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Mientras tantoHejduk en Santiago

Hejduk en Santiago


 

                                                                                                                           Para V. Ak., quien primero me habló de Hejduk

 

 

 

Soy poco, poquísimo, partidario de los grandes equipamientos culturales que se han multiplicado por nuestro suelo en estos años de locura en que todos nos hemos creído ricos y famosos y cada comunidad, cada ciudad, cada pueblo casi, se creía llamado a tener por supuesto su propio icono arquitectónico, ojalá además de una de las firmas de moda, fueran cuales fuesen, ¡qué tontería esos detalles!, su coste, su programa o su uso posterior. Lo que no quita, desde luego, para que me guste la Ciudad de la Cultura en Santiago y que, ya puestos, me parezca un orgullo tenerla en nuestro suelo.

 

Hay algo sin embargo en ese enorme complejo que casi está pasando desapercibido frente al carácter colosal de las estructuras de Eisenman (y Andrés Perea) y a mí me parece lo mejor de todo: las dos pequeñas torres de mi querido John Hejduk.

 

No voy a hacer aquí una semblanza biográfica, para eso debería estar Wikipedia, que en este caso no lo hace demasiado bien, pero escribo a vuelapluma algunos de los datos que tengo en la memoria: uno de los New York Five, como el propio Eisenman que lo ha incorporado a su espacio jacobeo; profesor en Cooper Union al que generaciones de alumnos recuerdan con emoción; creador antes que arquitecto, maravilloso dibujante, poeta, un sabio a la antigua que hizo casi de todo en la arquitectura menos construir.

 

Apenas dejó en vida un par de edificios, en Berlín, no demasiados buenos siquiera porque lo suyo no era construir, sus diseños eran demasiado visionarios, demasiado poco útiles para nada, demasiado alejados tal vez de las realidades de nuestra vida y anclados en un terreno propio suyo en que arquitectura y poesía se fundían.

 

Estuvo a punto de ver terminados otros dos, el Centro cívico de la Rua da Trisca en Santiago de Compostela, que proyectó y se había ya comenzado a construir cuando murió en 2000, y el que consideraba su mejor proyecto, la Wall House 2, ideada inicialmente para el campo en Connecticut y que se acabó construyendo en 2001 en Groningen (Holanda).

Me da rabia pensar que viví dos años en NY mientras él todavía estaba vivo y daba clase y hasta era decano en Cooper Union pero yo no sabía quién quien era y nunca fui a escucharlo pese a que vivía al lado y me pasaba la vida en el East Village. Así es la vida, ay, y fue en 2001 cuando supe de él y me fasciné por el arquitecto, el poeta y el personaje.

 

Tengo varios de sus libros en el primer estante de mi biblioteca de arquitectura, donde están además Le Corbusier, Louis Kahn, Barragán, Tadao Ando, Breuer, Niemeyer y Zumthor, y ahora que los cojo todos y los planto en mi mesa para revisarlos, leer de nuevo sus poemas y mirar los dibujos fantásticos de sus proyectos delirantes y escribir este texto me doy cuenta de cuánto quiero yo a este hombre. No basta que les copie los nombres maravillosos de estos proyectos,

  • Red Cathedral and a Creche of Angels Flew from the Wall,

  • Library for Still Lives,

  • Geometric Flowers,

  • House for the Keeper of the Archives on Persephone,

  • The Still Life Painter´s Complex

  • Two chapels for the dead: Heaven-Hell / Day-Night…

hace falta que los vean para que entiendan de qué hablo.

 

Uno de esos libros que ahora tengo en mi mesa, Pewter Wings. Golden Horns. Stone Veils, está casi dedicado a España. La introducción dice:

 

In work and creation one waits . . . Spain informs. The cities I have visited –Madrid, Barcelona, Granada, Valencia, Seville, Santiago de Compostela– have a dry impaction, a haunting aridity . . . all are walking places. All invade the mind . . . warehouses of thought . . . planar rambles, las Ramblas . . . the women of the Prado . . . the ascension path on Alhambra’s cliffs . . . eating celebration on the finger docks off the Valencian coast . . . great/vast park of Seville, dry points of colour flickering under black-green shade trees as the citizens enjoy the day . . . mist of darkness of volumetric silence surrounding the casketed bones of Saint James Compostela . . . a country of solid undulating wavesells . . . one immense still life.1

 

y hay más dibujos de proyectos con fantásticos nombres españoles,

  • Granada Women,

  • Seville Blue,

  • House on the Spanish Atlantic,

  • Santiago Structures,

  • 24 Andalusian Houses,

  • Seville Structures,

  • Bullfighter’s House,

  • Court House Outside of Cordoba,

  • Cadiz Moment…

 

De nuevo Santiago de Compostela, una referencia constante en su vida. El libro de poemas Lines no Fire Could Burn no sólo tiene la catedral de Santiago en portada sino una imagen del Santo esculpido en piedra en la primera página. Es un libro de poemas religiosos, el asombro del arquitecto que ya sabe que va a morir pronto ante la maravilla de las construcciones religiosas. Éste es el que más me gusta:

 

The cellist moved his sound

into the soul of Christ

evoking the agony

and the forgiving

simultaneously

Jesus looked at him

through eyes

of vanishing centuries

and long memories

where the blackness

of tree trunks

were darker than

printers ink

and the sheets of music

contained embalmed sound

Jesus followed the score

and hummed in

all silences

so that the composer

could reflect space

filled with the aroma

of black roses

and sepia women

our lord opened up

the gardens for

the female voice

accompanied by the cellist

and his haunting bow

gliding over the strings

of a mauve heaven

where music had risen

 

 

Las dos torres de Santiago Structures son el único de los proyectos de Pewter Wings… que aparece con idea de ser construido, con sus planos de planta, alzado y hasta del terreno, los del parque de Belvís para el que habían sido concebidas como torres botánicas. Nunca se hicieron y Eisenman las recuperó para la Ciudad de la Cultura, ya sin adecuación al nuevo sitio ni uso alguno que les diera sentido.

 

Me emocionó visitar la Ciudad de la Cultura y encontrármelas ahí, como a trasmano y quien no quiere la cosa, con ese aire de inacabadas que tienen y, sobre todo, esa absoluta inutilidad y falta de sentido que tanto les convienen porque así, inútiles y sin sentido práctico, son los edificios de Hejduk, surgidos de una voluntad diferente y propia que comparte la materia de que está hecha la poesía.

 

Ahora las llaman Torres Hejduk, un feo nombre propio de estos tiempos nuestros de arquitectos-estrella a los que se pide edificios por el ansía fetichista de contar con sus nombres, Centro Niemeyer, Edificio Nouvel… como si a la capilla en Ronchamp se la hubiera llamado Capilla Corbusier o a la Catedral de Santiago Edificio Mateo.

 

Hay que ir a Santiago a ver a Hejduk.

 


1 Cómo traducir esta última frase intraducible cuando en inglés o en alemán se llama still life (literalmente “vida en reposo”) a lo que nosotros o los franceses llamamos “naturaleza muerta”.

 

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