Los transbordadores también van al cielo.
Así el último vuelo del Atlantis ha supuesto la cuenta atrás de estas naves espaciales con las que nos podíamos ‘teletransbordar’ al futuro. Como no, ha pasado de ser basura espacial, flotando hasta el infinito, a una pieza de museo.
¡Qué mala es la nostalgia! La misma que mudanza tras mudanza nos obliga a mantener nuestros propios museos en el trastero.
Igual pasó con «Verano azul», que a golpe de pedal y ‘No nos moverán’ se han mantenido jóvenes en nuestros televisores año tras año. Muy bonito, pero murió Chanquete ¿y quién se hizo cargo de La Dorada? Ahí continúa varada en la playa acumulando salitre y rayajos de llave «Loli x Paco», esperando a que alguien se la lleve a un museo.
Lo cierto es que al concluir el servicio de los transbordadores espaciales perdemos algo más que el sueño infantil de ser astronautas. Perdemos además la paciencia haciendo el ‘transborrador de la renta’ y las esperanzas de que nos salga a devolver.
Antes estaban en órbita y ahora tan fuera de onda como los ‘transbordadores de ángulos’ que usábamos en matemáticas; los mismos que arrojaba precisamente el profesor al grito de “¡Esto no es un medidor de ángulos!”. Daba igual esconderse, te podían alcanzar desde cualquier ángulo.
Larga diva a los transbordadores que con sus grandes flotadores rojos surcaban el espacio como las estrellas de ‘Los vigilantes de la playa’. Y mirábamos boquiabiertos e hipnotizados preguntándonos: «¿Serán de verdad?».
…, 3, 2, 1. Zero