
Los dados suenan en la mesa y los jugadores realizan el gesto esperado dependiendo del número. Una luz tenebrosa ilumina cada mohín, las miradas se cruzan con determinación y una sonrisa o bufido corona esta reunión de niños con bigotillo naciente. No, no es una partida de Parchís en un pueblo ignoto (no verías allí una camiseta negra), es más bien la nostalgia del rol. Mucho antes que las cartas Yu-Gi-Oh! o Magic, nuestra socialización, nuestros primeros amigos, se conseguían en las reuniones que fomentaban los primeros juegos de sol.
Mucho mejor que El Capital…
Esas hojas impresas con conocimiento de arcanos, ilustraciones épicas y coloridas portadas se debían casi siempre a la edición de los catalanes Joc Internacional. La empresa barcelonesa educó a cientos de adolescentes en la literatura fantástica, en sus recovecos y misterios, a través de esos “libro juegos” que tenían el encanto de “secta iniciática”. La labor visionaria de adaptación del editor Francesc Matas Salla pudo dar su fruto en unos años 90 donde todos devorábamos sus publicaciones. No solo las traducciones eran destacables, sino que también tenían estilo. Pocas y mejores muestras del llamado “disseny català” que la revista Líder: sus portadas estaban construidas en un retro futurismo que las hacía fascinantes, ajenas a cualquier tentación brugueresca, y prometían a nuestros ojos todavía adolescentes una idea de modernidad.
Héroes de la línea recta
Aunque se habló mucho del mundo sórdido de las partidas de rol, lo fascinante es cómo estos manuales eran libros de conocimientos maravillosos. Ninguna publicación comparable de Iker Jiménez o Jiménez del Oso tiene el nivel de detalle enfermizo, admirable, de la primera edición de la La llamada de Cthulhu de Joc Internacional.
En ese libro existía un completo bestiario de todos los antiguos, de bestias abisales, comparable a dos o tres piezas de Jorge Luis Borges. El trabajo original de Sandy Petersen -diseñador principal- y su equipo fue un ejemplo en cómo construir un mundo, una “enciclopedia privativa”, de ciencias arcanas con la excusa de un juego de papel. Más aún, en la misma obra existía incluso una cronología completa de sucesos paranormales con la precisión propia del mejor historiador. La obra de Petersen, que luego diseñaría videojuegos célebres como Age of Empires, fue la avanzadilla de otros productos como aquellos bajo el manto literario del universo Tolkien o el orwelliano Paranoia; quizá mi favorito.
Antes y después de leer un manual de rol
Toda nuestra generación, aquellos nacidos del 75 al 85, esbozamos una sonrisa todavía al oír términos ahora olvidados como “profundos”, “abisales” o “primigenios”. Pero quizá sea “tirada de cordura” el que nos salte una pequeña lagrimita: pronto tendremos que hacer una “tirada de nostalgia” al mencionar estos tres tristes términos.