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Mientras tantoMenos bulos y más ciencia

Menos bulos y más ciencia


 

En los últimos días los medios se han hecho eco de otra de esas polémicas cíclicas que afectan al ámbito de la salud. Otra vez personajes famosos han expresado opiniones carentes de base científica y han menoscabado el trabajo de divulgadores y profesionales sanitarios para acabar con mitos falsos que pueden llegar a ser muy perjudiciales.

 

La semana pasada Javier Cárdenas, presentador de radio y televisión, relacionó en su programa de Europa FM (que escuchan más de un millón de personas cada mañana) el aumento de los casos de autismo con la aplicación de vacunas, un argumento que ha sido refutado constantemente por los científicos y que también rechazan las asociaciones de pacientes. Sin embargo, de nuevo una figura con cierta relevancia pública ha utilizado un altavoz mediático para difundir teorías falsas que pueden tener graves efectos sobre la salud pública, como demuestra la reciente aparición de brotes de sarampión en Italia y otros lugares de Europa, al parecer motivados por los colectivos antivacunas

 

Antes de Cárdenas hubo muchos otros, desde Donald Trump a Jim Carrey o Robert de Niro, pero el efecto es el mismo (cada uno con su nivel de impacto entre sus seguidores): se tira abajo tantos años de esfuerzo en la lucha contra enfermedades que antes eran mortales y ahora, precisamente gracias a la extensión de la vacunación, están cerca de su erradicación.

 

La polémica ha coincidido en el tiempo con otro caso, que también ha despertado las críticas de los profesionales aunque parece que ha tenido mucha menos repercusión. La escritora Rosa Montero dedicó uno de sus artículos de opinión de El País Semanal a defender a la homeopatía, que califica cono “una práctica barata y desde luego inocua”. Por ejemplo, el pediatra Alberto García Salido (@nopanaden) respondió a través de la red social Twitter:“La homeopatía, querida @BrunaHusky, es un negocio que banaliza la esperanza para convertirla en dinero”, pero no fue el único

 

La enseñanza que nos dan todos estos casos es que es imprescindible continuar en la labor de divulgación de datos científicos siempre basados en la evidencia, pero también es necesario que los profesionales científicos y médicos asesoren y expliquen estos temas complejos a los propios periodistas o comunicadores. Los dos sectores tienen que establecer una relación de confianza y respeto mutuo, en la que cada uno aporte su conocimiento (unos de la ciencia y la medicina y otros del ámbito de la comunicación) para conseguir trasladar mensajes sencillos, comprensibles y sobre todo fiables a los ciudadanos. Así que es hora de ponerse todos a remar en la misma dirección. 

 

 


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