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ArpaChiara Bersani: “Si hay un discapacitado en escena, se habla de discapacidad”

Chiara Bersani: “Si hay un discapacitado en escena, se habla de discapacidad”

 

 

 

 

 

Transcripción

 

¿Cómo decidió dedicarte a la interpretación, cuales fueron tus inicios? ¿Cómo influye el teatro en tu vida?

 

Al principio yo no decidí dedicarme al teatro. Sucedió. Me inscribí en un curso de formación de actores cuando llegué a la ciudad nueva. Estaba estudiando psicología, tenía 19 años, mucha energía, muchas ganas de conocer gente nueva y esa era una buena forma de hacerlo.

 

Una vez inscrita me di cuenta de que era una de las mejores escuelas para la formación de teatro contemporáneo en Italia. Comencé a recibir clases y me fue entusiasmando. Al final del segundo año, la compañía teatral que dirige la escuela me hizo una oferta de trabajo. A partir de entonces empecé a trabajar en teatro y comprendí que me gustaba. Ya no quería trabajar como psicóloga sino como actriz.

 

El teatro es para mí algo muy difícil. Diría que es una definición que ha ido cambiando en el tiempo conforme iba trabajando (trabajo de actriz desde hace más o menos diez años). Al principio la interpretación era para mí un modo de estudiar de otra manera cómo estar en el mundo.

 

Era algo muy ligado a mí misma. Un modo de aprender a moverme sin silla de ruedas. De descubrir la potencialidad de mi cuerpo, mi voz, de mi mirada, de mi feminidad. Al inicio era algo muy ligado a mí misma, a mi propia trayectoria vital, era un modo de crecimiento. Tenía 19 o 20 años, había abandonado el pueblo en el que había pasado toda mi vida, un pueblo muy pequeño y sobre todo tenía muchas ganas de conocerme a mí misma.

 

Cuando abandoné esta primera compañía empecé a trabajar como directora. Desde ese momento comencé a explorar otra parte del teatro que es la parte más comunicativa.

 

Fue entonces cuando comprendí que el teatro me servía para responder a una necesidad de descubrir el mundo, el entorno donde vivía, no solo en mi vida o mi cuerpo, sino el entorno que nos rodea.

 

Hablar de los jóvenes de mi edad, las cosas que yo veía… empezó a convertirse en algo… no sé, es algo muy difícil.

 

Es como si ahora me hubiese convencido de tener un gran potencial, porque sé que hablo y hay gente que me escucha, y esto no deja de resultarme una cosa rara. Por lo general una persona que no se dedica al teatro cuando habla le escuchan una o dos personas, mientras que uno que sí trabaja en teatro es escuchado por unas 100-150 personas cada noche y por tanto tiene una responsabilidad social muy grande.

 

Alguien así tiene la responsabilidad, en mi opinión, de saber aquello que la gente necesita oír. Por eso en estos momentos el teatro es para mí una responsabilidad social.

 

 

¿Cómo surgió la idea de trabajar en la obra El sur de Europa. Días de amor difíciles con la compañía La Tristura?

 

En realidad conozco La Tristura a través de mi contacto con Celso, con el que coincidí en Venecia.

 

Trabajaba con otra compañía y representábamos una semana sí y otra no, así que esa segunda semana fue tranquila porque ni siquiera teníamos que representar espectáculo final ni nada, fue una semana que nos permitió conocer otras compañías, otras personas.

 

Durante esa semana, Celso y yo hablamos mucho, aunque yo no hablaba español, tampoco lo hablo ahora.

 

Fue entonces cuando comenzamos a pensar que podía surgir algo interesante de nuestro encuentro, de nuestra comunicación. Algo que sería una pena perder. Por tanto tras separarnos comenzamos a escribirnos.

 

Celso me habló de La Tristura, me envió vídeos. Por aquella época estaba rodando Actos de juventud.

 

Me envió el tráiler del trabajo y me pareció muy interesante. Miré cosas en internet y mientras hablábamos nos dimos cuenta que teníamos cosas en común.

 

Y así fue como comenzó todo. Yo vine a España a trabajar con ellos durante una semana para trabajar, simplemente para ver si funcionaba, si había feeling.

 

Trabajamos durante una semana Celso, Itsaso y yo.

 

Más adelante cuando se presentó la oportunidad de involucrarme en esta obra, me llamaron y me alegré de poder participar.

