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Sociedad del espectáculoArteMarcia Haufrecht o la confianza en el futuro de la pintura

Marcia Haufrecht o la confianza en el futuro de la pintura

Marcia Haufrecht es una madura pintora figurativa, afincada en Nueva York, que se pasó a las bellas artes después de muchos años en el teatro, actuando y dando clases de interpretación. Algunos de sus cuadros están dedicados a las sombras que se extienden a lo largo de la playa o de la calle, y en otros aparece gente en momentos de esparcimiento: personas que disfrutan de la tranquilidad de un lago en verano al norte del estado de Nueva York. A veces, los colores y la simplicidad de las formas de los cuadros de Haufrecht me recuerdan a la obra de Alex Katz, el venerable artista de la escuela de Nueva York. Haufrecht comparte con él un permanente respeto por la figura y su lugar en el mundo. A menudo, la figura puede estar vinculada a un relato, a la narración de una historia; pero en el caso de Haufrecht, el verdadero interés surge de las preocupaciones formales. El negro intenso de las figuras de sombras en sus pinturas contrasta con frecuencia con un fondo brillante, lo que crea una tensión funcional que contribuye enormemente al interés del cuadro.

 

A pesar del hecho de que cada generación anuncia la muerte de la pintura, lo cierto es que nunca se extinguirá como género. La pintura está muy profundamente inserta en la historia del arte occidental, y es un medio demasiado atractivo como para dejarlo en la penumbra. Ahora vivimos en una época en que el intelectualismo y la alta tecnología se han adueñado de gran parte del arte; sin embargo, el conceptualismo y las metodologías técnicas no brindan la satisfacción que ofrece una pintura bien trabajada. La destreza artística es parte de la respuesta que se encuentra en un trabajo artístico más lento y menos abiertamente considerado, y Haufrecht la posee en abundancia. Creo que, a medida que pase el tiempo, veremos que habrá más arte pintado abriéndose paso hasta la primera línea, sobre todo porque los espectadores quieren volver a conectar con las implicaciones emocionales de la pintura, en vez de someterse a ideas que pueden parecer alejadas de la imagen y demasiado abstractas para ser explicadas.

 

Rota Lake (2015), una de las mejores piezas de la muestra, retrata a dos mujeres que descansan sobre una plataforma de madera en mitad de un lago. Una está sentada en el borde de las tablas, mientras que otra está tumbada sobre una toalla. Para muchos neoyorquinos, acostumbrados al estrés constante y a los vertiginosos ritmos y espectáculos urbanos, esta imagen puede parecer casi anacrónica, por lo reciente de su creación. La breve expansión de agua en mitad de la composición se encuentra con el reflejo del follaje, dominado por el verde oscuro, y algunas piedras de color púrpura grisáceo en la parte superior del cuadro. La luz corresponde al final de la tarde (lo sabemos por las sombras que proyectan las mujeres), y está empezando a anochecer tras un largo y placentero baño. Uno se acuerda de que muchos artistas se han mudado al norte, huyendo de los alquileres desorbitadamente caros de Nueva York. Al margen de cuál sea la historia que pueda haber detrás, es una imagen de satisfacción, tranquilidad y esparcimiento.

 

Double Beach Shadow (2013) es una obra un poco inquietante, donde vemos unas prolongadas sombras extendidas a lo largo una arena bañada por el sol. A diferencia del cuadro del lago descrito antes, aquí se produce un contraste entre los brillos y las sombras. La elongación de las dos figuras, ambas mujeres, confiere a las criaturas un ligero aspecto de brujas. Se extienden sobre una arena con pequeñas crestas. El cuadro es un estudio sobre tonos y texturas que difieren. Aunque, por supuesto, las sombras se extienden horizontalmente sobre la arena, da la sensación de que las mujeres están de pie. Enigmático y formalmente complejo, Double Beach Shadow es un sofisticado estudio que requiere una observación prolongada. Lisbon Street Shadow (2010) es el maravilloso estudio de una sombra a carboncillo que sigue un patrón sobre un adoquinado. La calle también mantiene un diseño, donde las piedras azules y negras del pavimento forman una retícula con círculos en los intersticios. Lisbon, una excelente obra de formas y texturas, retrata una ciudad muy diferente al Nueva York que Haufrecht conoce tan bien. Aun así, su destreza y su imaginación capturan ese ambiente distinto, persuadiendo a su público para que aprecie la belleza de otra ciudad.

 

 

 

 

Jonathan Goodman es poeta y crítico de arte. Ha escrito artículos sobre el mundo del arte para publicaciones como Art in AmericaSculpture y Art Asia Pacific entre otras. Enseña crítica del arte en el Pratt Institute de Nueva York. En FronteraD ha publicado, entre otros artículos, Stuart Davis: cubismo, jazz y pintura estadounidenseEl alemán Fabian Freese en la Lazy Susan Gallery de Nueva York y el arte nacionalJackson Pollock: una crítica de su éxitoBill Pangburn: grabador en Nueva York.

 

 

 

Traducción: Verónica Puertollano

 

 

 

 

Original text in English

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