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Mientras tantoMark Taimánov, ajedrez entre corcheas

Mark Taimánov, ajedrez entre corcheas


 

Hace casi tres meses, un veintiocho de noviembre del año pasado, nos dejaba un gran jugador de ajedrez llamado Mark Taimánov y además un excelente músico. Me lo imagino en una situación complicada ante un tablero de ajedrez y tarareando la suite número uno para dos pianos en G menor de Mozart; me lo imagino tocando en Viena, en el palacio de la Ópera junto a su primera mujer (tuvo varias), y en un instante al reflejarse su rostro en el suelo con cuadrados blancos y negros, de repente, y por breves segundos, rodeado de diplomáticos, analizar una posición de ajedrez. Así era Taimánov, cuando estaba en un sitio, deseaba estar en el otro, y cuando se agobiaba por algo, se refugiaba en los escaques o en los pentagramas.

 

          Aunque nació en la ciudad ucraniana de Járkov (un siete de febrero de 1926), a los seis meses se mudó a San Petersburgo. Su padre era arquitecto y su madre profesora de piano. En 1935 se inauguró el Palacio de Jóvenes Pioneros, y el director se acercó a Mark y le dijo: “¿Qué quieres hacer?”. Taimánov lo resume de esta forma: “Escuché una voz interior que decía ajedrez”. Uno de los primeros profesores que paseaban por ahí, fue Mijaíl Botvinnik, quién trece años después se convertiría en campeón del mundo. Lo acogió como si fuera su cachorro. En 1941 cuando la Alemania nazi invadió la URSS, Mark Taimánov se había convertido en el mejor ajedrecista joven de la ciudad.

 

         En el conservatorio conoció a su primera mujer Lyubov Bruk, con la que se casó y formaron uno de los duetos de piano más conocidos, tocando “la danza del sable” de Khachaturian y “Scaramouche” de Sibelius, en las mejores plazas de Europa.

 

 

 

         En 1952 se le otorgó el título de Gran Maestro, y desde 1946 hasta 1956, estuvo entre los mejores del mundo. Si eres un GM en ajedrez, estás en la élite, dejas de ser un aficionado, dejas de ser un profesional, eres de las personas que escriben la historia en el ajedrez, creas, en definitiva, no te basta con la teoría sino que investigas, utilizas variantes y resultas ser admirado y considerado. En 1952 fue derrotado por Mijaíl Botvínnik en el torneo de candidatos, Mark Taimánov quedo el octavo, pero le ganó una partida a su maestro. Fue un duelo entre iguales. Cuatro años después derrotó a Boris Spassky, otro de los GM del ajedrez soviético.

 

        Y llegamos a 1971, una fecha marcada a fuego lento en la espalda de Mark Taimánov. Su enfrentamiento contra Bobby Fischer. Este duelo se celebró en Vancouver (Canadá). Se trataba de los cuartos de final del Torneo de candidatos, ni siquiera era la final. Pero Taimánov era “la gran esperanza rusa”. Mijaíl Botvínnik lo cogió aparte y le habló de Fischer. Le dio algunos consejos, era el capitán, era campeón del mundo, era el dios ruso. Mark Taimánov quería en su equipo como analista a un campeón del mundo de la talla de Mijaíl Tal, Botvínnik prefirió a Balashov. Los consejos de Botvínnik fueron del tipo: a Fischer en la apertura no le gustan las cadenas de peones, quiere aire a sus piezas; en el medio juego avanza los peones por el flanco de rey, y si tiene ventaja posicional cambia las piezas; en los finales prefiere los caballos a los alfiles, y le encantan los largos viajes del rey,… no sé si los consejos no estaban mal, hablamos de Botvínnik, pero nadie podía imaginar el talento del tiburón Fischer, su hambre de sangre, sus mandíbulas capaces de arrancar una cabeza de cuajo, el tamaño de sus uñas y la fiereza con que desgarraba la carne con ellas. Era una bestia. Nadie podía pararlo, y si estudiamos su vida, sólo Fischer destruyó a Fischer, pero como diría Billy Wilder “pero eso es otra historia”.

