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La filosofía del cuidado y la huída del lugar común en Boris Groys

El filósofo, crítico de arte y teórico de los medios Boris Groys (Berlín Este, 1947), es hoy una figura de enorme prestigio intelectual. Entre sus numerosos libros (doce de ellos traducidos al castellano), se encuentra el aclamado Volverse público (Caja Negra, 2014), quizá una de las obras de pensamiento artístico más estimulante de las últimas dos décadas.

Su reciente Filosofía del cuidado (Caja Negra, 2022) es una publicación breve, 136 páginas. También rica, intensa y heterodoxa. En algunos momentos nada complaciente con el lector, pero siempre retadora. Organizada en una introducción y doce capítulos, Groys deja claro desde el principio que su aproximación al asunto de los cuidados no va a seguir el enfoque ético, emocional, compasivo y vinculado con las mujeres y el ecofeminismo que hoy suele ser habitual. Por el contrario, su planteamiento es institucional, sanitario, biopolítico. El libro comienza así:

“En las sociedades contemporáneas, la forma de trabajo más extendida es el cuidado. Nuestra civilización considera la protección de las vidas humanas su objetivo primordial. Foucault tenía razón cuando caracterizaba los Estados modernos como biopolíticos. Su función principal es velar por el bienestar físico de sus poblaciones. En este sentido, la medicina ha ocupado el lugar de la religión y el hospital ha reemplazado a la Iglesia”.

Groys presenta en la introducción dos parejas de conceptos que van a estar muy presentes en toda la obra: cuerpo físico vs. cuerpo simbólico, y cuidado vs. cuidado de sí. Ellos serán, directa o indirectamente, con su dialéctica, con sus ramificaciones y tangencias, los principales protagonistas de las reflexiones que el autor nos va a regalar bajo la evocación de filósofos como Platón, Hegel, Nietzsche, Kojève, Bataille, Caillois, Heidegger, Arendt o el cosmista ruso Bogdánov. 

Junto a ellos, Groys habla de la gran salud del superhombre, del cuidado como esencia del dasein, del poder infeccioso de lo sagrado, del pueblo y los sabios como cuidadores, de las diferencias entre labor y trabajo, del diseño de sí como cuidado, del cuidado revolucionario. También –y ahí es donde Groys se vuelve más provocador– sobre los peligros de un estado que a la vez que nos cuida nos enferma, sobre la existencia de un conflicto entre la autoafirmación alegre e incluso violenta del humano como animal soberano y un cuidado institucional incapacitante que mata su mundo, su modo de ser auténtico, y lo convierte en materia prima para la industria médica. Aislando esta frase en época de pandemias, vacunas y 5G, no sería difícil encontrarle veleidades conspiranóicas. Pero a este autor no se le pueden aislar frases. En su escritura abundan los sin embargo, ahora bien, por otro lado... Así que, no es conveniente creerse todo lo que va afirmando, porque a la vuelta del párrafo lo cuestionará con renacidos bríos.

Leyendo al brillante Groys uno tiene la sensación de que lo suyo es alejarnos de viejos lugares comunes más que acomodarnos en otros nuevos. En su caso, el parto socrático que tanto juego da en el libro no consistiría en dar a luz la verdad, sino en darla a las prolíficas sombras de la duda.

‘Filosofía del cuidado’, de Boris Groys. Caja Negra, 2022.

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