
El sueño de todo joven universitario es grabar un corto con sus amigos. Una historia íntima sin ser ñoña; que enmarque a una generación, pero que no esté repleta de trópicos y, sobre todo, que tenga una escena en la que haya que utilizar un bote de nata montada.
Pero sin nata en la nevera no nos quedaba otra que… dejar el porno y centrarnos en una de zombies.
Partíamos con un presupuesto: no teníamos ni idea de cómo se rueda, porque faltamos a las clases de corto y confección. Pero lo que sí sabíamos es que lo más importante era encontrar un argumento lo suficientemente raro como para que fuera creíble, así que consultamos los medios de comunicación.
Los títulos nos sobrepasaban: «El juez Garzombie y los asaltadores de fosas», «La invasión de los Corpus Christi», «Brain Training, tu madre se ha comido mi Iphone», «Georgie Dann es Re-Animator» o «Dr. Revolution: mitad perro, mitad flauta». Y aún no habíamos visto Informativos Telecinco.
Pero no acabábamos de dar con el título que nos castrapultara a la fama. Hasta que un día llegó a nosotros en forma de cancioncilla: «Leche, cacao, avellanas y azúcar ¡Mor-ci-llaaaaaa».
Ya teníamos el monstruo y la ciudad a destruir sería Tokio -así pasábamos alguna noche fuera de casa-.
¡Morcilla contra Tokio!
Una fuga radiactiva de la central nuclear de Garoña (Burgos) contamina una partida de morcillas de camino a Tokio. Entonces las morcillas toman conciencia y se fusionan en un morcillón decidido a acabar con los japoneses porque todos saben que tienen buen ‘saque’ para el arroz.
La única manera de acabar con este engendro sanguinolento y atrroz es destriparlo. Para ello, un grupo de tecnoguerreros samuráis forjan unas tijeras con las que romper la cuerda y provocar así una orgía de sangre y destrucción.
Con la historia montada a punto de nieve y el story board a toda vela nos pusimos manos a la obra.
¿Y el casting? Sólo se pasaron chicos que querían el papel de morcilla gigante. Quizás una errata en el anuncio del periódico ayudó al malentendido: «Se busca actor ameter, sin experiencia en el cine y bien dotado para película de acción casera. Razón: siempre el director. «
El presupuestop, como siempre, detuvo la producción, y con los retoques de guión y los desgastos, eso pareceía más «La salchicha peleona: el regreso» (que no es gore, es terror psicológico).
Por lo menos nos echamos unas ristras y si hay frikis dispuestos a ver cómo Krugen a Freddy en 9 pelis, quizás tengamos una oportunidad más en «Morcilla contra el Explorer».