 

 

El texto que interpreta en la obra El sur de Europa. Días de amor difíciles, ¿tiene algo de autobiográfico?

 

De autobiográfico no, dado que el texto que recito en esta obra no es mío, es de Celso, Pablo, Itsaso y Violeta, un texto con el que me identifico completamente a nivel ideológico, comparto todo lo que dice.

 

También está el hecho de que al haber trabajado tanto y al haber mantenido conversaciones con los autores se ha convertido en un texto que me pertenece, que siento muy cercano. Sin embargo no lo considero autobiográfico.

 

Aunque es cierto que en el modo de situarme en el escenario algo de mí sí hay, es lógico porque Celso y Violeta trabajaron mucho conmigo como directores.

 

En ningún momento perdieron de vista las particularidades de mi cuerpo, pero sin convertirse en esclavos de mi imagen. En el sentido en que mi imagen es muy fuerte y puede llegar a imponerse con una presencia excesiva.

 

Ellos han sido muy hábiles a la hora de encontrar un equilibrio.

 

Me han permitido encontrar un lugar desde el que he podido trabajar muy libremente, por lo que me resultó posible recuperar cosas que me pertenecen, incluso de textos escritos por mí que me permitieron gestionar y completar estos 20-25 minutos de monólogo.

 

 

Dejando el teatro, nos gustaría saber algo sobre su vida cotidiana. Cómo afronta su día a día, cómo se comportan las personas…

 

Desde este punto de vista no soy muy crítica con los demás porque lo entiendo. Soy una joven de 28 años de 29 centímetros con un cuerpo muy extraño y por tanto entiendo que alguien que pase me mire. Sería extraño que no lo hiciera.

 

Y entiendo también que una persona que no me conoce no pueda saber cómo soy, cuál es mi carácter. Entiendo perfectamente determinadas actitudes.

 

Soy mucho más crítica con los discapacitados, porque el auténtico problema en mi opinión, al menos en Italia, no sé cómo será aquí, es que los discapacitados no están dispuestos a salir del estereotipo que los ve frágiles, que tienen necesidad de tratamiento, que en parte es cierto, claro, pero en parte no, porque un discapacitado como yo que tiene capacidad intelectual normal, es autónomo y puede llevar una vida bastante digna.

 

Y creo además que tiene no sólo el derecho sino el deber de llevar ese tipo de vida. A nivel social si tú tienes la posibilidad de llevar una vida plena debes hacerlo con independencia de cómo sea tu cuerpo.

 

Si no lo haces luego no te puedes lamentar de que la gente te vea como una persona enferma, frágil, pequeña… es normal.

 

Si una persona me dice algo que yo pienso –No, pero ¿por qué me dice eso? quizá como respuesta yo hago una broma, una manera de cambiar de discurso. Pero si una persona me dice algo que no me gusta y yo permanezco callada estoy aceptando lo que me dice, entonces es culpa mía, no de la otra persona.

 

 

Querríamos que nos hablara de cómo fue su infancia y del mundo que le rodeaba.

 

En realidad tuve una hermosa infancia. Tenía la suerte de que mis padres fueran jóvenes, muchos amigos que aceptaron inmediatamente “ha nacido una niña con una enfermedad rara”. Bien, entonces ¿qué podemos hacer? Y comenzaron a hacer cosas por mí.

 

Pero toda la infancia fue bastante normal, a veces me rompía algún hueso, que es un efecto de esta enfermedad que se llama osteogénesis imperfecta, que hace que los huesos sean muy frágiles. A veces me rompía un hueso y tenía que ir al hospital, a veces tenían que operarme… Para mí era algo normal, es más, hasta no me parecía normal que otros niños no tuvieran la enfermedad… No sé, así era mi vida.

 

Resultó un poco más difícil en el periodo de la adolescencia, obviamente. Todos los adolescentes tienen problemas y un adolescente discapacitado tiene, además, que gestionar su enfermedad.

 

Pero creo que durante la infancia se me suministraron bastantes medios para afrontar estos problemas. Pasé una adolescencia complicada con muchas dudas, momentos de mucha rabia, con preguntas como: ¿Por qué a mí? ¿Por qué?

 

Pero esa época ha terminado, así que creo que fue una adolescencia bastante tranquila. He sido afortunada al tener siempre cerca a muchas personas, a mis padres, mi hermano… Amigos, amigos míos, de mis padres. Así que he tenido muchos padres y madres, hermanos y hermanas. Incluso cuando tenía momentos más difíciles estaba siempre esta muralla de personas en torno a mí, que me permitieron pasar ese periodo de un modo bastante tranquilo, sereno.

