Y si un día te levantas y dices ¿ahora qué? La realidad marca el orden de las cosas, no todos somos estrellas del rock, aunque desde pequeños el sistema nos venda barato esta idea. Suena el despertador, te disfrazas a la moda, unos cereales de sublimes cualidades y, toc toc ¡buenos días Lunes! Unos calcetines gruesos y varios minutos después te encuentras obligado a ser ciudadano. Caminas por la calle uniéndote a muchos, miradas perdidas cómplices en el espacio. En la boca del metro choca la idea de no estar alienado con las manijas del reloj. Son las 7:30.
Por momentos piensas en abandonarlo todo, la ciudad, el tráfico, los medios, las masas, las noticias… Todo lo que en el fondo no te hace feliz, pero a los cinco minutos echas de menos una Coca-Cola. En ocasiones explota la rabia social que hay dentro de ti, pero se diluye al ver tu mala cara frente al espejo. Somos jóvenes con un MBA en Hipocresía siglo XXI, horneamos desconcierto y melancolía mientras por la espalda van pasando los años.
Atrapados en una sociedad desechable, donde mirar para abajo es lo correcto, buscamos alegrías en cualquier recoveco, deseando siempre lo que nos venden, no tenemos y por supuesto, tampoco necesitamos. Generan en nosotros necesidades, cuando en la mayoría de las ocasiones sólo requerimos un abrazo a la vuelta de la esquina. Pero tranquilos, raudo, colóquense en cualquier fila con todos los demás para comprar cualquier cosa que poco después tirarán a la basura. Reyes del inmovilismo, creemos ser libres, originales, buscamos la diferencia sin insistir demasiado por miedo a ser excluidos. La creatividad secuestrada.
Y mientras tanto, tú y yo nos rebelaremos contra el injusto sistema sentados en el bar, en el sofá o enfundados en un pijama maldiciendo todo.
La locura desatada por la adquisición de productos de Apple, el regreso de las mismas modas de hace unos años, la necesidad de poseer lo que otros tienen, los remake de películas de éxito, las series de culto llevadas al cine o la repetición estilo mantra de los políticos en sus recetas para solucionar la crisis… Son sólo algunos ejemplos de la escasez de creatividad y el exceso de mimetismo que existe en nuestra sociedad.
Para un país es de vital importancia asumir la creatividad, como arma ante la gran crisis que vivimos. En este punto entra la educación, el cometido de esta es potenciar el crecimiento profesional y personal de cada ciudadano para que usando su capacidad creativa pueda afrontar las exigencias de la vida. La creatividad no tiene una raíz espontánea, debe ser orientada y trabajada desde las primeras etapas del ser humano. Debemos comprender que la capacidad de desarrollar nuestra creatividad tiene más de esfuerzo que de ADN.
La base de nuestro sistema de convivencia es la homogeneización de los individuos en torno a unos patrones de consumo, estos varían ligeramente en función de la economía, las modas, los estereotipos, los prejuicios y las disfunciones fruto de cambios estructurales. A medida que un ciudadano se integra en la sociedad , y por consiguiente contacta con otros semejantes, se difumina su capacidad creativa. Nuestra vida queda condicionada a una serie de pautas de comportamiento, normas y axiomas que terminan por perfilar nuestra conducta y acciones. Por otro lado, la necesidad de encajar en una sociedad que rechaza lo diferente provoca la rápida aceptación de perfiles y maneras de expresarse o vivir. Este fenómeno se hace muy evidente al observar a la población inmigrante de las grandes urbes, se han convertido en pocos años en fervientes consumidores de productos de segunda necesidad en un claro ejemplo de mimetismo occidental.
Este proceso de homogeneización tiene consecuencias evidentes sobre las personas que habitamos estas sociedades. Genera pasividad en muchos individuos, que se alejan de la reivindicación de sus derechos y asumen como inevitable el devenir de la política o la economía. Individuos que se sienten parte de un todo sin poder de decisión. A esta idea, contribuye claramente el sistema democrático en el que vivimos, donde la opinión del ciudadano cuenta únicamente cada cuatro años. Tal vez, otro modelo democrático que fomente más la participación ciudadana reduciría la sensación de desapego que reina en torno a la toma de decisiones en las sociedades.
No se cuestiona la vida en sociedad, sino el exceso de celo en fomentar la homogeneización que disfraza un modelo social. Se cuestiona el axioma que dice Si algo es realizado por muchos, debe ser por fuerza bueno para todos. Somos educados en este paradigma desde que nacemos, comportarnos como los demás, vestir como los demás, querer como los demás… Se nos educa para escapar de la diferencia, anulando o diezmando nuestra capacidades creativas. Por este motivo, la mayoría de las personas creen que los que vencen esta situación son genios superiores a ellos con capacidades impensables e imposibles de alcanzar por un individuo corriente. Esta autocensura de la creatividad propia es la que limita las expectativas de muchas personas, haciendo de su vida un lugar pasivo y menos emocionante.
Ser creativos y escapar del mimetismo puede ayudarnos a afrontar los problemas y retos de nuestra vida con ventaja, solo hace falta creer que podemos hacerlo. El genial educador experto en creatividad Sir Ken Robinson da unas pistas sobre este tema en el siguiente video.