En su novela Tonio Kröger, Thomas Mann expresa que solo se puede hacer arte si a uno le va la vida en ello. Hay en esta frase ecos del Romanticismo alemán, pero, más allá de ello, enuncia una verdad que no se puede ceñir a una época determinada. La oposición Arte/Vida marca el decurso de Occidente desde los albores mismos de la creación, aunque en nuestro tiempo adquiere un tono nostálgico, de cosa ya pasada. Sin embargo, la vorágine de la creación se apodera, a veces, de algunos sujetos que, inermes ante el hecho, no pueden más que seguir sus designios. No se trata de una elección, sino de un imperativo. Hay en ellos la imposibilidad del orden de lo cotidiano y una busca habitualmente trágica por dar forma aquello que pugna por ser expresado. No tienen los pies en la tierra porque, de algún modo, no pisan la misma tierra que nosotros pisamos. Y cuando vuelan, lo hacen hacia adentro. Desde las rutinas establecidas se los puede ver como locos, o ingenuos, o simplemente inadaptados. Y un poco de todo eso ahí, pero lo que en verdad son no tiene nada que ver con todo ello. En realidad, a poco que intentemos comprenderlos, nos inquietan, porque parecen tener una misión que nos involucra, aunque lo ignoremos. Suelen ser apasionados y curiosos, y es posible que no sepan exactamente lo que quieren. Pero a diferencia de todos nosotros, no cesan de buscar. Y por ello crean fuera de todo parámetro establecido, de toda comodidad estética, a espaldas de los universos simbólicos domesticados, resistiendo su puesta en valor en los previsibles circuitos del arte. Entonces el mundo es un misterio, el dolor una maldición, el amor un bálsamo improbable.
Walt Whitman decía, a raíz de su obra Hojas de hierba, “quien toca este libro toca un hombre”. Pues bien, algo similar cabe decir de las obras de Marcos Bontempo, más allá de sus intentos formales, de los rumbos forzosamente erráticos de su pintura, de su tratamiento de los materiales y de sus audacias compositivas, siempre hay allí un hombre incorruptible, honesto y necesariamente desgarrado. Un artista.
Mirar por dentro
Una voz que se calla con el viento…
un cuerpo que reposa eterno…
ser hoja… noche… silencio…
caer… mas no dormir el sueño…
dejar de respirar quieto…
abandonar los murmullos…
cerrar los ojos… mirar por dentro.
Marcos Bontempo