
Diario de una guerra en Europa. Ucrania 2022-2025, 3
(22 de marzo, martes, 27º día de guerra)
Continúa la guerra de posiciones y el asedio a las ciudades en los tres frentes, desde Kiev a Mariúpol, pasando por Járkov, Sumí y Chernígov, unas ciudades que han sido bombardeadas por misiles y artillería rusa. Las bajas entre los civiles son grandes, pero las ciudades resisten, incluidas las asoladas Járkov y Mariúpol.
Hay noticias contradictorias acerca de un ataque ucraniano en el sur, en la zona de Mikolayiv, donde las fuerzas rusas se han visto obligadas a retroceder. Decididamente, no hay ningún progreso de los invasores en los distintos frentes, lo cual muestra las limitaciones de sus fuerzas para realizar operaciones complejas.
Esta guerra de Ucrania amenaza con estancarse en los límites actuales, o casi. De no registrarse novedades en las próximas semanas, como la caída de alguna de las ciudades asediadas, probablemente los rusos no alcancen ningún objetivo de los que están atacando. Ciertamente, Ucrania resiste casi un mes después, pero también Rusia, que a pesar de no haber logrado la victoria relámpago perseguida ha alcanzado los objetivos más elementales de esta invasión: consolidar el control de Crimea y el Donbás y unir la zona con el corredor que parte de Bielorrusia. Se empieza a dudar de que el Dniéper sea el objetivo de Moscú y se cree que se alargue la guerra, una posibilidad para la que se duda cuente con recursos.
De nuevo el secreto de lo que sucederá está en Kiev, y aún más en Odesa. Si el avance ruso llega sobre todo a la ciudad portuaria se puede aventurar que Rusia habría apostado por una guerra larga, para la que dudo cuente con los recursos para llevar a cabo. Todo ello, naturalmente, con las limitaciones debidas a la falta de información fiable.
Como no podía ser menos, los aspectos oscuros de la guerra aparecen. Se dice que hay unidades rusas de operaciones especiales que actúan por la noche en las ciudades ucranianas atacadas. Asaltan pisos de manera indiscriminada, asesinan, roban y destruyen infraestructuras y provocan incendios. Esta es una de las razones del establecimiento de toques de queda por la noche en Kiev. Todo suena a propaganda, aunque no se puede descartar que sea cierto.
Por otro lado, se está haciendo popular el batallón Azov, una unidad ucraniana formada por voluntarios de ideología nazi y racista que ha combatido en el Donetsk desde 2014 y que recibe contingentes extranjeros. No sé si a la causa ucraniana le conviene esta propaganda que da la razón a Rusia. Tradicionalmente el nacionalismo ucraniano ha tenido elementos muy oscuros, especialmente en los días de la Segunda Guerra Mundial.
La ONU calcula en tres millones y medio el número de refugiados ucranianos en solo un mes. Los sirios no llegaron a un millón. Occidente tendrá que hacer frente a unas exigencias inesperadas que se unen a las del precio de la energía, a los gastos de la pandemia y a los nuevos del presupuesto de defensa. La inflación es una amenaza cada día más evidente, al igual que una posible crisis energética.
Poco a poco, la prensa va desplazando de las primeras páginas las noticias referidas a la guerra de Ucrania. En esta sociedad de la rapidez y lo inmediato parece que en los medios de comunicación no hay interés por una guerra que dure más de un mes.
Desde hace ya días es una constante el cielo gris y la lluvia intermitente. Decididamente, es un invierno prolongado, por muchas razones oscuro.
(23 de marzo, miércoles, 28º día de guerra)
Los combates en el interior de Mariúpol, calle por calle, reviven más los de Berlín en 1945 que los recientes de Alepo. Como se adelantó, están participando las unidades chechenas del siniestro Kadirov. Los ucranianos siguen resistiendo y la población civil sufriendo. Parece que el peso de la lucha lo lleva el Batallón Azov y que los combates son feroces, casa por casa.
Por el contrario, en el resto de los frentes hay éxitos locales ucranianos. En Mikolayiv se confirma el retroceso ruso y en la zona de Kiev, dos ciudades de la banlieu norte han sido recuperadas. Por su parte en Bucha, los rusos han pasado a la defensiva según se deduce de la aparición de atrincheramientos. Según el ISW, los rusos se estarían agrupando para lanzar ofensivas en todos los frentes. Si es así, no tardaremos en ver acontecimientos.
Los bombardeos sobre Járkov, la ciudad considerada más rusa de Ucrania, ha conseguido lo esperado: un paisaje propio de Stalingrado y la extensión del previsible odio al invasor.
En los últimos días las noticias acerca de la marcha de las conversaciones de paz han desaparecido. Cabe suponer que continúan, pero no hay ningún dato.
De lo que será la postguerra se ha hablado poco, pero Ucrania va a quedar definitivamente herida y dividida, lo que alterará la situación creada por todos los movimientos de población producidos durante la época soviética. Es una región que parece condenada al martirio.
Nadie ha planteado la cuestión de si Ucrania es o no parte de Europa, un asunto que sin duda solo preocupa a algunos europeos. Quizás se debate algo en Francia, nada en Inglaterra, ellos mismos sumidos en una contradicción al respecto, y en absoluto en Estados Unidos, donde todo esto les resulta muy lejano. Digamos que al menos hay dos Ucranias, la occidental, que fue del imperio austro-húngaro, plural, germano parlante y católica, diferente de la oriental, ortodoxa, rusófona y ucraniana. Veremos qué queda de Ucrania tras la guerra y entonces habrá que pensar si ese país de tierras de sangre es o no Europa. Que Lvov, Galitzia e incluso el territorio que llega al Dniéper lo sigue siendo creo que no cabe duda. Y que hoy toda Ucrania mira más a Europa que a Rusia, también.
Día de pleno invierno: frío, nubes airadas, lluvia y viento. Continúo como el título de la vieja copla infantil dedicada a Alfonso XII.
El asunto del Sahara sigue dominando la actualidad junto con una huelga del transporte que dura casi dos semanas con tintes de chalecos amarillos. Hay realmente puntos oscuros en la relación con Marruecos, sobre todo por qué se ha acordado en estos momentos. Todo señala a Ceuta y Melilla.
(24de marzo, jueves, 29º día de guerra)
Continúan los bombardeos sobre Kiev, Chernígov y Járkov. Hay contraataques locales ucranianos al norte de Kiev, dirigidos a impedir el abastecimiento de las fuerzas rusas, pero de escasa repercusión. En el puerto de Berdiansk, junto a la asediada Mariúpol en el Mar de Azov, los ucranianos han hundido un barco de carga ruso. Una acción que muestra como los ucranianos no están del todo a la defensiva.
