No repetiré su nombre, como Adán contrario
que silencia a los animales que no deben aparecer en el paraíso,
Europa, menudo edén,
aunque aquí sí, en la tabaquería,
como una marca de cerillas, Michaloliakos,
pongamos que se trata de un tipo de mechero,
o de una pequeña bombona de metal que uno compra (en este estanco, por supuesto)
para rellenar con gasolina los mecheros americanos,
use Michaloliakos para su Zippo,
no le defraudará,
como en los peores tiempos.
Tampoco conviene nombrar a los esbirros que le preceden en la sala de prensa,
musculados en una zona de la mente plena de obsesiones,
uniformados como los huevos del cartón.
tamaño XL,
aunque muchos más violentos que su cáscara.
Pero es aún más triste ver a los periodistas que acatan la orden de incorporarse
como un resorte,
justo cuando lo piden a gritos los soldados,
como si tuvieran el muelle de la obediencia en el asiento,
aceitados con miedo, un miedo natural, exactamente,
un miedo que también es memoria de todas las barbaries.
Se levantan como un rayo, sin tiempo de pensar que su libertad se ha quedado sentada lejos de los bolsillos de sus pantalones vaqueros.
Sólo escuchamos la protesta de una mujer, que se enfrenta a los esbirros, antes de ser expulsada.
En esa voz de mujer viajo desde Grecia a este rincón,
la única voz que merece repetirse, aunque no conozcamos su nombre.
