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Mientras tantoEl destape

El destape


 

No vi en Nochevieja a Cristina Pedroche. Y ya es la segunda vez, o la tercera, que me lo pierdo. A ver si me acuerdo por fin el año que viene. Todo el mundo hablando del momento y yo con la cara de Joey, el de Friends, cuando sus amigos hablan de temas que no empiezan por la «v», el único volumen de la enciclopedia que pudo comprar. Yo trato de derivar la conversación pero es inútil. Todos hablan de Cristina Pedroche y yo no sé quién es (en serio, no tengo el gusto). No he visto ninguno de sus programas. Sé que está casada o emparejada con el chef Daviz Muñoz, y hace poco leí unas declaraciones suyas sacadas de una entrevista donde decía algo de Vallecas y del PP y de las perlas. No quise profundizar. Soy un completo ignorante en todo lo relativo a Cristina Pedroche, un indocumentado como de casi todo lo demás, lo cual, sin embargo, es algo que a mi alrededor no veo que a la mayoría les impida hacer severas afirmaciones basadas en toda clase de datos no contrastados: el cotilleo de toda la vida. Yo tampoco quiero contrastar pero más por desinterés, aunque en días como el de hoy me gustaría ser de la pandilla que habla de Cristina Pedroche como de uno de los grandes dilemas de la sociedad occidental lo que hace mi descuido televisivo de fin de año aún más trascendente. Pocas veces una sugerencia física había generado tantos debates interesantes. Yo era un niño cuando aquel pezón de Sabrina (nada de sugerencias) debió de producir también intensos pensamientos ceñudos, aunque me inclino más porque produjo sanos pensamientos de mandíbula caída, entre otros, que es en lo que estamos o estábamos hasta que, de pronto, a los españoles (y por supuesto a las españolas) les dio por sentirse radicalmente molestos y también todo lo contrario con el destape, como un barco en medio de una tormenta, igual que si Pajares y Esteso hubieran adquirido de repente un peso parecido al de Montaigne.

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