Los medios resucitan la posibilidad del empleo táctico de armamento nuclear por los rusos en el asedio a Kíev o Járkov. Sería un desafío a la OTAN y abrir unas opciones bélicas y políticas impensables. No creo que Putin se decida a dar el paso, ni los mandos militares rusos se lo permitan. En su reunión de hoy, la OTAN ha mostrado un cuidado exquisito al evitar incrementar los choques con la Moscú.
Tras un mes de enfrentamientos, es evidente que el tipo de guerra de movimientos, si se quiere relámpago, planeada por los rusos, ha fracasado al no alcanzar ninguno de los objetivos previstos. Solo han tomado Jersón mientras que el resto de las ciudades resiste.
Ahora, las fuerzas rusas han decidido llevar a cabo una táctica de tierra quemada, de destrucción indiscriminada, con la intención de amedrentar a los ucranianos y forzar las conversaciones de paz. La falta de eficacia y recursos la sustituyen con el empleo de la violencia.
El País ha publicado el artículo de un analista, viejo conocido, Jesús Núñez Villaverde, que desde una perspectiva esquemática sitúa los elementos del fracaso de la estrategia de Putin en Ucrania. Como ex militar explica bien las razones de la marcha del conflicto: la sobreestimación de las fuerzas propias y la subestimación de las ucranianas. Coincide también en que Rusia saldrá dañada del conflicto y lejos de ser una potencia. Se duda de que tenga capacidad para afrontar una guerra de larga duración en la que los ucranianos intentan que se desarrolle en terrenos desfavorables al poder ruso, evitando el campo abierto.
Aun mejor es la entrevista que publica Le Monde de hoy con Yohann Michel, investigador del IISS (International Institute for Strategic Studies). Un acertado y útil estado de la cuestión de la guerra de Ucrania al día de hoy.
A un antiguo militar y popular analista de las televisiones se le ha señalado como asalariado de Putin. El hecho es que, al contrario que hace un mes, ahora se prodiga poco. También se dice que no es el único.
El viento y el cielo oscuro se aúnan para alargar el invierno más allá de la estación. Pesan en el ánimo en estos días.
(25 de marzo, viernes, 30º día de guerra)
De acuerdo con la información diaria procedente del ISW, hoy, tras un mes de combates, se confirma que las fuerzas rusas no han alcanzado ninguno de los objetivos previstos en las operaciones.
Ayer, las tropas ucranianas han continuado su ataque en el frente de Kiev sobre el ejército ruso. No solo han logrado aliviar el asedio sobre la capital, sino también han intentado envolver Irpín y Bucha desde la izquierda, por Borodyanka, para alejar la amenaza. Asimismo, en el norte, repelieron el ataque ruso que intentaba rodear Chernígov y Brovarí. En el Este, en Járkov, la actividad rusa se ha limitado al bombardeo de la ciudad sin registrar combates en el terreno. Otra cosa es Mariúpol, donde las tropas rusas han alcanzado el centro de la ciudad y las autoridades ucranianas han huido, lo que es un reconocimiento de su caída inminente.
La actividad ucraniana contra el puerto de Berdiansk continúa. Han sido hundidos dos navíos de aprovisionamiento y uno de carga. Estos ataques demuestran la capacidad ofensiva de los ucranianos y las limitaciones de las fuerzas rusas.
Hoy, al comienzo de la tarde, ha saltado la primera noticia que permite aventurar algo del futuro. Mientras el presidente Biden, procedente de la cumbre de la OTAN en Bruselas, llegaba a Polonia en visita oficial y a la 82ª División Aerotransportada americana, se ha producido una inesperada declaración del Ministerio de Defensa ruso. Según el comunicado, que han recogido todos los medios, ha concluido la primera fase de la llamada Operación Militar Especial en Ucrania de manera que el objetivo es controlar la región del Donbás, aunque la guerra continuará hasta que se cumplan todos los objetivos, sin descartar tomar ciudades como Kiev y Járkov. Es evidente que la detención de la ofensiva rusa en los tres frentes –norte, este y sur– y el error en las previsiones acerca de la reacción de la población y del gobierno ucraniano, unido a la subestimación de las fuerzas de Kiev, han llevado a esta nueva situación.
Por vez primera se reconocen objetivos precisos por el mando ruso y se establece la renuncia implícita a la aspiración esencial que impulsó la operación, como es la conquista total de Ucrania para “proceder a su desnazificación”. Dicho de otra forma, el control del Donbás y del Mar de Azov se han coinvertido, como se suponía, en el máximo objetivo razonable de la ofensiva rusa. Para ello tienen que acabar de controlar las provincias de Donetsk y Lugansk y tomar Mariúpol. El enigma son Járkov y Kiev. Si en el primer caso es posible que Rusia opté por su conquista, otra cosa es Kiev, la capital, cuya ocupación no parece probable por un ejército muy castigado. Odesa de momento parece que queda fuera del foco, pues todavía resiste Mikolayiv, un lugar esencial para controlar el litoral. Veremos qué sucede, pero creo que lo ocurrido hoy señala un cambio en la dirección de la guerra, incluso el comienzo del final, aunque Rusia nunca es de fiar.
Al día de hoy, los problemas logísticos de las fuerzas rusas, desde la comunicación y el control al abastecimiento, se han agravado con la acción del cada vez más eficaz, pero también más desgastado, ejército ucraniano, cuyas reservas distan de ser considerables. De hecho, los problemas rusos se sitúan en parte en los fallos de comunicación, que han sido la causa de la muerte de un número elevado de generales y coroneles, quienes tienen que reunirse y exponerse para celebrar reuniones. Con seguridad, el apoyo occidental, enviando información sensible en tiempo real, también contribuye a estos resultados.
Las cifras de refugiados ucranianos en un mes son propias de 1945. La diferencia es que probablemente este movimiento de población no supondrá reasentamientos, ni limpiezas étnicas, ya que quiero pensar que la mayoría regresará a Ucrania cuando acabe el conflicto.
Las cifras de bajas civiles y militares es mejor no tenerlas en cuenta, pues son inexactas o exageradas por la propaganda, sea de Ucrania o de Rusia. Tiene que pasar mucho tiempo hasta que se sepa siquiera de manera aproximada cuál ha sido el coste humano de esta guerra. Sin embargo, circula con insistencia la cifra de diez mil muertos, una cifra más elevada que los caídos en Afganistán o en Chechenia.