 

 

Dejando aparte el tema biografía, ¿cree que tienen algo en común o similar España e Italia? Respecto a la política y a la sociedad.

 

España e Italia se parecen mucho. Si habéis visto el espectáculo, está reflejado en la crisis, se habla de una crisis muy fuerte. Se habla de Italia y de España, aunque no solamente de estos países.

 

Esta crisis que se aborda, se trata de formas muy distintas en ambos sitios aunque al final se percibe en todo, a nivel económico y humano.

 

Es una crisis muy radical, muy profunda, y que a mí personalmente me asusta mucho. Y está también esa parte reactiva, el decirse: Bien, en las épocas de crisis los artistas suelen hacer sus obras más bellas, así que pongámonos a trabajar y veamos qué sucede.

 

Lo que me resulta más parecido entre España e Italia es el sentido de impotencia de las personas que no son políticos.

 

Por lo que respecta al teatro, sin embargo… Yo en Italia trabajo más en el ámbito de la danza. Mientras que aquí, trabajando con La Tristura, me he implicado más en el teatro de la palabra.

 

Son ambientes distintos. En Italia existe un trabajo más ligado a las imágenes. Tal vez debido a la herencia histórica italiana, que es muy pictórica, con todo ese pasado estético tan fuerte, con el que los jóvenes artistas tenemos que enfrentarnos, queramos o no. En Italia, en cierto modo, está vigente la idea de que el arte es todo aquello que se realizó en el pasado, y que lo que hay ahora no es gran cosa. Nos encontramos, por tanto, con todo ese estudio estético, de las proporciones, de las luces, que se refleja en nuestro trabajo. Mientras que en España –hablo de los montajes que he visto durante el festival– me ha sorprendido mucho todo el trabajo que se realiza sobre el texto, en mi opinión un trabajo muy bello.

 

En Italia la nueva dramaturgia, que es muy poco valorada y cuenta con muy pocos espacios de expresión, además de ser un movimiento poco organizado, no es tan profunda. Hablo al menos de las cosas que he visto, que en mi opinión no son tan profundas como las cosas que estoy viendo aquí en España. Y es algo que me está apasionando y me está llegando mucho. Creo que mi trabajo pasado y presente puede llegar a madurar mucho gracias a lo que estoy viendo ahora en España. El trabajo con la palabra, con la metáfora, el equilibrio con lo explícito…

 

En definitiva, con todo el trabajo sobre el texto que estoy encontrando en España y que me resulta maravilloso y nuevo para mí. Estoy muy sorprendida y fascinada.

 

 

Hablemos sobre su generación. ¿Cómo ven los jóvenes italianos –con los que se relaciona– este tiempo de crisis, y de precariedad laboral? Nos gustaría que nos comentara su opinión sobre el movimiento 15-M y sobre el movimiento italiano Cinque Stelle, de Beppe Grillo. En definitiva, ¿cómo ve estos nuevos movimientos que salen a las calles?

 

El movimiento 15-M lo he descubierto hace poco, por lo que me han comentado mis colegas de la compañía La Tristura. No lo viví y debo admitir mi ignorancia. No lo conocía. Pero creo que es distinto del Movimento 5 Stelle.

 

El Movimento 5 Stelle nació como un movimiento no político, pero ha terminado presentando candidatos a las próximas elecciones [la entrevista se celebró antes de los últimos comicios en Italia]. Es un movimiento lleno de contrastes.

En mi opinión, comenzó su andadura con ideas muy buenas. Construir a partir de la base social, del pueblo, de otorgar voz a las personas. Sin embargo, creo que se ha salido de su camino en demasiadas ocasiones. Se ha salido de su camino porque ha intentado entrar en un ambiente que es muy distinto de aquel en el que nació. Nació en la calle, como el 15-M, y ahora está tratando de entrar en el Parlamento, que sigue unas reglas que ya existían antes, las tradicionales del Parlamento italiano. No se han cambiado las reglas parlamentarias.

