
Estimados miembros de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de EE.UU.
Como sabrán soy productor cinematográfico y mi último largometraje ha tenido la desgracia de costar 250 millones de dólares y recaudar casi 700 en todo el mundo.
Digo “la desgracia” porque, aunque es obvio que ha contado con el respaldo de grandes y pequeños, hombres y mujeres, conservadores y progresistas, arquitectos, ingenieros, artesanos, carpinteros, albañiles y armadores, no hay manera de que esta historia sea tomada en serio por ustedes; pese a ser una tercera entrega mucho más oscura que las anteriores.
Y no sólo eso. Tengo que aguantar cómo edición tras edición conceden la estatuilla dorada a una película “independiente”; y leer en todos los medios eso de “el triunfo del cine independiente” por aquí, “el triunfo del cine independiente” por allá. Como si fuera novedad. Como si fuera noticia.
Eso sin entrar en el debate de qué se entiende por “independiente – esa etiqueta que se adjudica tan alegremente. Pero supongo que una película con robots-submarinos que pretenden conquistar el planeta y nuestra mejor solución es resucitar a los dinosaurios pero el único genio científico que puede hacerlo sufre amnesia NO es independiente. NOOOO. Eso no.
Bueno, pues disculpen. Disculpen por dar trabajo a miles de personas. Disculpen por ofrecer un brote de escapismo en estos tiempos difíciles de crisis. Disculpen por hablar de un tema tan importante como es tener amnesia con sólo 19 años.
Este año tampoco va a haber suerte y todo apunta a que el premio gordo se lo llevará una película muda independiente. Y al día siguiente leeré en prensa “el triunfo del cine independiente” como ocurrió el año pasado con “El discurso del Rey y el triunfo del cine independiente” o el año anterior con “En tierra hostil y el triunfo del cine independiente» o el anterior con “Slumdog Millionaire y el triunfo del cine independiente” o el anterior con “No es país para viejos y el triunfo del cine independiente”. Y al público lector parece que se le olvidan todos esos triunfos, uno tras otro; de la misma manera que a mi jardinero Manuel se le han olvidado esas películas.
Quién me lo iba a decir cuando me metí mi primera raya en la calva de un enano pero nosotros, los fabricantes de blockbusters, nos hemos convertido en underdogs. Y tengo que oir «pobrecito, llorando en su avión privado». Pero lo que la gente desconoce es que las lágrimas en un jet privado saben igual que en tierra.
No somos independientes. Cierto. Somos dependientes. Dependemos de su cariño. Dependemos de su reconocimiento. Dependemos de su And the Oscar goes to.
De hecho, ¿cuál fue el último blockbuster que se llevó el premio gordo?; quizá esa del Señor de los Anillos… pero incluso la vendían como “cine independiente de Hollywood” (al estar rodada en el país aquel)
Miren, soy muy fan de Rocky y de las historias de gente anónima que acaba triunfando sobre el favorito (tan fan que he comprado los derechos para su remake, pero con un joven boxeador de 19 años con amnesia). La historia de David y Goliath me entusiasma como al que más. Pero David se cargó a UN Goliath. Si año tras año estuviera matando a un Goliath tras otro ya no sería un héroe subestimado… sería un asesino en serie.
Y mi pregunta es esta.
Adonde voy a parar es aquí:
¿Quieren convertirse ustedes en asesinos en serie?
¿Eh?
Piénsenlo.
Atentamente.