Fuera del saber

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Escribimos de cómo en Guinea los niños se quedan sin escuela por imposiciones tontas.

 

Íbamos a nuestros asuntos, o a la de otros, porque en concreto había surgido una urgencia animal, y nos sorprendimos de ver a tantos alumnos fuera de los recintos de un colegio de mala muerte construido en estos años, tan reciente que viviendo fuera de los muros guineanos, no lo vimos construir. ¿Qué hacen tantos niños fuera, en realidad más niñas, cuando es hora de estar dictando la lección del día? Venga, vamos a preguntar. ¿Podemos ver a un responsable? A quién, ¿al director? A un responsable. Pues adelante. Qué. Mire usted, soy JT y  soy escritor, quizá todavía no conoce mi fama, pero no importa; he venido aquí para saber qué hacen tantos niños fuera de la escuela, que agradezco que la hayan construido, aunque veo que tenéis mil y una dificultades. ¿Qué pasa? Fue amable y solícito el hombre que nos recibió, en una escuela «privada» situada precisamente en una de estas zonas adonde van a emborracharse algunos de Wele Nzas que residen a saber dónde.

 

Estos niños están fuera, suspiró largamente, por dos razones, nos dijo. Unos llegaron tarde y ya entrarán en la siguiente hora, otros no vinieron vestidos de manera adecuada, porque no llevan corbata, y antes de enfrentarnos a la sanción del Ministerio de Educación, cumplimos con ellos la norma, nos soltó el maestro, o lo que fuera. ¿Qué?, primero elogio la idea de que hayáis abierto una escuela en este lugar. Segundo estoy en contra de que ningún colegio haya podido resolver este asunto de que los que lleguen tarde queden vagando por las calles, una información que difícilmente puede llegar a sus padres. Y ahí nos explicó lo de la segunda hora, pero no nos convenció lo de que si dejaban entrar a los niños que no llevaban corbata, en una escuela pequeña en la que no cabe nadie más, entraría a sancionar el Ministerio de… Ya hemos hablado en facebook de aquella orden ministerial que prohibía embarazarse a las chicas del bachiller, y creemos, francamente, que no era un tema legislable, toda vez que si una señorita se embarazara durante su periodo escolar ganaría todas las probabilidades de atrasarse definitivamente. Lo que nos desconcertó hoy fue la noticia de que el ministerio impone a un colegio privado que es una nada la norma en un asunto tan llamativamente extemporáneo.

 

Es decir, conoces la escuela, ves que no es nada, incluso se te caen las lágrimas por lo que ves, así que nadie diría que es una escuela de élite y el Ministerio no remedia nada, pero insiste, en la cerrilidad que sólo puede darse en Guinea, que con el calor que hace, con más de 30 en una salita sin apenas ventilación, en un colegio sin biblioteca ni aseos, tengan que ir en corbata, requisito sin el cual quedan vagando, a merced de los adultos que buscan a las niñas. De hecho, parado en la esquina había un ciudadano de habla francesa, al volante de un coche de empresa, hablando con una niña de aquel colegio, contando que a nadie le importa y a que la naturaleza soleada ya le ha puesto dos pechos donde las mujeres mayores suelen tener los suyos.

 

Creemos que se puede discutir durante horas sobre este requisito pero dos cosas debemos decir: alguien se está engañando creyendo que su escuela es privada, si es el mismo que dice que deja fuera a los alumnos por miedo al ministerio al que hemos hecho alusión. Lo otro que debemos decir es que muchos han perdido el norte en esta Guinea Ecuatorial, alias Unos Cuantos S. L., o están permanentemente instalados en la inopia de no saber dónde están. El asunto de esta mañana no puede dejar de recordarnos de dónde viene la historia de unos que apenas escriben sus nombres y tras el sueldo de un puesto en el que no pintan nada piensan en el cadillac, aunque lo quieran para ir a emborracharse en entornos que huelen a pis. Está claro, de estos polvos, estos lodos, como se suele decir. No hemos hablado de la huelga de los taxistas porque ya vimos el origen de los lodos, y todos están en esta ciénaga atrozmente animalizadora. Qué lástima. O no, no es una lástima, ya no podemos aguantar más.

 

 

Malabo, 5 de mayo de 2017

Juan Tomás Ávila Laurel. Es un joven y prolífico escritor, residente en Malabo, donde ejerce como técnico sanitario. Se ha convertido últimamente en un exitoso y asiduo conferenciante de numerosas universidades extranjeras. Ha representado a su país en importantes foros internacionales y ha sido conferenciante invitado en España, Reino Unido y Estados Unidos. Su obra se caracteriza por un compromiso crítico con la realidad social y politíca de su país y con las desigualdades económicas. Estas preocupaciones se traducen en una profunda conciencia histórica, sobre Guinea Ecuatorial en particular y sobe África en general. Tiene más de una docena de libros publicados y otros de inminente publicación, entre ellos las novelas y libros de relatos cortos La carga, El desmayo de Judas, Nadie tiene buena fama en este país y Cuentos crudos. Cuenta tambien con obras de tipo ensayístico, libros de poemas y obras de teatro.