Fotografiar la noche

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Las ciudades están hechas para la noche, al menos las ciudades imaginadas, las del deseo, las de los sueños, las que fabricaron grandes turbulencias artísticas, políticas y sexuales. No es raro por lo tanto que la fotografía lograra algunos de sus hallazgos más perdurables en las tomas de la ciudad, especialmente de noche, cuando salen los fantasmas de nosotros a buscarse en los escombros del día, en los antros, las avenidas barnizadas por la lluvia o los reflector de los patrulleros, la niebla que revienta la exactitud y los periódicos que llegaban con su carga de tinta fresca y noticias que nos iban a ensombrecer el ánimo o a iluminar entre el resplandor de las cerillas, la absenta, el jazz y los barrios bajos. No es de extrañar que uno de los motivos de que cautive tanto la última película de Woody Allen, «Medianoche en París», sea que, como dice Andrés Ibáñez en esta misma revista, «no cuenta realmente una historia. Cuenta un sueño. Y es precisamente el mismo sueño que hemos tenido todos los que amamos la literatura y el arte en general. Uno no puede simplemente ver la película: se le invita a entrar en un sueño». Otros sueños se cuentan y despiertan en la sugestiva exposición que acaba de abrir el Metropolitan Museum de Nueva York, titulada «Night Vision: Photography After dark» («Visión nocturna: fotografía cuando oscurece»), en la que nos encontramos las ventanas practicadas sobre la oscuridad por observadores como Hiroshi Sugimoto, Bill Brandt, Brassaï, Berenice Abbott, Josef Sudek o Weegee. 

Cuándo: Hasta el 18 de septiembre

Dónde: www.metmuseum.org