 

                   

 


        En la primera partida Taimánov con blancas se encuentra con la defensa india de Fischer, una de sus favoritas y es arrollado por éste. Una paliza. En la segunda partida, Taimánov plantea una Siciliana, y Fischer sale de los caminos transitados, y en campo abierto Taimánov es aniquilado. Con la tercera, Fischer repite su defensa india, Taimánov había estudiado con Balashov, pero no fue suficiente, Fischer lo fue encerrando, arrinconando a sus piezas y lo vuelve a vencer. Cuarta partida, Fischer con blancas. Taimánov otra Siciliana, pero la variante Bastrikov, trabajo de laboratorio, Fischer se siente cómodo con la Siciliana, y lo vuelve a vencer. Fischer demuestra que es un genio, uno de los mejores jugadores del ajedrez de toda la historia. Con la quinta, Fischer plantea una Grunfeld, y crea una obra maestra, sacrificando su caballo y su rey se merienda a los peones y cena una dama. Paliza otra vez, pero creando belleza. Y con la última… Taimánov otra vez una Siciliana… tercera vez consecutiva… frente a Fischer…se lo come con patatas. Derrota 6-0. Tras sufrir esta descomunal derrota, un abatido pero sonriente Taimánov, se acerca a Fischer y le susurra: “siempre me quedará la música”.


             Los perros sarnosos de la vergüenza nacional se abalanzaron vestidos de uniforme y de seriedad y le retiraron el pasaporte a Taimánov, le quitaron el título de GM, le prohibieron que hablara con la prensa (le censuraron), le retiraron su paga, se le impidió abandonar el país, fue humillado públicamente. Se le acusó de introducir en la Unión soviética a escondidas un libro de Alexander Solzenithsin “el archipiélago Gulag”, se le acusó de incorporar algunos dólares… y se le acusó… de introducir una revista de ajedrez holandesa. En 1971, en la URSS, el nombre del diablo se llamaba Mark Taimánov. Su mujer Lyubov Bruk le abandonó, dejó de tocar con él. Taimánov no se pudo recuperar de aquello, él lo recuerda como “mi visita al infierno”.


         En las semifinales Bent Larsen (campeón del mundo) perdió 6-0 contra Fischer. En la final de candidatos Tigran Petrosian (campeón del mundo desde 1963 a 1969) perdió contra Fischer 6´5-2´5, sólo le ganó una partida. Y finalmente en 1972, Fischer derrotó a Spassky en Reikiavik (Islandia), y se proclamó campeón del mundo. Pero nadie pudo reparar la salvaje degradación que sufrió el alma de Mark Taimánov.

 

      Sobrevivió gracias a su sentido del humor. Cuando en una entrevista le preguntaban sobre sus aperturas favoritas, él contestó: “pregúnteme mejor sobre mujeres, es más divertido”. Lo imagino recogiendo sus pedazos con un recogedor de plástico, y sentándose al piano, él solo, sin público, y tocando “el carnaval de los animales” de Saint Saëns, y sus “silhouettes”. Escribió un libro titulado: “Yo fui víctima de Fischer”.

 

                

 

       En 1991, dos años después de la caída del muro de Berlín, se le devolvió su título de GM. Sobrevivió a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

 

       En 1993 se proclamó Campeón del mundo de veteranos. Para mi Mark Taimánov es indestructible, un ejemplo. En 2004 con setenta y ocho años fue padre de dos gemelos, junto a los cinco anteriores de sus tres esposas, hacen siete. Y en 2014 con 88 años creó la Escuela de ajedrez Mark Taimánov en San Petersburgo, que cuenta con ochenta miembros, y su mujer Nadezhda Taimanova nos cuenta que “seguirá existiendo”.


       Casi tres meses después de su muerte, existe una defensa Siciliana y una defensa Benoni moderna que tienen una variante con su nombre, y cuando juego todos los domingos en la liga madrileña y la pongo en práctica, agacho la cabeza en homenaje al maestro.

 

       ¡Buen viaje hermano!

 

 

 

Juan Bohigues Fernández

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