 

El Movimento 5 Stelle pide nueva reglas, pero al mismo tiempo que las pide trata de entrar allí dentro. Y por tanto se encuentra en una continua tensión. Lo he seguido desde el principio, porque transmitía ilusión… Me interesaba comprender hacia dónde se dirigía. Sin embargo, si me preguntas hacia dónde está yendo en estos momentos me resultaría muy difícil decírtelo. No lo estoy entendiendo. ¿Qué dirección ha tomado? Como a otros tantos italianos, me parece que comenzó muy bien y que se ha perdido en el camino. No sé… Podría haber sido un movimiento que cambiase algo las cosas, pero no creo que lo haga, no creo que cambie nada. No es la respuesta.

 

Por lo que sé del movimiento 15-M, me parece un poco más genuino que el 5 Stelle. Empezando porque el 15-M no tiene un líder. El 5 Stelle, sí. Aunque Beppe Grillo afirma que no es un líder, sí lo es. Es un líder que, sin embargo, no se ha propuesto como candidato al Parlamento. Una cosa muy extraña. Envía a gente al Parlamento, pero él no se presenta. Desde fuera del Parlamento, sin embargo, él dice que lo se debe hacer. Esto a mí me suena algo ya conocido, ¿no? Mi idea de democracia es un poco distinta. No me convence… No me encuentro cómoda con esto, y no creo que sea un reflejo de nuestra generación.

 

Nuestra generación tiene un problema enorme con el trabajo. Como decíamos antes, existe una desilusión gigantesca. Tenemos 28, 30 años… A esa edad, nuestros padres tenían ya hijos, tenían una casa, una carrera en ciernes… Y yo no tengo ni siquiera un amigo que tenga un contrato indefinido. Tengo amigos que tienen una licenciatura, un máster, un doctorado, y que ahora trabajan mal pagados… Tengo una amiga que lleva un año y medio sin trabajo a pesar de que habla cinco lenguas y tiene un currículo muy amplio y cualificado. No sé… A nivel utópico, yo diría que tal vez nosotros tendríamos que inventarnos nuestros trabajos. Me doy cuenta cuando hablo con algunos de mis amigos que han cursado estudios que, en teoría, les deberían haber garantizado un trabajo, y luego me veo a mí misma, que como artista se supone que no debería tener siquiera trabajo, y sin embargo tengo más que ellos. Es algo que no deja de sorprenderme. Por eso me planteo que la respuesta sea ser más creativos. No necesariamente creativos a nivel artístico. Intentar crear proyectos personales, intentar salir de la rueda en la que estaban las generaciones anteriores. Es evidente que han fracasado. Si las generaciones precedentes no hubieran fallado no nos encontraríamos así, sin dinero, sin saber dónde estaremos dentro de un año. Por tanto, me parece que, si hay alguna posibilidad positiva para nosotros, pueda ser esa. Tratar de salir de un esquema que ha sido demasiado rígido durante muchos años. Tratar de hacer cosas nuevas. Mi hermano, que tenía un trabajo como obrero industrial, ha decidido que quiere intentar algo nuevo, algo que sea suyo. Es músico e intentará dedicarse a ello. Esta idea, que muchos han considerado como algo temerario, es una idea inteligente. Él sabe muy bien que la fábrica en la que trabaja podría cerrar mañana. Y si la fábrica cerrase, él no tendría nada. En Italia las fábricas cierran. Y la gente se encuentra en el paro de un día para otro, como en España, creo. Y por tanto pienso que hace bien. Me digo que le irá bien. Al menos estará en sus manos, podrá gestionarlo él, sin tener a nadie que decida por él si hoy trabaja o no.

 

 

¿Cómo valora que Grillo sea un cómico, un actor, y que haya usado el teatro para desarrollar su carrera política?

 

Creo que hemos tenido a Berlusconi durante 14 años. Y, en mi opinión, deberíamos despertar. Yo antes acudía a ver los espectáculos de Beppe Grillo. Fui a ver varios de ellos, y me gustaron. Lo consideraba un cómico muy interesante. Porque en sus espectáculos… Era un cómico que practicaba siempre la denuncia, que se ocupaba de temas de actualidad muy interesantes.

 

Pero un actor como él, muy carismático, debe de ser consciente –es consciente– de su carisma. Consciente de que sabe hablar, de que es simpático, y que todo esto resulta seductor. Él es seductor, en un sentido amplio de la palabra. Y pienso que un artista tiene que ser un poco responsable de sus capacidades. Si yo sé cómo hablarle a la gente, tengo que saber que es algo muy positivo, pero también muy peligroso. Porque puedo convencer a la gente. Puedo lograr que asuman una idea, puedo hacer que la cambien. Aunque también creo que la gente no es tan estúpida como para cambiar de idea sólo por escuchar a alguien que habla bien. Pero puedo influenciarla mucho.

