiev que en Madrid, donde todo pesa irremediablemente.
(18 de marzo, viernes, 23º día de guerra)
Siguen las operaciones limitadas en la mayor parte de los frentes. Lo más destacable es el contraataque ucraniano en el frente de Kiev que ha causado pérdidas a las fuerzas rusas.
Diría que la toma de Mariúpol, hacia donde se dirige la flota rusa anclada ante Odesa, es el objetivo esencial de Rusia. Al día de hoy es la llave para asegurar el litoral del mar de Azov y enlazar a Crimea con las repúblicas prorrusas del Donbás. Los navíos rusos reforzarían los últimos ataques, que parece han llegado al centro de Mariúpol. Esta zona la que aspiran a controlar la que aspiran los rusos de manera que Mikolayiv es otro de los objetivos. En esta ciudad la resistencia ucraniana es firme e incluso sus fuerzas han recuperado terreno. Por el contrario, parece que en el Donbás los rusos y las milicias separatistas de Lugansk y Donetsk han adelantado sus líneas tomando algunas localidades.
Los bombardeos continúan sobre todas las ciudades cercadas, así como sobre otras tan distantes como Lvov, cuyo aeropuerto ha sido alcanzado por misiles rusos lanzados desde el Mar Negro. Es un aviso de las capacidades y las intenciones rusas, aunque hay informaciones como las del ISW, que avisan de las escasas reservas de misiles de crucero con que cuentan los rusos, cuyo arsenal estaría disminuyendo tras los bombardeos de los últimos tiempos.
Aparición de Putin en un estadio de Moscú. Baño de multitudes que es índice del apoyo con el que cuenta entre la población rusa. Todo apunta a que las negociaciones pueden ser solo una excusa para ganar tiempo y traer refuerzos de otros lugares, del Pacífico y el Cáucaso, y reagruparse para un nuevo ataque.
El único triunfo al que pueden aspirar los ucranianos es a obligar a negociar a los rusos, siempre y cuando se le deje a Putin una salida digna. Hoy, Estados Unidos advierte a China de que cualquier ayuda a Rusia será considerada una agresión. La escalada del conflicto no parece ceder. Ocurra lo que ocurra, el orden mundial existente hasta el mes de febrero ha finalizado. La propia Europa está experimentando cambios profundos pues ha asumido que Ucrania es parte de ella, tanto como para considerarse su ingreso en la Unión Europea en un plazo que será corto. No es el caso de Turquía. Rusia, una vez más en la historia, queda fuera del proceso europeo
Sigue ausente el sol no solo en Madrid, sino en toda Europa. Desde hace casi una semana hay una luz mortecina, algo melancólica. Diría que esta guerra ha permitido descubrir a Lvov, cuyo aeropuerto ha sido bombardeado hoy, de quien todo el mundo recoge en sus textos la variedad de sus nombres. Eso sí, nadie cita a Mi Lwow, de Jozef Wittlin, y es una pena.
Uno de cada cinco ucranianos ha dejado su hogar desde el comienzo de la guerra. ¿Volverán los refugiados a sus casas?
(19 de marzo, sábado, 24º día de guerra)
De acuerdo con el estancamiento de los frentes desde hace más de una semana, los expertos coinciden en que se ha producido un cambio en la estrategia rusa. La causa ha sido la resistencia ucraniana y las bajas sufridas por las tropas rusas. Dado el fracaso de la estrategia de movimientos con la que Moscú comenzó la guerra, los rusos han decidido aprovechar su superioridad material y de recursos para emprender una guerra de desgaste basada en el asedio y bombardeo de las ciudades. Dado el coste que supondría la conquista de las urbes ucranianas, los rusos han optado por sitiarlas y destruirlas para luego, cuando la población esté desmoralizada y las fuerzas diezmadas, intentar conquistarlas con el mínimo coste. Es la táctica seguida en Grozny, cuando los rusos destruyeron completamente la capital de Chechenia. Sin embargo, no son lo mismo Ucrania y Kiev o Járkov, donde la población civil al ser más numerosa puede tener un número de víctimas insoportable. Un factor más que añadir a todos los que están procurando la división entre ucranianos y rusos desde la anexión de Crimea y la intervención en el Donbás.
Sea como sea, los rusos apenas avanzan, incluso en el frente norte, en los alrededores de Kiev, un contraataque ucraniano ha hecho retroceder a las fuerzas de Putin. Sin embargo, en el sur, en Mariúpol, parece que se ha aplicado la nueva táctica de desgaste pues la ciudad, sitiada desde hace semanas, está siendo sometida a un bombardeo sistemático sin que las fuerzas rusas hayan intentado tomarla. No obstante, las tropas ucranianas retroceden como confirma que el gobierno de Kiev haya reconocido hoy que ha perdido el acceso al Mar de Azov.