Cada vez se intensifican más los rumores acerca de la desaparición desde hace dos semanas de quienes planearon y dirigieron la guerra hasta entonces. Se trata del ministro de Defensa, el general Serguéi Shoigú, amigo personal de Vladimir Putin, y del jefe del Estado Mayor, Valeri Guerásimov, considerado el cerebro de la llamada Operación Militar Especial. Las teorías se desatan alentadas por el silencio del Kremlin, pero la realidad es que ambos, muy presentes en los primeros días de la guerra, han desaparecido desde hace días.
Estas páginas están siendo el diario de la lluvia y el frío. El que azota a Madrid desde hace diez días.
(26 de marzo, sábado, 31º día de guerra)
El ISW desconfía de la declaración de Moscú de limitar sus acciones al Donbás. Insiste en que es una afirmación forzada para ajustar lo sucedido al discurso, y que no se puede descartar que sea una medida para ganar tiempo. La realidad es que los combates continúan en áreas como Kiev, al igual que los intentos de conquistar territorio ucraniano más allá del Donbás.
Hoy han sido bombardeados varios objetivos en el extrarradio de Lvov, muy próximos a la ciudad, y otro en Zhitomir, lo cual no coincide con las declaraciones del mando ruso de limitar las operaciones. Esperemos que el querido Lvov, superviviente de todas las guerras, pueda hacerlo también ahora. Y es que a veces peor que los daños producidos por los bombardeos son los efectos de la reconstrucción. Los autócratas no tienen sensibilidad histórica, pues nunca han paseado con la mirada adecuada por las calles de las ciudades que ordenan destruir. ¿Qué sabrá Putin del empedrado de Lvov, de Bruno Schultz o del Kiev de Mijaíl Bulgákov?
En los alrededores de Kiev, los ucranianos han atacado a los rusos en Irpín y Brovarí haciéndoles retroceder. Los partes ucranianos señalan a un ejército desmoralizado y débil, lo cual no deja de ser una exageración. Por su parte, en Odesa, la tensión es máxima ante la posibilidad de un ataque ruso, que se espera desde hace semanas.
Ningún organismo ni institución internacional da por buena la declaración rusa de limitar su actividad al Donbás, ni tampoco un posible fin de las hostilidades en un plazo razonable. Aquí hay quien ya, de manera algo precipitada, ha brindado por la victoria de Ucrania en la guerra, lo que no deja de ser un poco exagerado.
Desde el siglo XVI late en Rusia un descontento, una tensión, que solo se soluciona, y de manera drástica, en 1917. El tardío feudalismo ruso que en el siglo XVI convierte a los mujiks en siervos adscritos al señor, es un elemento esencial que determinará la historia rusa. En 1581, Iván IV, el Terrible, decreta la prohibición de movimientos del campesinado, así como al aumento de tributos señoriales. El resultado es la huida de campesinos a tierras inexploradas de Siberia, a la zona de los grandes ríos del sur e incluso a zonas cosacas fuera de la ley. Los campesinos prefieren la libertad a la servidumbre lo que se traduce en levantamientos como los de Stenka Razin, en 1671, que puso a Moscú contar las cuerdas, y el de Pugachev en 1773 y 1775. Pedro III el Grande modernizó Rusia, sí, pero consolidó en 1714 el poder y el régimen de la aristocracia que descansaba en la feudalización de los campesinos. La cuestión del campesinado tardará en resolverse pues el problema de los kulaks, de la colectivización forzosa, de la limitación de movimiento del campesino, continuará en la Rusia soviética, en la que Ucrania será uno de los escenarios más terribles Esta “segunda servidumbre” provocará que la europeización de Rusia sea cosa de minorías, permaneciendo el país al margen. Es una contradicción que ha determinado a Rusia desde la Edad Moderna. La que Fernand Braudel llama la doble cara de Rusia, que además están enfrentadas: la de la modernidad ante Europa y la de la Edad Media para sí misma. Una situación que está en el origen de la inestabilidad y la tensión revolucionaria.
En España, la huelga del transporte y el desabastecimiento está contribuyendo a crear un clima de desazón junto a la inflación, la subida de los precios de los combustibles y de la electricidad. Hoy todo son manifestaciones. No es de extrañar que, en algunas tertulias, ciertos personajes de dudosa formación en el asunto, pontifiquen acerca de la disuasión nuclear y del peligro de guerra atómica. Cada vez hay más apocalípticos que integrados, que diría Umberto Eco.
(27 de marzo, domingo, 32º día de guerra)
El escepticismo acerca de la veracidad de la declaración de Rusia de limitar las operaciones al Donbás se extiende. No solo es la habitual diferencia entre las declaraciones y actos de Moscú, sino de algo más preciso: nada ha cambiado en los últimos días. Kiev sigue siendo atacado y Lvov, casi en la frontera con Polonia, ha sufrido un bombardeo de seis misiles de crucero contra depósitos de materiales y combustible. Todo indica que esa supuesta limitación rusa puede ser una excusa para reagruparse, reforzarse y lanzar un nuevo ataque sobre los mismos objetivos que hasta el momento no ha podido alcanzar.
Se aventura que dentro de unos días Mariúpol caerá en manos rusas, confirmándose el control de casi todo el Donbás y de la costa del Mar de Azov. Qué ocurrirá después es una incógnita.
Desde Polonia, Joe Biden ha lanzado una advertencia a Rusia acerca del compromiso de Estados Unidos y de la OTAN con la defensa de la integridad territorial de sus miembros. Es una declaración firme y oportuna, sobre todo teniendo en cuenta la existencia del delicado “corredor de Suwalki”, la estrecha franja de setenta kilómetros que une Kaliningrado, la antigua Königsberg, en poder de Rusia, con Bielorrusia, y que atraviesa Polonia y Lituania. Un verso suelto de los ajustes territoriales de 1989, que tiene ecos de otro corredor cercano y de terrible recuerdo, el de Dantzig. En fin, un lugar de fronteras complicadas, propenso a todos los roces y peligros.
El presidente estadounidense también ha llamado a Putin carnicero y ha instado prácticamente a una insurrección en Rusia, lo que ha incomodado al presidente Macron, quien ha defendido siempre la mediación.
Día de noticas. Según fuentes de Kiev, la intención última de Moscú es dividir Ucrania. No se precisa si la partición será de norte a sur, quedando el Este y el Donbás en poder de Moscú; tampoco se indica si llegaría la frontera al Dniéper, ni qué sucederá con Kiev. Hay quien señala incluso que Odesa sería también parte de esa Ucrania rusa, pero antes tendrán que tomarla y no parece que el ejército ruso esté en condiciones. De todas formas, insisto en que las fronteras del imperio austro-húngaro no dejan de ser una referencia para un futuro que contempla cambios de fronteras. Seguro que no soy el único al que se le ha ocurrido.