 

Creo que Grillo ha usado esto de un modo que a mí, éticamente, no me gusta. Por desgracia, en Italia, tras catorce años de Berlusconi, cuando todo era estética, estética pésima; todo era bellas mujeres, televisión luminosa, luces, cotilleos… Todo era una propaganda seductora.

 

Ahora, Beppe Grillo propone algo en teoría diverso, porque dice: Yo no hablo de televisión, hablo de actualidad, de cosas serias. Pero en realidad es la misma cosa, porque todo pasa siempre a través de una forma, y su modo de comunicar y de ser seductor, su modo de saber hablarle a la gente… Pero sin tener la competencia de una persona que trabaja como político, que trabaja como político las veinticuatro horas, que ha tenido una trayectoria en un partido, que ha desarrollado una conciencia política, viendo cómo funciona…

 

Yo no creo que en Italia, donde hemos tenido el fascismo, no puedes decir que no existe diferencia entre la derecha y la izquierda. Para mí es algo difícil de escuchar. Porque la derecha y la izquierda existen. Existe el fascismo y existe el anti-fascismo. Y es fundamental que existan estas dos cosas. Es una historia reciente. Mientras que él, usando su capacidad de seducción, logra convencerte de que es cierto, de que no existen. No sé, me parece algo peligroso.

 

 

No sólo Grillo usa los teatros con objetivos políticos. Un periodista reconocido y serio como Marco Travaglio también usa los teatros para hablar de política. ¿Tiene que ver este uso de los teatros con la situación de la televisión italiana como plataforma de comunicación política?

 

Travaglio es un caso particular. En Italia, nosotros tuvimos un serio problema, durante el berlusconismo, de fuerte censura. Que fue escondida. Berlusconi decía que no era cierto, que no censuraba… Es más, que en Italia teníamos Rai 3, que según él, era un canal terriblemente de izquierdas. Aunque era una cadena estatal, así que tan de izquierdas no puede ser.

 

La realidad es que ha existido una fuerte censura. Y fue una censura contemporánea. Hubo casos de gente despedida de la televisión, como en el caso de Enzo Biaggi. Un caso significativo, porque era un periodista muy respetado que fue despedido cuando ya era mayor, pero era aún un punto de referencia para todos los periodistas del país, y por tanto fue un caso muy relevante.                                                                                              

 

Hubo casos muy explícitos, y casos mucho más enmascarados, que tenían más que ver con decisiones de programación televisiva. Hay que tener en cuenta que tres canales televisivos están controlados por Berlusconi. Tiene un fuerte poder. Así que la gente que trabaja aún en televisión –Travaglio sigue trabajando, pero ha reducido su presencia– comenzó a trasladarse a los teatros. Pero hablamos de trayectorias diferentes a la de Beppe Grillo.

 

Grillo ha trabajado siempre en el teatro, como cómico. En un cierto momento ha comenzado con la política, pero él es un cómico. Travaglio es un periodista, y cuando se sube a las tablas, no hace un espectáculo, sino que pronuncia un discurso. Él dice: Uso el teatro para hablaros de lo que, como periodista, estoy investigando en estos momentos, en lugar de escribirlo, etcétera. Es una propuesta más clara. Puedes elegir si ir a verlo o no, pero es más claro. Él es periodista y así se presenta. No es un político ni trata de serlo. No la ha hecho nunca. No es un actor, y no se presenta como actor. Éticamente es correcto. Es periodista y en concepto de tal te habla.

 

 

Grillo entonces, para usted, ¿es éticamente más cuestionable?

 

Grillo es una figura… Un cómico que luego ha comenzado a ser político, pero que al mismo tiempo continúa siendo un cómico… No lo entiendo. No entiendo bien qué está haciendo.

