Veían claramente cómo iba a ser el país que venían ansiando desde lejos,
el país vuelve a nosotros decían, como magos,
y ahora querían también la zona del Sur,
por fin, decían clarividentes,
el Sur va a volver a nosotros como antaño,
antes de antes de antes,
cuando los augures mandábamos porque
todo lo teníamos,
todo,
y así es fácil ser clarividente,
se jactaban.
Ahora otra vez el Sur va a ser nuestro
y no de ese amasijo de gandules que tomaron el poder con las primeras votaciones,
rojos, verdes,
«el poder es del pueblo»,
verdirrojos, y una franja blanca,
veían los augures estos colores con tormento
salvo un rayo de placer: el fajín de Queipo en el pecho de la Macarena,
extasiados,
¡ah!.
Y, sin embargo, porque los augures ha vuelto a equivocarse,
ahora maldicen la tierra que tanto deseaban:
son vagos, dicen, son un espantoso atraso, un tercer o cuarto mundo insertado en éste,
donde sí mandamos,
como hicimos ya en esa tierra del Sur cuando los tiempos eran como Dios manda, también,
porque Dios es solamente nuestro,
y no de esos ciudadanos cerriles con derecho a voto,
habráse visto, han votado
otra vez,
por eso son rematadamente tontos y ciegos,
a esos andaluces habría que quitarles del país
o mejor quitárselo,
no vaya a ocurrírseles volver a decidir su Democracia,
se equivocan,
la Democracia nos pertenece,
también,
y no a esa gentuza que va a a las urnas con libertad:
atrasados, enajenados, imbéciles y borrachos,
mira que intentamos modificar su cerebro,
microfilmar y depositar en sus neuronas una papeleta,
una miserable y diminuta papeleta que ha vuelto a caer en el vacío.