En esta situación domina un problema y es que Ucrania es una nación sin mapa y un Estado sin fronteras, cuyos límites, además de imprecisos, han cambiado con frecuencia. Unas circunstancias que comparten los países que forman la que Czeslaw Milosz llama la Commonwealth de Europa Oriental, que va del Báltico al Dniéper, y que agrupó efímeramente el Gran Ducado de Lituania entre los siglos XIII y XVIII. Dice Milosz que “todos los trastornos europeos muestran que, bajo la superficie cambiante de los hechos, subsiste una continuidad”. Más o menos, lo que sucede en Ucrania en estos momentos. Y es que los de ahora son unos acontecimientos en los que se detecta la pervivencia de contenciosos e ideas del pasado junto con no pocos irredentismos.
Creo que Turquía está jugando un papel de mediación importante entre Rusia y Ucrania, aprovechando su condición fronteriza, de vecino histórico, y de miembro de la OTAN. Todo sin olvidar las buenas relaciones de Erdogan y Putin. Parece que se reanudan las conversaciones entre Moscú y Kiev, e incluso se ha filtrado que se han alcanzado acuerdos.
Confuso y largo artículo de Jonathan Littell en casi toda la prensa europea. Reconoce que en Rusia no hay oposición a Putin, pero recomienda que los ciudadanos lleven cabo lo que llama “su Maidan”.
El tiempo invariable. Invernal y sin un resquicio para el sol. El resto, en la misma tónica. Hoy se ha dado el absurdo cambio de hora que sigue vigente desde los días de la crisis del petróleo de 1973. Desconcierto.
(28 de marzo, lunes, 33º día de guerra)
Desde hace unos días, los partes de guerra sugieren cada vez con más intensidad que estamos en una guerra de posiciones. Los combates que afectan a los tres frentes apenas registran novedades, lo que confirma la estabilización del conflicto por falta de capacidad de los contendientes. En el norte, alrededor de Kiev, se registran combates e intercambio de fuego artillero, mientras que los ucranianos lanzan contraataques en Brovarí e Irpín, donde han detenido a las fuerzas rusas. En el frente del Este, en el Donbás, las fuerzas rusas han conseguido pequeños avances en Sumí y en Izium. Por último, en el frente sur, los rusos prosiguen la toma de Mariúpol, que aun resiste, en este caso en dirección al puerto.
Hoy, primera noticia de importancia que permite pensar en un posible fin de la guerra. El presidente Volodomir Zelenski ha declarado la posibilidad de aceptar la neutralidad de Ucrania, su desnuclearización y sobre todo la cesión de una parte de su territorio en evidente alusión al Donbás. Putin, y el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, han señalado el avance de los contactos, que mañana se reanudarán en Turquía. Parece que la opción de un Donbás ruso, como parte de la Federación Rusa, se abre camino.
Hoy, un artículo de un escritor poco versado en cuestiones históricas, avisa del apocalipsis al señalar el, a su juicio, paralelismo existente entre la situación actual y la Europa de los años treinta, que anticipaba la guerra mundial. Mas que un análisis o la búsqueda de un paralelismo sugiere un brochazo poco fino.
Sigue la guerra de cifras. Parece que Rusia ha perdido en estas semanas trescientos tanques, los mismos que tiene Francia y la mitad de los que dispone Gran Bretaña. Creo que es mejor no atender a las cifras, siempre discutibles y manejables.
Ha aparecido el sol, aunque parece que por poco tiempo. Toda una metáfora de cierta realidad.
(29 de marzo, martes, 34º día de guerra)
Comienzan en Estambul las conversaciones de paz entre Ucrania y Rusia. Hay más esperanza que confianza en su resultado. Mientras, siguen los combates a pesar de la declaración de Moscú de renunciar a Kiev. Nadie cree la veracidad de las proclamaciones rusas
Hay rumores de un intento de envenenamiento de los negociadores que estuvieron reunidos a principios de marzo, entre ellos el oligarca ruso Roman Abramovich. Otras voces afirman que es un bulo.
Los ucranianos recuperan el control de Irpín y detienen a los rusos en Brovarí, aliviando el cerco de Kiev, donde se combate. Hay también contraataques de las fuerzas ucranianas en Chernígov y Sumi, dos etapas en el camino hacia la capital que aún no han ocupado los rusos. La reconquista de Irpín ha permitido evitar el riesgo de cerco de Kiev. Cabe hablar de una victoria ucraniana.
En el Este, en Járkov, continúan los bombardeos, pero sin apenas combates terrestres. Según la inteligencia británica, tan activa como efectiva, los rusos habrían desplegado en esta zona a los mercenarios de la siniestra compañía Wagner Group, creada y financiada por oligarcas rusos como Yevgueni Prigozhin, y dirigida a por el aún más oscuro Dimitri Utkin. Una unidad cuyo empleo da una idea de la catadura de los dirigentes del Kremlin y de la limitada eficacia y disponibilidad de sus fuerzas. Esta organización paramilitar ha actuado en el Sahel, en Libia y Siria, y su empleo recuerda no tanto a los mercenarios del Congo o de la guerra de Biafra en los años sesenta como a los lansquenetes del siglo XVI y a las compañías de routiers de la guerra de los Cien Años debido a su autonomía y capacidad.
En el sur, y a costa de grandes pérdidas, los rusos siguen avanzando en la toma de Mariúpol. Es el único frente en el que las fuerzas de Moscú progresan algo.
Según los analistas, no hay retirada rusa sino un nuevo despliegue, pues están concentrando fuerzas en el Este, en el Donbás.
Se habla de casi cuatro millones de refugiados ucranianos. Son cifras tremendas, desconocidas no ya en Europa, sino en otros lugares en los que ha habido conflictos en los últimos años. Casi un millón cada semana. Insisto en que muchos sin duda regresarán en corto o medio plazo, cuando los combates disminuyan, pues el exilio y el desgarro que supone, aunque sea en Europa, es muy duro.
A los ucranianos y a los polacos esta guerra les va marcar durante generaciones. Es un nuevo alejamiento de Rusia, que se suma al ya histórico. Todo por no aludir al revivir del recelo hacia lo que llega del Este en toda Europa.
En el ayuntamiento de Madrid, Vox se opone a la retirada de las llaves de oro de Madrid a Vladimir Putin. Habría que preguntarse también por qué se las dieron. Día primaveral, aunque algo nublado. Aún no hay rastro de las urracas y los mirlos.