 

Es decir, hemos tenido ya un político-cómico, ¿no? No sé si quiero otro político-cómico. Y además él afirma que no es un político… También eso es extraño. Porque dice: Presento a los míos a las elecciones, pero no somos políticos. Y entonces, ¿por qué debería votarte? Yo quiero un político que gestione el país. Me parece muy peligroso decir los políticos son todos corruptos… Bien, y la alternativa ¿cuál es? ¿No tener políticos? ¿La anarquía? Explícame bien cómo podemos hacer…

 

Él quiere llegar al Parlamento y mandar a todos los políticos a casa. A todos los políticos que ahora hay y después…

 

Eso es lo que quiero saber, ese después. Después de enviar a todos los políticos a casa, después de cargarse el Parlamento… Después ¿qué hacemos? Porque tendremos que hacer algo. No sé…

 

 

¿Podría comentarnos algo sobre sus próximos proyectos?

 

Ahora estoy ocupada con un proyecto que está comenzando a andar. Se titulará Ser Kiruna Stamell. Será un proyecto teatral que se basa en una observación que he hecho trabajando en Italia: en Italia no hay espacio para actores o bailarines discapacitados. Estoy yo, otros dos casos, y basta.

 

No hay posibilidades para formarse, no hay posibilidades laborales. Es algo muy extraño. En teoría el arte debería ser ese espacio abierto, en el cual, siempre que tengas algo que decir y tengas la capacidad para decirlo, puedas trabajar.                

 

Sin embargo, te encuentras con un estructura aún muy rígida. Además, en Italia tenemos que enfrentarnos con una historia, una historia teatral, etcétera.

 

Estoy, por tanto, con este proyecto que se titulará Ser Kiruna Stamell. Kiruna Stamell es una actriz enana, austriaca, que trabaja en Inglaterra. Ha trabajado en películas muy importantes como Moulin Rouge, con Nicole Kidman, y en la última película de Tornatore.

 

Para este trabajo quería conformar un reparto de personas con mi misma enfermedad –que desarrolla tres formas de enanismo– para tratar de llevar a cabo un trabajo partiendo de este hecho, pero sin hablar nunca de la discapacidad.

 

Porque existe también este problema que he notado: si hay un discapacitado en escena, se habla siempre de discapacidad. Y es algo un poco estúpido, un poco tonto, porque no es necesario.

 

Me gustaría realizar un trabajo que hablase del momento que estamos viviendo, de la crisis de las familias, que hable de una serie de temas, pero sobre las tablas estará un grupo de enanos que interpretan.

 

Ahora me estoy concentrando en este proyecto. Luego, veremos. Espero que el Sur de Europa sobreviva a este momento. Y veremos.

 

 

¿Cómo diría que ayuda la interpretación a los discapacitados en su vida diaria –a nivel físico y psicológico–? Y no sólo a los discapacitados.

 

Seguramente, el trabajo actoral de los actores contemporáneos exige un equilibrio con la danza. Es un concepto amplio.

 

En todo caso, en mi opinión, este trabajo te permite sobre todo conocerte a ti mismo. No hablo de un concepto new-age, no hablo de conocimientos extraños. Me refiero a un conocimiento físico. Descubrir dónde tengo la voz, dónde tengo las piernas, qué posibilidades ofrece mi cuerpo, qué fluidez…

 

Descubrir cosas ligadas a nuestra persona, esto me parece muy importante y muy interesante. La interpretación en sí misma… Yo no soy una fan del concepto de interpretación, en el sentido de que yo creo que lo más importante es cuando un actor no finge, no interpreta, sino que en la práctica encuentra un modo para hacer habitable la propia vida, la propia experiencia sobre las tablas, conseguir que parezca concreto, que parezca real. Para lograr esto, te debes conocer muy bien. Creo que desde este punto de vista la interpretación te ofrece muchas posibilidades.

 

Tanto si eres una persona discapacitada como si no, te permite descubrir aspectos que el espacio urbano no te consiente. No es una denuncia, pero vivimos en un mundo que no está hecho a medida de los discapacitados. Aunque también, como digo, es útil para una persona que no tenga ningún impedimento físico.

 

La interpretación me parece un medio que puede ser útil en este sentido. No es fundamental, pero puede ser útil.

 

 

 

Laura Fernández Knieling, Patricia Gómez Riaño y Blanca Velasco Navarro están terminando la carrera de Comunicación Audiovisual en Madrid. Las tres contribuyen al blog colectivo Mise en Abyme en FronteraD.

 

 

Intérprete y traductor, Lino González Veiguela es periodista y ha publicado en FronteraD, entre otros, Vivian Maier: balada fotográfica de un corazón solitario, La edad de oro del cinismo y Diccionario de la crónica hispanoamericana, y escribe el blog El mundo no se acaba

 

 

 

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