Diferente es lo que sucede en el frente de Mikolayiv, donde la resistencia de los ucranianos impide que los rusos cierren el cerco y avancen hacia Odesa.
Lo que no se interrumpen son los bombardeos rusos sobre las ciudades de forma indiscriminada y sobre objetivos militares o infraestructuras. A estas alturas de la guerra creo que la máxima aspiración rusa, y el objetivo de su estrategia, es controlar la mayor parte de Ucrania oriental, la que marca el curso del Dniéper, incluso más allá del Donbás. La resistencia ucraniana ha roto las previsiones rusas, dictadas por la experiencia anterior: la toma de Crimea y la intervención en las provincias del Donbás, unos momentos en los que el ejército ucraniano no intervino. La firmeza y eficacia de las fuerzas de Kiev ha sorprendido a Moscú y a Occidente.
La resistencia de Ucrania explica la estrategia terrorista de Putin de bombardear ciudades de manera indiscriminada, con objetivos sensibles como hospitales o viviendas de la población. El resultado del terror desatado por Rusia, que busca romper la moral de Ucrania y llevarla a la mesa de negociaciones en condiciones desfavorables es la muerte de miles de civiles y la destrucción de ciudades como Járkov o Mariúpol, las más castigadas. Una conducta propia de criminales de guerra, que en el siglo XX ha sido la tónica de los conflictos. De nuevo, las ciudades de Ucrania, ocho décadas después y cuando ya se creía que eran unos tiempos definitivamente olvidados, han vuelto los bombardeos a lugares como Járkov, escenario de tres batallas durante la Segunda Guerra Mundial en las que ha cambiado de manos varias veces. Hay lugares en los que parece que la destrucción es cíclica y siempre venida de fuera.
El presidente Zelenski, aunque parece que con menos energía, sigue su actividad en los medios, convertido en el arma secreta de Ucrania y dando fe de que sigue vivo. En todo el mundo se le contempla como un héroe. Mientras, Putin consigue que en todo el mundo se alcen voces cada vez más numerosas en contra de Rusia, gracias a la invasión de Ucrania.
La guerra dura y aunque hay novedades como el empleo por Rusia de misiles hipersónicos, las primeras páginas de los periódicos se ocupan de la huelga de transportes, de la inflación creciente y sobre todo del cambio de postura de España en el conflicto del Sahara, ahora alineada junto a Marruecos. La reacción de Argelia ha sido la prevista. Veremos qué pasa con el suministro de gas en los próximos meses. Si sube el precio, la inflación puede causar problemas.
No hay guerra que no pierda interés si tiende a estancarse. Lo sucedido en Siria es revelador.
Aun no hay indicios de la primavera en ningún aspecto.
(20 de marzo, domingo, 25º día de guerra)
Hoy, apenas hay novedades en los frentes, como el título de la obra de Remarque, hoy algo olvidada. Los rusos acercan la artillería a las ciudades como Kiev, pues es el arma inseparable de todo cerco. Permite un bombardeo sistemático que pueden permitirse los rusos por su bajo coste y que augura un largo asedio. Se ha detectado que los rusos están construyendo trincheras alrededor de la capital, lo cual advierte del abandono de la estrategia de movimientos y confirma la incapacidad de los rusos para tomar las ciudades asediadas. Mariúpol, que todos los días parece que va a caer, este domingo continúa resistiendo, aunque las tropas rusas han llegado al centro de la ciudad. Las informaciones hablan de una ciudad destruida tras tres semanas de bombardeo sistemático, algo que no sufrió en la Segunda Guerra Mundial. Veo con asombro que las ruinas han vuelto a Ucrania en este nuevo siglo.
Todo indica que se aproxima una guerra de posiciones en la que los ucranianos no tardarán en ser serán atacados por las fuerzas rusas, superiores en medios, una vez recuperadas.
De nuevo, Transnistria, la república prorrusa separada de Moldavia en 1992, está en el ojo del huracán. Se apunta a la posibilidad que ya señalamos de que la ofensiva rusa en el sur de Ucrania pudiera tener como objetivo alcanzar la república separatista moldava, un enclave adelantado por el que podrían desplazarse las tropas rusas sin dificultades.
Esta semana la historiadora Anna Reid ha rememorado sin saberlo al primer ministro belga Paul-Henri Spaak, quien en 1949 manifestaba su miedo a la Unión Soviética ante el ministro de Exteriores ruso, Vichinsky, al comentar que los historiadores siempre esperan lo peor de Rusia. Una prevención que compartía también Czeslaw Milosz, quien sabía de que hablaba.