(30 de marzo, miércoles, 35º día de guerra)
En las conversaciones que tienen lugar en Estambul, Ucrania ha aceptado no entrar en la OTAN mientras se garantice su seguridad por una serie de países. Son negociaciones complejas, pero ante la cesión de Ucrania es muy difícil que Rusia renuncie al Este de Ucrania, en concreto al Donbás. Su control es la única forma que tiene Rusia de mostrar eso tan esencial que es la sensación de haber alcanzado la victoria. Ya han surgido voces en Rusia en contra de los acuerdos con Ucrania, encabezadas por el siniestro Ramzán Kadirov, el ala más nacionalista de los oligarcas y los seguidores del ideólogo de ultraderecha Alexander Dugin. De todas formas, el escepticismo y la desconfianza son el ánimo dominante pues nadie se fía de los verdaderos propósitos rusos.
La coincidencia en que las fuerzas rusas están procediendo a llevar a cabo un nuevo despliegue se generaliza. La supuesta retirada de Kiev no se confirma, pues los combates y sobre todo los bombardeos alrededor de la capital se intensifican. En estos enfrentamientos, las fuerzas ucranianas llevan la iniciativa. Además, se registran movimientos de retirada de las tropas rusas hacia Bielorrusia, el siniestro Manchukuo de Moscú.
Posiblemente los rusos intenten concentrar sus esfuerzos en lograr un objetivo máximo, como ocupar el Este del país y unir Járkov con el Donbás. Todo sin olvidar la toma de Mariúpol, siempre anunciada inminente, para sellar el litoral del mar de Azov y unir Crimea. Lo que sorprende es que no haya sido atacada Odesa, el último puerto de Ucrania, ni por mar ni bombardeada, ni tampoco se haya dado una tentativa de desembarco. Las limitaciones de las fuerzas rusas quizás sean tan reales como parecen, pues la renuncia rusa a su conquista cuesta aceptarla.
Los próximos días veremos probablemente alguna actividad en estas zonas, pues el redespliegue ruso y el estancamiento de las conversaciones son síntomas de ello. La guerra, que de momento no pierde ni gana nadie, parece que va a continuar.
Este diario tiene que tener un límite pues se está alargando más allá de lo previsto, como ña propia guerra.
Obstinadamente, el invierno resiste y Madrid quiere emular a París con un cielo gris, en el que las nubes dan a la ciudad un aire casi trágico.
La inflación llega al diez por ciento. ¿Las causas? La guerra de Ucrania, la crisis en los transportes y el alza de precios de la energía y los combustibles. Son cifras de los años de la ahora tan denostada Transición en que hubo unos Pactos de la Moncloa que en estos momentos su posibilidad ni se vislumbran, aunque fueran necesarios.
(31 de marzo, jueves, 36º día de guerra)
Las informaciones y opiniones coinciden en señalar como falsas las declaraciones del Kremlin de abandonar Kiev como objetivo y centrarse en el Donbás. Todo indica que es una nueva maniobra de Moscú, pues no solo la actividad no ha cesado en ninguno de los frentes, sino también hay datos, como ha señalado la OTAN, de que las tropas rusas están procediendo a un reagrupamiento previo a una ofensiva contra Kiev y otra contra Mariúpol. En esta ciudad continúan los combates con grandes pérdidas para las fuerzas rusas y sobre todo para la sufrida población civil.
Los combates alrededor de la capital, concretamente en Brovarí y Chernihiv, se han intensificado, mientras que los bombardeos en todo el territorio ucraniano tienen como objetivo instalaciones de combustible y municiones para privar de material a las fuerzas de Kiev. Unos ataques que parecen preludiar una ofensiva rusa. Los bombardeos con medios diferentes, con artillería pesada en el caso de Lugansk, son generalizados en todos los frentes.
Nada indica que la guerra tenga un fin próximo, ni tampoco que se establezca un alto el fuego, pues las conversaciones de paz en Estambul no registran avances, incluso, al contrario, parecen estancadas.
Hay rumores de una purga de militares y asesores de seguridad en Kiev, que revela la tensión que se vive en Ucrania.
Curiosamente, Putin afirma que las operaciones se están desarrollando de acuerdo con lo previsto. Un brindis al sol que confirma que vivimos en una guerra de propaganda, de información, de bulos. El último: Putin estaría aislado en el Kremlin y desinformado por los asesores militares. Un rumor tan increíble como aceptar que el presidente ruso no tenga acceso a internet en su teléfono móvil. El cruce de informaciones es muy intenso con epicentros identificados: Moscú, Kiev, Bruselas, Washington, Londres, París, Minsk, Varsovia… La ausencia de periodistas occidentales en la zona rusa no contribuye a facilitar el contraste entre informaciones casi nunca fiables. Esta prohibición de la presencia de corresponsales no rusos es muy reveladora.
Ha sido un difícil y largo mes de marzo, aunque menos que el lejano febrero. Ahora llega abril, el que T. S. Eliot llamaba el mes más cruel. Durante mucho tiempo cumplí con el poeta y asumí esa realidad. Ahora la comparto con enero.
Para confirmarlo, el tiempo ha vuelto a los días oscuros y fríos del invierno. Hoy ha sido un día para olvidar.
ABRIL
(1 de abril, viernes, 37º día de guerra)
Día de contraataques ucranianos en varios frentes, incluido el territorio ruso, algo que además de ser una novedad, ha supuesto un éxito. Por primera vez, la iniciativa ha estado de lado ucraniano pues han bombardeado con helicópteros depósitos de combustible en Belgorod, cuarenta kilómetros en el interior de Rusia. Aunque la acción ha sido un éxito, es evidente que no disponen de misiles capaces de alcanzar esas distancias. Curiosamente, Kiev ha negado su autoría sin duda para mostrar su voluntad de limitar los combates.
En los alrededores de Kiev y en la zona de Brovarí, las fuerzas rusas han retrocedido ante el ataque ucraniano, una noticia que de ser cierta plantea si es una maniobra para un posterior contraataque ruso o si, por el contrario, es la evidencia de la derrota. En el norte las fuerzas de Kiev han recuperado dos localidades, Sloboda y Lukashivka, situadas entre Chernihiv a Kiev. Parece que también han recuperado Chernóbil, ocupado por los rusos en los primeros días de la guerra.
En Járkov continúan los bombardeos al tiempo que se detectan movimientos de tropas rusas en el Donetsk y Lugansk, encaminados a consolidar su control. En el frente sur, Ucrania ha recuperado varias localidades situadas al norte de Jersón, la única ciudad de importancia tomada por los rusos. Un día más, Mariúpol resiste a las fuerzas de Moscú.
