Mis problemas de celuloides

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Bascula

 

 

 

No sé de dónde me viene la pasión por el cine, quizá tenga algo que ver con que siempre estoy contando películas. Aunque puede que la causa fuera aquella película rubia que llevé con el disfraz de Doris Day. También es verdad que siendo disléxico de un ojo nunca sé muy bien lo que estoy viendo y a veces no distingo al malo del héroe. Y tampoco ayuda que se te ponga delante alguien con un cubo de palomitas como una casa de grande ¿tan caro es el cine que la gente va en ayunas? Sin embargo no se escucha el rugir de tripas. Más bien sorbos de coca-cola, palomitas masticadas a puñados y ‘desenvoltorios’ a cámara lenta mal disimulados.
Esto es ‘sobrepesar’ la delgada línea roja, saltarse la dieta y pasarse de la ralla todo a la vez. Y luego les entrará pavor viendo «Super Size Me» o «El lorzanato».


   Y con tanta distracción, uno no se concentra. Así que no sabes si estás disfrutando de las hordas del señor William Wallace plantando cara (o mejor dicho, plantando culo) a los ingleses en «Braveheart», o viendo «Con faldas y a loco». En definitiva, unos melenudos como en «El señor de los anillos», que me da la sensación de que es un documental sobre el heavy metal: abuelos con pelos largos, que fuman pipas y después ven trolls y enanos que les hablan.


   El cine y las drogas, otro tema recurrente como en la trilogía «Tron-peta», «Tron Legaliza» y la próxima «¿Qué pasa, Tron?». Aunque a mí la saga que más me gusta es «En el nombre del padre», «En el nombre del hijo», «El espíritu de colmena» y «Amén».


   Entiendo que se critique el cine español porque es poco variado y la mayoría de los argumentos son costumbristas. Por ejemplo, «El príncipe de Zamudio». Lo mejor que tiene es el bajo coste de la cinta porque Eddie Murphy interpretó todos los papeles. De la España más profunda tenemos «Los cantos inocentes» (en Francia, «Los chicos del coro») y «La maña educación» (en la onda de «Nobleza baturra»). Y cómo no, nuestro argumento favorito: la guerra civil. Cogí del videoclub «Las 13 sosas», y… si es que es para matarlas…


   ¡Con lo bien que se lo pasa uno con «Historias de la puta Pili»!


   Y es que a mí el cine bélico me sigue entusiasmando. «Salvad al soldado Brian», de los Monty Python, tiene los primeros quince minutos más trepidantes del cine de acción, Y el que no lo crea así, ¡disidente! También me pone la piel de naranja  esa historia de amor entre Leonardo Di Caprio y Kate Winslet en «El hundimiento» que ensancha el celuloide y la talla de sus estrellas.


   «Si es iraní, no puede ser mala». Me prestaron «Las Tortugas también vuelan». No sé si es cine para cultos, pero entre los niños de 10 años tiene que ser una pasada ver a Leonardo, Michaelangelo, Donatello y Raphael dando brincos y patadas ninja a todo lo que se mueve. No sé cómo aún me fío de las recomendaciones: «Tienes que ver una película que te va a encantar sobre los fantasmas del pasado, las relaciones padre-hijo, el antihéroe… es algo así como un nombre de flor…». Y me gustó un montón «Gladiolor», pero la película que tenía que haber visto era «Magnolia».


   Lo que más me choca es cuando se encienden las luces de la sala y todo el mundo tiene esa cara de modorra y empiezas a dudar de que alguien haya visto entera la película como me pasó con «2001: la odisea va despacio». Más bien parecía «La historia interminable». Me pregunto: ¿a dónde iba corría durante tanto tiempo el astronauta? ¡Si estaba corriendo en círculos! No sé cómo no lo vi venir con el león de la Metro -Goldwyn-Mayer bostezando antes de que empezara la película.


   Pero no podemos juzgar a Kubrick por una sola película. De hecho, he de reconocer que mi favorita es su musical «Eyes Wide Shut Story».

Si tuviera un título noveliario sería de suspense o de humor y si pudiera viejar me gustaría llegar a los 90 con buena salud. Mi madre siempre me regañaba por ser un optimista, no por ver el vaso medio lleno o medio vacío, sino por creer que podía beber directamente de la botella. También desde pequeño empecé a desarrollar el gusto por la música, ya que carezco de oído y tacto para tocar cualquier instrumento. Me confieso disléxico habitual, de los que van al cine a leer y devora los bocadillos de los cómics. Así que, bienavenidos a este viaje en blogo porque la realidad que nos rodea es diferente según el cristal con el que se mira, pero quizá, haciendo la vista gorda, podamos verla sin cristal. Por tanto, lo que nos queda es tomarnos la vida con mucho rumor, que la certeza absoluta nunca la vamos a tener e, iluminados por la lámpara del genio, veamos las coincidencias y las coinfusiones cotidianas. Que ustedes lo pacen bien.