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Mientras tantoEse amable ciudadano

Ese amable ciudadano


 

Leo y escucho «desconexión» y me acuerdo de la psicosis del año dos mil. Yo creo que los separatistas deben de creer que la decisión del próximo lunes va a producir un efecto similar al que se temía que se produjese con el cambio de milenio. En realidad, los separatistas deben de creérselo todo, todo lo que se dicen a ellos mismos en un procés (no hay ningún otro como éste, ni siquiera el que les ocupa) imparable, real. Romeva es un ejemplar característico (otro individuo sería Forcadell) de nuevo separatista, esos que Durán i Lleida ha debido estar escondiendo durante veinte años como si fuera de la Resistencia hasta que ya no ha podido más. Los separatistas catalanes ya no deberían llamarse separatistas sino, por ejemplo, juntpelsís, lo cual es lo mismo que va del Petit Suisse al Danonino. Tanto es así que a mí Romeva me parece engendrado en una fábrica. Romeva es un Danonino (que no sé lo que es) al que yo en la intimidad le llamo Bishop, como el de Alien. Y la verdad es que me da un poco de miedo cuando pienso en toda esa sangre blanca y en esa cabeza que sigue hablando separada del cuerpo. ¿Qué podría hacer el Tribunal Constitucional ante eso? A veces pienso que la existencia de Artur es una suerte, incluso sin Durán. Resulta difícil de imaginar una Cataluña controlada exclusivamente por Romevas. Yo le oí hablar el otro día y tuve que taparme los oídos porque eso era un ultrasonido. Siempre me pregunto en qué idioma hablan, incluso cuando utilizan el español, porque ese no es el catalán homologable de la intimidad de Aznar. El catalán se entiende pero a Romeva no. Yo no le entiendo, y eso que hablará millones de lenguas. Tampoco a Forcadell. Ellos sólo se entienden entre sí. Ellos son el producto hecho político de ese amable ciudadano al que preguntabas hace veinte años por la calle en Barcelona y se negaba a responder en español. Se me vienen a la memoria los castellers (no se imagina mejor derecho que el que consolida una buena pinya) y pienso que así se han hecho una nación que nadie ha echado abajo por reparo, no se vaya a hacer daño la enxaneta, por supuesto, y, de seguir así, el día que falte nuestro Artur de cada día (en verdad ya nos falta desde que el pujolismo se abrió la gabardina) me pregunto que nos quedará después de don Mariano, ¿Ripley?

 

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