Hay analistas que señalan cómo en la última semana las fuerzas ucranianas han recuperado territorio, dejando por primera vez de perderlo desde que empezó la guerra. La reorganización de las fuerzas rusas parece que se está realizando bajo presión ucraniana, lo cual puede afectar el nuevo despliegue.
Charla con JMB*. De nuevo aparece un optimismo prudente e inteligente, hacia el futuro de la guerra, que no comparto del todo.
Desplome de las temperaturas y viento huracanado. Hay nieve en la Sierra. El resto, prolongación de la víspera.
(2 de abril, sábado, 38º día de guerra)
Hoy es el día en el que se podría decir que la iniciativa ha estado de lado ucraniano dado el avance registrado en el frente de Kiev y la retirada rusa. El cerco de la capital se ha levantado con la retirada rusa del aeropuerto de Gostomel, tomado en los primeros momentos de la guerra, cuando parecía que el ataque relámpago ruso iba a ser un éxito.
También en Járkov, aunque siguen los bombardeos, los rusos han renunciado al cerco de la ciudad. Aunque no ha acabado la cuarta o quinta batalla por Járkov en un siglo, parece que la ciudad de mayor número de ruso parlantes de Ucrania ha resistido a quienes venían a liberarla. Hoy los ucranianos han asegurado un corredor que comunica a la ciudad con la retaguardia.
Sin embargo, lo más probable es que la retirada de las tropas rusas de Kiev e incluso de Járkov sea consecuencia del nuevo despliegue que tiene como escenario principal el Donbás. Los esfuerzos rusos cada vez parecen más encaminados a la ocupación de esta zona. Lo que no está tan claro es que de momento puedan asegurar el litoral del mar de Azov, puesto que Mariúpol sigue resistiendo los ataques rusos. Desde luego, el futuro pasa por el Este de Ucrania. La marcha de la guerra ha hecho abandonar a Moscú los objetivos que sugerían las operaciones de los primeros días. Todos dábamos al Dniéper como el límite mínimo del ataque ruso y tampoco se descartaba la ocupación del país en lo que suponíamos sería un avance arrollador.
La presencia de voluntarios sirios, osetios y uzbekos en las filas rusas da idea de cuál es el estado de sus fuerzas armadas.
Sorprende el silencio y la pasividad de Bielorrusia en estas semanas. Ciertamente, el presidente Lukashenko ha permitido el despliegue en su territorio de contingentes rusos, pero su implicación ha sido la misma que su ayuda: ninguna.
A medida que pasa el tiempo, parece más evidente que los ucranianos llevaban desde 2014 y el comienzo de la guerra en el Donbás preparándose para una invasión que consideraban inevitable. La reacción de la población civil, la rapidez de la movilización, la efectividad de los voluntarios, unos en el frente, los de brazalete azul, y otros en tareas de apoyo, de brazalete amarillo, y sobre todo la capacidad mostrada por el ejército ucraniano, revelan tanta voluntad de resistencia como la importancia del asesoramiento extranjero por parte de la OTAN. De la voluntad de lucha de los ucranianos da idea el despliegue que vi en Lvov en 2016, frente al Palacio de la Ópera, donde había un coche acribillado a balazos traído del Donbás junto con unas banderas y carteles en el que unos militares de riguroso camuflaje pedían voluntarios y dinero para la lucha. Del apoyo extranjero da cuenta el hecho de que Ucrania siga combatiendo sin tener problemas económicos aparentes, lo que sugiere una financiación, cuanto menos.
Sigue el frío invernal para asombro de meteorólogos, aunque el sol hoy ha lucido con fuerza. El aire helado parece oxigenado y la luz es cegadora. Es un ambiente transparente, sin matices.
(3 de abril, domingo, 39º día de guerra)
Se confirman las noticias: el ejército ruso se retira ordenadamente de la zona de Kiev y del norte de Ucrania, dejando un rastro de minas para dificultar el avance ucraniano. Además, parece que también hay datos que permiten hablar de crímenes de guerra por los cuerpos de civiles que se han encontrado con signos de haber sido asesinados por los rusos, así como de saqueos. La viceministra de Defensa ucraniana, Hanna Malyar, ha confirmado la recuperación y el control de Irpín, Bucha y Gostomel, así como de toda la región de Kiev. Estamos ante una victoria ucraniana o, si se prefiere, ante una derrota rusa.
Por el contrario, y como era previsible tras el nuevo despliegue estratégico ruso, en el frente Este los combates se han intensificado. Los ucranianos han logrado rechazar un ataque de grandes proporciones en el Donbás, causando grandes pérdidas a los rusos. Por el contrario, en Izium las fuerzas rusas han tomado la localidad mientras sigue su lentísimo avance en Mariúpol.
En este caso la novedad es el frente sur, y en concreto Odesa, donde esta madrugada los rusos han bombardeado con misiles y destruido un depósito de combustible que abastecía a las fuerzas ucranianas atrincheradas en Mikolayiv, la llave que lleva a Odesa desde Jersón. Estos ataques, encaminados a privar de recursos a las fuerzas ucranianas, son los previos a una ofensiva. Ni es descartable un ataque a esta ciudad, ni tampoco un desembarco ruso en Odesa, aunque el resultado de las iniciativas más arriesgadas como el intento de la ocupación de Kiev por fuerzas especiales aerotransportadas ha sido tal fracaso que impide especular con operaciones anfibias, siempre complicadas.
Hoy, El País publica un documentado y detallado artículo colectivo de Andrea Rizzi, Jacob Vicente López y Mariano Zafra, dedicado a la evolución y a la situación actual de la guerra en Ucrania. Parte de datos de diversos organismos internacionales y de los trabajos de François Heisbourg, consejero especial de la Fundación para la Investigación Estratégica, el principal instituto francés en materia de defensa internacional, y de Ruth Deyermond, académica del Departamento de los Estudios de Guerra del King’s College. La coincidencia de opiniones se resume en una frase: Ucrania no está ganado la guerra, pero Rusia la está perdiendo. Las pérdidas sufridas por Moscú, además de considerables, parece que son de difícil reposición y los resultados muy distintos de los previstos por el Kremlin al darse la invasión. Es destacable el fracaso en la toma de las ciudades atacadas, cuando eran los objetivos esenciales de las operaciones rusas, al igual que la caída del gobierno de Zelenski, cuya fortaleza desde el comienzo de la guerra se ha incrementado.
