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Mientras tantoErrores en serie

Errores en serie


 

Soy guionista, directora y productora. Con la crisis escribo y hago fotos, pero, después de leer esto, tal vez me contrate usted como detective privado. Vean las fotos y lean.     

 

      

 

 

 

Todos hemos sido testigos del gazapo histórico de la serie Isabel la Católica colocando la catedral de Cádiz en un espacio temporal equivocado. El desfase fue nada menos que de tres siglos. No es el único error o modificación de producción que suscita descrédito entre los espectadores. 


El error o cambio más común de todos es el relevo de un actor de reparto por otro entre temporadas. Normalmente suele ser un secundario muy discreto o de relativa importancia, por ejemplo, la primera mujer de Ross Geller en Friends. Hay personajes secundarios, incluso algún protagonista, que compagina varias series. Algunos sufren una trasformación física tan bien conseguida que tardas varias temporadas en darte cuenta, ejemplo: Tom Wright en The Bridge y Top of Lak. Hay cancelaciones de contrato que se resuelven con la muerte accidental del actor que decide abandonar la serie y que modificará la trama para siempre: Josh Charles (Will Gardner) en The Good Wife o Dan Stevens (Matthew Crawley) en Downton Abbey. También desaparecen discretamente los actores que causan problemas en la producción: Scandal o Anatomía de Gray. En este caso no daremos nombres. La muerte de verdad también golpea a los actores y todos pudimos conocer a Woody Harrelson en Cheers cuando tuvo que sustituir al malogrado entrenadorNicholas Colasanto. A veces llegan a cambiar de protagonista y para sorpresa de propios y extraños la serie sigue funcionando, como en Dos hombres y medio o Doctor en Alaska. Algunos actores de la televisión llegan al cine y otros del cine llegan a la televisión en una corriente circular continua. Como vemos, los márgenes de error o cambio son muy amplios y el espectador suele ser muy considerado.

 

Nosotros nos vamos a centrar en el cambio que hemos considerado más peculiar y relevante.

 

En la tercera temporada de Hell on Wheels (queremos aclarar que es una de nuestra series favoritas) nuestro caballero andante, Cullen Bohannon, tiene un encuentro erótico en un granero con una jovencísima, podríamos incluso llamarle Lolita, mormona. Una historia extraña desde el principio. Nuestro caballero se ha mantenido fiel a la memoria de su mujer asesinada, no ha intimado con ninguna de las prostitutas de la zona, no ha consumado ninguna de las interesantes propuestas con mujeres pioneras que atraviesan el peligroso oeste y que llegan al ferrocarril por razones profesionales. Pero esta Lolita mormona se lo lleva al huerto tan eficazmente que deja al espectador durante horas con la boca abierta. La familia de nuestra hermosa Lolita es extraña, cerrada, radicalmente mormona. La joven se queda embarazada y nuestro apuesto protagonista decide ser un caballero. Se casa con ella sin preguntar si hay alguna posibilidad de que el niño sea de otro hombre, e inicia un oscuro cautiverio que no vamos a detallar. 

 

Nuestra sorpresa fue grande cuando al iniciarse la cuarta temporada nuestra Lolita ya no estaba interpretada por Siobhan Williams. Ahora la actriz que daba rostro a Noemí se llama Mackenzie Porte y el personaje se trasforma en otra mujer, con otra edad, con otra expresión. Era otra trama, otro guión. Una Lolita podía estar deseosa de aventura, de ver mundo, de derribar barreras, y nos resultaba compresible que viera una oportunidad de huir o de experimentar con nuestro héroe. Pero la mujer de la cuarta temporada abandona a su familia para seguir a nuestro protagonista a las obras del ferrocarril esperando que se convierta en un hombre religioso, lejos de la acción. Nunca vuelven a visitar ningún granero. No hay conexión, no hay apenas momentos de intimidad. Es una infelicidad absurda para ambos. Tengo que confesarlo: tuve que abrir una botella de whisky para tragarme la historia, incluso pensé en dejar de ver la serie, era una traición en toda regla.

 

Afortunadamente, la curiosidad me impidió abandonar y hubo regalo inesperado. La periodista, una de las mujeres pioneras, posible candidata a vivir una historia de amor con Bohannan, me clarificó la vuelta de tuerca del guión: hay hombres y mujeres que necesitan cargar una cruz para alejarse de la vida, para negarla, para tener una justificación que oculte su cobardía. Comprender esa muesca en el alma humana me ha llevado un par de décadas, y allí estaba esta periodista dándome la respuesta en una frase que no ocupa ni diez segundos. Me sentí tan liberada… Hay gente más lista que yo, hay margen de crecimiento. Rellené el vaso con más whisky.

 

Pero no me conformé, tenía un pálpito, olfateaba algo oculto bajo la perfección de la respuesta. ¿Era censura? ¿Cambiaron a la actriz porque era una Lolita y eso está prohibido? Empecé a investigar. El productor justificaba el cambio por la no disponibilidad de fechas de la primera actriz. Parece ser que trabajaba en otra serie, pero no negaba la diferencia de conceptos que daban al personaje. Querían una mujer de 18 años. La segunda actriz supera la veintena claramente y la primera acaba de cumplir 20 años, pero compuso un personaje mucho más joven. Es decir, les salió sin querer una perturbadora Lolita. 

 

Teníamos razón. Ver a nuestro héroe con una jovencita era demasiado transgresor e irreverente, más si la Lolita está situada dentro de una familia de mormones. Las Lolitas siguen siendo el objeto de deseo prohibido y, ya saben lo que pasa con la religión: cuando deseas algo prohibido llega el castigo y no hay mejor castigo que cargar con una cruz. 

 

Cerré la botella de whisky y me fui a dormir. Solo recordarles que busco trabajo… como detective privado, ¿necesitan uno?

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