Los medios públicos en especial la televisión pública son siempre cuestionados desde algunos sectores de las sociedad. La cuestión es hasta que punto una sociedad necesita medios de comunicación públicos: si la respuesta es negativa, como para algunos lo es, cualquier esfuerzo por financiar el ente público sería en vano. Nunca se podrá potenciar un medio público si los ciudadanos no perciben la necesidad de disponer de unos medios no privados que les representen, aporten conocimientos, información no contaminada por intereses privados, calidad en los contenidos , enfoques alejados del beneficio….
Por tanto, el esfuerzo no debe radicar únicamente en mejorar los contenidos de la radiotelevisión pública, sino que también se debe trabajar para convencer a la ciudadanía del beneficio que pueden extraer de los mismos. Es en este punto donde más se falla. El recorte de 200 millones de euros (presupuesto previsto 1.200) del Gobierno sitúa a RTVE en una posición muy complicada llegando a cuestionar su supervivencia. Sin embargo, la reacción social no ha sido abrumadora, no se percibe RTVE como algo nuestro, como algo de todos. Es cierto, que el contexto económico es muy negativo, pero también lo es que existen muchos otros sitios donde recortar esos 200 millones de euros.
En los últimos años RTVE ha recibido numerosos premios, principalmente por la calidad de sus informativos. Sin embargo, la mayoría de medios privados no han optado por imitar el estilo pausado y detallado de los informativos de TVE. Simplemente, han continuado potenciando el infoentretenimiento. Este puede otorgar cifras de audiencia elevadas pero no ofrece calidad suficiente en los contenidos informativos.
La televisión pública no debe ser una imitación conservadora de las cadenas privadas, debe centrarse en ejercer como servicio público que forme, informe y entretenga, con rigor y diferenciación en los contenidos. El resto de cadenas se lo esta poniendo fácil: apenas hay contenidos de carácter cultural en la televisón y no digamos educativo. La información se reduce a la mínima expresión y se convierten en noticia hechos intrascedentes. Ante esta situación, la radiotelevisión pública debe apostar más que nunca por formar e informar en lugar de entretener. Tarea complicada teniendo en cuenta el recorte previsto. La opción que toma más fuerza para garantizar la supervivencia de la titularidad pública de RTVE es el regreso de la publicidad. ¿Condicionará los contenidos? Esa es la pregunta que el tiempo acabará por responder.
Vivimos en una sociedad en la que el exceso de información tratada de forma superficial provoca la «desconexión de muchos cerebros». Además, el aumento del fenómeno del infoentretenimiento debilita la contextualización y perjudica los contenidos. Es fundamental que existan medios de titularidad pública que ordenen esa realidad compleja. Teniendo en cuenta que la producción de contenidos ya no es exclusiva de los periodistas, el futuro del periodismo pasa por ordenar la ingente cantidad de información que se genera cada día. ¿Quién mejor para realizar esto que un medio público libre de presiones privadas?
Las estructuras sociales, políticas, económicas… se tambalen, asistimos a la pérdida de credibilidad de todas ellas, pero también a la pérdida de credibilidad de la información que recibimos ya sea por intereses económicos o políticos. Esto genera desconfianza hacia los medios de comunicación, los ciudadanos empiezan a cuestionar la labor de estos, como se pudo comprobar en mayo de 2011 en España.
Un medio de comunicación no es cualquier tipo de empresa, obviamente debe buscar las vías para obtener beneficios, pero también cumplir con la labor social que se le supone. La democracia necesita que sus ciudadanos reciban información plural y veraz, pero, también que estos confíen en la información que reciben. Recuperar esta confianza es tarea de todos los medios.
El trabajo de los ciudadanos debe centrarse en demandar que los medios de comunicación ofrezcan contenidos de calidad. Contenidos que apuesten por la pluralidad y el respeto a la inteligencia del espectador. Pero los ciudadanos no debemos únicamente quedarnos en la exigencia. También debemos apoyar y defender a los medios que apuestan por los contenidos de calidad. Esta vez, toca defender RTVE.