Se habla de que la invasión de Ucrania ha sido una operación mal planeada por los rusos y apoyada en criterios equivocados, como la idea de que los ucranianos recibirían a los rusos con los brazos abiertos. El resto de las conclusiones son un canto a la eficacia ucraniana y a la ineficacia de las fuerzas rusas. Insisten en la incapacidad de la cadena de mando, su anquilosamiento, las deficiencias en el abastecimiento, la escasa moral de las tropas, la eficacia de las defensas antiaéreas ucranianas, el apoyo extranjero a Ucrania, los problemas para reponer las pérdidas que han sido enormes en hombres y material. Teniendo en cuenta el nuevo despliegue, Rusia podría intentar rodear a las fuerzas ucranianas en el sur, pero las limitaciones y debilidades que han mostrado llevan a ser cautos.
De todas formas, y a pesar de las pérdidas y de las dificultades para reponer tropas y vehículos, Rusia ha dañado a Ucrania y ocupa una parte importante de su territorio. El análisis por lo tanto es al día de hoy. Otra cosa es la evolución de los acontecimientos y de las negociaciones.
Madrid, ventoso y frío. Atmosfera límpida y transparente, pero también cabizbaja. Es domingo, el día en el que por la tarde envejecen los niños, como decía Louis Malle.
(4 de abril, lunes, 40º día de guerra)
Se confirma el horror. Tremendas las imágenes de los cientos de cuerpos abandonados en Bucha tras la retirada rusa. Muchos asesinados a sangre fría, con las manos atadas a la espalda, aparecen en las calles, en las puertas de las casas, en los jardines. Casi todos son hombres, pero también hay mujeres. Las imágenes son, más allá del tópico, verdaderamente dantescas. Naturalmente, en la jerga neo soviética del Kremlin de Putin, Moscú habla de que todo es falso, que se trata de una performance del gobierno de Kiev. Sin embargo, hay testigos. En concreto, los periodistas que han entrado en Bucha y han visto los restos. Se habla de cerca de quinientos cuerpos entre los abandonados y los enterrados, o a medio enterrar, en fosas comunes. Parece que también en Irpín hay centenares de muertos tras la retirada rusa, todos ejecutados a sangra fría. En ambas ciudades el espectáculo es espantoso. Son parte de los horrores de la guerra que ahora, en Ucrania tampoco se nos ha ahorrado. La novedad es la búsqueda de responsabilidades. Desde Kiev se señala como autores de los asesinatos de los civiles de Bucha a la 64ª Brigada de infantería motorizada rusa, integrada en el XXXV Ejército. Una acusación muy concreta que parte de los eficaces servicios de información ucranianos.
La guerra da un giro inesperado y el Tribunal de La Haya investigará el asunto. Esto complica la situación de Rusia, que se verá enfrentada a las exigencias de responsabilidades por lo que parece es un genocidio como el cometido por los serbios de Bosnia en Srebrenica en 1995, aunque afortunadamente parece que de menor magnitud.
Conviene recordar también el trato que en algunos casos han dado los ucranianos a los prisioneros rusos, disparándoles en las piernas, según aparece en filmaciones. No es novedad que, en la guerra, especialmente en las del siglo XX, las atrocidades sean de ida y vuelta y el crimen de guerra, moneda corriente.
Las fuerzas rusas prosiguen la retirada en el frente norte tras perder la que ya se llama batalla de Kiev. Una derrota que ha supuesto la aparición de un tipo de conflicto que va a ser muy distinto del previsto hace algo más de un mes y del desarrollado hasta ahora. Los ucranianos han evitado la más que probable victoria rusa que suponía la toma de la capital, que equivalía a ganar la guerra y a la caída del gobierno de Volodomir Zelenski. Ahora, el objetivo de Vladimir Putin es ocupar las provincias del Donbás y enlazar Crimea con Rusia, tomando Mariúpol que aún resiste. No se descarta tampoco un ataque en dirección a Zaporiyia y Odesa, como tampoco que continúe el ataque a Járkov, aunque en esta zona las fuerzas rusas se han visto obligadas a retroceder en los últimos días.
Las noticias se acumulan: el congreso del PP, las elecciones en Francia, la victoria de Viktor Orbán en Hungría, las relaciones con Marruecos y Argelia, las malas perspectivas económicas, con una inflación rampante… No es de extrañar que esta sea una primavera esquiva.
(5 de abril, martes, 41º día de guerra)
Desde ahora se va a imponer en las noticias todo lo referido a las atrocidades. Y no es extraño puesto que el número de civiles asesinados por las tropas rusas crece, y lo hace en condiciones espantosas con el hallazgo de cuerpos torturados y ejecutados con un tiro en la cabeza. La forma de hacer la guerra inaugurada con Revolución de Octubre –
mezcla de colonial e ideológica–, en muchos aspectos sigue vigente.
Todavía más sorprendente es la actitud de Moscú, de negar la mayor y acusar al régimen nazi de Kiev de montar una performance con actores que hacen de muertos. Un lenguaje y unos criterios que, junto al escenario, recuerdan inevitablemente el asunto de las fosas de Katyn, descubiertas en 1943 por los alemanes, precisamente a unos centenares de kilómetros de Bucha. Sin embargo, la mayoría de la sociedad rusa apoya al gobierno de Putin y cree las noticias de la propaganda gubernamental. Una realidad que no debe olvidarse.
He mandado un artículo a Diario de Sevilla dedicado a este asunto, que he escrito hoy. Espero que por su actualidad no tarde en publicarse. De lo contrario se resentirá. Por si acaso, lo reproduzco ahora, aunque LSM* es siempre receptivo y tiene olfato de periodista:
DE KATYN A BUCHA, PASANDO POR IRPÍN. Ya en los días previos a la invasión de Ucrania por las tropas rusas se podían recordar unas páginas intensas, solemnes, de Georges Steiner en El milagro hueco, dedicadas a la corrupción del alemán como lengua durante los años treinta, convertido en un argot de la mano de los nazis. Las fórmulas y los clichés pomposos que invadían la vida pública y los periódicos en esta época acabaron también con el idioma, sometido a los criterios hitlerianos, de manera que, concluye Steiner, el idioma alemán no fue inocente de los horrores del nazismo. Queda claro que la lengua es un instrumento de poder, un elemento que puede retorcerse hasta el extremo de desvirtuar tanto su significado como la realidad. Bien se sabe todo esto ahora, en el mundo de la realidad virtual, ese estado de cosas que se pretende no sea ni verdad ni mentira Algo así como una actualización del conocido principio de Groucho Marx que insistía en eso de “¿a quién vas a creer, a mí o a tus propios ojos?”. Una pretensión que parte de una supuesta relación de poder entre receptor y emisor, y que se apoya en la no menos supuesta indigencia mental de aquellos a quienes van dirigidos los argumentos, que suelen ser un insulto a la inteligencia.
