Lo sublime:
Vestirse de Robocop madrileña y utilizar unos altercados (ridículos en comparación con el acto total del 22M) como plataforma para optar a la presidencia de la Comunidad de Madrid, léase Cristina Cifuentes, reconstruida, como si fuera parte del guión, en un hospital de esos que los manifestantes defienden contra la privatización que intentó su partido político
Lo grotesco:
Olvidar que esas víctimas con uniforme del 22M hace unos meses reventaron cabezas con sus porras a manifestantes indefensos, al amparo de una ley que secuestra la libertad de expresión en la calle y que, blindados cual Robocops, no hubo ninguna actuación judicial para evitar que se repitiera el abuso policial. Siembra vientos…