El chat

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Me atrapó en un chat una noche en la que tenía fiebre. Sus palabras hicieron que ésta se disparara y ni el termómetro servía para medir los grados de mi cuerpo. Con tanta palabra el verbo se nos hizo carne y aquí me tienen: en tan solo unos días me he vuelto drogodependiente de su verborrea caliente provocadora. Y de su polla, un ejemplar digno de mencionarse en este foro de debate. ¿Alguien conoce algún tratamiento para esto?

Vengo de París, como casi todos los niños, y me he pasado la vida entre Francia y España (aunque me defino extremeña). Empecé escribiendo de economía en Capital pero tras ocho años en los mercados bursátiles, y demostrando ser de perfil arriesgado, me hice freelance. He colaborado con los principales medios de este país y escrito varios libros de sexo, el último, "Hola, sexo: anatomía de las citas online (Arcopress)". Este blog es a consumir sin moderación pero ¡tampoco te lo creas todo!