Publicidadspot_img
-Publicidad-spot_img
Mientras tantoPsicosis Nº SB1070

Psicosis Nº SB1070


Si alguien quiere entender el por qué de la Ley Arizona que criminaliza la inmigración indocumentada tendría que ver, si no lo ha hecho ya, la película Psicosis de Alfred Hitchcock, que ha cumplido medio siglo de su estreno.

 

Como más de un experto ha señalado, la Ley SB1070 se funda en una cualidad muy propia de Arizona (y de otras partes de EEUU): la sospecha. Con mayor precisión, la “sospecha razonable”. Debajo de tal actitud, como se sabe, están los odios ancestrales que nutren toda paranoia.

 

Podemos vislumbrar a Hitchcock cuando termina de leer la novela Psicosis (1959) de Robert Bloch y vislumbra su adaptación fílmica: le atraen tres puntos de la novela. En primer lugar, la historia de la chica apasionada que identifica de inmediato con la actriz Janet Leigh. En segundo lugar, se excita hasta la erección ante la idea de filmar la secuencia del asesinato en la ducha. En tercer lugar, traza esbozos mentales de la casa en la colina, a la que asocia con la presencia de su propia madre, muerta en 1942 a quien le debe su educación basada en las normas católicas.

 

Pasará cierto tiempo antes de que descubra que el verdadero motor de la película se encuentra en el papel de Norman Bates, con el que se identificará hasta la obsesión. Ya se ha hablado bastante acerca de la homosexualidad reprimida de Hitchcock. Su gusto por vestirse de mujer, e incluso aparecer en una cinta bajo tal apariencia: Con la muerte en los talones. Nada raro que en Psicosis decidiera verse reflejado en el actor Anthony Perkins.

 

El fundamento de Psicosis es la sospecha. En un entorno de desconfianza bajo una sociedad pueblerina el acecho mutuo se convierte en una práctica cotidiana. La cinta comienza en un cuarto de hotel y una discusión entre un hombre y una muchacha que son amantes. La ventana abierta deja observar el panorama de Phoenix, Arizona. A partir de entonces, la historia se volverá un juego de espejos en plan de fuga, cacería y sospechas múltiples. El objetivo es hallar a la culpable de la falta y hacerla castigar. El castigo a ella se adelanta por el azar criminal: y el dispositivo es el poder de la Madre-Sociedad-Estado.

 

Está el papel de la mujer libre, que acomete el riesgo de robar con tal de conseguir su voluntad: irse de Phoenix. En el momento que emprende estas acciones, comienza a padecer el acoso de las miradas ajenas: su jefe, que ignora el robo, un agente de policía, un vendedor de coches, el asesino, y luego el detective que indaga el crimen, etcétera. La propia mirada de la víctima que ve a su asesino mientras la vemos morir (nosotros la asesinamos, esto al menos por ironía de Hitchcock, que impone la identificación entre aquél y los espectadores), entra en el vértigo de las miradas dignas de toda sospecha.

 

Como se sabe, la nueva norma en Arizona permite que los agentes tendrán que detener a cualquier persona para verificar sus documentos de identidad en caso de que registren una “sospecha razonable” de que alguien pueda ser un indocumentado. La mera apariencia o la percepción paranoica son una y la misma cosa. En Psicosis el rastreo de la transgresora, y después del transgresor que adelantó el castigo de ésta, se basa en la mirada. La mirada sesgada que se devora a sí misma.

 

En Psicosis acude al final, como revelación y deux ex machina, el punto de vista del psiquiatra que explica las desviaciones de los transgresores. Iluminan el mundo el saber psiquiátrico y la grúa mecánica que extrae la evidencia del pantano. El germen de la Ley SB1070 está cifrado en la malicia de Alfred Hitchcock.

 

http://es.wikipedia.org/wiki/Psicosis_(1960)

http://elzo-meridianos.blogspot.com/2008/08/el-cameo-secreto-de-alfred-hitchcock.html

 

Más del autor

-publicidad-spot_img