Dicho esto, es inevitable recuperar el paralelismo que sugiere lo sucedido en Bucha y en Irpín en esta guerra de Ucrania con las ejecuciones de oficiales polacos en Katyn en 1939 y 1940, en ambos casos a manos rusas, aunque, afortunadamente, salvando las distancias que van de los centenares de asesinados encontrados en Ucrania a los más de veintitrés mil militares enterrados en las fosas de la localidad bielorrusa. En 1943 los alemanes descubrieron las fosas con los cuerpos de miles de oficiales polacos capturados por los rusos que habían sido ejecutados en los tiempos de del Pacto Germano-Soviético. La propaganda alemana aprovecho el descubrimiento y explotó a fondo lo ocurrido señalando la responsabilidad soviética con datos incontrovertibles y testigos neutrales. En este caso, la verdad, parafraseando a Machado, era la verdad, aunque la dijera un nazi como Joseph Goebbels. Ante la realidad, la reacción de Stalin fue la previsible en alguien que acusó de fascista a Trotski o a Andreu Nin antes de asesinarlos, o que montó los procesos de Moscú, en los que los viejos bolcheviques fueron tildados de servidores del capitalismo. La propaganda rusa negó la mayor apoyada en la supuesta superioridad moral que daba luchar contra el nazismo, el mal supremo, construyendo una realidad alternativa y acusando de las ejecuciones de Katyn a los propios alemanes. Una versión insostenible por la evidencia de los hechos que, sin embargo, sostuvieron los líderes soviéticos hasta 1995, en que, debido a las presiones polacas, lo obvio fue reconocido por la Rusia postcomunista.
Pues bien, el argumentarlo soviético y la pretensión de transformar la realidad, retorciendo el lenguaje y las bases del pensamiento racional han resucitado ahora con la guerra de Ucrania. Las declaraciones de Vladimir Putin negando que tuviera intenciones de invadir Ucrania cuando las tropas estaban a punto de iniciar la que llamó en ese argot totalitario “operación especial” contra un “gobierno nazi”, es un ejemplo al que siguieron otros, algunos de una altanería amenazadora hacia Occidente, propia de un sátrapa oriental, es decir, de Stalin. Ahora, el turno es para el del Ministerio de Defensa, el patético coronel Ígor Konashenkov, encargado de transformar los reveses en victorias, los retrocesos en corrección de líneas y las retiradas en redespliegues. Nada nuevo, pues es algo propio de todas las guerras el uso de la propaganda si no fuera por los argumentos utilizados y el lenguaje empleado, reveladores de lo mucho que pervive del estalinismo en la Rusia de Putin y del polonio.
Ahora, ante el descubrimiento de las matanzas llevadas a cabo por las fuerzas rusas en Bucha e Irpín, la administración de Moscú y los medios de comunicación de este país parece que se quieren superar. En la más genuina línea estalinista aplicada en Katyn, aluden a la performance organizada por Kiev en ambas ciudades, convirtiendo a los muertos en actores y a las calles en un gigantesco decorado, émulo de los montados por el favorito Potemkin para la emperatriz Catalina. Y es que según Moscú todo sería un montaje, una falsa realidad con la que el gobierno nazi de Kiev ha engañado a los periodistas y a los satélites que han fotografiado la ciudad. Unos argumentos que comparten la mayoría de la sociedad rusa y que seguro inspirarían a Arthur Koestler o Georges Orwell alguna novela.
Irpin y Bucha, una lista que me temo no está cerrada, que se inicia con Katyn y sigue con Oradour, Lidice, y luego, hace solo veinticinco años, Srebrenica, a manos serbias. Decididamente, se puede extender a Europa aquello que decía Henri Rousso refiriéndose a la Ocupación: se diría que, en el continente, el pasado no pasa.
Hoy ha intervenido en el Congreso, vía telemática desde Kiev, el presidente Volodomir Zelenski. Se confirma que su persona es una de las armas más poderosas de Ucrania por su decisión y efectividad en las intervenciones. Su imagen de héroe, cultivada por el actor que es, sus palabras decididas, su actuación de estos días, ha despertado el mismo entusiasmo que en otros países e instituciones. Sus palabras y las respuestas de la cámara han reforzado el apoyo de España a Ucrania. De todas formas, Zelenski tiene en el rostro algo de sombrío, de fatal.
Toda la cámara ha aplaudido al presidente ucraniano excepto el secretario general del Partido Comunista y secretario de Estado, Enrique de Santiago, y los diputados de Bildu y de la CUP. Es un gesto reprobable por lo que significa de apoyo a Rusia, que lo es a la invasión, y por lo revela de persistencia de una ideología totalitaria y trasnochada, cuyas certezas son propias de otra época. La imagen del Congreso no ha sido la propia del trato de un asunto de Estado. El discurso de contestación del presidente del gobierno como el de la presidenta del Parlamento ha sido ignorado por la oposición a pesar de compartirlo. Verdaderamente, la española es una política de vuelo bajo, provinciana, especialmente en los asuntos internacionales que sorprende.
Se generaliza la desconfianza hacia la retirada de las tropas rusas del Norte de Ucrania. Parece que Chernihiv y Sumí han sido abandonadas, mientras en el Este, los rusos, tras tomar Izium al sur de Járkov, intentan embolsar a los ucranianos, aunque antes tienen que tomar Sloviansk, el otro extremo de la pinza. Más al sur, en Donetsk y Lugansk, los ucranianos resisten, al igual que en Mariúpol, donde las noticias hablan de un lento progreso ruso. En todo caso, los combates prosiguen.
Se registran también bombardeos aislados en Mikolayiv, la llave de Odesa. No es de extrañar que las operaciones se reanuden en esta zona. Creo que pocas veces como en estos momentos, ha sido más difícil aventurar lo que puede suceder en el futuro.
Hoy se puede decir que Rusia ha fracasado en la toma de las grandes ciudades ucranianas, sin duda el objetivo prioritario de la invasión. Las fuerzas rusas están limitadas por sus logísticos y su baja moral, así como por la escasa capacidad de sus mandos. Unas carencias que se han manifestado en su incapacidad para llevar a cabo acciones coordinadas con fuerzas de importancia.
Las voces que reclaman un juicio internacional a Vladimir Putin, estableciendo un paralelismo con el presidente de Serbia, Milosevic, se multiplican. Esas noticias llevaran a Putin y a la camarilla del Kremlin a atrincherarse en el poder, además de ser un brindis al sol pues Rusia no es Serbia.
El comentario general sigue siendo el frío que afecta a toda España, especialmente al sur, y la inflación, de la que el Banco de España augura un crecimiento desbocado debido al alza de precios que ha provocado la guerra, de la que no se vislumbra su fin.