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Mientras tantoEsa cabina del tiempo.

Esa cabina del tiempo.


 

Estimados señores de -SUPRIMIDO-
 
Lo primero de todo, felicidades por sus 20 años en España sirviendo comida rápida. Recuerdo la primera vez que pedí un menú -SUPRIMIDO- en su local de Zaragoza, recién inaugurado allá por 1989. La frustración de no haber podido ver Cazafantasmas 2 por una pelea en la taquilla para conseguir entradas se desvaneció con esa mezcla de carne, mostaza y pepinillo en mi paladar y el entrañable robot-hamburguesa que todavía deambula en un cajón.
 
Aunque yo y literalmente todo el mundo les conoce resulta comprensible que ustedes no me conozcan a mí. Pueden mirar la columna de la derecha, pero baste decir que soy un farandulero. Y otro compañero farandulero me ha enviado el anuncio de su campaña de aniversario.
 
Y qué puedo decir.
 
Pues puedo decir que se juntan en mí distintos sentimientos:
negación, enfado, negociación, depresión y aceptación.
Bueno, más bien enfado.
Enfado o lo que viene siendo un cabreo de cojones (ustedes llevan ya veinte años aquí y seguro que habrán oído tacos antes – si no es lo primero que aprendieron nada más llegar)
 
Verán, en su anuncio un chaval en 1981 recibe la llamada de su yo del futuro, que le dice que todo va ir bien, que no se preocupe por los exámenes y que le haga carantoñas a una chiquilla. Y el mayor, en efecto, vemos que se encuentra estupendamente en el 2011.
 
Y resulta (se van a reír) que un proyecto que llevo tiempo escribiendo y reescribiendo y reeeeeeescribiendo va de. Adivinen. De qué va. Va de un tipo que viene del futuro a arreglar su vida.
 
Pero esto no es un grito de “¡Me han plagiado!”. No.  Aunque escocer reconozco que escuece y voy a tener que buscar una respuesta ingeniosa al “ah, ¿como en el anuncio de -SUPRIMIDO-?” cuando explique la historia, y ahora mismo no se me ocurra nada más que mentar a la madre de mi interlocutor, que qué culpa tendrá la pobre mujer.
 
Porque nanay. No es como en el anuncio.
Porque – y este es el motivo real de la carta – ¿a qué pedazo de esquimal se le ocurre llamarse a sí mismo para decir eh, no pasa nada, tú tranquilo con los exámenes que va a ir todo bien?
 
Apuesto mi robot-hamburguesa a que nada más colgar el tipo mayor se habría vuelto un adicto al crack o qué se yo que malvive a base de intercambios en lavabos públicos, y cuya familia no le abraza porque hace años que se ha desentendido de él. Como poco.
 
“Me ha llamado mi yo del futuro y me ha dicho que todo va a ir bien. Así que voy a abrirle la cabeza a la señora Paquita con un ladrillo y le limpio la casa, ¿por qué?, PORQUE TODO VA A IR BIEN”.
 
Disculpen el cinismo.
Cualquier otro se diría a sí mismo “aprende inglés y chino y ve buscando curro en el extranjero a la de YA”. Pero este señor no, este señor aprovecha la conferencia para hablar del Mundial de Fútbol (que en parte lo entiendo, ojo. En mi proyecto también hay una referencia al Mundial) y, la verdad, no es la primera vez que los viajes en el tiempo se utilizan en publicidad de manera poco afortunada.
 
De hecho, ¿recuerdan un anuncio de sus rivales, hace años, con un pollo gigante que vuela en primera y la azafata le pide que se cambie de asiento y el pollo se niega? Tenía más sentido que esto.
 
Pero no me hagan caso, los expertos en spots son ustedes. A lo mejor en ese mundillo funciona. Cuando intentas hacer algo un poco más largo necesitas alguna que otra vuelta más, claro. Yo, como he dicho, llevo mucho tiempo pensando en personajes y tramas y le he dado vueltas y más vueltas a todas las posibilidades habidas y por haber.
 
Pero nunca, jamás, se me ha ocurrido que los dos personajes, joven y adulto, estén… bien. Y que hablen para contarse lo bien que están. Desperdicio de cabina, oigan.
 
Eso es todo.
 
Eso y que me han confirmado que los actores que interpretan al joven y al viejo pueden tener los ojos de un color distinto que tampoco pasa nada. Algo es algo.
 
Un saludo.
 
PD: Muy chulos los últimos muñecos que han sacado, por cierto. Articulados y todo, ¿eh?… para que vean que me fijo.

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