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Mientras tantoPoliedro de Madrid

Poliedro de Madrid


 

Dice Carmena que para que la información sea libre tiene que ser poliédrica, es decir, tener varias superficies planas. Lo podría haber expresado de otra forma más sencilla, y también podría haberse ahorrado ese lánguido e inquietante énfasis, algo así como el tic tac, al afirmar que no desconfía de los medios sino al contrario “… son aliados de la democracia y la transparencia”. Pero no sería ella. No serían ellos. Nada más terminar de darle su biberón, a sus veinte largos días, yo le he preguntado a mi hija sobre el tema y me ha respondido abriendo mucho los ojos y la boca. Luego se ha removido en mi regazo, ha emitido un ruido que me ha hecho perder la serenidad y se ha quedado instantáneamente dormida. Como Carmena, lo podría haber expresado de otra forma, quizá con un lloro o un hipo espontáneo, pero ella ha querido hacerlo así. Y yo la respeto (igual que a Carmena) y no sólo eso, sino que además estoy de acuerdo. Aquí cada uno tiene su versión original, que puede ser poliédrica en sí misma (como es el caso de Podemos), sin necesidad de que intervengan otras versiones, o categórica como la de mi niña, que zanja ésta y otras cuestiones con una naturalidad y un estilo adorables. Lo peor del ayuntamiento, ahora también poliedro, de Madrid son precisamente sus planos, sus caras, que no son naturales, ni estilosas, ni tampoco adorables. Tampoco lo eran Tierno, ni Barranco, ni Gallardón, ni Botella, al fin y al cabo, ¿quién es todo esto una vez perdida la inocencia? Igual Zapata era un niño precioso (tiene pinta de haberlo sido), y Rita Maestre una niña graciosísima con sus cosas. Luego se dieron al humor negro en Twitter y al desnudismo agresivo en las iglesias, lo cual es una pena. Uno, ya como padre, siempre pensará que acabar así es una pena a pesar de que todo tiene que ser poliédrico, como la información. Yo a mi Candela le diré que eso está feo. Que el mundo no es redondo sino poliédrico, pero que aun así eso está feo. En este caso, además, porque esa cara del sólido que nos muestra orgulloso el ayuntamiento madrileño en realidad es muy poco original. Debe de ser otra “sugerencia” del programa, por supuesto nada comprometedora, que a mí me recuerda al Minives, el ministerio de la verdad de Orwell en su etapa iniciática, uno que ya está, por cierto, Maduro en Venezuela, ese país “ejemplo democrático” que decía Pablo Iglesias, y funciona a pleno rendimiento. 

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