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Mientras tantoPersonajes históricos

Personajes históricos


   Personaje se define
como “persona de distinción, calidad o representación en la vida
pública”, es decir, es una palabra que nos hemos inventado para
poder colocar por encima de lo ordinario a gentes que, por un motivo
u otro, han logrado destacar.

 

   Acabo de poner unas
estanterías nuevas en mi habitación, de modo que he sacado de
debajo de la cama, de cajas y cajones montones de libros para
colocarlos por fin en lugar visible y accesible. Cuando voy a una
casa me fijo en el tipo de libros que el dueño tiene a la vista;
siempre pienso que saber lo que alguien lee sirve para hacerte una
idea a priori de cómo es, por eso en mi casa procuro dejar que se
vean más los libros más serios y más cultur-guais que tengo, y los
chorras -que también leo- los suelo esconder un poco más en una
demostración curiosa de que, inconscientemente, intento aparentar
hasta en mi propia casa… eso tengo que mirármelo. El caso es que
algunos de los libros que hoy he rescatado de sus escondites son
biografías y libros de “personajes” que en su momento compré
porque me pareció interesante saber un poco más de ellos de primera
mano. Está la biografía de Gandhi, la de Luther King, las dos
partes de las memorias de Alfonso Guerra… y ¡El Libro Verde de
Gadafi! Tengo recuerdos de cuando Estados Unidos bombardeó Libia e
intentó convencernos a todos de lo malo que era Gadafi -hablamos del
86- de modo que cuando crecí un poco y vi que, pese a haber sido
atacado por el Imperio, Gadafi se había mantenido en el poder, me
dije “a ver este hombre cómo es” y me compré su Libro Verde.
El libro es una auténtica patata infumable en la que dice un montón
de obviedades y se advierte de que “las peores dictaduras que ha
conocido el mundo siempre se han constituido bajo la sobra de una
democracia parlamentaria”.

 

Compré aquel libro
porque Gadafi no es una persona, sino un “personaje” -que es
más-, y hoy me ha dado por pesar que un tipo así, que bombardea a
su pueblo para mantenerse en el poder en que ya ha vivido más de
cuatro décadas, alguien a quien no ayudaría a cruzar la calle, a
quien ni siquiera daría la mano si me la ofreciera, es, sin embargo;
merecedor de mi curiosidad, mi atención y mi tiempo ¿por qué?
Porque es un personaje.

 

   Otro de los libros que
he rescatado del fondo de una caja de cartón medio rota es nada
menos que “Mi lucha” de Adolf Hitler. En mi ranking de ser
humanos -más o menos- detestables Hitler ocupa el primer lugar muy
destacado, representa la encarnación de la maldad más cruel e
incomprensible, es el responsable del mayor conflicto bélico de
todos los tiempos, bajo sus órdenes se exterminó a millones de
personas sólo por ser judías, homosexuales, gitanas o enfermos
mentales, Hitler es lo más odioso que pueda haber existido… pero
compré y leí su libro porque no fue una persona, sino que es un
“personaje”. La explicación parece clara, da igual la catadura
moral de la persona porque lo importante es la trascendencia que
tenga en al historia. Nos fascinan los “personajes” porque fueron
capaces de sobre salir de la mediocridad de un modo u otro y a todos
nos gustaría sentir el reconocimiento de los demás como especiales
aunque sólo fuera por una vez.

 

   La pregunta es ¿merece
la pena llegar a ser un personaje aunque eso traiga consigo
consecuencias negativas para otros? La primera respuesta que te viene
a la cabeza es “no”, pero supongo que tendríamos que vernos en
la situación… Tanto el “Libro verde” de Gadafi, como el “Mi
lucha” de Hitler están colocados en el grupo de libros que se ven
bien si vienes a mi casa.

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