Cuando en 1925 el fotógrafo húngaro André Kertész llega a París aún no sabe que dentro de unos cuantos años su arte volverá la mirada hacia las diminutas postales que representan una realidad mucho más íntima y secreta. Nacido en Budapest en 1894, en el seno de una familia austrohúngara, empezó a practicar la fotografía de manera autodidacta en un período en el que Hungría se había convertido en un centro de gran vitalidad artística, con fotógrafos de renombre como László Moholy-Nagy, Brassaï (Gyula Halász) y Robert Capa (Endre Ernö Friedmann). Finalizados los estudios de comercio, André Kertész empieza a trabajar en la Bolsa de Budapest, un empleo que abandonará muy pronto para dedicarse a la apicultura. Después de la guerra se muda a París, donde empieza a tomar contactos con los círculos húngaros y franceses más importantes en ese entonces, con personajes relevantes como Man Ray o Brassaï, retratando amigos y colegas como Piet Mondrian, Marc Chagall, Colette, Sergei Eisenstein y Magda Bröder. A partir de 1933 su fotografía empieza a experimentar a través de la distorsión voluntaria de la imagen, con el propósito de revelar una visión más extraña de la realidad. A comienzos de la Segunda Guerra Mundial decide trasladarse a Nueva York, donde empieza a trabajar para la agencia Keystone y donde su carrera toma nuevo impulso hacia el reconocimiento internacional. La exposición del Instituto de Arte de Chicago recoge las postales que creó en su período parisino, cuando empezó a experimentar con la fotografía, y sobre todo cuando decidió convertir el formato comercial de las postales en nueva forma y vehículo de arte.
Dónde: Art Institute Chicago, Chicago, Estados Unidos
Cuándo: Hasta el 17 de enero