La invasión de Ucrania confirma que el mundo eslavo sigue viviendo en un entorno en el que la guerra, y la violencia por extensión, siguen siendo formas de relación entre Estados y personas. El trato a la oposición y a las naciones como Georgia, Chechenia Siria y ahora Ucrania, que ha aplicado Putin en el interior y en el exterior, demuestra que Rusia sigue inmersa en los métodos y principios próximos a los totalitarismos. Y es que el discurso de Putin en un estadio moscovita de la semana pasada y el dado por televisión el pasado día 16, muestran esa singular confluencia de ideologías que, intensificando su contenido populista, impulsa a rusos y americanos trumpistas. No es casualidad que, como ha señalado John Gray en un incisivo artículo publicado hoy en El País titulado ‘¿Está Europa dispuesta a defenderse?’, haya un amplio sector de estadounidenses que vean a Vladimir Putin y a los rusos como aliados en la guerra cultural en la que están inmersos. ¿Qué pasará si en las elecciones ganan los republicanos del mundo de Trump y continúa la guerra? Queda mucho todavía, pero cabe pensar que sería un panorama diferente.
Ciertamente, la guerra de Ucrania revela cómo Europa está atrapada entre bloques que cada vez le resultan más ajenos: el Mundo Eslavo, China, el islam e incluso unos Estados Unidos cada día más volcados al populismo antes que al aislacionismo. Es un mundo cuya existencia y sus principios, sobre todo la tolerancia, esa posibilidad de pensar diferente que aparece ante el folio en blanco, está de nuevo en peligro.
Madrid hoy está tomado por una manifestación masiva de lo que se llama “el mundo rural”. Más allá de las legítimas quejas que se refieren a sus difíciles condiciones de vida y a los bajos o precios de los productos agrarios, siempre se detecta esa tensión ancestral entre el campo y la ciudad, entre la Naturaleza y el artificio.
Supuestamente, hoy llegaba la primavera. El día, frío y gris, lo ha desmentido. Además, nada colorido brota que permita aventurarlo.
(21 de marzo, lunes, 26º día de guerra)
Diría que en los últimos días ha disminuido la atención, que es lo mismo que decir su interés, por la guerra de Ucrania según se deduce del espacio que le conceden los medios de comunicación.
Hoy sigue el estancamiento en todos los frentes y continúan los bombardeos sobre Kiev y Mariúpol, una ciudad que es un paisaje de la Segunda Guerra Mundial. Hay tristes ironías del destino, como la muerte en un bombardeo sobre Járkov del anciano de 95 años Boris Romanchenko, que sobrevivió a los campos de concentración nazis de Buchenwald, Peenemünde, Dora y Bergen-Belsen. Es como si la sentencia de muerte, agazapada y traidora, le aguardase durante toda una vida esperando el último momento para cobrársela. Esperemos que no sea una metáfora siniestra de lo que le puede suceder a Europa: que el mundo de 1939 a 1945, que se creía muerto, regrese de las tinieblas para cobrarse las deudas pendientes. A veces hay indicios de ello.
Los movimientos de población han vuelto a Europa, a una región que los ha sufrido varias veces a lo largo del pasado siglo hasta resultar irreconocible. No solo hay una corriente de refugiados de la zona oriental de Ucrania hacia Occidente, sino parece que hay también deportaciones forzadas en las zonas ucranianas controladas por los rusos, en la que los niños son los principales protagonistas. La historia y el estalinismo vuelven.
La reacción de las fuerzas rusas en Jersón ante las manifestaciones contra la ocupación ha sido violenta. Los soldados han disparado contra la multitud de forma indiscriminada. Verdaderamente, son métodos dignos de los siniestros Eisantzgruppen o de la Checa, tan bien conocidos en Ucrania. Y estos son los métodos que emplean en un lugar que quieren incorporar a Rusia.
Definitivamente, las fuerzas rusas han optado por la guerra de posiciones ante su falta de medios para intentar el asalto de las ciudades e incluso de proceder a su cerco. Supone un riesgo de alargamiento del conflicto que se traducirá en el bombardeo indiscriminado de las urbes, lo que causará bajas entre la población civil. Es una estrategia que se basa en la disimetría de fuerzas y en la imposibilidad ucraniana de hacer retroceder a los rusos. El desgaste favorecerá a Moscú.
Zelenski se niega a aceptar lo que es ya un hecho consumado: la pérdida de Crimea y de gran parte del Donbás. Acabará cediendo el litoral del Mar de Azov, inclusive. Rusia no se va a retirar de estos territorios que ni siquiera todavía ha ocupado totalmente. El rechazo del ultimátum ruso para la rendición de Mariúpol confirma como está el asunto. Creo que el conflicto se puede estabilizar en los frentes actuales.