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Slapstick


I)

Enseñanza del gag: para que una bofetada haga gracia, debe recibirla primero quien no la merece.

II)

Ha de entenderse el gesto que produce el slapstick como un residuo del gran sistema fabril en que está inmerso el trabajador norteamericano de principios del siglo XX. Chaplin, en Tiempos Modernos – ya muy avanzado el paradigma- lo ha evidenciado. El obrero forma parte de un sistema supraindividual que disuelve – como el ejército moderno, con el que mantiene intensas analogías e interacciones provechosas – las actividades y habilidades del individuo particular en el seno de una disciplina de repetición mecánica de órdenes o protocolos que funcionan por medio de movimientos simples, raudos y precisos.

Charles Chaplin, Modern Times, 1936.


En ese mundo de autómatas, el sujeto del slapstick es, primero y problemáticamente, eso: un yo especifico cuya singularidad lo hace inadaptado para el funcionamiento del conjunto. Víctima de sus instintos naturales no controlables o, al menos, no articulables con las leyes del mecanismo, el cómico encarna lo individual visto ahora en su sentido patológico: lo natural, y por tanto, marginal y marginado, lo bizarro e inadecuado o inadaptado.
De esta forma, en medio de esa necesidad inexorable de la gran máquina, el cuerpo del cómico se manifiesta – a su pesar – como lo antiguo, lo diferente e inexplicable: entidad salvaje y no integrada que se desplaza sola y no sujeta a la finalidad establecida.
Pero, en ese su carácter arcaico y no domesticado, radica también su innegable dimensión impredecible: anárquica, liberadora. En sus movimientos imprevisibles y espasmódicos de máquina soltera donde los resortes y las ruedas continuamente se descoyuntan, saboteando el ritmo entero de la producción, de nuevo a su pesar (hay una magnífica ironía en la ambigua manifestación de este disgusto, nunca del todo aclarado ni bien simulado).
Es en este sentido de gasto y desecho, sentido sin duda improductivo y hasta suntuario, que el gesto del slapstick debe ser relacionado – tal como nos apuntaría Bataille, pero no solo él – con el del artista.
En la resistencia del cómico del slapstick para adaptarse al medio – ahora sí –
natural, hay también algo profundo y mistérico – e idiota, en su sentido etimológico: perteneciente a lo más personal e intransferible -. Esto es: algo, un reducto o una fuerza, en definitiva, angélica, sobrenatural.

Charles Chaplin, Modern Times, 1936.

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