«China is different»

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¿Hasta qué grado las lenguas condicionan la comunicación intercultural? Ya intuía desde hacía tiempo que nuestros códigos comunicativos eran distintos, aunque me negaba a aceptar el argumento de China is different como justificación de cualquier conducta. Lo atribuía a diferencias culturales y referentes éticos distintos. Pero con el tiempo lo he ido relativizando, hasta tal punto que he llegado a la conclusión de que es la propia lengua la que condiciona nuestra manera de estructurar el pensamiento y su expresión.

En un taller sobre la enseñanza del español como lengua extranjera hemos debatido sobre la expresión escrita de los alumnos chinos, de cuya creatividad se quejan algunos profesores. Al analizar algunos ejercicios me sorprendió la incoherencia interna de los textos. Los profesores más experimentados explicaron que los alumnos reproducían el patrón del chino, una estructura lineal e inconexa que contrasta con la estructura en zig-zag del español, según los lingüistas. También percibí que los alumnos utilizaban muchas palabras, especialmente adjetivos, que aparecen frecuentemente en los medios de comunicación oficiales. Y que el enfoque de algunos temas, como la descripción de la familia o de un amigo, se repetía en casi todos los textos, rebosantes de idealismo.

La influencia de los textos que produce el sistema a través de los medios de comunicación oficiales no me preocupó tanto. Ya era consciente de ella en otros aspectos. Lo que me dejó perpleja fue la constatación de que realmente China is different a través de su lengua. Y me temo que naciones como Japón y las dos Coreas también guardan rasgos de identidad en la estructura y evolución de sus respectivos idiomas.

Vigo, 1983. Licenciada en Periodismo y Especialista en Información Internacional y Países del Sur por la Universidad Complutense de Madrid. Tras experiencias académicas y profesionales en Madrid, Freiburg, Utrecht, Berlín y Londres, en 2008 llegó la ansiada oportunidad de ampliar horizontes en Asia. Cuatro meses antes de los Juegos Olímpicos me trasladé a Beijing con un visado de trabajo pero sin propósitos definidos, abierta al descubrimiento de un nuevo mundo, y aquí sigo, observando los cambios de una sociedad en constante transición que desafía mis neuronas constantemente.