La última serie de la fotógrafa neozelandesa Lucy Hughes explora el archivo de la familia y su propósito fundamental de captar y detener el paso del tiempo. Según señala la propia galería (Suite), todo archivo pretende capturar y atesorar un instante antes de que se desvanezca, al menos esa era la vieja pretensión de la fotografía, ahora abrumada por la premura y la banalidad de tantas imágenes que se toman y archivan en soportes cada vez más frágiles, aunque también más fácilmente transportables y reproducibles «ad infinitum». El momento es físicamente transformado en un objeto fotográfico. Hughes, que estudió en la Universidad de Auckland, trata de ver la cara B, la parte de atrás de las instantáneas, lo que no es tan fácil de atrapar, la huella del tiempo y tal vez de una identidad siempre evanescente.