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Mientras tantoDesconcertada

Desconcertada


¡Está jodida la lagarta! Desconcertada. Ella pensó que con arrimarme las tetas un par de veces y lanzarme besitos sensuales de despedida yo iba a correr detrás de ella como un comemierda y perder el culo por eyacular entre sus tetas. Reconozco, sí, que me vuelven loco sus meloncitos, esas tetitas pequeñas y pizpiretas que se endurecen cada vez que pasa bajo el chorro del aire acondicionado, pero ella no lo sabe, ni lo sabrá nunca. Aunque no han disminuido ni un ápice mis ganas de follarla, sé también, porque uno es perro viejo y tiene canas en los huevos, que todas las tías de cuarenta años están mejor vestidas que desnudas y, por supuesto, todas las de veintidós están mejor desnudas que vestidas. Ella acaba de cumplir los cuarenta y tiene un hijo. ¡Que se joda! Después de hablaros de ella por primera vez me confesó un buen día que acababa de dejar a su marido, el tío más deseado por todos los maricones que se precien; ya sabes el policía (que bien podría ser bombero) que estudia mucho y está por ella que no mea. ¿La razón? Que si una no está enamorada lo mejor es dejarlo y bla, bla bla. Mentira. Después de zorrear a mi alrededor y descubrir que yo no iba a dejar a mi pareja para lanzarme como un gilipollas a aguantar sus reglas, su coño dilatado y su retoñito lloraesquinas, quiso convertir lo nuestro en una bonita amistad y tenerme como un satélite a su alrededor siempre dispuesto a arrimar el cebollo y a ayudarla en su puto trabajo con mis contactos y mi buen hacer. Sí, así es; puro interés. Es, como muchas, puta por naturaleza, está harta de follar y… había encontrado otro gilipollas divorciado dispuesto a todo. Más bien creo que el pobre gilipollas debía llevar un tiempo sin echar un buen polvo. Sí, lagarta largó a su marido y dejó un tiempo prudencial (cuestión de semanas, no creas que más) para lanzarse sobre su última presa. Pero todo se jodió; discutieron antes de empezar, porque lagarta es insoportable, está acostumbrada a hacer y a que todos hagan lo que le sale del coño, y volvió con su marido. Rápido, porque hay tías que no pueden estar sin una polla al lado, aunque sólo sea para sacarla a pasear. Y tampoco sueltan un rabo hasta que no tienen otro bien agarrado.

 

Y ahí sigue. Dos meses que si vamos a comer, que si patatín y que si patatán. Y yo: «sí, sí en cualquier momento, lo estoy deseando, pero estos días estoy muy liado». No se lo puede creer, mira con cara de ¿cómo es posible que este tío no babee por mí como casi todos… será que es maricón (seguro que es lo primero que se ha planteado), será que es más tranquilo de lo que parece o será que me estoy volviendo vieja y menos atractiva? Y yo educado, correcto, ligeramente deseoso para ver cómo se sigue columpiando y riéndome por dentro. Porque la respuesta es fácil y más corriente que todo eso: hay unas putas en Madrid maravillosas, pero esto sí te lo puedo asegurar: ella no lo sabe. 

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