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Mientras tantoLa teoría de Lecter

La teoría de Lecter


Mi querido lector/a y amigo/a. Un viejo compañero de aventuras y desventuras, un auténtico trabajador de la noche y sufridor silencioso del amor, me ha remitido un post que por su calidad literaria, profundidad analítica y rabiosa actualidad reproduzco a continuación sin quitar ni añadir una coma. No me cabe duda de que este escrito se convertirá en una pieza de referencia, objeto de estudio y culto, de la literatura sexual lasciva o erótico festiva del siglo XXI.

 

En una de mis últimas razias por la web leo que la revista Maxim ha publicado la lista de las mujeres más deseadas del planeta. La cantante norteamericana Katy Perry lidera la clasificación, desbancando a Olivia Wilde, la actriz que da vida a Trece en «House». Dice la revista que la ganadora de este año «es la típica amiga que, de repente, un día te das cuenta que has amado toda la vida». En fin, dudo mucho que necesites más de cinco segundos para darte cuenta de que quieres follarte a Katy desesperadamente (no sé si amarla). Lo mismo digo de Olivia Wilde, Scarlett Johansson, Angelina Jolie, Jessica Alba, Beyoncé o Megan Fox. Leo con interés estas listas que se publican de vez en cuando en revistas de hombres y flipo cuando FHM incluye entre las 100 primeras a Carme Chacón, aunque comparto la opinión de que la «number one» patria es Pilar Rubio, a la que no dejaría ni un milímetro de piel sin explorar a fondo. Pero este pasatiempo parte de una mentira gigantesca. Te voya a confesar algo, querido Zar: la mujer que más deseo en el mundo no es Katy, ni Scarlett, ni Pilar… No. Se llama Sandra y pasea su culo de escándalo todos los días frente a mi mesa en la oficina. No es especialmente guapa, pero me pone, me pone mucho, me da un morbo de la hostia. ¿Y sabes por qué? Porque ésta sí que es la típica vecinita, casada y malfollada, que está pidiendo a gritos carne en barra; porque tiene un culo de manual y unas tetas enormes, y porque está al alcance de mi mano… o, bueno, al menos de mi vista. «Codiciamos lo que vemos cada día», dice Hannibal Lecter, caníbal y filósofo de la vida. En efecto: las mujeres más deseadas por los hombres no son actrices ni cantantes, sino tipas que ven a diario, con las que se cruzan miradas, bromas e insinuaciones. Mi verdadera perdición no es Katy, sino Sandra, a la que le comería las tetas regadas con un buen Chianti…

 

Firmado: Un buen amigo del Zar.

 

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