
Nunca mentimos frente al espejo, siempre ocultamos la verdad tras el vino. Las cosas al final siempre son lo que parecen. Es verdad que son sólo pedazos de planes a medio hacer. Construcciones sobre destinos por escribir, ideas perdidas, residuos de palabras pronunciadas, humo de cigarros que nunca fumamos.
Es verdad que buscamos ajustar nuestras imperfecciones a días perfectos, escondiendo nuestros fracasos mientras lanzamos flores a Narciso. Es verdad que vamos de listos y no hay días para leer todos los libros. Y que reivindicamos nuestra singularidad eligiendo parecernos a todos los demás.
Es verdad que en estos tiempos líquidos triunfan las personas ágiles, volátiles, pero también lo es que su felicidad no va más allá del reconocimiento de los demás por lo que tienen y no por lo que son. Como también lo es que la insatisfacción es el motor de la economía.
Es verdad que queremos vivirlo todo, correr más rápido que los segundos, reír más fuerte que nadie y que nadie sienta más que nosotros. Es verdad que ansiamos la soledad tanto como la odiamos, que sólo somos cuerpos suspendidos en el espacio fijados a un tiempo difícil de vivir.
Es verdad que a veces caminamos por senderos equivocados mirando hacia abajo si el camino es empedrado. Sólo son unos segundos, los suficientes para tomar impulso para el próximo salto.
Es verdad que siempre llegamos tarde a ese nuevo día, pero también lo es que siempre nos prometemos volver a intentarlo. No hay sueños imposibles, hay nefastos soñadores.
Es verdad que codiciamos lo que no tenemos y tenemos lo que no valoramos. Y que buscamos respuestas en el cielo y este nos devuelve una inmensa interrogación. Es verdad que siempre no podemos recordar lo que no quisimos ser, lo que no podremos hacer, lo que somos sin querer.
Es verdad que fabricamos túneles donde deberíamos abrir ventanas, y que sujetamos con nuestras manos inútiles deseos de grandeza que flotarán en un mar de gestos enlatados. Nuestros días vienen a decirnos que somos complejos quizá por eso simplificamos nuestra realidad con prejuicios. Que somos infelices cuando no debemos serlo y más felices de la cuenta cuando estamos tristes.
Es verdad que a veces huimos de nosotros mismos para encontrarnos a la vuelta de la esquina, sabiendo que las personas no cambian. Somos ciegos buscando la efímera libertad de Sísifo. Tres partes más de humanos que de bestias nos empeñamos en disfrazar lo que nos une.
Es verdad que a veces elegimos ser ingenuos pues ver es cosa de valientes. Pero también es verdad que si logramos ver, todo encaja. Podemos deslizar las fichas sobres nuestros dedos. La vida es sencilla si conseguimos descifrar las cartas marcadas de esta partida que nos ha tocado jugar.
Es mentira que queramos que todo sea verdad.